Concejal Jaime Caicedo (Foto nelosi) |
Por: Jaime Caycedo
Las elecciones locales son una radiografía de las tendencias de la coyuntura nacional. Aparentemente, se trata de dirimir el predominio en la dirección de la Unidad nacional entre Uribe y Santos en la perspectiva de la reelección.
En el fondo el propósito político es el de desaparecer el POLO como expresión de la oposición alternativa al sistema y apuntalar la impresión de que hay ‘soluciones’ en el marco del modelo existente. Para ello el poder ha puesto en marcha maniobras de alta perversión. La primera es la satanización del Polo bajo el señalamiento de ser una entidad de corruptos y promover su paulatina invisibilización, incluida su desaparición de las encuestas, como en el caso insólito del candidato a la alcaldía de Bogotá, Aurelio Suárez.
La segunda es el diversionismo político y mediático que pretende la existencia de “dos Polos” para forzar el sucesivo ‘vaciamiento’ del proceso unitario y su sustitución por las variantes más livianas, moderadas y proclives al establecimiento. Es el intento en Bogotá de forzar el llamado ‘voto útil’ a favor de Petro “para que no suba Peñalosa” con el espejismo de que el primero encarnaría la continuidad de las realizaciones sociales de las administraciones del Polo. Se oculta intencionalmente la comunidad de coincidencias entre las propuestas de los candidatos favorecidos por las encuestas direccionadas desde la derecha mediática en temas como el ordenamiento territorial bajo control del capital financiero, la privatización del sistema de movilidad, de las vías públicas, o el restablecimiento de la seguridad ‘democrática’ con taxistas y seguridad privada en funciones de cooperantes e informantes.
Los candidatos del Polo han formulado propuestas avanzadas, viables y ligadas a las urgencias populares en un horizonte de diferenciación con el proyecto dominante de las locomotoras santistas, el TLC ya oficializado, la educación con ánimo de lucro, la salud como negocio, las mafias capitalistas de las contrataciones y la tercerización que financian a todos los candidatos del sistema. Aurelio Suárez, María Isabel Urrutia, Carlina Sánchez, Pedro Vicente Obando, entre otros destacados nombres acreditan el compromiso y la consecuencia con la causa unitaria y los objetivos democráticos. Un hecho de la mayor gravedad es la denuncia de la Misión de Observación Electoral MOE sobre irregularidades previstas para estas elecciones. Mientras más se desnuda más claro aparece el sistema electoral como el peor aparato de reproducción del régimen con violación de las más elementales garantías ciudadanas. No hay número infinito de testigos electorales que alcance para contrarrestar el fraude estructuralmente programado por la trinca del neobipartidismo, el narcoparamilitarismo y los funcionarios venales que controlan el poder regional y nacional. Frente a esas denuncias la Procuraduría calla como una ostra y los acusadores contra la corrupción desvían la mirada. Como si fuera poco, el Consejo Nacional Electoral ha quedado en interinidad por decisión del Consejo de Estado. No existe ningún mecanismo de garantías al cual recurrir, lo que justifica el llamado de alarma que plantea la oposición al sistema y la importancia de los observadores internacionales. El archiconocido Plan democracia del gobierno tradicionalmente ha entorpecido el derecho al sufragio en las regiones de influencia de la izquierda con el pretexto del orden público. El voto consciente por el Polo refuerza la lucha por la unidad en esta coyuntura que es la única herramienta útil para el pueblo en lo inmediato y en el reagrupamiento popular para la movilización y el futuro.
Las elecciones locales son una radiografía de las tendencias de la coyuntura nacional. Aparentemente, se trata de dirimir el predominio en la dirección de la Unidad nacional entre Uribe y Santos en la perspectiva de la reelección.
En el fondo el propósito político es el de desaparecer el POLO como expresión de la oposición alternativa al sistema y apuntalar la impresión de que hay ‘soluciones’ en el marco del modelo existente. Para ello el poder ha puesto en marcha maniobras de alta perversión. La primera es la satanización del Polo bajo el señalamiento de ser una entidad de corruptos y promover su paulatina invisibilización, incluida su desaparición de las encuestas, como en el caso insólito del candidato a la alcaldía de Bogotá, Aurelio Suárez.
La segunda es el diversionismo político y mediático que pretende la existencia de “dos Polos” para forzar el sucesivo ‘vaciamiento’ del proceso unitario y su sustitución por las variantes más livianas, moderadas y proclives al establecimiento. Es el intento en Bogotá de forzar el llamado ‘voto útil’ a favor de Petro “para que no suba Peñalosa” con el espejismo de que el primero encarnaría la continuidad de las realizaciones sociales de las administraciones del Polo. Se oculta intencionalmente la comunidad de coincidencias entre las propuestas de los candidatos favorecidos por las encuestas direccionadas desde la derecha mediática en temas como el ordenamiento territorial bajo control del capital financiero, la privatización del sistema de movilidad, de las vías públicas, o el restablecimiento de la seguridad ‘democrática’ con taxistas y seguridad privada en funciones de cooperantes e informantes.
Los candidatos del Polo han formulado propuestas avanzadas, viables y ligadas a las urgencias populares en un horizonte de diferenciación con el proyecto dominante de las locomotoras santistas, el TLC ya oficializado, la educación con ánimo de lucro, la salud como negocio, las mafias capitalistas de las contrataciones y la tercerización que financian a todos los candidatos del sistema. Aurelio Suárez, María Isabel Urrutia, Carlina Sánchez, Pedro Vicente Obando, entre otros destacados nombres acreditan el compromiso y la consecuencia con la causa unitaria y los objetivos democráticos. Un hecho de la mayor gravedad es la denuncia de la Misión de Observación Electoral MOE sobre irregularidades previstas para estas elecciones. Mientras más se desnuda más claro aparece el sistema electoral como el peor aparato de reproducción del régimen con violación de las más elementales garantías ciudadanas. No hay número infinito de testigos electorales que alcance para contrarrestar el fraude estructuralmente programado por la trinca del neobipartidismo, el narcoparamilitarismo y los funcionarios venales que controlan el poder regional y nacional. Frente a esas denuncias la Procuraduría calla como una ostra y los acusadores contra la corrupción desvían la mirada. Como si fuera poco, el Consejo Nacional Electoral ha quedado en interinidad por decisión del Consejo de Estado. No existe ningún mecanismo de garantías al cual recurrir, lo que justifica el llamado de alarma que plantea la oposición al sistema y la importancia de los observadores internacionales. El archiconocido Plan democracia del gobierno tradicionalmente ha entorpecido el derecho al sufragio en las regiones de influencia de la izquierda con el pretexto del orden público. El voto consciente por el Polo refuerza la lucha por la unidad en esta coyuntura que es la única herramienta útil para el pueblo en lo inmediato y en el reagrupamiento popular para la movilización y el futuro.
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