miércoles, 24 de septiembre de 2008

¿Coincidencia?


*Carlos A. Lozano Guillén

La semana pasada en Popayán, un prestante profesional y académico me obsequió el texto de los once principios de la propaganda fascista, con rigor observados y promovidos por Joseph Gobbels, ministro de propaganda de Hitler. El documento, casi al pie de página, recuerda que la cita más famosa de Gobbels fue: “Una mentira, dicha muchas veces, se transforma en verdad”. Así era la orientación mediática y propagandística de la eminencia gris del régimen nazi.


Los principios recomendados se sustentaban en el enemigo único (englobar a todos los opositores como uno solo); método del contagio (reunir a los adversarios en uno solo, para reducir la capacidad de ataque); exageración y la desfiguración (cualquier detalle, por pequeño que sea, debe convertirse en una amenaza grave); vulgarización (la propaganda debe ser adaptada al menos inteligente de los individuos); orquestación (la propaganda debe estar enfocada en un reducido número de cosas a la vez); renovación (hay que renovar las ideas cada cierto tiempo para dar la sensación de cambio); verosimilitud (hay que buscar argumentos en muchos lugares, en todas partes y construirlos a partir de informaciones fragmentarias); silenciación (silenciar las noticias sobre las cuales no se tienen argumentos o que favorecen al adversario); transfusión (se deben aprovechar la historia y la cultura para convencer al público); y la unanimidad (convencer a los individuos de que todos deben pensar igual al resto de la sociedad). Así funcionó, con bastante eficacia, la propaganda nazi que movilizó multitudes. Al “enemigo” lo borraron del escenario público, primero ignorándolo en el imaginario colectivo y segundo a través del exterminio físico y criminal. Las SS se convirtieron en escuadrones de la muerte y en grupos de torturadores y de terror.


En Colombia se marcha, en la era uribista, hacia esa horrible noche fascista y de terrorismo de Estado. La oposición a Uribe (“el enemigo”) está reunida en un solo bloque: “los terroristas”, que no es de manera exclusiva la insurgencia armada, sino también la llamada izquierda democrática, los sindicatos y las organizaciones populares que cuestionan al inquilino de la “Casa de Nari”, como la llaman con afecto los paramilitares. También se orquesta el unanimismo, porque a la oposición la están borrando del mapa político en las encuestas, Uribe ya se acerca al cien por ciento del respaldo en los sondeos de opinión, mientras se combina la guerra sucia y el exterminio físico con la judicialización de la oposición política, en particular de izquierda, y de la lucha social. En la “Casa de Nari” también hay un aprendiz de Gobbels y se fomenta la mentira para convertirla en verdad. Son muchas las coincidencias.

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