lunes, 16 de mayo de 2011

Entrevista de Carlos A. Lozano Guillén, director de VOZ, con un grupo de estudiantes de comunicación y periodismo

¿Desde cuándo es director de VOZ?

-Desde agosto de 1991 fui designado director de VOZ, como se llama desde la mitad de la década de  los año 80 del siglo pasado. Pero realmente desde junio de 1980 me vinculé a VOZ Proletaria, como se llamaba entonces, bajo la dirección de Manuel Cepeda Vargas y como jefe de redacción, Edgar Caicedo, dos maestros del periodismo revolucionario.


Tenía bajo mi responsabilidad la coordinación de la separata “Juventud” que salía mensualmente y la página semanal juvenil de VOZ Proletaria. La elaborábamos con un  equipo de estudiantes, hombres y mujeres, de mucha calidad, entre ellos Jorge Enrique Botero, Hugo Ávila, Roberto Romero, Constanza Vieira, Ana María Fernández, entre otros. Era una época deliciosa, de aprendizaje. Hicimos periodismo con un mensaje dirigido a la juventud, en particular a los estudiantes, trabajadores y campesinos. Abrimos debates interesantes como el del servicio militar obligatorio y la universidad pública nocturna, por ejemplo.

¿Dónde estudió periodismo?

-No estudié periodismo ni ciencias de la comunicación. Estudié derecho. No concluí mis estudios porque me dediqué a la actividad política y al periodismo, como ya le dije de la mano de maestros como Manuel Cepeda y Edgar Caicedo; también aprendí con jóvenes periodistas, hoy verdaderos maestros, como Botero, Constanza Vieira, Romero y Ávila.

¿Nunca hizo un diplomado o un curso de periodismo?

-Soy totalmente empírico, aunque en 1979 realicé un curso en Budapest, República Popular de Hungría (como se llamaba antes), para jóvenes periodistas con énfasis en derechos de la juventud, promovido por la Federación Mundial de la Juventud Democrática (FMJD) en cuyo Buró permanente representaba a la Juventud Comunista Colombiana (JUCO). Lo dictaron expertos de  la Organización Internacional de Periodistas (OIP) que tenía la sede en Praga, República Socialista de Checoslovaquia (como se llamaba antes).

¿Cuál era la situación del país cuándo asumió la dirección de VOZ?

-En 1991 era muy difícil para la izquierda y por ende para el periódico también. Estaba en su apogeo la guerra sucia de exterminio contra el Partido Comunista y la Unión Patriótica. Las amenazas se extendían al Director de VOZ, a sus colaboradores y distribuidores regionales. Fueron años muy difíciles. La muerte asechaba a los revolucionarios. La intolerancia del régimen fue extrema, permitió que el paramilitarismo, aliado a sectores de la Fuerza Pública, a los organismos de inteligencia del Estado, narcotraficantes y politiqueros regionales, atacara a la izquierda en ascenso, en particular a la Unión Patriótica. Fue un genocidio, un exterminio sistemático. Casi toda una generación de comunistas y revolucionarios fue borrada del mapa. No hay nada igual.

Esta situación afectó a VOZ, porque su circulación se redujo. No podía llegar a muchas partes. En algunas regiones llevar o vender la VOZ era una sentencia de muerte. Cuando asumí la dirección, por ejemplo, en Urabá el eje bananero, región agroindustrial, proletaria y de trabajadores, se vendían 10 mil ejemplares semanales, al poco tiempo por decisión de la familia Castaño Gil y de las llamadas AUC no se vendía ni uno sólo. La UP y los comunistas fueron asesinados y expulsados de la región a sangre y fuego. En otras partes como en el Magdalena Medio y el Meta ocurrió lo mismo. En este último departamento, el Ejército no lo dejaba llegar a zonas agrarias porque “es el periódico de la guerrilla”, decían.

Y como si fuera poco, sobrevino una fuerte crisis económica debido al derrumbe soviético. VOZ no recibía “oro de Moscú” como solían decir los anticomunistas de todos los pelambres, pero si recibía el papel periódico soviético regalado. Había que traerlo desde puerto soviético y nacionalizarlo, salía bastante barato. Era una ayuda internacionalista enorme. Pero desde 1991 se suspendió el regalo, tuvimos que importar papel periódico y eso quebró la editorial y nuestras finanzas, estuvimos a punto de desaparecer
Pero nos sobrepusimos a todo ello con el esfuerzo del Partido Comunista, la ayuda de las organizaciones sindicales y populares y la terquedad del equipo de VOZ, que desafió el peligro y las amenazas de la guerra sucia, la persecución oficial y las adversidades económicas. Un equipo de héroes anónimos, admirable y revolucionario.

¿Qué significó para usted la Unión Patriótica?

-Fue la oportunidad que tuvo este país para la paz y la unidad de la izquierda, truncado todo por la intransigencia del establecimiento, la mezquindad de la clase dominante que cree que es ella la “designada por la providencia” para gobernar a este país a sangre y fuego si es necesario. La Unión Patriótica fue una propuesta de la guerrilla en diálogos de paz para tener un espacio político a donde llegar después de un exitoso proceso de paz, la enorme esperanza que despertó en sectores populares que la apoyaron fue suficiente para que el entramado criminal derechista la aniquilara con la ayuda y la complicidad del Estado. El exterminio de la UP fue expresión de la práctica de terrorismo de Estado en Colombia, con el pretexto de que era el “brazo político de las FARC”. Falacia inventada por los apologistas de la violencia, porque la UP fue una organización civil que hizo política sin armas y estaba integrada por destacadas personalidades, sindicalistas, líderes agrarios y jóvenes que irrumpían en la política provenientes de la JUCO y otras organizaciones revolucionarias.

Pero además este episodio siniestro de la historia política reciente demostró que la izquierda es indestructible, no puede ser borrada del mapa político ni siquiera a sangre y fuego. Se pagó un precio muy alto, pero sobrevivió. Ahora está comprometida en la construcción del Polo Democrático Alternativo y vuelve a enfrentarse a la violencia derechista y a la campaña sucia mediática para aniquilarlo. Los tiempos pasan, es inexorable, pero la clase dominante conserva sus métodos criminales y antidemocráticos.

¿Hay libertad de prensa en Colombia?

-Es letra muerta en la Constitución Política de Colombia. El artículo 20 de la Carta establece la libertad de opinión y de fundar medios de comunicación, pero es un derecho nugatorio como tantos otros derechos fundamentales. En Colombia hay presos políticos de opinión, como también se persigue a periodistas críticos y de oposición. No existen garantías democráticas para el libre y crítico ejercicio del periodismo. Los últimos ocho años fueron nefastos, de persecución y estigmatización. Son situaciones no resueltas aún. Como tampoco no hay estímulo para los medios alternativos, porque la millonaria pauta publicitaria estatal se asigna a los grandes medios de comunicación y a la “gran prensa” oficialista. Eso no ha cambiado. Ya sabemos cómo actuó el DAS durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez con métodos criminales e ilegales; lo grave es que esos procedimientos quieren legalizarse en la llamada ley de inteligencia y contrainteligencia que cursa en el Congreso de la República.

¿Cómo define a VOZ en este momento?

-Es un referente de la izquierda. Un medio de comunicación alternativo y revolucionario al servicio del pueblo y de la causa democrática y popular. Una necesidad en Colombia en el camino de la unidad de la izquierda, de la lucha por los derechos de los colombianos y las colombianas, la voz de los que no tienen voz, un agitador y un propagandista de la revolución y del socialismo. Son principios a los que no renunciamos, como tampoco a una política de amplitud y de sumar fuerzas en la búsqueda de la solución política y pacífica del conflicto, de la paz con justicia social

¿Se arrepiente de lo que hace?

-Me arrepiento de los errores y trato de superarlos. Es el  ejercicio de la autocrítica. Pero no me arrepiento de lo que hago, es un proyecto político, democrático y revolucionario para cambiar a Colombia, para ponerle fin a la violencia del poder y a la explotación despiadada del capital. Colombia no puede continuar bajo la dictadura de los capitalistas y de una clase dominante ambiciosa y cruel. Es el legado que le dejamos a la joven generación.

Martes 10 de mayo de 2011

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