viernes, 4 de marzo de 2011

Las multitudes

Paro Camionero
Por: Carlos A. Lozano Guillén.-Edición VOZ 2579

Los encantadores de serpientes, acostumbrados a especular con “novedosas teorías”, que a la hora de la verdad no lo son, ahora quieren convencernos que el nuevo sujeto político del cambio en el siglo XXI es la multitud. Hasta hace poco decían que eran las redes sociales,  las cuales, según ellos, debían remplazar a los militantes de un partido político. Algo similar plantearon en 1991, tras el derrumbe soviético, cuando sepultaron la lucha de clases en cambio por la concertación. Las movilizaciones de masas son montoneras sin sentido, sostenían los portadores de la “nueva izquierda”. 
La concertación, siendo válida, nunca reemplazó el enorme significado de la acción popular y de la lucha de masas como está demostrado por la historia. Con el cuento de la concertación se han desmontando huelgas y movimientos reivindicativos, como ocurrió hace unos días con el paro camionero, porque mientras encerraban a los dirigentes en el Ministerio de Transportes para concertar, la Fuerza Pública arremetió contra los manifestantes y rompió el bloqueo y la protesta laboral.

Multitud, según María Moliner, es “la reunión de un gran número de personas o cosas”, lo cual sugiere que pueden ser montoneras, en el caso de personas, sin inteligencia o con un fin determinado. O también  puede ser la congregación de varias de ellas sin motivaciones conscientes, arrastradas por la espontaneidad. Las movilizaciones de masas o insurrecciones populares a lo largo de la historia han sido factor de conquista de derechos, de cambios y transformaciones políticas y sociales. Para bien o para mal. No cabe la menor duda, que en el caso del Norte de África, por lo menos en Libia, la insurrección popular es estimulada por la CIA para derrocar a Kadafi. El objetivo yanqui en el Medio Oriente es el petróleo que lo atormenta.

A pesar del derrumbe del Muro de Berlín y del mundo unipolar la lucha de clases continuó siendo el motor de la historia. Así será mientras existan las clases sociales y la explotación de los poderosos. No se puede decir que la Revolución Francesa, adelantada por la burguesía revolucionaria, fue la de simples multitudes espontáneas que derrocaron la monarquía feudal; tampoco lo fueron las masas populares de obreros y campesinos en las calles rusas en febrero y octubre de 1917 o las masas protagonistas de la Revolución China o la Revolución Cubana.

Las masas serán las protagonistas de la historia en el escenario popular. ¿En qué dirección irán los cambios? Eso dependerá de quién dirija y oriente los procesos insurreccionales. En la época del capital tendrán que ser los trabajadores, los campesinos, la intelectualidad, la juventud, los hombres y las mujeres. Hacia esas clases y capas sociales tendrá que dirigirse la acción de los partidos de la izquierda, sin ambigüedades y menos aún con componendas para esquilmar los intereses populares.

carloslozanogui@etb.net.

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