lunes, 31 de octubre de 2011

El TLC entre Estados Unidos y Colombia y sus consecuencias negativas para los pueblos de Colombia y Venezuela

Rafael Enciso, Economista Investigador

El tratado de Libre Comercio (TLC), firmado entre los Gobiernos de Colombia y Estados Unidos, recientemente ratificado por el Congreso de este país, marca una nueva etapa en el proceso de entrega de la soberanía nacional a favor de sus monopolios.   El derecho que  desde la independencia de España en las primeras décadas del siglo XIX conquistamos  los colombianos conjuntamente con venezolanos, ecuatorianos, bolivianos, peruanos y panameños, por obra del ejército libertador dirigido por Simón Bolívar,  a tomar de manera autónoma las decisiones sobre los aspectos fundamentales que afectan nuestra vida: cultura y sistema educativo y comunicacional, hábitos de vida y consumo, relaciones internacionales, economía, recursos naturales: mineros, hídricos, biodiversidad… queda reducido por obra de la oligarquía neoliberal gobernante en Colombia, a su mínima expresión.

La ruina que generará este tratado, sobre la agricultura y totalidad de los sectores económicos y empresas no monopolizadas de Colombia, además de aumentar el desempleo y la explotación de los trabajadores y el saqueo de las riquezas naturales del país, incrementará los desplazamientos forzados, así como una mayor represión y violencia contra los trabajadores y el pueblo colombiano, que seguramente protestará y luchará, -como lo ha hecho históricamente-, por su soberanía y sus derechos humanos: económicos, políticos, culturales, ambientales.

La preeminencia de este tratado sobre las leyes colombianas e incluso sobre la Constitución Nacional, significa que Colombia deja de ser ya en forma casi total un país soberano y que su política exterior será determinada por el gobierno de los Estados Unidos.

La migración  hacia otros países, pero principalmente hacia Venezuela, país en donde se encuentran las mejores posibilidades de sobrevivir en América Latina y de tener  una vida digna, se van a incrementar. A los cuatro millones y medio de colombianos que ya residimos -legal o ilegalmente- en este país, se sumarán varios millones más en los próximos años.

Por esta razón, es indispensable que los colombianos, nos organicemos cada vez más y mejor, para dar nuestro aporte en todos los aspectos al país y gobierno que nos ha acogido fraternamente, y conjuntamente con nuestros hermanos venezolanos y el gobierno bolivariano, preparemos proyectos productivos viables que permitan  vincular nuestras capacidades y cultura productiva al desarrollo económico y social de Venezuela. En el marco del Plan Nacional Simón Bolívar 2007-2013 y su proyección al año 2019,  teniendo en cuenta nuestra cultura productiva, podremos hacer aportes significativos a la Misión Agro-Venezuela, a la Gran Misión Vivienda y a la Misión Trabajo, entre otros. Así podremos  satisfacer nuestras necesidades, contribuyendo al mismo tiempo a solucionar las de los venezolanos. Daremos nuestro aporte al país que solidariamente nos acoge. Evitaremos convertirnos en una carga para él.

Simultáneamente, debemos mantener los vínculos con nuestro país de origen, luchando por la recuperación de la soberanía nacional perdida; por la solución política del conflicto armado que consume nuestra Patria desde hace medio siglo y por la construcción de una democracia participativa, que nos permita regresar a Colombia en condiciones dignas y seguras.  Bien sea desde Venezuela o desde Colombia, o desde el país en que nos encontremos, debemos luchar por la integración soberana y solidaria de los pueblos de América Latina y el Caribe, por la construcción de la Patria Grande Bolivariana.


Caracas, 30 de octubre de 2011

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