Renán Vega Cantor, historiador y economista colombiano |
Rebelión
De paso por Buenos Aires, el pasado 19 de abril, entrevistamos a Renán Vega Cantor, historiador y economista colombiano. Doctor de la Universidad de París VIII. Diplomado de la Universidad de París I en Historia de América Latina. Economista y Magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente se desempeña como Profesor titular de la Univ. Pedagógica Nacional de Bogotá, Colombia. Es autor y compilador de 26 libros, entre otros, Marx y el siglo XXI (2 volúmenes), Bogotá, 1999 y El caos planetario, Ediciones Herramienta, Buenos Aires, del mismo año. Entre sus últimos trabajos podemos mencionar: Los economistas neoliberales, nuevos criminales de guerra: El genocidio económico y social del capitalismo contemporáneo (2010). Dirige la revista CEPA (Centro Estratégico de Pensamiento Alternativo). En 2008 recibió el Premio Libertador al Pensamiento Crítico, el galardón más importante que se otorga en Venezuela y uno de los más significativos en el mundo de habla hispana, por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura de la Rep. Bolivariana de Venezuela, por su obra Un mundo incierto, un mundo para aprender y enseñar (2 volúmenes), Edic. Universidad Pedagógica, 2007. Recientemente, junto a Atilio Borón y Raúl Zibechi, participó del panel de cierre del III Foro Nacional de Educación para el Cambio Social (Buenos Aires, Junio 2011).
MH: Un premio muy importante. Recuerdo que en algunas de sus ediciones anteriores lo ganó Iztván Meszáros y recibió una mención especial el economista argentino Claudio Katz.
RV: Dos veces.
MH: Te agradezco la deferencia que has tenido restándole tiempo a una visita familiar pero aprovechando para desarrollar algunas actividades político-culturales.
RV: Muy amable por la invitación. Estoy en Buenos Aires muy de paso pero aprovecho para hablar con amigos y conocidos y volver a plantear temas de interés político latinoamericanos.
MH: Dividí la entrevista en varias partes. Hoy leí que el 40% de territorio colombiano está pedido en concesión para proyectos mineros y el 98% de la inversión extranjera en 2009 se orientó hacia la minería.
RV: Yo diría que la primera cifra está equivocada, es muy baja. El 92% del territorio colombiano está en proceso de reparto a empresas multinacionales mineras. Es un proceso que se viene consolidando hace algunos años con la perspectiva que tienen las clases dominantes colombianas de convertirnos en un país minero similar a Chile y Perú. Se está dando un proceso de fragmentación del territorio colombiano que está siendo repartido entre empresas multinacionales mineras, principalmente europeas y canadienses, en todos los terrenos, estamos hablando de explotación de oro, carbón, níquel y minerales menos convencionales que se usan como materiales de construcción.
MH: Que se agregan a la más tradicional explotación petrolera.
RV: Aunque Colombia no es un país petrolero con las dimensiones de Venezuela, es el 7mo. abastecedor de los EE. UU. y está aumentando la extracción a un millón de barriles diarios, cuando la perspectiva es que el petróleo colombiano se acabaría en el lapso de 10 años, es decir, están sacando muy rápido lo poco que queda de petróleo en las distintas regiones del país.
Es un proyecto de las clases dominantes colombianas de volver a convertirnos en un país minero exportador como en los siglos XVIII y XIX. Yo suelo repetir que es un modelo de pasado no de futuro, porque la modernización de la que tanto se habla en el siglo XXI reedita una vieja división internacional del trabajo fracasada, que sólo ha dado miseria y desolación. Ese es el proyecto que se está desarrollando en Colombia.
El país está prácticamente desindustrializado. La base industrial que se construyó después de 1945 hasta mediados de los ’80 ha sido arrasada, ha desaparecido, prácticamente no hay ninguna industria importante salvo la extractiva. La mayor parte de los productos que se consumen vienen del exterior, sobre todo de China. El país no produce en términos industriales y agrícolas prácticamente nada.
MH: Hubo un cambio de gobierno en Colombia con el reemplazo de Alvaro Uribe, a quien podríamos calificar de representante del mundo agrario y terrateniente, mezclado a las clases emergentes del narcotráfico y a los crímenes del paramilitarismo. En cambio, Santos es el hombre urbano, culto y cosmopolita por excelencia. Aunque, junto con su familia, se ha aprovechado del Estado para favorecer sus negocios y su enriquecimiento personal y como exponente de la oligarquía, no ha dudado en propiciar y utilizar los métodos violentos para mantener sus privilegios. Además, propietario de El Tiempo y familiar cercano del personaje de Crónica de un secuestro de Gabriel García Márquez. Ha llamado la atención que para algunos Santos dejó de ser un halcón y en la actualidad es una paloma.
RV: Yo no creo. Para poder ubicar a los lectores es necesario desprendernos del análisis coyuntural e inmediato, visión a la cual nos ha reducido la información mediática para presentar que en Colombia ha habido un cambio significativo en términos políticos y sociales de un momento para otro. El problema es mucho más complejo. En Colombia se ha consolidado un modelo de capitalismo, un modelo de régimen político muy singular en los últimos 30 años, que ha atravesado distintos períodos presidenciales. Pero ese régimen tiene una continuidad lógica, podríamos decir de manera estructural. En primer lugar es una economía profundamente criminal. Es un capitalismo gangsteril. Profundamente sangriento porque la acumulación de capital recurre a la violencia para posibilitar la mezcla de actividades legales e ilegales. En Colombia separar lo legal de lo ilegal es muy difícil. Usted va a encontrar a los capitales del narcotráfico irrigando prácticamente todas las actividades económicas colombianas y a las altas esferas del poder político. Es una característica que se ha consolidado en los últimos 30 años. El capital financiero está profundamente vinculado a este tipo de actividades sino cómo explica que en el país circulen miles de millones de dólares ilegales y el capitalismo financiero esté al margen de ese proceso. Al contrario, es un protagonista fundamental. Es bueno recordar que a pesar de la situación crítica de la economía y la sociedad colombianas, el sector financiero sigue presentando ganancias fabulosas. Tal vez sea el único sector que ha crecido en los últimos años en el país. Mientras que la agricultura, la industria y el sector exportador están quebrados, el sector financiero sigue acumulando importantes ganancias a pesar del ciclo económico negativo y eso sólo se puede explicar por dos fenómenos. Por una parte, por el ingreso masivo de dólares que está relacionado con las actividades del narcotráfico, perfectamente legalizadas, y por otra parte, con los altos intereses y las ganancias rentísticas típicas del capitalismo especulativo.
Lo que quiero remarcar es la imbricación entre capitalismo financiero y lo que eufemísticamente se llama capitalismo ilegal o dineros ilegales. Es un elemento estructural en la sociedad colombiana que no es puramente económico, es político-social-cultural y la atraviesa por completo. Si se compara con lo que era Colombia hace 40 años, va a encontrar cambios significativos atravesados por este fenómeno, que no sólo debe verse como narcotráfico sino como una transformación social en la cual se ha presentado una mezcla entre las viejas clases dominantes y los nuevos sectores emergentes. No es que los dineros de la mafia hayan tomado el Estado, fue éste el que creó una serie de sectores para ganar la guerra social que libra contra el pueblo colombiano. Esos sectores son conocidos con el nombre de paramilitares. No es que éstos hayan tomado el Estado unidos con el narcotráfico. El Estado los creó.
MH: Por un lado se habla de la desmovilización de los paramilitares, y por otro, que es un montaje del gobierno.
RV: Para entenderlo quiero darte una cifra que es muy reveladora. En 2002, cuando llega a la presidencia Alvaro Uribe Vélez mediante elecciones por demás fraudulentas, se dice que había 15.000 paramilitares según cifras oficiales y resulta que en el proceso de desmovilización que se da durante su gobierno se habla de 32.000 paramilitares desmovilizados. Estamos hablando de una especie de acto mágico por el cual se duplicaron los paramilitares de manera automática. ¡Es inexplicable! ¿Qué fue lo que pasó?
Los paramilitares son simplemente criminales, asesinos a sueldo financiados por el Estado, los terratenientes, comerciantes y ganaderos. Tienen vínculos con distintos sectores del narcotráfico que aprovecharon para legalizarse y convertirse en combatientes, término que se les empieza a dar transformando las mismas categorías del derecho. Cuando se habla de acuerdo de paz con los paramilitares, desde el principio, se señala claramente que para que eso funcione es necesario garantizarles penas muy cortas, entonces se firma un acuerdo de justicia y paz, término que es una burla, y allí queda establecido que la máxima condena, en la medida que se entregaran voluntariamente, será sólo de un máximo de 8 años. Estamos hablando de personajes que han confesado el asesinato de 100, 200 ó aún más personas con métodos sádicos.
Además este proceso viene acompañado de la legalización de actividades ligadas al narcotráfico, entonces muchos capos, de la noche a la mañana, se volvieron paramilitares para cubrirse con esa legalización. Crearon frentes militares artificiales que nunca habían existido y para hacerlo fueron a los barrios más pobres de las grandes ciudades y reclutaron a pordioseros, a personas que no tenían ni idea para qué los estaban usando, les compraron uniformes, armas desvencijadas que no servían y montaron frentes de un día para el otro para presentarse como comandantes que tenían armas, hombres y poder que al Estado le convenía desmovilizar. En ese proceso muchos capos narcotraficantes fueron cubiertos por la Ley de justicia y paz. Esto fue probado con declaraciones de las personas que participaron y cuando el hecho se presentó, los que vivimos en Colombia, desde el principio, tuvimos claro que era una farsa, un montaje artificial con un fin ideológico y político consistente en decir que era un proceso que se estaba dando en la práctica, pero siempre fue absolutamente turbio y montado como decimos en Colombia.
Colombia es una tragedia contemporánea
MH: Mencionaste a Alvaro Uribe que recientemente intentó dar clases en la Escuela Nacional de Ingenieros de Metz, Francia, siendo rechazada su presencia por alumnos y profesores, a quien comparaste con el personaje del dictador de El Otoño del Patriarca, aquella obra que según García Márquez es su mejor novela. ¿Podrías explicarnos esta comparación?
RV: Colombia es una tragedia contemporánea de América Latina y el mundo por lo que vivimos y soportamos a diario haciendo referencia a miles de personas desaparecidas y asesinadas. Cifras superiores a las de la dictadura argentina donde se habla de 30.000 desaparecidos. En Colombia en los últimos 25 años estamos hablando de 250.000 desaparecidos. Estamos hablando -y es una cifra oficial de la fiscalía colombiana- que entre 2005/10 se perpetraron 175.000 asesinatos cometidos por paramilitares. Es un país donde suceden cosas como la siguiente: acaba de aparecer un reporte de una Comisión Iberoamérica sobre personas que protegen los DD. HH. donde se habla que en el último año en América Latina ha habido 80 asesinatos de defensores de los DD. HH. Y la mitad se han presentado en Colombia. Es el país del mundo con la mayor tasa de asesinatos de dirigentes sindicales.
MH: 60% de los sindicalistas asesinados en el mundo.
RV: Exactamente. En los últimos 25 años han sido asesinados 3000 dirigentes sindicales. Es el país del mundo donde se presenta la mayor cifra de asesinatos de profesores, sólo superado por Irak. Es el país con el mayor desplazamiento de población interna: 6.000.000 de personas en los últimos 15 años.
MH: Estamos hablando del 15% de la población total de Colombia.
RV: Son cifras impresionantes. ¿Qué sucede? Todos estos procedimientos claramente criminales son impulsados por el Estado y las clases dominantes. Estamos hablando de un terrorismo sistemático de Estado que en Colombia lleva 60 años, pero que ha tenido fases en que se ha agudizado. La última ha sido en los últimos 30 años, desde 1982 al momento actual, es una política de arrasamiento a todo aquello que suene distinto al proyecto de las clases dominantes. Casi todos aquéllos que no se han plegado han sido eliminados, desaparecidos o expulsados del país.
Ese proceso va a adquirir un momento de legitimación en los 8 años de gobierno de Alvaro Uribe donde es culminante el proceso de capitalismo gangsteril. Se entronizan y legitiman todo este tipo de prácticas hegemónicas en la población que las acepta, las ve como legítimas, de asesinar a aquellas personas consideradas opositoras a quienes se les endilga el calificativo de terroristas. Estamos hablando de profesores universitarios, estudiantes, dirigentes sindicales, campesinos, feministas, de cualquier tipo de organizaciones. Durante el régimen de Uribe adquiere legitimación en la vida cotidiana. Este personaje actúa de manera similar al que describe García Márquez en El otoño del patriarca, personaje ligado a los intereses más tenebrosos de la sociedad colombiana, a los grandes terratenientes y ganaderos, caracterizado por la expulsión de los campesinos, la creación de grupos criminales de paramilitares por su propia familia, con nexos probados con los grupos de asesinos financiados y respaldados a nivel internacional por EE. UU.
Colombia es el tercer país del mundo en recibir ayuda militar de EE. UU. Por todas estas circunstancias, cuando estaba por terminar el gobierno de Uribe escribí este texto en que comparo la ficción con la realidad tratando de demostrar que a veces ésta es peor que aquélla. Lo que ha hecho García Márquez en términos de ficción a veces se queda corto frente a lo que estamos viviendo en Colombia.
MH: Cuando hablabas del desplazamiento de campesinos recordaba que el actual presidente Juan Manuel Santos, ha presentado una Ley de Tierras. ¿Pretende devolver la tierra a los campesinos desplazados?
RV: Hay que hacer una aclaración. Colombia es un país donde la violencia se explica históricamente por una razón fundamental: nunca ha habido reforma agraria. La violencia de los últimos 60 años está ligada al problema de la apropiación terrateniente. Es uno de los países más injustos del mundo y aún más en términos agrícolas donde la tierra está concentrada en pocas manos. Hay 3 países en América Latina que son emblemáticos como ejemplos de concentración agraria: Paraguay, Brasil y Colombia. Los 3 están entre los países más desiguales del mundo en términos del índice Gini. Entonces en Colombia siempre ha habido insurgencia campesina y en gran medida la violencia está ligada a ella. Los campesinos siempre se han negado a estar subordinados a los terratenientes y se han organizado para defender sus derechos. En los últimos años no podemos decir que se haya desarrollado una contrarreforma agraria ya que sería suponer que previamente hubo una reforma agraria. Como nunca la ha habido, prefiero hablar de antirreforma agraria, de un proceso acelerado, radical, de concentración de la tierra. Los 6.000.000 de desplazados han sido desalojados de sus tierras en un volumen de entre 6/7 millones de hectáreas. Esas tierras han quedado en manos de los viejos terratenientes de siempre pero también de nuevos propietarios ligados al proyecto de construcción de economías exportadoras agrícolas para sembrar palma aceitera o caucho principalmente, o utilizar esas tierras como fincas ganaderas o megaproyectos y obras de infraestructura de explotación minera. Todas esas tierras tienen nuevos propietarios.
Dado el carácter demagógico del régimen de Santos, pretende diferenciarse de sus antecesores mediante una política agraria aparentemente redistributiva. Es una falacia. Primero, no hay ninguna reforma agraria. No se le va a dar la tierra a los campesinos. Se habla de una restitución muy modesta, más bien demagógica de tierras, encaminada a consolidar el proyecto del Banco Mundial de legalizar los títulos de propiedad para dejárselos saneados al gran capital, sobre todo transnacional. Estamos hablando que en adelante, la explotación de la palma aceitera ya no va a quedar en manos de ciertos personajes de orígenes muy turbios, sino de empresas o empresas transnacionales aliadas al capital legal que tenga títulos de propiedad. Ese es el objetivo de esta restitución de tierras.
MH: Un blanqueo.
RV: Exactamente. Un blanqueo de la gran propiedad que además tiene una cantidad de obstáculos jurídicos que demuestran que la finalidad no es el campesinado. Se habla de que los campesinos establezcan asociaciones voluntarias con los grandes propietarios. Pero estamos hablando de Colombia, donde los grandes propietarios tienen ejércitos propios o el ejército nacional está a su servicio. ¿Qué campesino se va a aliar en condiciones que le favorezcan con los grandes propietarios o empresas multinacionales? Además, el campesino tiene que demostrar que efectivamente era el propietario cuando se realicen los pleitos y los procesos, el mismo campesino que ha sido desplazado y se encuentra a cientos de kilómetros de distancia. ¿Cómo se va a enterar del juicio o ir con abogados cuando no tiene dinero? Estos resquicios jurídicos indican que la finalidad es legalizar la tierra para el gran capital. Es un proyecto de Santos que continuaría el de Uribe. No tiene diferencias sustanciales.
MH: La denuncia del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado que reúne a familiares de 15.000 víctimas, denuncia que Santos ha cambiado el lenguaje pero no se ha frenado la represión y creo que un dato ilustrativo es que el partido opositor Polo Democrático Alternativo, denunció el 9 de noviembre de 2010, que en los primeros 90 días del mandato del nuevo presidente, unos cincuenta líderes políticos y sociales habían sido asesinados...
RV: Esa es una realidad de la sociedad colombiana. El asesinato político en Colombia no es una cuestión ocasional o efímera. Es un comportamiento cotidiano. Todos los días hay asesinatos, así muchos no aparezcan como móviles directamente políticos.
Pero hay que averiguar un poco más a fondo, por ejemplo, cuando se realiza un paro de trabajadores o una marcha campesina o un paro cívico, a los pocos días aparecen muertas algunas personas que han participado, que han tenido alguna visibilidad, los dirigentes o los cuadros medios aparecen muertos, es decir, una política sistemática para impedir cualquier tipo de protesta o movilización. Eso lo vemos en cualquier tipo de sectores, estudiantiles, por ejemplo, y es posible que se incremente ahora que estamos asistiendo al proyecto de la transformación de la educación superior colombiana en un negocio privado. Es un proyecto que está en marcha. Hace 15 días hubo una movilización importante de más de 100.000 personas en la ciudad de Bogotá. Un hecho inédito en los últimos años. Seguramente será la campanada de alerta para que distintos sectores del Estado de las clases dominantes procedan contra dirigentes estudiantiles y docentes. Esto es cotidiano.
Para continuar con el tema de la Ley de Tierras, algunas personas que han dado la cara en el reclamo han sido asesinadas. Se dice que en los primeros 6 meses de la presidencia de Santos han sido asesinados 40 desplazados que han encabezado el proceso de restitución de tierras.
MH: Quería ir a un tema que generó gran inquietud en nuestro país y América Latina toda que fue la firma en Octubre 2009 del acuerdo con Washington para la utilización de siete bases militares. Pero a diez días de iniciado el mandato de Santos, la Corte Constitucional lo declaró “inexequible” (que no se puede llevar a efecto).
RV: Habría que separar el componente jurídico formal y lo que pasa en la realidad. La Corte declaró inexequible al tratado porque violaba la Constitución colombiana en términos formales. Como no se presentó como un nuevo Tratado sino como la reedición de tratados anteriores, el gobierno argumentó que no tenía que pasar por la aprobación del Senado. Por eso la Corte lo declaró inexequible, pero en realidad Colombia es una base de EE. UU., no desde 2009 sino desde hace muchos años. En Colombia operan tropas estadounidenses desde hace mucho tiempo. Para darte un dato revelador: en los cables de Wikileaks que se han dado a conocer a cuentagotas -los responsables de Wikileaks le entregaron a El Espectador 15.900 cables sobre Colombia y Venezuela y está dando a conocer 2/3 cables semanales, ¿cuánto tiempo vamos a necesitar para conocer esa información?-, hace un mes se reveló que el embajador de EE. UU. informó a su Secretaría de Estado que de gran parte de las acciones militares que desarrolla el ejército colombiano contra el movimiento insurgente han participado de manera directa tropas estadounidenses. En los cables dicen que de 29 acciones en las cuales han sido asesinados líderes insurgentes, en 21 participaron asesores de EE. UU. Son cables de 2006/7/8; estamos hablando del momento actual. Creo que son datos reveladores de la presencia de tropas estadounidenses en Colombia que se mueven como “Pedro por su casa”, subordinando al mismo ejército colombiano que está plagado de mandos estadounidenses. Hay zonas donde estas tropas se mueven tranquilamente y hacen lo que quieren. Por eso el hecho de que el tratado haya sido declarado ilegal no quiere decir que las tropas norteamericanas no estén operando en suelo colombiano.
MH: También revelan los cables que el ex presidente colombiano Álvaro Uribe planificó acciones armadas en contra del gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez para detener el proceso político que éste encabeza. "La mejor forma de contrarrestar a Chávez, desde el punto de vista de Uribe, sigue siendo la acción, incluyendo el uso de militares", señala un comunicado de la Embajada de Estados Unidos en Bogotá, que resume una reunión entre Uribe y el jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, Mike Mullen, realizada en enero de 2008.
RV: Y no sólo contra Venezuela sino en distintos lugares del mundo.
MH: Ahora van a participar fuerzas de contrainsurgencia colombianas en la guerra de Afganistán.
RV: Ya están participando. El Estado colombiano ha adquirido tal carácter criminal de terrorismo de Estado que no sólo funciona a nivel interno sino internacional. Hay hechos absolutamente nefastos de este tipo de comportamiento. El régimen colombiano convirtió a sus embajadas y consulados en sitios de espionaje[1], en lugares de control y a los personajes que allí trabajan en delatores para denunciar ciudadanos colombianos que realicen alguna actividad de denuncia o agitación en contra del régimen. Múltiples secuestros en Venezuela para capturar personas que consideraban miembros del movimiento guerrillero o terroristas que es un término bastante genérico donde entra cualquiera. Tal vez el caso más sonado sucedió en México. Un profesor de la Universidad Nacional, Miguel Angel Beltrán, estaba haciendo estudios de postdoctorado en la UNAM. Tenía todos sus papeles legales, no era un refugiado político, ni mucho menos, el Estado colombiano le había dado la autorización para ir a estudiar a México y este país el visado correspondiente. Cuando necesitó renovarlo fue acompañado de un abogado y sucedió un hecho vergonzoso para el derecho internacional. En la Secretaría de Relaciones Internacionales mexicana fue capturado y entregado al régimen colombiano de Uribe, torturado y enviado en avión. Al otro día el gobierno colombiano informaba que había capturado a un ideólogo de las FARC. Quiero resaltar que se utilizó un procedimiento gangsteril, criminal, entre los gobierno de México y Colombia.
MH: Del tipo Plan Cóndor.
RV: Fue presentado como un gran logro de la seguridad democrática y Beltrán, un colega universitario, profesor en el Dpto. de Sociología de la Universidad Nacional, está hoy tras las rejas (2), incluso hay una campaña internacional que pide por su liberación. No hay ningún tipo de pruebas y además el procedimiento para secuestrarlo fue ilegal y criminal. Es un “Plan Cóndor” como tú lo has dicho, extendido por parte de Colombia a todos los países del mundo. En Colombia ha hecho carrera una tesis que no tiene ningún sustento jurídico en el derecho internacional y es que el Estado colombiano tiene derecho de atacar a los terroristas donde quieran que estén. Entonces, declara quién es terrorista y lo ataca fuera de territorio colombiano.
Un ideólogo de ese procedimiento es el actual presidente Juan Manuel Santos, co-partícipe y responsable del asesinato de Sucumbíos, Ecuador, en marzo de 2008, cuando fueron asesinadas 26 personas, entre ellas, 4 estudiantes mexicanos y un ciudadano ecuatoriano.
MH: Quiero aclarar a nuestros lectores que Juan Manuel Santos fue ministro de defensa de Uribe Vélez.
RV: Efectivamente, el penúltimo, pero fue el Ministro de Defensa estrella.
La guerra civil no declarada ni reconocida continúa en Colombia
MH: Ya que entramos en el tema del ataque al territorio de Ecuador donde pierde la vida uno de los dirigentes más importantes de las FARC, el conflicto entre las FF. AA. y la insurgencia guerrillera ha continuado y el 24 de diciembre pasado el presidente Santos, en un saludo a las fuerzas armadas en la base de Tolemaida, reconoció que en los últimos diez meses el Estado sumaba más de 2.500 bajas en la lucha contra la insurgencia.
RV: La guerra civil no declarada ni reconocida continúa en Colombia. Es un proceso que lleva varias décadas, lo que ha cambiado un poco es la naturaleza de la guerra. El ejército colombiano libra una guerra al estilo israelí, con los mismos procedimientos, por ejemplo, el uso sistemático de la fuerza aérea para bombardear campamentos guerrilleros y para masacrar campesinos e indígenas. Esto ha llevado a que la insurgencia modifique sus tácticas de lucha. Ha regresado a la guerra de guerrillas clásica abandonando la guerra de posiciones. La formación de pequeños grupos, la disolución de los grandes frentes, pequeños grupos que atacan dando el golpe y se retiran. Ese es el tipo de guerra que se está librando hoy.
La guerra continúa pero lamentablemente no hay perspectivas a corto plazo de que finalice. Las clases dominantes del país se juegan al objetivo de ganarla militarmente cuando de esa manera no tiene resolución. La única solución que tiene la guerra es política. Eso supone que el Estado tarde o temprano, tenga que asumir las grandes demandas históricas no sólo del movimiento insurgente sino de todo el movimiento campesino y popular. Eso es lo que no se quiere resolver. Una cosa es el proceso demagógico de la restitución de tierras otra muy distinta es una reforma agraria que signifique una distribución real, no sólo de tierras, sino de las condiciones y la seguridad para que los campesinos puedan trabajar la tierra efectivamente. Supone una democratización de la sociedad colombiana y las clases dominantes y el Estado no dan muestras de querer hacerlo a corto plazo.
MH: Santos ha calificado en algún momento a Hugo Chávez de su “mejor amigo” y la semana pasada han comenzado juntos un proceso para reincorporar a Honduras a la OEA, país que fue expulsado a partir del golpe de estado contra el ex presidente Manuel Zelaya. Me llamó la atención ver a Hugo Chávez comprometido en este tipo de iniciativas.
RV: Venezuela ha sido cercada por EE. UU. y su peón Colombia en los últimos años. Si uno observa un mapa alrededor de Venezuela hay un anillo de bases y poder militar que se ha completado en los últimos meses con la imposición de las bases militares en Colombia, en Panamá, en el Caribe, con el funcionamiento de bases potenciales, por ejemplo, en Iquitos, Perú. Hay como un círculo que ha rodeado a Venezuela por el tipo de proyecto que se ha intentado impulsar allí, abiertamente antiestadounidense; obviamente hay un objetivo estratégico que es el petróleo venezolano.
Aquí es bueno recordar la afirmación del primer expositor del Plan Colombia que dijo que para controlar el petróleo de Venezuela era necesario ocupar militarmente Colombia. Es una estrategia que tiene por objetivo final controlar el petróleo venezolano. Venezuela lo entendió en los últimos meses del gobierno de Uribe, pero me parece que no ha entendido que el cambio actual por parte de Santos y en quien menos se puede confiar, es puramente cosmético. Incluso Santos lo ha dicho de manera reiterada cuando fue pedida su extradición por parte de la justicia ecuatoriana por lo sucedido en marzo 2008 en Ecuador. Se ha sentido orgulloso de las acciones que realizó y ha dicho que lo volvería a repetir. Me parece que el gobierno venezolano no ha entendido realmente lo que está pasando en Colombia y cree que el régimen de Santos representa un cambio cualitativo. Particularmente no lo creo ni en el terreno militar, donde ha refrendado las alianzas con EE. UU., ni en el terreno económico donde nuevamente se está hablando de firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC). Lo que ha hecho el gobierno venezolano me parece un poco confuso.
MH: Me gustaría que pasáramos al plano internacional. Se ha iniciado el VI Congreso del Partido Comunista Cubano coincidiendo con el 50 aniversario de Playa Girón donde se libró un combate decisivo que culminaría con la primera derrota militar del imperialismo yanqui en tierras americanas. Se prevén cambios importantes en la economía de la isla. En algún caso esos cambios son interpretados como la introducción de mecanismos de mercado, de ajustes estructurales, otros -es el caso del analista y politólogo argentino Atilio Borón- los consideran imprescindibles ya que el modelo soviético de planificación ultracentralizada se encuentra agotado, lo que hace necesario abandonar ese esquema de gestión macroeconómica. ¿Como economista, cuál es tu opinión sobre estas medidas dada la gran trascendencia que tendrán para la izquierda latinoamericana y mundial?
RV: Cuba es una isla muy pequeña, con pocos recursos, de 12 millones de habitantes, que ha subsistido en los últimos 20 años después de la desaparición de la URSS cuando nadie daba un centavo. Me acuerdo que los cubanos de Miami apostaban cuántas semanas iba a durar el socialismo en Cuba y sin embargo se ha mantenido dando pruebas de heroísmo, de resistencia, incluso de innovaciones. Durante estos 20 años se decidió aplicar un modelo que se ha expresado con la existencia de una doble moneda. Esa referencia monetaria actualmente se demuestra obsoleta porque se ha deteriorado el poder adquisitivo del peso cubano por la imposición de una moneda para los turistas, entonces el salario cubano tiene un poder adquisitivo escaso. Esto ha llevado a que la sociedad viva del turismo, de las remesas del exterior, este es un problema real y por eso se toman estas determinaciones que se están discutiendo en el Congreso del PCC.
Tuve la ocasión de leer el texto original propuesto, incluso de dialogar en Cuba con el Ministro de Cultura -allí también estuvo Atilio Borón-, que nos contaba un poco lo que sentían los funcionarios del gobierno sobre la necesidad de implementar un proyecto de reforma; al mismo tiempo, los asistentes al encuentro le manifestábamos a Alberto Prieto que el documento tenía un cierto sabor a plan de ajuste. Primero, porque se hablaba de despidos de muchos trabajadores de distintos sectores. Segundo, se hablaba de la implementación de muchas leyes de mercado. Tercero, porque el modelo que muchos funcionarios cubanos tienen en mente es el vietnamita o el chino de socialismo de mercado y si uno mira a ambos, encuentra que desde el punto de vista de la satisfacción de las necesidades básicas de la población, no son ni mucho menos envidiables porque sus características básicas es que han ampliado la desigualdad, algo que en Cuba se ha podido mantener relativamente a flote, aunque con la doble moneda se ha acentuado en ciertos sectores. Por ejemplo, los que reciben dólares o pueden moverse con el cud, que tiene una paridad con el dólar y no reciben pesos cubanos. Eso ha generado desigualdades internas en la sociedad cubana. Creo que con muchas de las medidas que se discutieron en el VI Congreso es posible que se acentúen esas desigualdades. También el llamado a la reestructuración laboral va a tener efectos drásticos a corto plazo. Algunos dicen que el socialismo cubano tiene políticas y prácticas de rectificaciones, de autocrítica e innovación en el proceso y habría que esperar los resultados, pero creo que si miramos experiencias similares las perspectivas, y lo digo como economista, son bastante oscuras porque la generalización del mercado no viene gratis, tiene sus consecuencias y eso está sobre el tapete.
Además hay que considerar otro factor: el contexto internacional. La posibilidad que subsista la revolución cubana no sólo depende de los cubanos sino de una situación internacional favorable. Ese contexto, incluso en América Latina, cada vez es más complicado y en este análisis incluyo a Ecuador, Venezuela y Bolivia.
“Me llamó la atención que el personaje que ayer nomás era el amigo del mundo libre, Gadafi, hoy aparezca como un nuevo Hitler”
MH: El comienzo de 2011 nos sorprendió con una revuelta en el norte de Africa, en el mundo árabe, que se ha extendido a una decena de países con la caída de 2 regímenes, el de Ben Alí en Túnez y Mubarak en Egipto y la actual situación de confrontación en Libia. ¿Qué reflexión te ha merecido este proceso?
RV: Me parece que a pesar de la distancia tanto geográfica como cultural, política, lingüística, que hace del mundo árabe una realidad prácticamente desconocida para la mayor parte de los latinoamericanos, encuentro que ha habido un rechazo al tipo de modernidad capitalista que se les ha impuesto. Un rechazo a los resultados más nefastos del proceso de globalización imperialista que ha tenido como consecuencia el empeoramiento de las condiciones de vida, la imposición de regímenes neoliberales, las privatizaciones, la expropiación de los bienes comunes, que se han basado en la complicidad directa de unos gobiernos absolutamente clientelistas y dependientes básicamente de EE. UU. o de potencias europeas.
Eso ha estallado y se han formado -y Ud. lo dice muy bien en un trabajo que publicó3- formas de resistencia en las que los trabajadores egipcios, por ejemplo, han desempeñado un papel fundamental. Aquí hay que entender las fuerzas que realmente están sosteniendo los procesos. La propaganda mediática nos dice que son revoluciones que se han dado por Facebook y Twitter, que son nuevo tipo de revoluciones e incluso en Túnez y Egipto se habló de revoluciones absolutamente pacíficas. Yo no lo veo así. En Egipto dicen que hubo 800 muertos y en Túnez también. No me parece tan pacífico. La represión fue muy fuerte hasta el derrocamiento de los dictadores pero actualmente las cosas no están absolutamente claras. Hay un deseo de cambio y democratización en un continente donde no ha habido democracia ni siquiera en el terreno puramente formal y deberíamos considerar casos extremos como el de Arabia Saudita, que es una dictadura familiar, permanente, hereditaria, profundamente corrupta, que vive de la renta petrolera apoyada por EE. UU. que tiene allí una flota, tropas y bases militares y ha sido un bastión fundamental en el ataque a Irak.
MH: Y ahora le ha prestado ayuda militar al reino de Bahrein.
RV: Claro. Para consentir una invasión que se llama acuerdo. Entonces hay un fermento de transformación democrática impulsada en gran medida por la juventud desempleada, que en algunos casos ha tenido acceso a la formación universitaria, pero en una sociedad donde no encuentra empleo ni ningún tipo de oportunidades. Me parece un elemento importante y democratizador que actualiza y pone en cuestión la idea del fin de la historia.
Se nos había dicho que la historia había terminado, que ya no iban a haber levantamientos ni procesos revolucionarios, y este proceso se está dando en el corazón mismo de la dominación imperialista, una región estratégicamente importante para la geopolítica mundial.
El caso libio es bastante confuso. Hasta hace poco no me atreví a opinar dada la dificultad informativa. Me parecía muy apresurado hacerlo sin tener una información clara. A mí me llama la atención y lo planteo como inquietud, que se hable de un levantamiento civil y lo que veo por la TV son personas muy bien armadas. Seguramente deben haber participado jóvenes inconformes como en Egipto y Túnez, pero hay otras cosas. Si hay gente armada es porque han estado recibiendo armas, alguien se las ha suministrado. Yo veo más bien una guerra civil en la cual quedan ocultas las fuerzas populares que seguramente existen. También me llamó la atención que de la noche a la mañana el personaje que ayer nomás era el campeón de la democracia, el amigo del mundo libre, Gadafi, hoy aparezca nuevamente como Satán, como un nuevo Hitler. Las armas que está utilizando Gadafi han sido proporcionadas por Italia, Francia, Gran Bretaña, países en los que Gadafi tiene grandes inversiones y que le han sido expropiadas por estos gobiernos. Estamos hablando de cifras considerables porque Libia es un país petrolero. Por eso la situación libia es bastante compleja y debería dejarse en manos de los libios que tomen las decisiones que crean más adecuadas y si es necesario un proceso de democratización y transformación que lo decidan ellos. No estoy de acuerdo con los sectores que han apoyado eso que llaman de una manera mentirosa guerra humanitaria. Hay sectores de la izquierda socialdemócrata europea y otros, que han apoyado la guerra de la OTAN. Ese es un extremo pero tampoco acuerdo con el otro que ha dado un apoyo incondicional a Gadafi porque no representa ninguna alternativa, ni siquiera de tipo nacionalista. Fue nacionalista en un determinado momento, pero en los últimos 15 años ha sido una ficha incondicional de todo el proyecto neoliberal en Libia aunque no haya llegado al extremo de otros casos. El asunto debería ser solucionado por el pueblo libio sin intervenciones extranjeras, mucho menos con guerras que ya conocemos los resultados.
Estamos viendo un caso parecido al de los Balcanes hace 10 años con Serbia y Kosovo que llevó al desmembramiento absoluto del territorio yugoeslavo y a la creación de un estado criminal y delincuente como Kosovo apoyado por EE. UU., cuyos dirigentes están involucrados en una investigación independiente patrocinada por el Parlamento Europeo, en el tráfico de órganos, el asesinato de personas para venderlos en el mercado internacional. Eso lo realizó el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) apoyado y patrocinado por EE. UU. que hace más o menos un mes se opuso a una resolución de la ONU cuando Serbia propuso que se realizara una investigación. EE. UU. utilizó su poder de veto en el Consejo de Seguridad.4
MH: También han montado el negocio de la trata de personas.
RV: Eso es lo que está apoyando EE. UU. Escribí un artículo con un tono sarcástico sobre la posición colombiana en el Consejo de Seguridad, que actualmente preside.
Colombia votó a favor de la guerra contra Gadafi, pero lo risible fue el discurso que pronunció el 28 de febrero el embajador colombiano, Néstor Osorio, que es una pieza de antología. Se trata de un breve discurso de una página en el cual Colombia justifica la razón en aplicar las sanciones contra Libia. Dice cosas como que el régimen libio viola los Derechos Humanos, no respeta a la población civil, que se ha convertido en un régimen criminal. ¿Qué hice yo? Cambié donde dice Libia puse Colombia y quedó lo mismo. ¡Qué autoridad moral tiene un régimen profundamente criminal como el colombiano para dárselas de defensor de los derechos humanos! y justificar una guerra de ocupación donde se libran varias cosas al mismo tiempo en términos de mediano plazo como el control del petróleo y el agua, porque Libia también es una importante reserva de agua en el mundo y el norte de Africa, ya que tiene un acuífero bastante gigante, probablemente el más grande del mundo5. En términos inmediatos, la intervención quiere detener los procesos de democratización. Ya tenemos noticias de lo que actualmente está pasando en Túnez y Egipto. En este último país lo que hubo fue un golpe de estado consentido y aplaudido dado por el ejército de Mubarak y las clases dominantes. En ese sentido no cambió de naturaleza, incluso ha vuelto a reprimir y perseguir.
Este modelo neoliberal le ha hecho una cantidad de promesas a los jóvenes
MH: Hiciste referencia al papel de la juventud en la revuelta árabe. Yo me atrevería a hacerlo más general ya que hemos visto en Europa durante 2010 una importante movilización juvenil en Francia, Inglaterra, en Italia, incluso cruzando a nuestro continente en la Universidad de Puerto Rico y en la movilización de los trabajadores estatales de Wisconsin (EE. UU.) quienes recibieron un importante apoyo de los jóvenes de los colegios secundarios. ¿Cómo ves este escenario donde irrumpe un movimiento juvenil que algunos analistas han comparado con mayo del ’68 del siglo pasado?
RV: Es una comparación que no tiene mucho sentido porque estamos hablando de dos contextos históricos completamente diferentes. Mayo del ’68 si hablamos de Europa, era una movilización de jóvenes que tenían resueltos sus problemas básicos de existencia. No había problemas de desempleo generalizado. Era una época de pleno empleo aunque la crisis comenzaba. Eran jóvenes que tenían los problemas materiales resueltos y entonces pensaban en otras cosas. Eran jóvenes claramente politizados hacia la izquierda en sus distintas tendencias en un Estado de bienestar existente y relativamente fuerte. Ahora el contexto es completamente distinto. Agreguemos que en el ’68 estábamos atravesando una oleada revolucionaria, de anticolonialismo, de movimientos de liberación nacional, de la guerra de guerrillas. Hoy es distinto. Estamos en una ola contrarrevolucionaria a nivel mundial que todavía no ha pasado. En esto sigo los análisis que realiza el sociólogo norteamericano James Petras, por ejemplo.
Tarde o temprano va a cambiar de curso, no es una fatalidad histórica, pero quiero decir que la hegemonía del capitalismo sigue siendo incuestionable. Precisamente, este modelo le ha hecho una cantidad de promesas a los jóvenes que son el sujeto protagónico del neoliberalismo. A ellos se dirige fundamentalmente. Recordemos que dice que los mayores de 30 años son viejos desechables. Cuando hablamos de jóvenes nos estamos refiriendo a personas de entre 15 y 30 años. Los de más edad no somos funcionales para el neoliberalismo. Es a esa población que se ha dirigido el discurso y las promesas neoliberales: que son las personas que van a tener empleo porque están formadas en la sociedad del conocimiento, de la información, que encarnan el presente y el futuro, a pesar que el neoliberalismo y el postmodernismo no hablen mucho del futuro sino más bien de vivir el presente. Son las personas que no están permeadas por los viejos discursos ideológicos de la Guerra Fría y son jóvenes, por lo tanto, competitivos, eficientes, eficaces, que van a solucionar rápidamente los problemas y los retos que la sociedad de mercado les plantea. Hay todo un dispositivo discursivo de esta naturaleza, pero resulta que paradójicamente los jóvenes son los que primero reciben los golpes.
Ahora en un mercado de trabajo profundamente desregulado, precarizado, estas generaciones no han conocido nada de lo que vivimos las anteriores, de pleno empleo, fijo, estable, de organización sindical, de movimientos gremiales para obtener derechos. Estas nuevas generaciones prácticamente no han conocido nada de eso y cuando uno les habla de estas cosas que se vivieron hasta 30 años atrás te miran como si les estuvieras hablando de la prehistoria. Recuerdo lo que dice Eduardo Galeano que los derechos de los trabajadores es un tema de arqueólogos, de tiempos idos. Semestralmente tengo entre 100 y 150 jóvenes estudiantes, ya que soy profesor en una universidad donde se forman docentes, y cuando les empiezo a hablar de todo esto no tienen idea, para nada. Tienen idea de la computadora, del teléfono celular, de las comunicaciones instantáneas, pero eso no tiene nada que ver con la realidad, no consiguen empleo o sólo temporales y muy mal pagos. En algunos países existe la propuesta del primer empleo, también es una de las propuestas de Juan Manuel Santos para Colombia. ¿Cómo es? Primer empleo pero con la mitad del salario, sin derecho a vacaciones, el empleador los puede echar cuando se le dé la gana y además éste se beneficia con una cantidad de prerrogativas porque a cambio le descuentan impuestos, le dan subsidios y puede hacer lo que quiera en términos laborales y ambientales. Eso es lo que sucede en Francia, entonces los jóvenes a punta de recibir golpes han empezado a reaccionar, no sé si espontáneamente o tal vez implique fenómenos de politización. Tal vez la misma marcha de los acontecimientos responda mi interrogante. También lo dijo Ud. en un artículo que escribió recientemente6: esto hay que ligarlo a un sujeto social que se suele olvidar como cosa del pasado y son los trabajadores. Estos jóvenes son trabajadores reales o en potencia.
MH: Tal vez en eso sí se parece a Mayo del ’68: la unidad obrero-estudiantil.
RV: Sí, exactamente. Son el nexo. Yo pienso que los trabajadores no son un sujeto del pasado, ni un viejo sujeto, son un sujeto real, transformado, precarizado y con una configuración muy disímil, claramente multiforme como diría nuestro común amigo el sociólogo brasileño Ricardo Antunes. Siguen siendo trabajadores sin las tradiciones históricas, es decir, viven del trabajo, de la venta de su fuerza de trabajo y eso crea una serie de nexos con otros sectores de la sociedad que replantea nuevamente la importancia de un sujeto histórico-social alternativo al capitalismo, muy amplio y variado.
Los economistas neoliberales: nuevos criminales de guerra
MH: Sos autor de varios libros. Uno de los últimos Los economistas neoliberales: nuevos criminales de guerra. En la presentación de ese libro el año pasado afirmaste que: “Cuando aquí se habla de economistas neoliberales no se está considerando sólo a los detentadores de títulos de economía, sino a todos los neoliberales -sean estos de cualquier profesión o disciplina del conocimiento- porque han asumido como suya la lógica estrecha y mecánica de la ortodoxia de la “economía de mercado”, o sea, la vulgata neoliberal”. Me pareció fuerte y también el título.
RV: Suelo ser muy directo y hablar sin muchos eufemismos, intento por lo menos no hacerlo.
MH: Para que todos te entiendan.
RV: Tanto cuando desarrollo mis clases como las cosas que escribo. Puede que tenga un estilo muy duro y muy directo, propio de mi personalidad. En relación a este libro quiero comentarte que hace algunos años escribí un artículo periodístico con este mismo título. Cuando fue leído por algunos amigos me llamaron y me dijeron que consideraban que no estaba suficientemente sustentado. Era un artículo de una o dos páginas donde hacía una serie de afirmaciones sin citar bibliografía ni referencias, entonces les parecía que era una ocurrencia sin mucho sustento. Me quedé pensando y a raíz de esa inquietud surgió este libro de 600 páginas.
MH: Tenés costumbre de escribir libros largos.
RV: Estoy intentando superarla. Traté de demostrar con suficientes argumentos que lo que sostuve en ese artículo no era una ocurrencia sino que tenía sustento y me di a la tarea de emprender una investigación que dio como resultado la publicación de este libro de 10 capítulos donde creo que demostré porqué los economistas neoliberales son criminales de guerra. Me salgo de la discusión académica tradicional con economistas como lo digo en la presentación y en la introducción donde sito las palabras de Günther Anders, un filósofo moral que dice que no tiene sentido que uno escriba sólo para ciertas personas, los filósofos para los filósofos, los historiadores para los historiadores, los economistas para los economistas y así. Eso sólo sucede en el medio académico y no le ve sentido como no lo tendría que los panaderos sólo hicieran pan para su propio consumo. Con esa idea en mente decidí escribir un libro que discute con los economistas ortodoxos, neoliberales, pero va para un público amplio al que se intenta mostrar el carácter criminal de los economistas y del genocidio del capitalismo contemporáneo.
Examino distintos problemas bajo la siguiente perspectiva: hablo de crímenes educativos, ambientales, sanitarios, hídricos, biotecnológicos, y al hablar de esta diversidad de crímenes trato de establecer qué nos han dicho los neoliberales, por ejemplo, sobre la educación. Luego de establecer los presupuestos básicos de la doctrina neoliberal sobre este tema, a partir de los cuales hacen sus recomendaciones diciendo que es un mercado como cualquier otro y no tiene que ser considerado como un bien público, común, sino un bien privado, una mercancía que deben ofrecer los particulares y no el Estado, por lo tanto no debe existir educación gratuita. Ellos hacen un diagnóstico para concluir con este tipo de recomendaciones sobre la necesidad de la educación privada. Luego de examinarlo considero cómo ha sido la aplicación de ese recetario educativo neoliberal y cómo ha transformado la educación prácticamente en todo el mundo. Hablo de los mecanismos de privatización, de mercantilización y cuáles son las consecuencias que tiene sobre la juventud y la niñez en gran parte del mundo, presentando datos informativos diversos de cómo estos proyectos aplicados por los planes de ajuste en sociedades africanas han significado para países enteros como Kenia la desaparición de la educación pública y se dan casos en donde de los Ministerios de Educación sólo queda el nombre, el rótulo.
Se desmonta la educación y se dan casos tan aberrantes como que los profesores antes trabajaban para el Estado, eran funcionarios de la escuela pública, pero cuando se privatiza se los desaloja de las aulas y convierten sus casas en escuelas donde dictan clases a los mismos estudiantes que antes concurrían a las escuelas públicas. Ese es un crimen porque significa dejar en la calle, sumidos en la completa ignorancia, a millones de seres humanos en todos los continentes. Esto sucede en los antiguos territorios de la URSS, en Europa Oriental, en gran parte de Africa y América Latina, en Colombia, etc.
Lo mismo analizo en relación a las políticas sanitarias, por qué sostienen que se deben privatizar los sistemas de salud pública. Yo resumo su fórmula en el eslogan: “cuanto tienes, cuanto vives”. Dependiendo del dinero que una persona tenga para pagar y reponer su salud, vive, sino se muere en la calle y tomo como referencia uno de los casos de privatización más drástico como es el colombiano, ejemplo prototípico en los 8 años del gobierno de Uribe cuando se cerraron 800 hospitales públicos en las grandes ciudades. En cualquier pueblo alejado, el hospital fue convertido en una Empresa Privada de Salud (EPS), simplemente en un negocio privado de la salud en donde la gente cotiza y se le brinda salud de acuerdo a lo que paga. Una cotización menor significa que no le cubre todas sus necesidades de salud. Hay enfermedades que no son cubiertas. Usted tiene que programar de qué se va a enfermar cada año. Este año sólo 2 gripes, entonces le dan unas pastillas genéricas, pero si sufre un accidente u otra enfermedad grave no está cubierto. Usted tiene que ver cómo va a cubrir esa carencia porque si no tiene dinero se muere.
Por eso hablo de criminalidad. Trato de pasar de la esfera abstracta, puramente económica, de las variables matemáticas, a la vida cotidiana, y esto en distintos terrenos. Analizo todos estos problemas con detalle y antes de entrar en materia del análisis de los distintos crímenes trato de establecer una terminología e introduzco términos como terrorismo económico, pena de muerte económica, criminales económicos, instituciones económicas criminales (FMI, BM), mafias económicas y algunos más conocidos como deuda externa y ajuste estructural, los ubico en la dimensión que tienen como causantes de las muertes, las enfermedades y la miseria de millones de personas en el mundo, pero no trabajo con la dicotomía entre neoliberalismo y capitalismo, muy común en ciertos sectores que hablan de manera desafortunada en reconstruir un Estado de Bienestar y cosas por el estilo.
MH: Un capitalismo con rostro humano.
RV: Este es el capitalismo hoy que adoptó y se plegó al neoliberalismo porque es lo que más le conviene en las actuales condiciones. Así como hubo criminales del capitalismo de otro tipo como los colonizadores, la figura prototípica de esos crímenes a nivel internacional en la actualidad son los economistas neoliberales.
La otra cara de Vargas Llosa es la de un plumífero político neoliberal
MH: Reitero la frase que dio inicio a esta pregunta porque si bien titulás el libro refiriéndote a los economistas neoliberales, afirmás que no sólo son los economistas sino “cualquier profesión o disciplina del conocimiento”; inevitablemente estando en Argentina a dos días de la inauguración de la Feria del Libro no puedo evitar preguntarte por Mario Vargas Llosa.
RV: Es uno de los propagandistas más notables en esta lógica. Hay que situar al asunto para que no hayan malos entendidos. Vargas Llosa tiene una doble personalidad, una como escritor, como novelista, pero muy permeado por su otra personalidad.
MH: Podríamos hablar de una personalidad esquizofrénica.
RV: Sí, yo creo. La otra cara es la de un plumífero político neoliberal. Hay que decirlo claramente. De los artículos políticos que he leído, aunque él diga que son opiniones liberales, en los últimos 20 años, Vargas Llosa repite siempre lo mismo, por ejemplo, cuando dice con algo de racismo notable que todos aquéllos que defienden proyectos comunitarios e indígenas son representantes del espíritu de la tribu ya olvidado y reviven los viejos espectros del fascismo y el comunismo. Su apología abierta de regímenes neoliberales como el colombiano. Cuando fueron las elecciones presidenciales en Colombia dos escritores de fama internacional, Vargas Llosa y Carlos Fuentes, sacaron una carta apoyando a Santos diciendo que era el mejor presidente para Colombia.
Hablando del mexicano Carlos Fuentes le hizo el prólogo a un libro vergonzoso de Juan Manuel Santos en el cual éste cuenta la masacre de Sucumbíos y avala los crímenes cometidos siendo ministro de Defensa del gobierno de Uribe, entre ellos los de estudiantes mexicanos.
Volviendo a Vargas Llosa. Tiene un profundo desprecio a los indígenas bolivianos y de América Latina, pero es con el movimiento popular venezolano y con Hugo Chávez donde claramente aparecen sus afirmaciones racistas. Está a favor de la globalización y quienes están en contra le están ladrando a la luna, porque es un proceso irreversible, lo mejor que le ha podido pasar a la humanidad. Su apoyo y patrocinio a las guerras e intervenciones del imperialismo norteamericano, su apoyo a regímenes criminales como el de Uribe. Antes que terminara su gobierno estuvo en Colombia inaugurando una reunión de la Academia de la Lengua Iberoamericana, allí hizo afirmaciones diciendo que el mejor gobierno de América Latina era el de Uribe Vélez. Eso es Mario Vargas Llosa. Generalmente se habla de él como un gran literato, de lo cual personalmente dudo porque cada vez son más frecuentes las denuncias sobre plagios en varios casos7, el apresuramiento en publicar novelas como mercachifle que vende un producto de las grandes editoriales. Esto hay que tenerlo en cuenta a la hora que uno se refiere a este personaje. No sólo es un literato sino que escribe, opina y hace ensayos en esta lógica, por ejemplo, ese lamentable escrito sobre La utopía arcaica (1996) donde escupe sobre la memoria, la obra y el legado de José María Arguedas, un literato que revolucionó las letras en el Perú y sin embargo aparece como un anticuado según la visión occidental, europea, eurocéntrica de Vargas Llosa.
MH: Para seguir en Perú, el pasado 16 de abril se cumplieron 81 años de la muerte de José Carlos Mariátegui y en otro de tus libros editado en 1999, El caos planetario, hablás de un socialismo policultural refiriéndote a las dos dimensiones en el sentido que lo plantea Max Adler cuando sostiene que el socialismo es ante todo cultural y que tiene una dimensión política pero en un segundo plano. Creo que esta perspectiva no sólo nos remite a Mariátegui sino también a Antonio Gramsci.
RV: En algunos de los libros que he escrito no sólo aflora la crítica por el orden existente, la primera negación al decir hegeliano, sino también la necesidad de abordar la segunda negación, la positividad, el pensar y formular algunas propuestas. La preocupación por cuál sería el orden social al que aspiraríamos. Yo sigo reivindicando la necesidad de construir una sociedad distinta al capitalismo, humana, fraternal, donde predominen los valores de la ayuda mutua, de la solidaridad, del respeto a la naturaleza, los valores de uso contra los mercantiles, el ser por encima del tener.
Me parece que cuando uno piensa en ese proyecto de sociedad, lo está haciendo en un orden social socialista o comunista. Habría que rescatar el vocabulario a pesar del desprestigio en que ha caído porque no podemos renunciar a los términos. No es una discusión lingüística ni tiene que ver con la trayectoria histórica de los términos, es más bien por el sentido profundo de una denominación para pensar en un orden social distinto con el que uno sueña y por el que uno vive. Por lo menos es mi caso particular. Esto hay que plantearlo porque no se trata de una cuestión futurista o utópica, tiene que ver con el proyecto que han desplegado seres humanos de carne y hueso. A la hora de mirar esas realizaciones, uno de los personajes originales en su práctica y pensar, es indudablemente José Carlos Mariátegui por su idea de un socialismo indoamericano que no sea ni calco ni copia, que se compenetre con las mejores tradiciones del pensamiento más nacional y universal, que piense en un modelo de socialismo que se apoye en lo mejor de la sociedad peruana pero también indoamericana como él la llamaba, en las tradiciones, las luchas y la cosmovisión de las sociedades indígenas.
En Perú en 1920 cuando la sociedad indígena representaba el 80% de la población, no se puede pensar en el mismo sujeto clásico de las sociedades europeas, es decir, el proletariado, sino en sujetos acordes con las condiciones específicas de la sociedad peruana. Cómo integrar esos valores universales del socialismo con los valores propios de la sociedad peruana. Yo creo que ese problema es actual no de hace un siglo porque la gran parte de las sociedades latinoamericanas se están enfrentando a dilemas similares en la actualidad, por ejemplo, en Bolivia, Venezuela, Ecuador, en el sur de México con los zapatistas. Hay problemas similares. Cómo integrar esas tradiciones sin que caigamos en un universalismo abstracto del estilo Vargas Llosa que sostiene que debemos agradecer a la globalización por todo lo que nos ha traído. Tampoco caer en un chauvinismo xenófobo en el que han incurrido las guerras de limpieza étnica en los Balcanes o la política de Israel, sino en algo que reivindique lo mejor de la nación -porque sigue existiendo a pesar que se nos intente convencer que es cosa del pasado-, con esos valores universales pensando en un nuevo proyecto civilizatorio completamente distinto a lo que hoy se tiene y conoce.
El proyecto existente no sólo está poniendo en cuestión la existencia de la naturaleza sino también de la humanidad. Un ejemplo de palpitante actualidad sobre el que se guarda silencio como si fuera cosa del pasado es lo que está pasando en Japón con la radioactividad que pone en presente que no estamos hablando de casos apocalípticos que pueden llegar a suceder, sino de algo que discurre en estos momentos y de lo cual no sabemos, pero podemos llegar a presagiar sus consecuencias inmediatas absolutamente nefastas, y no sólo para Japón sino para la humanidad y la vida en general. Actualmente los medios de comunicación ocultan este hecho pero sigue desarrollándose y teniendo sus consecuencias nefastas.
MH: Otro de tus trabajos como co-autor fue “Petróleo y protesta obrera. La USO (Unión Sindical Obrera de Colombia) y los trabajadores petroleros en Colombia” (2009).
RV: Mi formación de historiador me ha llevado a hacer algunos libros de historia de Colombia específicamente. Hace casi 2 años publicamos los resultados de una investigación sobre los trabajadores petroleros y uno de los pocos sindicatos que subsisten, la USO, que ya tiene casi un siglo de existencia y eso en Colombia es extraño. Fue una organización fundada en 1923 y a raíz de la última huelga en 2004, un grupo de trabajadores me propuso hacer una investigación histórica sobre ellos. Durante 5 años la estuvimos realizando y el resultado fue este libro. Es un libro en 2 volúmenes donde se reconstruye la historia de los trabajadores petroleros en Colombia tratando de reivindicarlos no como una cosa del pasado sino del presente y el futuro pero en un proceso traumático de reconfiguración. Allí se habla de los logros y derrotas de todo un siglo, los aspectos culturales y al final un capítulo que se llama “Perspectivas inmediatas”, recuperando la memoria histórica -en este caso de los trabajadores petroleros- pero ligada a las necesidades del presente y el futuro. Eso tiene que ver con una pregunta final no sólo relacionada con los trabajadores y el petróleo colombianos sino que desborda el horizonte nacional y es ¿qué deben hacer los países y sus trabajadores con respecto al recurso petrolero si saben que está en su fase final?
El petróleo tiene que ver con el desarrollo del capitalismo en el siglo XX pero qué va a suceder durante el siglo XXI cuando nos encontremos en lo que los expertos llaman el “piso” de petróleo y se inicie su fase descendente e irreversible. En Colombia hay un municipio llamado Barrancabermeja, la zona petrolera más importante de Colombia, asiento de una refinería, una zona de luchas sociales muy importantes y de una presencia paramilitar muy fuerte y que a pesar de todos los muertos, torturados, desaparecidos y desplazados que ha habido en la región, sigue siendo un lugar de movilidad social y de lucha política y cultural muy importante a pesar de todo. ¿Qué perspectivas hay para Barrancabermeja si el petróleo sigue existiendo o se transforma en un lugar abandonado y gris cuando desaparezca? Es un dilema que planteamos porque existen 2 posibilidades: el recurso petrolero para beneficio de la nación o su entrega a las multinacionales para que se lo lleven y dilapiden afuera. Ese es el dilema que en el caso colombiano se está resolviendo por la segunda vía que es la de la entrega.
Es necesario preservar la dignidad a pesar de todo
MH: Esto me da pie para entrar en la última parte de la entrevista que tiene que ver con tu recepción del Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2007 cuando al recibirlo el 7.8.2008 en el Teatro Teresa Carreño de la ciudad de Caracas, hacés una reflexión sobre Colombia: “¿por qué ha persistido durante tanto tiempo ese terrorismo de Estado con todas sus secuelas de sangre y horror? Puede responderse diciendo que una razón fundamental se encuentra en la permanente resistencia de importantes sectores de la población al modelo capitalista gansteril existente en nuestro país. Porque, a pesar de la violencia estatal y paraestatal, en Colombia en las últimas décadas se ha dado un extraordinario proceso de resistencia con variadas formas de lucha, en donde han participado indígenas, campesinos, comunidades afrodescendientes, trabajadores sindicalizados, estudiantes de escuelas y universidades públicas, trabajadores de la cultura y algunos intelectuales y entre la que hay que situar también el surgimiento de la insurgencia armada. El terrorismo de estado existe porque, a pesar de todos los esfuerzos y propaganda, las clases dominantes no han podido erradicar la resistencia de importantes sectores de la población”. ¿Podríamos decir que esta es una síntesis de lo que ha sido la política colombiana en los últimos 60 años?
RV: Por supuesto, Colombia es un país profundamente contradictorio donde coexisten lo peor y lo mejor para utilizar la célebre frase del Charles Dickens. Lo peor por la violencia desenfrenada que hemos mencionado, por la represión sádica de las clases dominantes, pero también lo mejor por las formas impresionantes de resistencia de los pobres. La violencia en los últimos 30 años está relacionada con eso, con la importante movilización que ha habido en el campo, en las ciudades, en las universidades. Eso es lo que se ha querido destruir, han descabezado varias generaciones de luchadores, la destrucción completa de un movimiento político como la Unión Patriótica, tal vez el caso más representativo de genocidio político en las últimas décadas en el mundo: 5000 militantes y representantes incluyendo senadores, diputados, concejales, alcaldes y dirigentes sindicales fueron asesinados y prácticamente no hay ningún condenado. Una impunidad absoluta. En el gobierno de Uribe, entre otras cosas, se han hecho publicidades aplaudiendo estos hechos diciendo que era positivo haber exterminado a la Unión Patriótica porque se había transformado en un movimiento de terroristas, reivindicando ante la opinión pública ese tipo de criminalidad. Pero existe la otra cosa, por eso nos mantenemos en Colombia, sólo ocasionalmente salgo del país, la mayor parte del tiempo vivo en mi país.
Considero que es necesario preservar la dignidad a pesar de todo para defender con nuestros medios muy limitados, con nuestra voz y nuestra pluma, a los sectores más desvalidos que no se pueden expresar, que sufren todo tipo de persecución y de vejámenes. Ese es otro país que sigue existiendo, el país que nos han querido asfixiar, destruir, pero que a pesar de todo se mantiene. Es el país que se movilizó hace 15 días en las ciudades más importantes, sólo en Bogotá fueron 100.000 personas, para oponerse al último proyecto que pretende cerrar la educación pública universitaria, convirtiéndola en una empresa con ánimo de lucro cedida a los particulares. Ese es parte de los proyectos del régimen santista. Si se pierde esa lucha significará la pérdida del último resquicio democrático que queda en Colombia que se vive todavía en algunas universidades públicas de las grandes capitales del país, básicamente Bogotá, Cali y Medellín.
MH: Ese sería el papel que le asignás al pensamiento crítico que dio el marco al final de tu discurso en Caracas al recibir el Premio Libertador al sostener que “una característica distintiva del pensamiento crítico radica en plantear y volver a insistir en que no se conoce por conocer sino con una finalidad política expresa de carácter emancipatorio, yendo contra las tendencias pasivas, contemplativas y conformistas. Por ello, el pensamiento crítico debe seguir acompañando las luchas de los oprimidos, aprendiendo de la historia y de la realidad de esas luchas y bosquejando salidas a la crisis civilizatoria de nuestro tiempo. Estamos convencidos de la urgencia para el pensamiento crítico de rescatar las luchas de los oprimidos y de los vencidos, porque, como decía Walter Benjamin, solamente andando con aquéllos sin esperanza nos es permitida la esperanza. O como lo planteaba más cerca de nosotros José Martí: ‘Con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores’”.
RV: Quiero aprovechar la ocasión para recordar que cuando escribí ese discurso lo pensé durante varias semanas, escribí varias versiones sabiendo de las repercusiones que podría tener. Decidí no referirme tanto a mi persona y obra sino al país, a lo que está pasando en Colombia por la teleaudiencia que vio ese discurso en Venezuela y otros países de América Latina.
Era necesario transmitirles esa parte de la sociedad colombiana que no es noticia y mostrar cuál es el modelo de país que han construido las clases dominantes y su Estado. Un país profundamente desigual y antidemocrático, donde coexisten la riqueza más extrema con la miseria generalizada. Hace poco aparecieron dos informaciones en una revista colombiana llamada Semana: una con la lista de Forbes de los multimillonarios más poderosos del mundo donde por primera vez entre los 100 primeros hay un colombiano en el puesto 75, un banquero, y en el 108 otro capitalista colombiano ligado a las finanzas. Fue presentada como una gran noticia motivo de regocijo para la sociedad colombiana. Pero en la misma revista aparece otro artículo con el siguiente título: “Colombia, el cuarto país más desigual del mundo”. En realidad es el primero según esa misma noticia porque sostiene que se ha concentrado el ingreso como en ningún otro país del mundo en los últimos años. Dos noticias que parecen contradictorias pero en realidad son complementarias. Es el mismo país porque para que existan esos 2 multimillonarios hay más de 25 millones de colombianos viviendo en la miseria. No son dos países diferentes sino dos realidades que coexisten en el mismo espacio nacional.
MH: Para finalizar quisiera que me comentaras sobre tu último proyecto editorial que es la revista CEPA bajo el lema “atreverse a pensar y luchar es empezar a vencer”, de la que sos director. Veo colaboraciones muy importantes como las de Hugo Blanco, Slavoj Zizek, Terry Eagleton, entre otros. ¿Cuál es la idea de este nuevo proyecto?
RV: Esta revista fue fundada por, tal vez, el intelectual colombiano más importante de la segunda mitad del siglo pasado y uno de los intelectuales más destacados de América Latina, el sociólogo Orlando Falls Borda, muy comprometido con los sectores populares y que creó un tipo de metodología, la investigación acción participativa y la investigación acción. El dirigió los primeros números pero murió en agosto 2008 y se creó el dilema si la revista debía perecer o continuar. Finalmente un grupo de personas decidimos continuarla y me designaron director; un reto muy comprometedor continuar con el último proyecto cultural de Falls Borda.
En esta nueva fase publicamos 6 números tratando de combinar el tono periodístico con el rigor y la profundidad, sin producir un material muy pesado. Tratamos de escribir artículos muy ágiles con pocas notas al pie, con gráficos, un material que no asfixie al lector.
MH: Veo también una nota de Santiago Alba Rico. En este número 12 que me has traído aparece el primer “Cuadernillo Internacionalista”.
RV: Al principio cuesta encontrar colaboradores y artículos, pero en la medida que se va consolidando nos empezamos a ver desbordados y entonces para no dejar afuera colaboraciones importantes decidimos publicar un cuadernillo referido a temas internacionales como Túnez. Personalmente escribí un artículo conmemorando los 50 años de Patrice Lumumba. También hay un artículo polémico sobre el Islam y Palestina de un irlandés que vive en Colombia. Tratamos de llevar a la sociedad colombiana debates internacionales que generalmente no se plantean porque en general es una sociedad muy parroquial.
MH: Hemos hablado un poco de todo. Te dejo el final. Estoy muy agradecido. Vamos a tratar de dar a este reportaje la mayor difusión posible en radio, revistas político-culturales y páginas de Internet. Ha sido muy rico.
RV: Agradecerte la invitación. Cuando vengo a Argentina me siento como en mi casa, sobre todo en Buenos Aires. Siempre he recibido atenciones de distintos amigos que me han abierto las puertas, me han editado libros, artículos y frecuentemente me piden colaboraciones. Para mí es como un respiro ver las protestas, las movilizaciones, la diversidad cultural, tratar de enriquecer nuestra perspectiva y llevar nuevas ideas y proyectos a Colombia que tanta falta nos hacen.
NOTAS:
[1] El subdirector de Operaciones del DAS, Carlos Alberto Arzayus, solicitó en abril de 2005 a la subdirectora Extranjería, Lilia María Babativa, que le informara “con la mayor reserva posible” cuando ingresaran a Colombia una serie de personalidades internacionales, entre las que figuraban el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, el sociólogo Boaventura de Sousa Santos, el teólogo Leonardo Boff, el obispo de Chiapas Samuel Ruiz y el sacerdote y sociólogo François Houtart. La lista también incluía a políticos, artistas, académicos, intelectuales y defensores de derechos humanos españoles como Juan José Tamayo (teólogo y escritor), Uxue Barkos (diputada), Carlos Taibo (académico y escritor), José Luis Galán (jurista y defensor de derechos humanos), Enrique Santiago (jurista y vicepresidente de la Federación de Asociaciones de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos), Manuel Ollé (presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos), José María Díez Alegría (presidente del Comité de Solidaridad Monseñor Óscar Romero), José Ángel Cuerda (ex alcalde de Vitoria), Isaura Navarro (diputada) y Juan Genovés (artista).
De paso por Buenos Aires, el pasado 19 de abril, entrevistamos a Renán Vega Cantor, historiador y economista colombiano. Doctor de la Universidad de París VIII. Diplomado de la Universidad de París I en Historia de América Latina. Economista y Magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente se desempeña como Profesor titular de la Univ. Pedagógica Nacional de Bogotá, Colombia. Es autor y compilador de 26 libros, entre otros, Marx y el siglo XXI (2 volúmenes), Bogotá, 1999 y El caos planetario, Ediciones Herramienta, Buenos Aires, del mismo año. Entre sus últimos trabajos podemos mencionar: Los economistas neoliberales, nuevos criminales de guerra: El genocidio económico y social del capitalismo contemporáneo (2010). Dirige la revista CEPA (Centro Estratégico de Pensamiento Alternativo). En 2008 recibió el Premio Libertador al Pensamiento Crítico, el galardón más importante que se otorga en Venezuela y uno de los más significativos en el mundo de habla hispana, por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura de la Rep. Bolivariana de Venezuela, por su obra Un mundo incierto, un mundo para aprender y enseñar (2 volúmenes), Edic. Universidad Pedagógica, 2007. Recientemente, junto a Atilio Borón y Raúl Zibechi, participó del panel de cierre del III Foro Nacional de Educación para el Cambio Social (Buenos Aires, Junio 2011).
MH: Un premio muy importante. Recuerdo que en algunas de sus ediciones anteriores lo ganó Iztván Meszáros y recibió una mención especial el economista argentino Claudio Katz.
RV: Dos veces.
MH: Te agradezco la deferencia que has tenido restándole tiempo a una visita familiar pero aprovechando para desarrollar algunas actividades político-culturales.
RV: Muy amable por la invitación. Estoy en Buenos Aires muy de paso pero aprovecho para hablar con amigos y conocidos y volver a plantear temas de interés político latinoamericanos.
MH: Dividí la entrevista en varias partes. Hoy leí que el 40% de territorio colombiano está pedido en concesión para proyectos mineros y el 98% de la inversión extranjera en 2009 se orientó hacia la minería.
RV: Yo diría que la primera cifra está equivocada, es muy baja. El 92% del territorio colombiano está en proceso de reparto a empresas multinacionales mineras. Es un proceso que se viene consolidando hace algunos años con la perspectiva que tienen las clases dominantes colombianas de convertirnos en un país minero similar a Chile y Perú. Se está dando un proceso de fragmentación del territorio colombiano que está siendo repartido entre empresas multinacionales mineras, principalmente europeas y canadienses, en todos los terrenos, estamos hablando de explotación de oro, carbón, níquel y minerales menos convencionales que se usan como materiales de construcción.
MH: Que se agregan a la más tradicional explotación petrolera.
RV: Aunque Colombia no es un país petrolero con las dimensiones de Venezuela, es el 7mo. abastecedor de los EE. UU. y está aumentando la extracción a un millón de barriles diarios, cuando la perspectiva es que el petróleo colombiano se acabaría en el lapso de 10 años, es decir, están sacando muy rápido lo poco que queda de petróleo en las distintas regiones del país.
Es un proyecto de las clases dominantes colombianas de volver a convertirnos en un país minero exportador como en los siglos XVIII y XIX. Yo suelo repetir que es un modelo de pasado no de futuro, porque la modernización de la que tanto se habla en el siglo XXI reedita una vieja división internacional del trabajo fracasada, que sólo ha dado miseria y desolación. Ese es el proyecto que se está desarrollando en Colombia.
El país está prácticamente desindustrializado. La base industrial que se construyó después de 1945 hasta mediados de los ’80 ha sido arrasada, ha desaparecido, prácticamente no hay ninguna industria importante salvo la extractiva. La mayor parte de los productos que se consumen vienen del exterior, sobre todo de China. El país no produce en términos industriales y agrícolas prácticamente nada.
MH: Hubo un cambio de gobierno en Colombia con el reemplazo de Alvaro Uribe, a quien podríamos calificar de representante del mundo agrario y terrateniente, mezclado a las clases emergentes del narcotráfico y a los crímenes del paramilitarismo. En cambio, Santos es el hombre urbano, culto y cosmopolita por excelencia. Aunque, junto con su familia, se ha aprovechado del Estado para favorecer sus negocios y su enriquecimiento personal y como exponente de la oligarquía, no ha dudado en propiciar y utilizar los métodos violentos para mantener sus privilegios. Además, propietario de El Tiempo y familiar cercano del personaje de Crónica de un secuestro de Gabriel García Márquez. Ha llamado la atención que para algunos Santos dejó de ser un halcón y en la actualidad es una paloma.
RV: Yo no creo. Para poder ubicar a los lectores es necesario desprendernos del análisis coyuntural e inmediato, visión a la cual nos ha reducido la información mediática para presentar que en Colombia ha habido un cambio significativo en términos políticos y sociales de un momento para otro. El problema es mucho más complejo. En Colombia se ha consolidado un modelo de capitalismo, un modelo de régimen político muy singular en los últimos 30 años, que ha atravesado distintos períodos presidenciales. Pero ese régimen tiene una continuidad lógica, podríamos decir de manera estructural. En primer lugar es una economía profundamente criminal. Es un capitalismo gangsteril. Profundamente sangriento porque la acumulación de capital recurre a la violencia para posibilitar la mezcla de actividades legales e ilegales. En Colombia separar lo legal de lo ilegal es muy difícil. Usted va a encontrar a los capitales del narcotráfico irrigando prácticamente todas las actividades económicas colombianas y a las altas esferas del poder político. Es una característica que se ha consolidado en los últimos 30 años. El capital financiero está profundamente vinculado a este tipo de actividades sino cómo explica que en el país circulen miles de millones de dólares ilegales y el capitalismo financiero esté al margen de ese proceso. Al contrario, es un protagonista fundamental. Es bueno recordar que a pesar de la situación crítica de la economía y la sociedad colombianas, el sector financiero sigue presentando ganancias fabulosas. Tal vez sea el único sector que ha crecido en los últimos años en el país. Mientras que la agricultura, la industria y el sector exportador están quebrados, el sector financiero sigue acumulando importantes ganancias a pesar del ciclo económico negativo y eso sólo se puede explicar por dos fenómenos. Por una parte, por el ingreso masivo de dólares que está relacionado con las actividades del narcotráfico, perfectamente legalizadas, y por otra parte, con los altos intereses y las ganancias rentísticas típicas del capitalismo especulativo.
Lo que quiero remarcar es la imbricación entre capitalismo financiero y lo que eufemísticamente se llama capitalismo ilegal o dineros ilegales. Es un elemento estructural en la sociedad colombiana que no es puramente económico, es político-social-cultural y la atraviesa por completo. Si se compara con lo que era Colombia hace 40 años, va a encontrar cambios significativos atravesados por este fenómeno, que no sólo debe verse como narcotráfico sino como una transformación social en la cual se ha presentado una mezcla entre las viejas clases dominantes y los nuevos sectores emergentes. No es que los dineros de la mafia hayan tomado el Estado, fue éste el que creó una serie de sectores para ganar la guerra social que libra contra el pueblo colombiano. Esos sectores son conocidos con el nombre de paramilitares. No es que éstos hayan tomado el Estado unidos con el narcotráfico. El Estado los creó.
MH: Por un lado se habla de la desmovilización de los paramilitares, y por otro, que es un montaje del gobierno.
RV: Para entenderlo quiero darte una cifra que es muy reveladora. En 2002, cuando llega a la presidencia Alvaro Uribe Vélez mediante elecciones por demás fraudulentas, se dice que había 15.000 paramilitares según cifras oficiales y resulta que en el proceso de desmovilización que se da durante su gobierno se habla de 32.000 paramilitares desmovilizados. Estamos hablando de una especie de acto mágico por el cual se duplicaron los paramilitares de manera automática. ¡Es inexplicable! ¿Qué fue lo que pasó?
Los paramilitares son simplemente criminales, asesinos a sueldo financiados por el Estado, los terratenientes, comerciantes y ganaderos. Tienen vínculos con distintos sectores del narcotráfico que aprovecharon para legalizarse y convertirse en combatientes, término que se les empieza a dar transformando las mismas categorías del derecho. Cuando se habla de acuerdo de paz con los paramilitares, desde el principio, se señala claramente que para que eso funcione es necesario garantizarles penas muy cortas, entonces se firma un acuerdo de justicia y paz, término que es una burla, y allí queda establecido que la máxima condena, en la medida que se entregaran voluntariamente, será sólo de un máximo de 8 años. Estamos hablando de personajes que han confesado el asesinato de 100, 200 ó aún más personas con métodos sádicos.
Además este proceso viene acompañado de la legalización de actividades ligadas al narcotráfico, entonces muchos capos, de la noche a la mañana, se volvieron paramilitares para cubrirse con esa legalización. Crearon frentes militares artificiales que nunca habían existido y para hacerlo fueron a los barrios más pobres de las grandes ciudades y reclutaron a pordioseros, a personas que no tenían ni idea para qué los estaban usando, les compraron uniformes, armas desvencijadas que no servían y montaron frentes de un día para el otro para presentarse como comandantes que tenían armas, hombres y poder que al Estado le convenía desmovilizar. En ese proceso muchos capos narcotraficantes fueron cubiertos por la Ley de justicia y paz. Esto fue probado con declaraciones de las personas que participaron y cuando el hecho se presentó, los que vivimos en Colombia, desde el principio, tuvimos claro que era una farsa, un montaje artificial con un fin ideológico y político consistente en decir que era un proceso que se estaba dando en la práctica, pero siempre fue absolutamente turbio y montado como decimos en Colombia.
Colombia es una tragedia contemporánea
MH: Mencionaste a Alvaro Uribe que recientemente intentó dar clases en la Escuela Nacional de Ingenieros de Metz, Francia, siendo rechazada su presencia por alumnos y profesores, a quien comparaste con el personaje del dictador de El Otoño del Patriarca, aquella obra que según García Márquez es su mejor novela. ¿Podrías explicarnos esta comparación?
RV: Colombia es una tragedia contemporánea de América Latina y el mundo por lo que vivimos y soportamos a diario haciendo referencia a miles de personas desaparecidas y asesinadas. Cifras superiores a las de la dictadura argentina donde se habla de 30.000 desaparecidos. En Colombia en los últimos 25 años estamos hablando de 250.000 desaparecidos. Estamos hablando -y es una cifra oficial de la fiscalía colombiana- que entre 2005/10 se perpetraron 175.000 asesinatos cometidos por paramilitares. Es un país donde suceden cosas como la siguiente: acaba de aparecer un reporte de una Comisión Iberoamérica sobre personas que protegen los DD. HH. donde se habla que en el último año en América Latina ha habido 80 asesinatos de defensores de los DD. HH. Y la mitad se han presentado en Colombia. Es el país del mundo con la mayor tasa de asesinatos de dirigentes sindicales.
MH: 60% de los sindicalistas asesinados en el mundo.
RV: Exactamente. En los últimos 25 años han sido asesinados 3000 dirigentes sindicales. Es el país del mundo donde se presenta la mayor cifra de asesinatos de profesores, sólo superado por Irak. Es el país con el mayor desplazamiento de población interna: 6.000.000 de personas en los últimos 15 años.
MH: Estamos hablando del 15% de la población total de Colombia.
RV: Son cifras impresionantes. ¿Qué sucede? Todos estos procedimientos claramente criminales son impulsados por el Estado y las clases dominantes. Estamos hablando de un terrorismo sistemático de Estado que en Colombia lleva 60 años, pero que ha tenido fases en que se ha agudizado. La última ha sido en los últimos 30 años, desde 1982 al momento actual, es una política de arrasamiento a todo aquello que suene distinto al proyecto de las clases dominantes. Casi todos aquéllos que no se han plegado han sido eliminados, desaparecidos o expulsados del país.
Ese proceso va a adquirir un momento de legitimación en los 8 años de gobierno de Alvaro Uribe donde es culminante el proceso de capitalismo gangsteril. Se entronizan y legitiman todo este tipo de prácticas hegemónicas en la población que las acepta, las ve como legítimas, de asesinar a aquellas personas consideradas opositoras a quienes se les endilga el calificativo de terroristas. Estamos hablando de profesores universitarios, estudiantes, dirigentes sindicales, campesinos, feministas, de cualquier tipo de organizaciones. Durante el régimen de Uribe adquiere legitimación en la vida cotidiana. Este personaje actúa de manera similar al que describe García Márquez en El otoño del patriarca, personaje ligado a los intereses más tenebrosos de la sociedad colombiana, a los grandes terratenientes y ganaderos, caracterizado por la expulsión de los campesinos, la creación de grupos criminales de paramilitares por su propia familia, con nexos probados con los grupos de asesinos financiados y respaldados a nivel internacional por EE. UU.
Colombia es el tercer país del mundo en recibir ayuda militar de EE. UU. Por todas estas circunstancias, cuando estaba por terminar el gobierno de Uribe escribí este texto en que comparo la ficción con la realidad tratando de demostrar que a veces ésta es peor que aquélla. Lo que ha hecho García Márquez en términos de ficción a veces se queda corto frente a lo que estamos viviendo en Colombia.
MH: Cuando hablabas del desplazamiento de campesinos recordaba que el actual presidente Juan Manuel Santos, ha presentado una Ley de Tierras. ¿Pretende devolver la tierra a los campesinos desplazados?
RV: Hay que hacer una aclaración. Colombia es un país donde la violencia se explica históricamente por una razón fundamental: nunca ha habido reforma agraria. La violencia de los últimos 60 años está ligada al problema de la apropiación terrateniente. Es uno de los países más injustos del mundo y aún más en términos agrícolas donde la tierra está concentrada en pocas manos. Hay 3 países en América Latina que son emblemáticos como ejemplos de concentración agraria: Paraguay, Brasil y Colombia. Los 3 están entre los países más desiguales del mundo en términos del índice Gini. Entonces en Colombia siempre ha habido insurgencia campesina y en gran medida la violencia está ligada a ella. Los campesinos siempre se han negado a estar subordinados a los terratenientes y se han organizado para defender sus derechos. En los últimos años no podemos decir que se haya desarrollado una contrarreforma agraria ya que sería suponer que previamente hubo una reforma agraria. Como nunca la ha habido, prefiero hablar de antirreforma agraria, de un proceso acelerado, radical, de concentración de la tierra. Los 6.000.000 de desplazados han sido desalojados de sus tierras en un volumen de entre 6/7 millones de hectáreas. Esas tierras han quedado en manos de los viejos terratenientes de siempre pero también de nuevos propietarios ligados al proyecto de construcción de economías exportadoras agrícolas para sembrar palma aceitera o caucho principalmente, o utilizar esas tierras como fincas ganaderas o megaproyectos y obras de infraestructura de explotación minera. Todas esas tierras tienen nuevos propietarios.
Dado el carácter demagógico del régimen de Santos, pretende diferenciarse de sus antecesores mediante una política agraria aparentemente redistributiva. Es una falacia. Primero, no hay ninguna reforma agraria. No se le va a dar la tierra a los campesinos. Se habla de una restitución muy modesta, más bien demagógica de tierras, encaminada a consolidar el proyecto del Banco Mundial de legalizar los títulos de propiedad para dejárselos saneados al gran capital, sobre todo transnacional. Estamos hablando que en adelante, la explotación de la palma aceitera ya no va a quedar en manos de ciertos personajes de orígenes muy turbios, sino de empresas o empresas transnacionales aliadas al capital legal que tenga títulos de propiedad. Ese es el objetivo de esta restitución de tierras.
MH: Un blanqueo.
RV: Exactamente. Un blanqueo de la gran propiedad que además tiene una cantidad de obstáculos jurídicos que demuestran que la finalidad no es el campesinado. Se habla de que los campesinos establezcan asociaciones voluntarias con los grandes propietarios. Pero estamos hablando de Colombia, donde los grandes propietarios tienen ejércitos propios o el ejército nacional está a su servicio. ¿Qué campesino se va a aliar en condiciones que le favorezcan con los grandes propietarios o empresas multinacionales? Además, el campesino tiene que demostrar que efectivamente era el propietario cuando se realicen los pleitos y los procesos, el mismo campesino que ha sido desplazado y se encuentra a cientos de kilómetros de distancia. ¿Cómo se va a enterar del juicio o ir con abogados cuando no tiene dinero? Estos resquicios jurídicos indican que la finalidad es legalizar la tierra para el gran capital. Es un proyecto de Santos que continuaría el de Uribe. No tiene diferencias sustanciales.
MH: La denuncia del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado que reúne a familiares de 15.000 víctimas, denuncia que Santos ha cambiado el lenguaje pero no se ha frenado la represión y creo que un dato ilustrativo es que el partido opositor Polo Democrático Alternativo, denunció el 9 de noviembre de 2010, que en los primeros 90 días del mandato del nuevo presidente, unos cincuenta líderes políticos y sociales habían sido asesinados...
RV: Esa es una realidad de la sociedad colombiana. El asesinato político en Colombia no es una cuestión ocasional o efímera. Es un comportamiento cotidiano. Todos los días hay asesinatos, así muchos no aparezcan como móviles directamente políticos.
Pero hay que averiguar un poco más a fondo, por ejemplo, cuando se realiza un paro de trabajadores o una marcha campesina o un paro cívico, a los pocos días aparecen muertas algunas personas que han participado, que han tenido alguna visibilidad, los dirigentes o los cuadros medios aparecen muertos, es decir, una política sistemática para impedir cualquier tipo de protesta o movilización. Eso lo vemos en cualquier tipo de sectores, estudiantiles, por ejemplo, y es posible que se incremente ahora que estamos asistiendo al proyecto de la transformación de la educación superior colombiana en un negocio privado. Es un proyecto que está en marcha. Hace 15 días hubo una movilización importante de más de 100.000 personas en la ciudad de Bogotá. Un hecho inédito en los últimos años. Seguramente será la campanada de alerta para que distintos sectores del Estado de las clases dominantes procedan contra dirigentes estudiantiles y docentes. Esto es cotidiano.
Para continuar con el tema de la Ley de Tierras, algunas personas que han dado la cara en el reclamo han sido asesinadas. Se dice que en los primeros 6 meses de la presidencia de Santos han sido asesinados 40 desplazados que han encabezado el proceso de restitución de tierras.
MH: Quería ir a un tema que generó gran inquietud en nuestro país y América Latina toda que fue la firma en Octubre 2009 del acuerdo con Washington para la utilización de siete bases militares. Pero a diez días de iniciado el mandato de Santos, la Corte Constitucional lo declaró “inexequible” (que no se puede llevar a efecto).
RV: Habría que separar el componente jurídico formal y lo que pasa en la realidad. La Corte declaró inexequible al tratado porque violaba la Constitución colombiana en términos formales. Como no se presentó como un nuevo Tratado sino como la reedición de tratados anteriores, el gobierno argumentó que no tenía que pasar por la aprobación del Senado. Por eso la Corte lo declaró inexequible, pero en realidad Colombia es una base de EE. UU., no desde 2009 sino desde hace muchos años. En Colombia operan tropas estadounidenses desde hace mucho tiempo. Para darte un dato revelador: en los cables de Wikileaks que se han dado a conocer a cuentagotas -los responsables de Wikileaks le entregaron a El Espectador 15.900 cables sobre Colombia y Venezuela y está dando a conocer 2/3 cables semanales, ¿cuánto tiempo vamos a necesitar para conocer esa información?-, hace un mes se reveló que el embajador de EE. UU. informó a su Secretaría de Estado que de gran parte de las acciones militares que desarrolla el ejército colombiano contra el movimiento insurgente han participado de manera directa tropas estadounidenses. En los cables dicen que de 29 acciones en las cuales han sido asesinados líderes insurgentes, en 21 participaron asesores de EE. UU. Son cables de 2006/7/8; estamos hablando del momento actual. Creo que son datos reveladores de la presencia de tropas estadounidenses en Colombia que se mueven como “Pedro por su casa”, subordinando al mismo ejército colombiano que está plagado de mandos estadounidenses. Hay zonas donde estas tropas se mueven tranquilamente y hacen lo que quieren. Por eso el hecho de que el tratado haya sido declarado ilegal no quiere decir que las tropas norteamericanas no estén operando en suelo colombiano.
MH: También revelan los cables que el ex presidente colombiano Álvaro Uribe planificó acciones armadas en contra del gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez para detener el proceso político que éste encabeza. "La mejor forma de contrarrestar a Chávez, desde el punto de vista de Uribe, sigue siendo la acción, incluyendo el uso de militares", señala un comunicado de la Embajada de Estados Unidos en Bogotá, que resume una reunión entre Uribe y el jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, Mike Mullen, realizada en enero de 2008.
RV: Y no sólo contra Venezuela sino en distintos lugares del mundo.
MH: Ahora van a participar fuerzas de contrainsurgencia colombianas en la guerra de Afganistán.
RV: Ya están participando. El Estado colombiano ha adquirido tal carácter criminal de terrorismo de Estado que no sólo funciona a nivel interno sino internacional. Hay hechos absolutamente nefastos de este tipo de comportamiento. El régimen colombiano convirtió a sus embajadas y consulados en sitios de espionaje[1], en lugares de control y a los personajes que allí trabajan en delatores para denunciar ciudadanos colombianos que realicen alguna actividad de denuncia o agitación en contra del régimen. Múltiples secuestros en Venezuela para capturar personas que consideraban miembros del movimiento guerrillero o terroristas que es un término bastante genérico donde entra cualquiera. Tal vez el caso más sonado sucedió en México. Un profesor de la Universidad Nacional, Miguel Angel Beltrán, estaba haciendo estudios de postdoctorado en la UNAM. Tenía todos sus papeles legales, no era un refugiado político, ni mucho menos, el Estado colombiano le había dado la autorización para ir a estudiar a México y este país el visado correspondiente. Cuando necesitó renovarlo fue acompañado de un abogado y sucedió un hecho vergonzoso para el derecho internacional. En la Secretaría de Relaciones Internacionales mexicana fue capturado y entregado al régimen colombiano de Uribe, torturado y enviado en avión. Al otro día el gobierno colombiano informaba que había capturado a un ideólogo de las FARC. Quiero resaltar que se utilizó un procedimiento gangsteril, criminal, entre los gobierno de México y Colombia.
MH: Del tipo Plan Cóndor.
RV: Fue presentado como un gran logro de la seguridad democrática y Beltrán, un colega universitario, profesor en el Dpto. de Sociología de la Universidad Nacional, está hoy tras las rejas (2), incluso hay una campaña internacional que pide por su liberación. No hay ningún tipo de pruebas y además el procedimiento para secuestrarlo fue ilegal y criminal. Es un “Plan Cóndor” como tú lo has dicho, extendido por parte de Colombia a todos los países del mundo. En Colombia ha hecho carrera una tesis que no tiene ningún sustento jurídico en el derecho internacional y es que el Estado colombiano tiene derecho de atacar a los terroristas donde quieran que estén. Entonces, declara quién es terrorista y lo ataca fuera de territorio colombiano.
Un ideólogo de ese procedimiento es el actual presidente Juan Manuel Santos, co-partícipe y responsable del asesinato de Sucumbíos, Ecuador, en marzo de 2008, cuando fueron asesinadas 26 personas, entre ellas, 4 estudiantes mexicanos y un ciudadano ecuatoriano.
MH: Quiero aclarar a nuestros lectores que Juan Manuel Santos fue ministro de defensa de Uribe Vélez.
RV: Efectivamente, el penúltimo, pero fue el Ministro de Defensa estrella.
La guerra civil no declarada ni reconocida continúa en Colombia
MH: Ya que entramos en el tema del ataque al territorio de Ecuador donde pierde la vida uno de los dirigentes más importantes de las FARC, el conflicto entre las FF. AA. y la insurgencia guerrillera ha continuado y el 24 de diciembre pasado el presidente Santos, en un saludo a las fuerzas armadas en la base de Tolemaida, reconoció que en los últimos diez meses el Estado sumaba más de 2.500 bajas en la lucha contra la insurgencia.
RV: La guerra civil no declarada ni reconocida continúa en Colombia. Es un proceso que lleva varias décadas, lo que ha cambiado un poco es la naturaleza de la guerra. El ejército colombiano libra una guerra al estilo israelí, con los mismos procedimientos, por ejemplo, el uso sistemático de la fuerza aérea para bombardear campamentos guerrilleros y para masacrar campesinos e indígenas. Esto ha llevado a que la insurgencia modifique sus tácticas de lucha. Ha regresado a la guerra de guerrillas clásica abandonando la guerra de posiciones. La formación de pequeños grupos, la disolución de los grandes frentes, pequeños grupos que atacan dando el golpe y se retiran. Ese es el tipo de guerra que se está librando hoy.
La guerra continúa pero lamentablemente no hay perspectivas a corto plazo de que finalice. Las clases dominantes del país se juegan al objetivo de ganarla militarmente cuando de esa manera no tiene resolución. La única solución que tiene la guerra es política. Eso supone que el Estado tarde o temprano, tenga que asumir las grandes demandas históricas no sólo del movimiento insurgente sino de todo el movimiento campesino y popular. Eso es lo que no se quiere resolver. Una cosa es el proceso demagógico de la restitución de tierras otra muy distinta es una reforma agraria que signifique una distribución real, no sólo de tierras, sino de las condiciones y la seguridad para que los campesinos puedan trabajar la tierra efectivamente. Supone una democratización de la sociedad colombiana y las clases dominantes y el Estado no dan muestras de querer hacerlo a corto plazo.
MH: Santos ha calificado en algún momento a Hugo Chávez de su “mejor amigo” y la semana pasada han comenzado juntos un proceso para reincorporar a Honduras a la OEA, país que fue expulsado a partir del golpe de estado contra el ex presidente Manuel Zelaya. Me llamó la atención ver a Hugo Chávez comprometido en este tipo de iniciativas.
RV: Venezuela ha sido cercada por EE. UU. y su peón Colombia en los últimos años. Si uno observa un mapa alrededor de Venezuela hay un anillo de bases y poder militar que se ha completado en los últimos meses con la imposición de las bases militares en Colombia, en Panamá, en el Caribe, con el funcionamiento de bases potenciales, por ejemplo, en Iquitos, Perú. Hay como un círculo que ha rodeado a Venezuela por el tipo de proyecto que se ha intentado impulsar allí, abiertamente antiestadounidense; obviamente hay un objetivo estratégico que es el petróleo venezolano.
Aquí es bueno recordar la afirmación del primer expositor del Plan Colombia que dijo que para controlar el petróleo de Venezuela era necesario ocupar militarmente Colombia. Es una estrategia que tiene por objetivo final controlar el petróleo venezolano. Venezuela lo entendió en los últimos meses del gobierno de Uribe, pero me parece que no ha entendido que el cambio actual por parte de Santos y en quien menos se puede confiar, es puramente cosmético. Incluso Santos lo ha dicho de manera reiterada cuando fue pedida su extradición por parte de la justicia ecuatoriana por lo sucedido en marzo 2008 en Ecuador. Se ha sentido orgulloso de las acciones que realizó y ha dicho que lo volvería a repetir. Me parece que el gobierno venezolano no ha entendido realmente lo que está pasando en Colombia y cree que el régimen de Santos representa un cambio cualitativo. Particularmente no lo creo ni en el terreno militar, donde ha refrendado las alianzas con EE. UU., ni en el terreno económico donde nuevamente se está hablando de firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC). Lo que ha hecho el gobierno venezolano me parece un poco confuso.
MH: Me gustaría que pasáramos al plano internacional. Se ha iniciado el VI Congreso del Partido Comunista Cubano coincidiendo con el 50 aniversario de Playa Girón donde se libró un combate decisivo que culminaría con la primera derrota militar del imperialismo yanqui en tierras americanas. Se prevén cambios importantes en la economía de la isla. En algún caso esos cambios son interpretados como la introducción de mecanismos de mercado, de ajustes estructurales, otros -es el caso del analista y politólogo argentino Atilio Borón- los consideran imprescindibles ya que el modelo soviético de planificación ultracentralizada se encuentra agotado, lo que hace necesario abandonar ese esquema de gestión macroeconómica. ¿Como economista, cuál es tu opinión sobre estas medidas dada la gran trascendencia que tendrán para la izquierda latinoamericana y mundial?
RV: Cuba es una isla muy pequeña, con pocos recursos, de 12 millones de habitantes, que ha subsistido en los últimos 20 años después de la desaparición de la URSS cuando nadie daba un centavo. Me acuerdo que los cubanos de Miami apostaban cuántas semanas iba a durar el socialismo en Cuba y sin embargo se ha mantenido dando pruebas de heroísmo, de resistencia, incluso de innovaciones. Durante estos 20 años se decidió aplicar un modelo que se ha expresado con la existencia de una doble moneda. Esa referencia monetaria actualmente se demuestra obsoleta porque se ha deteriorado el poder adquisitivo del peso cubano por la imposición de una moneda para los turistas, entonces el salario cubano tiene un poder adquisitivo escaso. Esto ha llevado a que la sociedad viva del turismo, de las remesas del exterior, este es un problema real y por eso se toman estas determinaciones que se están discutiendo en el Congreso del PCC.
Tuve la ocasión de leer el texto original propuesto, incluso de dialogar en Cuba con el Ministro de Cultura -allí también estuvo Atilio Borón-, que nos contaba un poco lo que sentían los funcionarios del gobierno sobre la necesidad de implementar un proyecto de reforma; al mismo tiempo, los asistentes al encuentro le manifestábamos a Alberto Prieto que el documento tenía un cierto sabor a plan de ajuste. Primero, porque se hablaba de despidos de muchos trabajadores de distintos sectores. Segundo, se hablaba de la implementación de muchas leyes de mercado. Tercero, porque el modelo que muchos funcionarios cubanos tienen en mente es el vietnamita o el chino de socialismo de mercado y si uno mira a ambos, encuentra que desde el punto de vista de la satisfacción de las necesidades básicas de la población, no son ni mucho menos envidiables porque sus características básicas es que han ampliado la desigualdad, algo que en Cuba se ha podido mantener relativamente a flote, aunque con la doble moneda se ha acentuado en ciertos sectores. Por ejemplo, los que reciben dólares o pueden moverse con el cud, que tiene una paridad con el dólar y no reciben pesos cubanos. Eso ha generado desigualdades internas en la sociedad cubana. Creo que con muchas de las medidas que se discutieron en el VI Congreso es posible que se acentúen esas desigualdades. También el llamado a la reestructuración laboral va a tener efectos drásticos a corto plazo. Algunos dicen que el socialismo cubano tiene políticas y prácticas de rectificaciones, de autocrítica e innovación en el proceso y habría que esperar los resultados, pero creo que si miramos experiencias similares las perspectivas, y lo digo como economista, son bastante oscuras porque la generalización del mercado no viene gratis, tiene sus consecuencias y eso está sobre el tapete.
Además hay que considerar otro factor: el contexto internacional. La posibilidad que subsista la revolución cubana no sólo depende de los cubanos sino de una situación internacional favorable. Ese contexto, incluso en América Latina, cada vez es más complicado y en este análisis incluyo a Ecuador, Venezuela y Bolivia.
“Me llamó la atención que el personaje que ayer nomás era el amigo del mundo libre, Gadafi, hoy aparezca como un nuevo Hitler”
MH: El comienzo de 2011 nos sorprendió con una revuelta en el norte de Africa, en el mundo árabe, que se ha extendido a una decena de países con la caída de 2 regímenes, el de Ben Alí en Túnez y Mubarak en Egipto y la actual situación de confrontación en Libia. ¿Qué reflexión te ha merecido este proceso?
RV: Me parece que a pesar de la distancia tanto geográfica como cultural, política, lingüística, que hace del mundo árabe una realidad prácticamente desconocida para la mayor parte de los latinoamericanos, encuentro que ha habido un rechazo al tipo de modernidad capitalista que se les ha impuesto. Un rechazo a los resultados más nefastos del proceso de globalización imperialista que ha tenido como consecuencia el empeoramiento de las condiciones de vida, la imposición de regímenes neoliberales, las privatizaciones, la expropiación de los bienes comunes, que se han basado en la complicidad directa de unos gobiernos absolutamente clientelistas y dependientes básicamente de EE. UU. o de potencias europeas.
Eso ha estallado y se han formado -y Ud. lo dice muy bien en un trabajo que publicó3- formas de resistencia en las que los trabajadores egipcios, por ejemplo, han desempeñado un papel fundamental. Aquí hay que entender las fuerzas que realmente están sosteniendo los procesos. La propaganda mediática nos dice que son revoluciones que se han dado por Facebook y Twitter, que son nuevo tipo de revoluciones e incluso en Túnez y Egipto se habló de revoluciones absolutamente pacíficas. Yo no lo veo así. En Egipto dicen que hubo 800 muertos y en Túnez también. No me parece tan pacífico. La represión fue muy fuerte hasta el derrocamiento de los dictadores pero actualmente las cosas no están absolutamente claras. Hay un deseo de cambio y democratización en un continente donde no ha habido democracia ni siquiera en el terreno puramente formal y deberíamos considerar casos extremos como el de Arabia Saudita, que es una dictadura familiar, permanente, hereditaria, profundamente corrupta, que vive de la renta petrolera apoyada por EE. UU. que tiene allí una flota, tropas y bases militares y ha sido un bastión fundamental en el ataque a Irak.
MH: Y ahora le ha prestado ayuda militar al reino de Bahrein.
RV: Claro. Para consentir una invasión que se llama acuerdo. Entonces hay un fermento de transformación democrática impulsada en gran medida por la juventud desempleada, que en algunos casos ha tenido acceso a la formación universitaria, pero en una sociedad donde no encuentra empleo ni ningún tipo de oportunidades. Me parece un elemento importante y democratizador que actualiza y pone en cuestión la idea del fin de la historia.
Se nos había dicho que la historia había terminado, que ya no iban a haber levantamientos ni procesos revolucionarios, y este proceso se está dando en el corazón mismo de la dominación imperialista, una región estratégicamente importante para la geopolítica mundial.
El caso libio es bastante confuso. Hasta hace poco no me atreví a opinar dada la dificultad informativa. Me parecía muy apresurado hacerlo sin tener una información clara. A mí me llama la atención y lo planteo como inquietud, que se hable de un levantamiento civil y lo que veo por la TV son personas muy bien armadas. Seguramente deben haber participado jóvenes inconformes como en Egipto y Túnez, pero hay otras cosas. Si hay gente armada es porque han estado recibiendo armas, alguien se las ha suministrado. Yo veo más bien una guerra civil en la cual quedan ocultas las fuerzas populares que seguramente existen. También me llamó la atención que de la noche a la mañana el personaje que ayer nomás era el campeón de la democracia, el amigo del mundo libre, Gadafi, hoy aparezca nuevamente como Satán, como un nuevo Hitler. Las armas que está utilizando Gadafi han sido proporcionadas por Italia, Francia, Gran Bretaña, países en los que Gadafi tiene grandes inversiones y que le han sido expropiadas por estos gobiernos. Estamos hablando de cifras considerables porque Libia es un país petrolero. Por eso la situación libia es bastante compleja y debería dejarse en manos de los libios que tomen las decisiones que crean más adecuadas y si es necesario un proceso de democratización y transformación que lo decidan ellos. No estoy de acuerdo con los sectores que han apoyado eso que llaman de una manera mentirosa guerra humanitaria. Hay sectores de la izquierda socialdemócrata europea y otros, que han apoyado la guerra de la OTAN. Ese es un extremo pero tampoco acuerdo con el otro que ha dado un apoyo incondicional a Gadafi porque no representa ninguna alternativa, ni siquiera de tipo nacionalista. Fue nacionalista en un determinado momento, pero en los últimos 15 años ha sido una ficha incondicional de todo el proyecto neoliberal en Libia aunque no haya llegado al extremo de otros casos. El asunto debería ser solucionado por el pueblo libio sin intervenciones extranjeras, mucho menos con guerras que ya conocemos los resultados.
Estamos viendo un caso parecido al de los Balcanes hace 10 años con Serbia y Kosovo que llevó al desmembramiento absoluto del territorio yugoeslavo y a la creación de un estado criminal y delincuente como Kosovo apoyado por EE. UU., cuyos dirigentes están involucrados en una investigación independiente patrocinada por el Parlamento Europeo, en el tráfico de órganos, el asesinato de personas para venderlos en el mercado internacional. Eso lo realizó el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) apoyado y patrocinado por EE. UU. que hace más o menos un mes se opuso a una resolución de la ONU cuando Serbia propuso que se realizara una investigación. EE. UU. utilizó su poder de veto en el Consejo de Seguridad.4
MH: También han montado el negocio de la trata de personas.
RV: Eso es lo que está apoyando EE. UU. Escribí un artículo con un tono sarcástico sobre la posición colombiana en el Consejo de Seguridad, que actualmente preside.
Colombia votó a favor de la guerra contra Gadafi, pero lo risible fue el discurso que pronunció el 28 de febrero el embajador colombiano, Néstor Osorio, que es una pieza de antología. Se trata de un breve discurso de una página en el cual Colombia justifica la razón en aplicar las sanciones contra Libia. Dice cosas como que el régimen libio viola los Derechos Humanos, no respeta a la población civil, que se ha convertido en un régimen criminal. ¿Qué hice yo? Cambié donde dice Libia puse Colombia y quedó lo mismo. ¡Qué autoridad moral tiene un régimen profundamente criminal como el colombiano para dárselas de defensor de los derechos humanos! y justificar una guerra de ocupación donde se libran varias cosas al mismo tiempo en términos de mediano plazo como el control del petróleo y el agua, porque Libia también es una importante reserva de agua en el mundo y el norte de Africa, ya que tiene un acuífero bastante gigante, probablemente el más grande del mundo5. En términos inmediatos, la intervención quiere detener los procesos de democratización. Ya tenemos noticias de lo que actualmente está pasando en Túnez y Egipto. En este último país lo que hubo fue un golpe de estado consentido y aplaudido dado por el ejército de Mubarak y las clases dominantes. En ese sentido no cambió de naturaleza, incluso ha vuelto a reprimir y perseguir.
Este modelo neoliberal le ha hecho una cantidad de promesas a los jóvenes
MH: Hiciste referencia al papel de la juventud en la revuelta árabe. Yo me atrevería a hacerlo más general ya que hemos visto en Europa durante 2010 una importante movilización juvenil en Francia, Inglaterra, en Italia, incluso cruzando a nuestro continente en la Universidad de Puerto Rico y en la movilización de los trabajadores estatales de Wisconsin (EE. UU.) quienes recibieron un importante apoyo de los jóvenes de los colegios secundarios. ¿Cómo ves este escenario donde irrumpe un movimiento juvenil que algunos analistas han comparado con mayo del ’68 del siglo pasado?
RV: Es una comparación que no tiene mucho sentido porque estamos hablando de dos contextos históricos completamente diferentes. Mayo del ’68 si hablamos de Europa, era una movilización de jóvenes que tenían resueltos sus problemas básicos de existencia. No había problemas de desempleo generalizado. Era una época de pleno empleo aunque la crisis comenzaba. Eran jóvenes que tenían los problemas materiales resueltos y entonces pensaban en otras cosas. Eran jóvenes claramente politizados hacia la izquierda en sus distintas tendencias en un Estado de bienestar existente y relativamente fuerte. Ahora el contexto es completamente distinto. Agreguemos que en el ’68 estábamos atravesando una oleada revolucionaria, de anticolonialismo, de movimientos de liberación nacional, de la guerra de guerrillas. Hoy es distinto. Estamos en una ola contrarrevolucionaria a nivel mundial que todavía no ha pasado. En esto sigo los análisis que realiza el sociólogo norteamericano James Petras, por ejemplo.
Tarde o temprano va a cambiar de curso, no es una fatalidad histórica, pero quiero decir que la hegemonía del capitalismo sigue siendo incuestionable. Precisamente, este modelo le ha hecho una cantidad de promesas a los jóvenes que son el sujeto protagónico del neoliberalismo. A ellos se dirige fundamentalmente. Recordemos que dice que los mayores de 30 años son viejos desechables. Cuando hablamos de jóvenes nos estamos refiriendo a personas de entre 15 y 30 años. Los de más edad no somos funcionales para el neoliberalismo. Es a esa población que se ha dirigido el discurso y las promesas neoliberales: que son las personas que van a tener empleo porque están formadas en la sociedad del conocimiento, de la información, que encarnan el presente y el futuro, a pesar que el neoliberalismo y el postmodernismo no hablen mucho del futuro sino más bien de vivir el presente. Son las personas que no están permeadas por los viejos discursos ideológicos de la Guerra Fría y son jóvenes, por lo tanto, competitivos, eficientes, eficaces, que van a solucionar rápidamente los problemas y los retos que la sociedad de mercado les plantea. Hay todo un dispositivo discursivo de esta naturaleza, pero resulta que paradójicamente los jóvenes son los que primero reciben los golpes.
Ahora en un mercado de trabajo profundamente desregulado, precarizado, estas generaciones no han conocido nada de lo que vivimos las anteriores, de pleno empleo, fijo, estable, de organización sindical, de movimientos gremiales para obtener derechos. Estas nuevas generaciones prácticamente no han conocido nada de eso y cuando uno les habla de estas cosas que se vivieron hasta 30 años atrás te miran como si les estuvieras hablando de la prehistoria. Recuerdo lo que dice Eduardo Galeano que los derechos de los trabajadores es un tema de arqueólogos, de tiempos idos. Semestralmente tengo entre 100 y 150 jóvenes estudiantes, ya que soy profesor en una universidad donde se forman docentes, y cuando les empiezo a hablar de todo esto no tienen idea, para nada. Tienen idea de la computadora, del teléfono celular, de las comunicaciones instantáneas, pero eso no tiene nada que ver con la realidad, no consiguen empleo o sólo temporales y muy mal pagos. En algunos países existe la propuesta del primer empleo, también es una de las propuestas de Juan Manuel Santos para Colombia. ¿Cómo es? Primer empleo pero con la mitad del salario, sin derecho a vacaciones, el empleador los puede echar cuando se le dé la gana y además éste se beneficia con una cantidad de prerrogativas porque a cambio le descuentan impuestos, le dan subsidios y puede hacer lo que quiera en términos laborales y ambientales. Eso es lo que sucede en Francia, entonces los jóvenes a punta de recibir golpes han empezado a reaccionar, no sé si espontáneamente o tal vez implique fenómenos de politización. Tal vez la misma marcha de los acontecimientos responda mi interrogante. También lo dijo Ud. en un artículo que escribió recientemente6: esto hay que ligarlo a un sujeto social que se suele olvidar como cosa del pasado y son los trabajadores. Estos jóvenes son trabajadores reales o en potencia.
MH: Tal vez en eso sí se parece a Mayo del ’68: la unidad obrero-estudiantil.
RV: Sí, exactamente. Son el nexo. Yo pienso que los trabajadores no son un sujeto del pasado, ni un viejo sujeto, son un sujeto real, transformado, precarizado y con una configuración muy disímil, claramente multiforme como diría nuestro común amigo el sociólogo brasileño Ricardo Antunes. Siguen siendo trabajadores sin las tradiciones históricas, es decir, viven del trabajo, de la venta de su fuerza de trabajo y eso crea una serie de nexos con otros sectores de la sociedad que replantea nuevamente la importancia de un sujeto histórico-social alternativo al capitalismo, muy amplio y variado.
Los economistas neoliberales: nuevos criminales de guerra
MH: Sos autor de varios libros. Uno de los últimos Los economistas neoliberales: nuevos criminales de guerra. En la presentación de ese libro el año pasado afirmaste que: “Cuando aquí se habla de economistas neoliberales no se está considerando sólo a los detentadores de títulos de economía, sino a todos los neoliberales -sean estos de cualquier profesión o disciplina del conocimiento- porque han asumido como suya la lógica estrecha y mecánica de la ortodoxia de la “economía de mercado”, o sea, la vulgata neoliberal”. Me pareció fuerte y también el título.
RV: Suelo ser muy directo y hablar sin muchos eufemismos, intento por lo menos no hacerlo.
MH: Para que todos te entiendan.
RV: Tanto cuando desarrollo mis clases como las cosas que escribo. Puede que tenga un estilo muy duro y muy directo, propio de mi personalidad. En relación a este libro quiero comentarte que hace algunos años escribí un artículo periodístico con este mismo título. Cuando fue leído por algunos amigos me llamaron y me dijeron que consideraban que no estaba suficientemente sustentado. Era un artículo de una o dos páginas donde hacía una serie de afirmaciones sin citar bibliografía ni referencias, entonces les parecía que era una ocurrencia sin mucho sustento. Me quedé pensando y a raíz de esa inquietud surgió este libro de 600 páginas.
MH: Tenés costumbre de escribir libros largos.
RV: Estoy intentando superarla. Traté de demostrar con suficientes argumentos que lo que sostuve en ese artículo no era una ocurrencia sino que tenía sustento y me di a la tarea de emprender una investigación que dio como resultado la publicación de este libro de 10 capítulos donde creo que demostré porqué los economistas neoliberales son criminales de guerra. Me salgo de la discusión académica tradicional con economistas como lo digo en la presentación y en la introducción donde sito las palabras de Günther Anders, un filósofo moral que dice que no tiene sentido que uno escriba sólo para ciertas personas, los filósofos para los filósofos, los historiadores para los historiadores, los economistas para los economistas y así. Eso sólo sucede en el medio académico y no le ve sentido como no lo tendría que los panaderos sólo hicieran pan para su propio consumo. Con esa idea en mente decidí escribir un libro que discute con los economistas ortodoxos, neoliberales, pero va para un público amplio al que se intenta mostrar el carácter criminal de los economistas y del genocidio del capitalismo contemporáneo.
Examino distintos problemas bajo la siguiente perspectiva: hablo de crímenes educativos, ambientales, sanitarios, hídricos, biotecnológicos, y al hablar de esta diversidad de crímenes trato de establecer qué nos han dicho los neoliberales, por ejemplo, sobre la educación. Luego de establecer los presupuestos básicos de la doctrina neoliberal sobre este tema, a partir de los cuales hacen sus recomendaciones diciendo que es un mercado como cualquier otro y no tiene que ser considerado como un bien público, común, sino un bien privado, una mercancía que deben ofrecer los particulares y no el Estado, por lo tanto no debe existir educación gratuita. Ellos hacen un diagnóstico para concluir con este tipo de recomendaciones sobre la necesidad de la educación privada. Luego de examinarlo considero cómo ha sido la aplicación de ese recetario educativo neoliberal y cómo ha transformado la educación prácticamente en todo el mundo. Hablo de los mecanismos de privatización, de mercantilización y cuáles son las consecuencias que tiene sobre la juventud y la niñez en gran parte del mundo, presentando datos informativos diversos de cómo estos proyectos aplicados por los planes de ajuste en sociedades africanas han significado para países enteros como Kenia la desaparición de la educación pública y se dan casos en donde de los Ministerios de Educación sólo queda el nombre, el rótulo.
Se desmonta la educación y se dan casos tan aberrantes como que los profesores antes trabajaban para el Estado, eran funcionarios de la escuela pública, pero cuando se privatiza se los desaloja de las aulas y convierten sus casas en escuelas donde dictan clases a los mismos estudiantes que antes concurrían a las escuelas públicas. Ese es un crimen porque significa dejar en la calle, sumidos en la completa ignorancia, a millones de seres humanos en todos los continentes. Esto sucede en los antiguos territorios de la URSS, en Europa Oriental, en gran parte de Africa y América Latina, en Colombia, etc.
Lo mismo analizo en relación a las políticas sanitarias, por qué sostienen que se deben privatizar los sistemas de salud pública. Yo resumo su fórmula en el eslogan: “cuanto tienes, cuanto vives”. Dependiendo del dinero que una persona tenga para pagar y reponer su salud, vive, sino se muere en la calle y tomo como referencia uno de los casos de privatización más drástico como es el colombiano, ejemplo prototípico en los 8 años del gobierno de Uribe cuando se cerraron 800 hospitales públicos en las grandes ciudades. En cualquier pueblo alejado, el hospital fue convertido en una Empresa Privada de Salud (EPS), simplemente en un negocio privado de la salud en donde la gente cotiza y se le brinda salud de acuerdo a lo que paga. Una cotización menor significa que no le cubre todas sus necesidades de salud. Hay enfermedades que no son cubiertas. Usted tiene que programar de qué se va a enfermar cada año. Este año sólo 2 gripes, entonces le dan unas pastillas genéricas, pero si sufre un accidente u otra enfermedad grave no está cubierto. Usted tiene que ver cómo va a cubrir esa carencia porque si no tiene dinero se muere.
Por eso hablo de criminalidad. Trato de pasar de la esfera abstracta, puramente económica, de las variables matemáticas, a la vida cotidiana, y esto en distintos terrenos. Analizo todos estos problemas con detalle y antes de entrar en materia del análisis de los distintos crímenes trato de establecer una terminología e introduzco términos como terrorismo económico, pena de muerte económica, criminales económicos, instituciones económicas criminales (FMI, BM), mafias económicas y algunos más conocidos como deuda externa y ajuste estructural, los ubico en la dimensión que tienen como causantes de las muertes, las enfermedades y la miseria de millones de personas en el mundo, pero no trabajo con la dicotomía entre neoliberalismo y capitalismo, muy común en ciertos sectores que hablan de manera desafortunada en reconstruir un Estado de Bienestar y cosas por el estilo.
MH: Un capitalismo con rostro humano.
RV: Este es el capitalismo hoy que adoptó y se plegó al neoliberalismo porque es lo que más le conviene en las actuales condiciones. Así como hubo criminales del capitalismo de otro tipo como los colonizadores, la figura prototípica de esos crímenes a nivel internacional en la actualidad son los economistas neoliberales.
La otra cara de Vargas Llosa es la de un plumífero político neoliberal
MH: Reitero la frase que dio inicio a esta pregunta porque si bien titulás el libro refiriéndote a los economistas neoliberales, afirmás que no sólo son los economistas sino “cualquier profesión o disciplina del conocimiento”; inevitablemente estando en Argentina a dos días de la inauguración de la Feria del Libro no puedo evitar preguntarte por Mario Vargas Llosa.
RV: Es uno de los propagandistas más notables en esta lógica. Hay que situar al asunto para que no hayan malos entendidos. Vargas Llosa tiene una doble personalidad, una como escritor, como novelista, pero muy permeado por su otra personalidad.
MH: Podríamos hablar de una personalidad esquizofrénica.
RV: Sí, yo creo. La otra cara es la de un plumífero político neoliberal. Hay que decirlo claramente. De los artículos políticos que he leído, aunque él diga que son opiniones liberales, en los últimos 20 años, Vargas Llosa repite siempre lo mismo, por ejemplo, cuando dice con algo de racismo notable que todos aquéllos que defienden proyectos comunitarios e indígenas son representantes del espíritu de la tribu ya olvidado y reviven los viejos espectros del fascismo y el comunismo. Su apología abierta de regímenes neoliberales como el colombiano. Cuando fueron las elecciones presidenciales en Colombia dos escritores de fama internacional, Vargas Llosa y Carlos Fuentes, sacaron una carta apoyando a Santos diciendo que era el mejor presidente para Colombia.
Hablando del mexicano Carlos Fuentes le hizo el prólogo a un libro vergonzoso de Juan Manuel Santos en el cual éste cuenta la masacre de Sucumbíos y avala los crímenes cometidos siendo ministro de Defensa del gobierno de Uribe, entre ellos los de estudiantes mexicanos.
Volviendo a Vargas Llosa. Tiene un profundo desprecio a los indígenas bolivianos y de América Latina, pero es con el movimiento popular venezolano y con Hugo Chávez donde claramente aparecen sus afirmaciones racistas. Está a favor de la globalización y quienes están en contra le están ladrando a la luna, porque es un proceso irreversible, lo mejor que le ha podido pasar a la humanidad. Su apoyo y patrocinio a las guerras e intervenciones del imperialismo norteamericano, su apoyo a regímenes criminales como el de Uribe. Antes que terminara su gobierno estuvo en Colombia inaugurando una reunión de la Academia de la Lengua Iberoamericana, allí hizo afirmaciones diciendo que el mejor gobierno de América Latina era el de Uribe Vélez. Eso es Mario Vargas Llosa. Generalmente se habla de él como un gran literato, de lo cual personalmente dudo porque cada vez son más frecuentes las denuncias sobre plagios en varios casos7, el apresuramiento en publicar novelas como mercachifle que vende un producto de las grandes editoriales. Esto hay que tenerlo en cuenta a la hora que uno se refiere a este personaje. No sólo es un literato sino que escribe, opina y hace ensayos en esta lógica, por ejemplo, ese lamentable escrito sobre La utopía arcaica (1996) donde escupe sobre la memoria, la obra y el legado de José María Arguedas, un literato que revolucionó las letras en el Perú y sin embargo aparece como un anticuado según la visión occidental, europea, eurocéntrica de Vargas Llosa.
MH: Para seguir en Perú, el pasado 16 de abril se cumplieron 81 años de la muerte de José Carlos Mariátegui y en otro de tus libros editado en 1999, El caos planetario, hablás de un socialismo policultural refiriéndote a las dos dimensiones en el sentido que lo plantea Max Adler cuando sostiene que el socialismo es ante todo cultural y que tiene una dimensión política pero en un segundo plano. Creo que esta perspectiva no sólo nos remite a Mariátegui sino también a Antonio Gramsci.
RV: En algunos de los libros que he escrito no sólo aflora la crítica por el orden existente, la primera negación al decir hegeliano, sino también la necesidad de abordar la segunda negación, la positividad, el pensar y formular algunas propuestas. La preocupación por cuál sería el orden social al que aspiraríamos. Yo sigo reivindicando la necesidad de construir una sociedad distinta al capitalismo, humana, fraternal, donde predominen los valores de la ayuda mutua, de la solidaridad, del respeto a la naturaleza, los valores de uso contra los mercantiles, el ser por encima del tener.
Me parece que cuando uno piensa en ese proyecto de sociedad, lo está haciendo en un orden social socialista o comunista. Habría que rescatar el vocabulario a pesar del desprestigio en que ha caído porque no podemos renunciar a los términos. No es una discusión lingüística ni tiene que ver con la trayectoria histórica de los términos, es más bien por el sentido profundo de una denominación para pensar en un orden social distinto con el que uno sueña y por el que uno vive. Por lo menos es mi caso particular. Esto hay que plantearlo porque no se trata de una cuestión futurista o utópica, tiene que ver con el proyecto que han desplegado seres humanos de carne y hueso. A la hora de mirar esas realizaciones, uno de los personajes originales en su práctica y pensar, es indudablemente José Carlos Mariátegui por su idea de un socialismo indoamericano que no sea ni calco ni copia, que se compenetre con las mejores tradiciones del pensamiento más nacional y universal, que piense en un modelo de socialismo que se apoye en lo mejor de la sociedad peruana pero también indoamericana como él la llamaba, en las tradiciones, las luchas y la cosmovisión de las sociedades indígenas.
En Perú en 1920 cuando la sociedad indígena representaba el 80% de la población, no se puede pensar en el mismo sujeto clásico de las sociedades europeas, es decir, el proletariado, sino en sujetos acordes con las condiciones específicas de la sociedad peruana. Cómo integrar esos valores universales del socialismo con los valores propios de la sociedad peruana. Yo creo que ese problema es actual no de hace un siglo porque la gran parte de las sociedades latinoamericanas se están enfrentando a dilemas similares en la actualidad, por ejemplo, en Bolivia, Venezuela, Ecuador, en el sur de México con los zapatistas. Hay problemas similares. Cómo integrar esas tradiciones sin que caigamos en un universalismo abstracto del estilo Vargas Llosa que sostiene que debemos agradecer a la globalización por todo lo que nos ha traído. Tampoco caer en un chauvinismo xenófobo en el que han incurrido las guerras de limpieza étnica en los Balcanes o la política de Israel, sino en algo que reivindique lo mejor de la nación -porque sigue existiendo a pesar que se nos intente convencer que es cosa del pasado-, con esos valores universales pensando en un nuevo proyecto civilizatorio completamente distinto a lo que hoy se tiene y conoce.
El proyecto existente no sólo está poniendo en cuestión la existencia de la naturaleza sino también de la humanidad. Un ejemplo de palpitante actualidad sobre el que se guarda silencio como si fuera cosa del pasado es lo que está pasando en Japón con la radioactividad que pone en presente que no estamos hablando de casos apocalípticos que pueden llegar a suceder, sino de algo que discurre en estos momentos y de lo cual no sabemos, pero podemos llegar a presagiar sus consecuencias inmediatas absolutamente nefastas, y no sólo para Japón sino para la humanidad y la vida en general. Actualmente los medios de comunicación ocultan este hecho pero sigue desarrollándose y teniendo sus consecuencias nefastas.
MH: Otro de tus trabajos como co-autor fue “Petróleo y protesta obrera. La USO (Unión Sindical Obrera de Colombia) y los trabajadores petroleros en Colombia” (2009).
RV: Mi formación de historiador me ha llevado a hacer algunos libros de historia de Colombia específicamente. Hace casi 2 años publicamos los resultados de una investigación sobre los trabajadores petroleros y uno de los pocos sindicatos que subsisten, la USO, que ya tiene casi un siglo de existencia y eso en Colombia es extraño. Fue una organización fundada en 1923 y a raíz de la última huelga en 2004, un grupo de trabajadores me propuso hacer una investigación histórica sobre ellos. Durante 5 años la estuvimos realizando y el resultado fue este libro. Es un libro en 2 volúmenes donde se reconstruye la historia de los trabajadores petroleros en Colombia tratando de reivindicarlos no como una cosa del pasado sino del presente y el futuro pero en un proceso traumático de reconfiguración. Allí se habla de los logros y derrotas de todo un siglo, los aspectos culturales y al final un capítulo que se llama “Perspectivas inmediatas”, recuperando la memoria histórica -en este caso de los trabajadores petroleros- pero ligada a las necesidades del presente y el futuro. Eso tiene que ver con una pregunta final no sólo relacionada con los trabajadores y el petróleo colombianos sino que desborda el horizonte nacional y es ¿qué deben hacer los países y sus trabajadores con respecto al recurso petrolero si saben que está en su fase final?
El petróleo tiene que ver con el desarrollo del capitalismo en el siglo XX pero qué va a suceder durante el siglo XXI cuando nos encontremos en lo que los expertos llaman el “piso” de petróleo y se inicie su fase descendente e irreversible. En Colombia hay un municipio llamado Barrancabermeja, la zona petrolera más importante de Colombia, asiento de una refinería, una zona de luchas sociales muy importantes y de una presencia paramilitar muy fuerte y que a pesar de todos los muertos, torturados, desaparecidos y desplazados que ha habido en la región, sigue siendo un lugar de movilidad social y de lucha política y cultural muy importante a pesar de todo. ¿Qué perspectivas hay para Barrancabermeja si el petróleo sigue existiendo o se transforma en un lugar abandonado y gris cuando desaparezca? Es un dilema que planteamos porque existen 2 posibilidades: el recurso petrolero para beneficio de la nación o su entrega a las multinacionales para que se lo lleven y dilapiden afuera. Ese es el dilema que en el caso colombiano se está resolviendo por la segunda vía que es la de la entrega.
Es necesario preservar la dignidad a pesar de todo
MH: Esto me da pie para entrar en la última parte de la entrevista que tiene que ver con tu recepción del Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2007 cuando al recibirlo el 7.8.2008 en el Teatro Teresa Carreño de la ciudad de Caracas, hacés una reflexión sobre Colombia: “¿por qué ha persistido durante tanto tiempo ese terrorismo de Estado con todas sus secuelas de sangre y horror? Puede responderse diciendo que una razón fundamental se encuentra en la permanente resistencia de importantes sectores de la población al modelo capitalista gansteril existente en nuestro país. Porque, a pesar de la violencia estatal y paraestatal, en Colombia en las últimas décadas se ha dado un extraordinario proceso de resistencia con variadas formas de lucha, en donde han participado indígenas, campesinos, comunidades afrodescendientes, trabajadores sindicalizados, estudiantes de escuelas y universidades públicas, trabajadores de la cultura y algunos intelectuales y entre la que hay que situar también el surgimiento de la insurgencia armada. El terrorismo de estado existe porque, a pesar de todos los esfuerzos y propaganda, las clases dominantes no han podido erradicar la resistencia de importantes sectores de la población”. ¿Podríamos decir que esta es una síntesis de lo que ha sido la política colombiana en los últimos 60 años?
RV: Por supuesto, Colombia es un país profundamente contradictorio donde coexisten lo peor y lo mejor para utilizar la célebre frase del Charles Dickens. Lo peor por la violencia desenfrenada que hemos mencionado, por la represión sádica de las clases dominantes, pero también lo mejor por las formas impresionantes de resistencia de los pobres. La violencia en los últimos 30 años está relacionada con eso, con la importante movilización que ha habido en el campo, en las ciudades, en las universidades. Eso es lo que se ha querido destruir, han descabezado varias generaciones de luchadores, la destrucción completa de un movimiento político como la Unión Patriótica, tal vez el caso más representativo de genocidio político en las últimas décadas en el mundo: 5000 militantes y representantes incluyendo senadores, diputados, concejales, alcaldes y dirigentes sindicales fueron asesinados y prácticamente no hay ningún condenado. Una impunidad absoluta. En el gobierno de Uribe, entre otras cosas, se han hecho publicidades aplaudiendo estos hechos diciendo que era positivo haber exterminado a la Unión Patriótica porque se había transformado en un movimiento de terroristas, reivindicando ante la opinión pública ese tipo de criminalidad. Pero existe la otra cosa, por eso nos mantenemos en Colombia, sólo ocasionalmente salgo del país, la mayor parte del tiempo vivo en mi país.
Considero que es necesario preservar la dignidad a pesar de todo para defender con nuestros medios muy limitados, con nuestra voz y nuestra pluma, a los sectores más desvalidos que no se pueden expresar, que sufren todo tipo de persecución y de vejámenes. Ese es otro país que sigue existiendo, el país que nos han querido asfixiar, destruir, pero que a pesar de todo se mantiene. Es el país que se movilizó hace 15 días en las ciudades más importantes, sólo en Bogotá fueron 100.000 personas, para oponerse al último proyecto que pretende cerrar la educación pública universitaria, convirtiéndola en una empresa con ánimo de lucro cedida a los particulares. Ese es parte de los proyectos del régimen santista. Si se pierde esa lucha significará la pérdida del último resquicio democrático que queda en Colombia que se vive todavía en algunas universidades públicas de las grandes capitales del país, básicamente Bogotá, Cali y Medellín.
MH: Ese sería el papel que le asignás al pensamiento crítico que dio el marco al final de tu discurso en Caracas al recibir el Premio Libertador al sostener que “una característica distintiva del pensamiento crítico radica en plantear y volver a insistir en que no se conoce por conocer sino con una finalidad política expresa de carácter emancipatorio, yendo contra las tendencias pasivas, contemplativas y conformistas. Por ello, el pensamiento crítico debe seguir acompañando las luchas de los oprimidos, aprendiendo de la historia y de la realidad de esas luchas y bosquejando salidas a la crisis civilizatoria de nuestro tiempo. Estamos convencidos de la urgencia para el pensamiento crítico de rescatar las luchas de los oprimidos y de los vencidos, porque, como decía Walter Benjamin, solamente andando con aquéllos sin esperanza nos es permitida la esperanza. O como lo planteaba más cerca de nosotros José Martí: ‘Con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores’”.
RV: Quiero aprovechar la ocasión para recordar que cuando escribí ese discurso lo pensé durante varias semanas, escribí varias versiones sabiendo de las repercusiones que podría tener. Decidí no referirme tanto a mi persona y obra sino al país, a lo que está pasando en Colombia por la teleaudiencia que vio ese discurso en Venezuela y otros países de América Latina.
Era necesario transmitirles esa parte de la sociedad colombiana que no es noticia y mostrar cuál es el modelo de país que han construido las clases dominantes y su Estado. Un país profundamente desigual y antidemocrático, donde coexisten la riqueza más extrema con la miseria generalizada. Hace poco aparecieron dos informaciones en una revista colombiana llamada Semana: una con la lista de Forbes de los multimillonarios más poderosos del mundo donde por primera vez entre los 100 primeros hay un colombiano en el puesto 75, un banquero, y en el 108 otro capitalista colombiano ligado a las finanzas. Fue presentada como una gran noticia motivo de regocijo para la sociedad colombiana. Pero en la misma revista aparece otro artículo con el siguiente título: “Colombia, el cuarto país más desigual del mundo”. En realidad es el primero según esa misma noticia porque sostiene que se ha concentrado el ingreso como en ningún otro país del mundo en los últimos años. Dos noticias que parecen contradictorias pero en realidad son complementarias. Es el mismo país porque para que existan esos 2 multimillonarios hay más de 25 millones de colombianos viviendo en la miseria. No son dos países diferentes sino dos realidades que coexisten en el mismo espacio nacional.
MH: Para finalizar quisiera que me comentaras sobre tu último proyecto editorial que es la revista CEPA bajo el lema “atreverse a pensar y luchar es empezar a vencer”, de la que sos director. Veo colaboraciones muy importantes como las de Hugo Blanco, Slavoj Zizek, Terry Eagleton, entre otros. ¿Cuál es la idea de este nuevo proyecto?
RV: Esta revista fue fundada por, tal vez, el intelectual colombiano más importante de la segunda mitad del siglo pasado y uno de los intelectuales más destacados de América Latina, el sociólogo Orlando Falls Borda, muy comprometido con los sectores populares y que creó un tipo de metodología, la investigación acción participativa y la investigación acción. El dirigió los primeros números pero murió en agosto 2008 y se creó el dilema si la revista debía perecer o continuar. Finalmente un grupo de personas decidimos continuarla y me designaron director; un reto muy comprometedor continuar con el último proyecto cultural de Falls Borda.
En esta nueva fase publicamos 6 números tratando de combinar el tono periodístico con el rigor y la profundidad, sin producir un material muy pesado. Tratamos de escribir artículos muy ágiles con pocas notas al pie, con gráficos, un material que no asfixie al lector.
MH: Veo también una nota de Santiago Alba Rico. En este número 12 que me has traído aparece el primer “Cuadernillo Internacionalista”.
RV: Al principio cuesta encontrar colaboradores y artículos, pero en la medida que se va consolidando nos empezamos a ver desbordados y entonces para no dejar afuera colaboraciones importantes decidimos publicar un cuadernillo referido a temas internacionales como Túnez. Personalmente escribí un artículo conmemorando los 50 años de Patrice Lumumba. También hay un artículo polémico sobre el Islam y Palestina de un irlandés que vive en Colombia. Tratamos de llevar a la sociedad colombiana debates internacionales que generalmente no se plantean porque en general es una sociedad muy parroquial.
MH: Hemos hablado un poco de todo. Te dejo el final. Estoy muy agradecido. Vamos a tratar de dar a este reportaje la mayor difusión posible en radio, revistas político-culturales y páginas de Internet. Ha sido muy rico.
RV: Agradecerte la invitación. Cuando vengo a Argentina me siento como en mi casa, sobre todo en Buenos Aires. Siempre he recibido atenciones de distintos amigos que me han abierto las puertas, me han editado libros, artículos y frecuentemente me piden colaboraciones. Para mí es como un respiro ver las protestas, las movilizaciones, la diversidad cultural, tratar de enriquecer nuestra perspectiva y llevar nuevas ideas y proyectos a Colombia que tanta falta nos hacen.
NOTAS:
[1] El subdirector de Operaciones del DAS, Carlos Alberto Arzayus, solicitó en abril de 2005 a la subdirectora Extranjería, Lilia María Babativa, que le informara “con la mayor reserva posible” cuando ingresaran a Colombia una serie de personalidades internacionales, entre las que figuraban el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, el sociólogo Boaventura de Sousa Santos, el teólogo Leonardo Boff, el obispo de Chiapas Samuel Ruiz y el sacerdote y sociólogo François Houtart. La lista también incluía a políticos, artistas, académicos, intelectuales y defensores de derechos humanos españoles como Juan José Tamayo (teólogo y escritor), Uxue Barkos (diputada), Carlos Taibo (académico y escritor), José Luis Galán (jurista y defensor de derechos humanos), Enrique Santiago (jurista y vicepresidente de la Federación de Asociaciones de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos), Manuel Ollé (presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos), José María Díez Alegría (presidente del Comité de Solidaridad Monseñor Óscar Romero), José Ángel Cuerda (ex alcalde de Vitoria), Isaura Navarro (diputada) y Juan Genovés (artista).
Ver también “Los agentes se infiltraron en los encuentros de exiliados y de las ONG”.
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