Panfletos, amenazas de muerte a 12 grupos teatrales |
Esta vez le tocó al teatro. Dos semanas atrás el paramilitarismo colombiano hizo públicas, en un reparto masivo de panfletos, amenazas de muerte a 12 grupos teatrales que desarrollan su labor en el sur de Bogotá., conminándolos a salir de la ciudad en un plazo de ocho días.
TEATRAMA, TEATRO DEL SUR, DISIDENCIA TEATRO, RECICLARTE, TEATROPICAL, PIEDRA, PAPEL Y TIJERA, BOGOTÁ DUAL, ODEON, FUNDACIÓN EL CONTRABAJO, TEATRAZOS, CICLO VITAL Y SUMMUM DRACO, son los colectivos amenazados y que varían en cuanto a sus modalidades de trabajo (teatro de sala, calle, etc.); incluso algunos abarcan otras disciplinas como la danza y la música.
El único denominador común es la labor artística como medio de educación en comunidades de bajos recursos. Con un promedio de 15 integrantes por grupo que trabajan en los proyectos, estarían en peligro cerca de doscientos activistas culturales acusados, según el comunicado de las Águilas Negras, de ser “defensores de los derechos humanos” y de “oponerse a las políticas de nuestro gobierno”.
Lejos de amedrentarse, los teatristas se movilizaron el pasado martes a la Plaza Bolívar de la capital colombiana, en respuesta organizada y contundente que reivindica el derecho a crear y vivir en paz. Imposible mantenerse ajeno a las luchas y tragedia del hermano país que, como en este caso, alcanza ribetes extremos.
Duro el camino que transitan los artistas colombianos que se atreven a optar por la justicia social y la verdad. Allanamientos, años atrás, a la Corporación Colombiana de Teatro y el Teatro La Candelaria; asesinatos como el del actor y humorista Jaime Garzón; consecuentes amenazas como las que denunciamos hoy... Algunos creadores hostigados y más temerarios (o precavidos) optaron por unirse a la insurgencia revolucionaria, como el cantautor Julián Conrado, hoy preso en Venezuela y solicitado por el gobierno colombiano para ser extraditado a Estados Unidos.
No obstante los ejemplos anteriores, lo sucedido en Bogotá constituye un caso singular pues no existen precedentes de amenazas de tal magnitud hacia los creadores artísticos, tanto por el número de trabajadores culturales en peligro de muerte, así como por lo que significó el reparto de volantes una misma noche en seis sedes culturales distantes entre sí y a las que solo se llega por indicaciones concretas, ya que las direcciones son de difícil ubicación por estar situadas en zonas populares, razón más que suficiente para tomarse muy en serio la advertencia, en una Colombia donde las bandas criminales de ultraderecha son, confesadamente, responsables de numerosas masacres y miles de asesinatos y desapariciones.
El arte es una rebelión contra el destino, dijo André Malraux.
El único denominador común es la labor artística como medio de educación en comunidades de bajos recursos. Con un promedio de 15 integrantes por grupo que trabajan en los proyectos, estarían en peligro cerca de doscientos activistas culturales acusados, según el comunicado de las Águilas Negras, de ser “defensores de los derechos humanos” y de “oponerse a las políticas de nuestro gobierno”.
Lejos de amedrentarse, los teatristas se movilizaron el pasado martes a la Plaza Bolívar de la capital colombiana, en respuesta organizada y contundente que reivindica el derecho a crear y vivir en paz. Imposible mantenerse ajeno a las luchas y tragedia del hermano país que, como en este caso, alcanza ribetes extremos.
Duro el camino que transitan los artistas colombianos que se atreven a optar por la justicia social y la verdad. Allanamientos, años atrás, a la Corporación Colombiana de Teatro y el Teatro La Candelaria; asesinatos como el del actor y humorista Jaime Garzón; consecuentes amenazas como las que denunciamos hoy... Algunos creadores hostigados y más temerarios (o precavidos) optaron por unirse a la insurgencia revolucionaria, como el cantautor Julián Conrado, hoy preso en Venezuela y solicitado por el gobierno colombiano para ser extraditado a Estados Unidos.
No obstante los ejemplos anteriores, lo sucedido en Bogotá constituye un caso singular pues no existen precedentes de amenazas de tal magnitud hacia los creadores artísticos, tanto por el número de trabajadores culturales en peligro de muerte, así como por lo que significó el reparto de volantes una misma noche en seis sedes culturales distantes entre sí y a las que solo se llega por indicaciones concretas, ya que las direcciones son de difícil ubicación por estar situadas en zonas populares, razón más que suficiente para tomarse muy en serio la advertencia, en una Colombia donde las bandas criminales de ultraderecha son, confesadamente, responsables de numerosas masacres y miles de asesinatos y desapariciones.
El arte es una rebelión contra el destino, dijo André Malraux.
IMÁGENES: MOVILIZACIÓN DE ARTISTAS EL 30 DE AGOSTO Y GALERÍA DE DESAPARECIDOS EN LA PLAZA BOLÍVAR DE BOGOTÁ
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