Por Pabloé.
La paz marcha por el suroriente capitalino
48 horas después que la opinión pública y el mundo escénico capitalino fueron estremecidos por las amenazas proferidas contra una docena de agrupaciones teatrales de barrio, el hecho fue rechazado en la Localidad 18 Rafael Uribe Uribe con una movilización callejera y la declaratoria “Diana Turbay y Marruecos, Territorios de paz”
“¿Tienes espíritu de paz? ¡Oh, sí!, ¿tienes espíritu de paz? ¡Oh, sí!, Entonces, mueve la cabeza: ¡oh, sí! Entonces, mueve la cabeza: ¡oh, sí!...”. Y con este estribillo, con sus cadenciosos movimientos y toda una sarta de cánticos a la vida, se escuchó el clamor de paz de los brigadistas internacionales que se sumaron a la Jornada por la vida y por paz, que el pasado sábado 26 de agosto vivió la Localidad 18 Rafael Uribe Uribe, de Bogotá.
Una jornada convocada por las fuerzas vivas de la Localidad, con el acompañamiento de su alcaldesa, Martha Janneth Bolívar, de las más fervientes defensoras de los derechos humanos y quien también expresó su solidaridad con el movimiento teatral del Distrito Capital.
“No estamos dispuestos a callarnos –dice con amargura Jorge Enrique Rodríguez, director del grupo de teatro Calle Colombia, de los sectores Puerto Rico y Colinas, Localidad Rafael Uribe Uribe–, el arte y la vida jamás pueden callarse. No puede amenazarse a quien se limita a reproducir la vida solamente. Es una realidad que necesitamos transformar, y el arte es una de las formas contundentes de transformar al ser humano y nuestras sociedades, que para nada están bien”
Efectivamente, la obra con la cual los teatreros desfilaron por las empinadas calles del Diana Turbay, en cercanías a la Cárcel Nacional La Picota –donde reposan los llamados ‘padres de la patria’ involucrados en la parapolítica–, constituyó una mezcla de dolor, impotencia e ira por las manos atadas de la gente ante las masacres y el dolor de madres y sobrevivientes, que terminó cuestionando a más de un transeúnte. Al paso del Teatro Colombia vimos a más de un transeúnte enjugarse las lágrimas, motivamos, tal vez, por un sentimiento que alcanzó a cuestionarles el juego que su pasividad termina haciéndole a esta guerra infame.
“En México estamos trabajando la paz desde marzo –relata Sofía Rodríguez, joven oriunda de San Luis, Posotí–, los jóvenes somos el futuro de Latinoamérica y el mundo, y unidos podemos conseguir la paz que tanto anhelamos”
Para Daniel González, estudiante de cine de 17 años y oriundo de Jalisco, “estamos luchando, igual que Colombia, por la paz en Latinoamérica y el mundo”.
Una opinión similar tiene Beatríz, de Chile, “por ser Colombia uno de los lugares más agresivos, con la esperanza que la juventud cambie los lugares y las historias de los países”.
Cerca de un centenar de los ilustres peregrinos de la Localidad 18 Rafael Uribe Uribe, integrantes de la Fundación Voluntarios del Mundo, arribaron al país una semana atrás motivados por sus comunes preocupaciones de paz. Y encontraron la excusa perfecta para refundar sus propósitos al suroriente de la capital, donde los climas de la convivencia vienen siendo afectados de manera preocupante.
No sólo por las recientes amenazas contra una docena de agrupaciones teatrales de barrios, acusados por los paramilitares “Águilas negras” del presunto delito de “dárselas de defensores de derechos humanos.” También porque esas mismas calles fueron escenario de una jornada similar hace tres meses, a raíz del asesinato de Pedro Martínez, siendo presidente de la Junta Comunal del Rincón del Valle.
Las amenazas y acciones de hostigamiento también han cobijado núcleos de desplazados que han hecho de esta localidad uno de sus albergues preferidos de la ciudad. Igualmente, jóvenes de distintos perfiles vienen siendo blancos de la intolerancia.
Para Carlos Moya, recientemente exaltado con el premio Amor por Bogotá, “con esta movilización estamos diciendo que no queremos más violencia, que no queremos más actores armados en nuestra localidad, que tenemos pensamiento y conciencia, y que nos pronunciamos es por el diálogo civilizado”.
Y para ello, el pacto de paz sellado al término de la jornada frente al Polideportivo de Molinos II Sector, con el concurso de un representante de la iglesia, en procura de sensibilizar espíritus y comprometer la comunidad en la defensa de sus derechos. Especialmente porque se trata del más sensible de sus derechos: el derecho a la vida.
Fotos:
Aspectos parciales de la Marcha por la Paz que tuvo lugar el pasado sábado 26 de agosto en la Localidad 18 Rafael Uribe Uribe. La caminata partió del colegio Fe y Alegría, del barrio Palermo Sur, y desembocó en el Polideportivo de Molinos II Sector, donde los barrios Marruecos y Diana Turbay fueron declarados por la comunidad Territorios de paz.
La paz marcha por el suroriente capitalino
48 horas después que la opinión pública y el mundo escénico capitalino fueron estremecidos por las amenazas proferidas contra una docena de agrupaciones teatrales de barrio, el hecho fue rechazado en la Localidad 18 Rafael Uribe Uribe con una movilización callejera y la declaratoria “Diana Turbay y Marruecos, Territorios de paz”
“¿Tienes espíritu de paz? ¡Oh, sí!, ¿tienes espíritu de paz? ¡Oh, sí!, Entonces, mueve la cabeza: ¡oh, sí! Entonces, mueve la cabeza: ¡oh, sí!...”. Y con este estribillo, con sus cadenciosos movimientos y toda una sarta de cánticos a la vida, se escuchó el clamor de paz de los brigadistas internacionales que se sumaron a la Jornada por la vida y por paz, que el pasado sábado 26 de agosto vivió la Localidad 18 Rafael Uribe Uribe, de Bogotá.
Una jornada convocada por las fuerzas vivas de la Localidad, con el acompañamiento de su alcaldesa, Martha Janneth Bolívar, de las más fervientes defensoras de los derechos humanos y quien también expresó su solidaridad con el movimiento teatral del Distrito Capital.
“No estamos dispuestos a callarnos –dice con amargura Jorge Enrique Rodríguez, director del grupo de teatro Calle Colombia, de los sectores Puerto Rico y Colinas, Localidad Rafael Uribe Uribe–, el arte y la vida jamás pueden callarse. No puede amenazarse a quien se limita a reproducir la vida solamente. Es una realidad que necesitamos transformar, y el arte es una de las formas contundentes de transformar al ser humano y nuestras sociedades, que para nada están bien”
Efectivamente, la obra con la cual los teatreros desfilaron por las empinadas calles del Diana Turbay, en cercanías a la Cárcel Nacional La Picota –donde reposan los llamados ‘padres de la patria’ involucrados en la parapolítica–, constituyó una mezcla de dolor, impotencia e ira por las manos atadas de la gente ante las masacres y el dolor de madres y sobrevivientes, que terminó cuestionando a más de un transeúnte. Al paso del Teatro Colombia vimos a más de un transeúnte enjugarse las lágrimas, motivamos, tal vez, por un sentimiento que alcanzó a cuestionarles el juego que su pasividad termina haciéndole a esta guerra infame.
“En México estamos trabajando la paz desde marzo –relata Sofía Rodríguez, joven oriunda de San Luis, Posotí–, los jóvenes somos el futuro de Latinoamérica y el mundo, y unidos podemos conseguir la paz que tanto anhelamos”
Para Daniel González, estudiante de cine de 17 años y oriundo de Jalisco, “estamos luchando, igual que Colombia, por la paz en Latinoamérica y el mundo”.
Una opinión similar tiene Beatríz, de Chile, “por ser Colombia uno de los lugares más agresivos, con la esperanza que la juventud cambie los lugares y las historias de los países”.
Cerca de un centenar de los ilustres peregrinos de la Localidad 18 Rafael Uribe Uribe, integrantes de la Fundación Voluntarios del Mundo, arribaron al país una semana atrás motivados por sus comunes preocupaciones de paz. Y encontraron la excusa perfecta para refundar sus propósitos al suroriente de la capital, donde los climas de la convivencia vienen siendo afectados de manera preocupante.
No sólo por las recientes amenazas contra una docena de agrupaciones teatrales de barrios, acusados por los paramilitares “Águilas negras” del presunto delito de “dárselas de defensores de derechos humanos.” También porque esas mismas calles fueron escenario de una jornada similar hace tres meses, a raíz del asesinato de Pedro Martínez, siendo presidente de la Junta Comunal del Rincón del Valle.
Las amenazas y acciones de hostigamiento también han cobijado núcleos de desplazados que han hecho de esta localidad uno de sus albergues preferidos de la ciudad. Igualmente, jóvenes de distintos perfiles vienen siendo blancos de la intolerancia.
Para Carlos Moya, recientemente exaltado con el premio Amor por Bogotá, “con esta movilización estamos diciendo que no queremos más violencia, que no queremos más actores armados en nuestra localidad, que tenemos pensamiento y conciencia, y que nos pronunciamos es por el diálogo civilizado”.
Y para ello, el pacto de paz sellado al término de la jornada frente al Polideportivo de Molinos II Sector, con el concurso de un representante de la iglesia, en procura de sensibilizar espíritus y comprometer la comunidad en la defensa de sus derechos. Especialmente porque se trata del más sensible de sus derechos: el derecho a la vida.
Fotos:
Aspectos parciales de la Marcha por la Paz que tuvo lugar el pasado sábado 26 de agosto en la Localidad 18 Rafael Uribe Uribe. La caminata partió del colegio Fe y Alegría, del barrio Palermo Sur, y desembocó en el Polideportivo de Molinos II Sector, donde los barrios Marruecos y Diana Turbay fueron declarados por la comunidad Territorios de paz.
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