Un partidario del partido islamista Jamaat-e-Islami muestra el signo de la victoria frente a una imagen de un avión no tripulado, durante una manifestación contra los ataques de estos aviones en Karachi, Pakistán, el pasado 04 de junio. Un avión no tripulado de EE.UU. mató al ciudadano norteamericano y líder de al-Qaeda figura Anwar al-Awlaki en Yemen en septiembre. (Foto: Athar Hussain / Reuters) |
CBC News
Traducido por Rafael Escalona, para Cubadebate
Imaginemos por un momento que el gobierno de Cuba decida que Luis
Posada Carriles merece el mismo destino que Anwar al-Awlaki, el agente
de al-Qaeda ejecutado por un avión no tripulado en Yemen la semana
pasada.
Esto no tiene por qué sonar descabellado. Carriles, un cubano
anticastrista y mercenario ex agente de la CIA, organizó la explosión
del vuelo de Cubana de Aviación 455 en 1976 donde murieron las 76
personas a bordo, de acuerdo con los documentos desclasificados por el
gobierno norteamericano.
En este momento, Carriles es un hombre libre, reside en Miami rodeado
por sus compañeros cubanos expatriados, quienes lo consideran un héroe.
De acuerdo con la lógica de Washington, que se ha negado a entregarlo
a Cuba o Venezuela, no estaría mal considerar el asesinato de Posada
Carriles mediante un avión no tripulado (y, posiblemente, él y los
civiles que estén cerca de él en ese momento), sin que necesariamente se
considere un acto de guerra.
Washington probablemente tendría la misma opinión sobre cualquier
nación que pueda decidir asesinar a uno de los contratistas de
seguridad estadounidenses y a varios soldados que viven en EEUU que en
Iraq y Afganistán han matado a civiles sin motivo o simplemente por
diversión .
Estados Unidos esgrime su propio derecho a llevar a cabo
asesinatos en el extranjero como una cuestión de derecho natural.
Líderes estadounidenses incluso han metaforizado la práctica, como hizo
el presidente Obama cuando anunció la ejecución de al-Awlaki la semana
pasada: “Temprano esta mañana” dijo tras un aplauso entusiasta, “Anwar
al-Awlaki, un líder de al-Qaeda en la península arábica, fue asesinado
en Yemen”.
Bueno. Sí.
La ejecución de un ciudadano norteamericano
Creo que esto es lo que ha pasado: la CIA y las fuerzas armadas de
Estados Unidos ejecutaron a Anwar al-Awlaki y, además, lo ejecutaron
extrajudicialmente. Esto fue hecho bajo la directa y secreta orden del
presidente.
Al-Awlaki (a diferencia de Luis Posada Carriles) nunca ha sido acusado de nada ni llevado a una corte.
Ahora, evidentemente Awlaki fue un desagradable fanático (al igual
que Posada Carriles), y su ausencia de esta vida no va a molestar a
demasiadas personas, yo incluido.
Pero en un país que se enorgullece de su estado de derecho y del
proceso justo, cosa que Obama hizo - y lo hizo regularmente, si los
reportes de noticias son fiables- ha dado, y dará, a los americanos
pensantes bastantes disgustos.
Uno de los primeros en hablar fue Ron Paul, el congresista
republicano actualmente postulado para la presidencia. No puede ser
negado que Paul es fiel a sus principios, independientemente de la
opinión pública.
El señaló que al-Awlaki es un ciudadano nacido en los Estados Unidos,
lo que significa que es absolutamente un problema doméstico
norteamericano, pero también señaló que nunca ha visto pruebas de que
Awlaki sea un asesino: “Si el pueblo norteamericano acepta ciega y
casualmente que ahora tenemos una práctica aceptada de que el
Presidente puede asesinar a las personas que él cree que son malos, me
parece muy triste.”
La frase clave en la crítica de Paul es “que él cree que son malos.” Porque a eso es lo que se reduce.
En la sentencia de muerte de al-Awlaki, Obama probablemente se basó
en informes de inteligencia. Probablemente estos dijeran que al-Awlaki
fue responsable de la organización de varias atrocidades, pero siguen
siendo reportes de inteligencia. Y las agencias de inteligencia de este
país se han equivocado en el pasado, para decirlo suavemente.
Que la inteligencia había sido probada ante un juez, que podría haber
sido encontrado culpable, o lo que quieran. O no. Pero, como la Unión
de Libertades Civiles Norteamericanas señaló, el público nunca sabrá la
verdad, porque la evidencia sigue siendo un secreto de
Estado, inapelable por los tribunales.
Proceso justo
No obstante, la Constitución norteamericana dice, en su quinta
enmienda, que ninguna persona puede “ser privada de la vida, libertad,
propiedad, sin un proceso justo”.
¿Cual fue exactamente el proceso justo detrás de la decisión de
ejecutar a al-Awlaki? De nuevo, basado en los reportes, podrían aparecer
algunos abogados en el Departamento de Justicia de Estados Unidos
discutiendo y decidiendo que esto podría estar bien.
Este podría ser el mismo Departamento que aprobó obedientemente la
decisión de George W. Bush de torturar detenidos, decisión entonces
repudiada por el mismo Obama.
Pero el asunto más polémico de todo esto, el que debería preocupar
profundamente al resto del mundo, es la cuestión de la soberanía.
Estados Unidos siempre ha adoptado un “enfoque extraterritorial” para
hacer cumplir la ley, lo que significa que unilateralmente se extiende
su jurisdicción a todo el mundo.
Desde el 9 / 11, la tendencia se ha reforzado poderosamente.
Los agentes norteamericanos han secuestrado a sospechosos (a veces a
la gente equivocada) de las calles de los países europeos, arrojándolos a
las cárceles secretas o en las mazmorras de dictaduras “amigas” en el
extranjero.
El programa de aviones no tripulados se intensifica
Y bajo la presidencia de Obama, el programa de aviones no tripulados,
exclusivamente secreto, se ha intensificado. Sin piloto, los aviones
caza-asesinos están armados con misiles, actúan en los cielos de otros
países, centrando sus cámaras de alta definición en busca de la gente
que la Inteligencia de EE.UU. ha considerado su enemiga.
El Presidente tiene la potestad de enviar los drones, gracias a la
dispensa otorgada por el Congreso, que en 2001 aprobó una ley que lo
faculta a cazar sospechosos en los países que no pueden o no hacen ellos
mismos la persecución.
De vez en cuando, los civiles se convierten en daños colaterales, que
los norteamericanos consideran víctimas de la guerra. Todo esto es
justificado como parte de lo que EEUU solía llamar la “Guerra contra el
Terror”, que es una guerra muy selectiva, teniendo en cuenta el hecho de
que Posada Carriles, por definición de Estados Unidos, es un terrorista
de primer orden.
Sin embargo, el mundo tiene que aceptar la palabra de Estados Unidos
que sus objetivos en el extranjero son una amenaza inmediata y mortal.
Ahora bien, la posibilidad de que otros hagan lo que Estados Unidos y
planeen ataques contra residentes en ese país, como sugerí antes en
esta columna, son pura ficción, porque por el momento sólo el gobierno
de EEUU tiene la tecnología, el poder y la voluntad de llevar a cabo
ataques extranjeros. Carriles, en Miami, no tiene mucho de qué
preocuparse.
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