El presidente brasileño, Lula |
El presidente brasileño estalló en llanto en su último discurso como gobernante, pronunciado durante una visita oficial a Pernambuco, donde nació hace 65 años. "Yo salgo de la Presidencia pero no se crean que ustedes se librarán de mí, porque yo estaré en las calles de este país para ayudar a resolver los problemas de Brasil", dijo emocionado. El sábado asumirá Dilma Rousseff.
Al hablar ante una multitud concentrada en la parte antigua de la ciudad, Lula lloró en por lo menos tres ocasiones, tanto al recordar su trayectoria de niño pobre de la localidad rural de Caetés, vecina a la ciudad de Garanhuns hasta el más alto cargo de la República como al escuchar el homenaje de un poeta local que expresó la gratitud de Pernambuco "al presidente más amado de la tierra brasileña".
"Me acuerdo en 1989, en Casa Amarela (un barrio pobre de Recife), salió una señora de una casita vieja y me dijo: 'Yo no votaré por ti porque me quitarás todo lo que tengo' (...) Volví a casa y le dije a Marisa (su esposa) que me sentía asustado, porque la gente a la que yo quería ayudar me tenía miedo. Y Marisa me dijo: 'Vuelve a intentar, porque algún día resultará'. Y resultó en 2002".
Lula aseguró que debe a Dios su victoria electoral: "Yo soy agradecido a Dios. De no haber sido por el dedo de Dios, no sería normal que un pobre de Caetés, que huyó del hambre, se convirtiera en presidente. El que no cree en Dios debe creer".
El mandatario también aprovechó el discurso para pedir apoyo a su delfín, Dilma Rousseff, quien lo reemplazará en el gobierno a partir del sábado próximo. "La palabra de orden es apoyar a la compañera Dilma (...) Ella hará mucho más. Yo salgo de la Presidencia, pero no se crean que ustedes se librarán de mí, porque yo estaré en las calles de este país para ayudar a resolver los problemas de Brasil", expresó.
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