Ian Coban, Owen Bowcott y Richard Norton-Taylor
The Guardian
Los documentos que sobrevivieron a la purga fueron
trasladados discretamente a Gran Bretaña donde fueron escondidos durante
50 años en un archivo secreto del Foreign Office, más allá del alcance
de los historiadores y público en general, en violación de la obligación
legal de ponerlos a disposición de la opinión pública.
El
archivo salió a la luz el año pasado cuando un grupo de keniatas
detenidos y supuestamente torturados durante la rebelión Mau Mau obtuvo
el derecho de demandar al gobierno británico. El Ministerio de Asuntos
Exteriores se comprometió a liberar los 8.800 expedientes de 37 ex
colonias escondidos en el centro de comunicaciones gubernamentales de
alta seguridad de Hanslope Park, en Buckinghamshire.
El historiador designado para supervisar la revisión y la transferencia, Tony Badger, master
del Clare College de Cambridge afirma que el descubrimiento del archivo
pone al Foreign Office en una posición “de vergüenza y escandalo.”
Estos documentos deberían haber estado en los archivos públicos desde la
década de 1980”, ha señalado. “Han retrasado este asunto por mucho
tiempo.” Los primeros documentos estarán a disposición del público el
próximo miércoles 28 de abril en el Archivo Nacional de Kew, en Surrey.
Los
documentos de Hanslope Park incluyen informes mensuales de inteligencia
sobre la “eliminación” de los enemigos de la autoridad colonial en la
década de 1950 en Malasia; registros que demuestran que ministros
británicos estaban al corriente de las torturas y los asesinatos de
insurgentes Mau Mau en Kenia, incluyendo el caso de un hombre que
afirman que fue “quemado vivo”; y documentos que detallan hasta qué
extremos llegó el Reino Unido para evacuar por la fuerza a los
habitantes de la isla de Diego García en el Océano Índico.
No
obstante, entre los documentos hay un puñado que muestran que muchos de
los documentos más sensibles de finales de la era colonial de Gran
Bretaña no fueron escondidos sino simplemente destruidos. Estos
documentos incluyen las instrucciones para la destrucción sistemática
dadas en 1961, después de que Iain Macleod, secretario de Estado para
las colonias, emitiera directivas según las cuales los gobiernos
posteriores a la independencia no debían recibir ningún material que
“pudiera poner en aprietos al gobierno de Su Majestad” o que pudiera
avergonzar a “miembros de la policía, fuerzas militares, funcionarios
públicos u otras personas, por ejemplo informantes de la policía”, que
pudieran poner en peligro las fuentes de inteligencia, o que pudieran
“ser utilizados de manera poco ética por ministros de los gobiernos
sucesores.”
Entre los documentos que parecen haber sido
destruidos había registros de los abusos sobre los insurgentes Mau Mau
detenidos por las autoridades coloniales británicas, que fueron
torturados y en ocasiones asesinados; informes que podrían aportar
detalles de la presunta matanza de 24 campesinos desarmados en Malasia
por los soldados de los Scots Guards en el año 1948; documentos
extremadamente sensibles en poder de las autoridades coloniales de Adén,
donde el Cuerpo de Inteligencia del ejército operó un centro de tortura
secreto durante varios años en la década de 1960; y documentos
altamente sensibles guardados por las autoridades en la Guayana
Británica, colonia cuyas políticas estaban muy influenciados por los
sucesivos gobiernos de Estados Unidos y cuyo líder de la independencia
fue derrocado en un golpe de Estado orquestado por la CIA.
Los
documentos que no fueron destruidos parece que se han mantenido en
secreto, no sólo para proteger la reputación del Reino Unido, sino
también para proteger al gobierno de eventuales litigios. Si el pequeño
grupo de ex prisioneros del Mau Mau tienen éxito en su acción legal,
probablemente miles de veteranos seguirán.
Se trata de un caso
que está siendo observado de cerca por ex guerrilleros de EOKA detenidos
por los británicos en 1950 en Chipre, y posiblemente por otros muchos
que fueron encarcelados e interrogados entre 1946 y 1967 cuando Gran
Bretaña combatió en una serie de acciones de retaguardia en varios
lugares de su cada vez más reducido imperio.
Los documentos
revelan que los funcionarios coloniales recibieron instrucciones de
separar los documentos que dejaban en el lugar tras la independencia
–generalmente conocidos como “archivos heredados” ( legacy files
)– de los que iban a ser seleccionados para su destrucción o retirada al
Reino Unido. En muchas colonias, éstas recibieron el nombre de
“archivos de vigilancia” y fueron sellados con una letra W en rojo.
Los
documentos de Kew describen un período de creciente ansiedad en medio
de temores de que algunos de los archivos de vigilancia incriminatorios
pudieran filtrarse. Se advirtió a los funcionarios de que serían
perseguidos si se llevaban a casa cualquier tipo de documentación, y
algunos efectivamente lo fueron. A medida que se acercaba la
independencia, grandes fardos de expedientes fueron retirados de los
ministerios coloniales y llevados a las oficinas de los gobernadores,
donde se instalaron nuevas cajas de seguridad.
En Uganda, el nombre en clave de la operación fue Operation Legacy
. En Kenia, funcionarios de los servicios secretos llevaron a cabo una
operación de investigación que describen como “una purga a fondo.”
Se
emitieron instrucciones claras de que los africanos no debían
participar en las operaciones, que estaban limitadas a “personas que
fueran funcionarios del gobierno de Kenia y ciudadanos británicos de
origen europeo.”
Se adoptaron medidas meticulosas para evitar que
los gobiernos de la independencia llegaran a saber de la existencia de
los archivos de vigilancia. Una de las instrucciones rezaba así: “Los
archivos heredados no deben dejar tras de sí ningún material susceptible
de observación. De hecho, la existencia misma de dichos archivos,
aunque pudiera suponerse, nunca debe ser revelada.”
Cuando un
archivo de vigilancia era retirado de un grupo de archivos heredados, se
creaba y se colocaba en su lugar un “archivo gemelo” fantasma. Cuando
esto no era posible, los documentos debían ser retirados en masa.
Existía la preocupación de que las directivas de Macleod fueran
reveladas –”hay, por supuesto, un riesgo de compromiso en caso de que se
conozca esta circular” - y los funcionarios que participaron en la
purga recibieron instrucciones incluso de mantener sus sellos “W” en
lugar seguro.
Muchos de los archivos de vigilancia terminaron en
Hanslope Park. Provenían de 37 ex colonias diferentes y llenaban 200
metros de estanterías. Pero cada vez es más evidente que gran parte del
material más comprometedor fue probablemente destruido. A los
funcionarios de algunas colonias, como Kenia, se les dijo que deberían
optar por la eliminación de los documentos en lugar de su traslado al
Reino Unido –“se hace hincapié en la destrucción” – y que no quedara
ningún rastro de cualquiera de los documentos o de su incineración. Una
vez quemados los documentos “los residuos deben ser reducidos a cenizas y
éstas disgregadas.”
Una idea de la magnitud de la operación y la
cantidad de documentos borrados de la historia nos la puede dar un
puñado de documentos de instrucciones que sobrevivieron a la purga. En
ciertas circunstancias, se les dijo a los funcionarios coloniales en
Kenia que “se permite, como alternativa a la destrucción por el fuego,
que los documentos sean empacados en cajas lastradas y se arrojen en
aguas muy profundas y sin corrientes, a la distancia máxima posible de
la costa.” Los documentos que se conservan de Malasia sugieren un
proceso de destrucción mucho más casual, que permitía a los funcionarios
relativamente novatos decidir lo que debía ser quemado y lo que debía
enviarse a Londres.
El doctor Ed Hampshire, especialista en
archivos diplomáticos y coloniales del Archivo Nacional, ha afirmado que
los 1.200 archivos hasta ahora transferidos desde Hanslope Park
representan “polvo de oro”, con alguna pepita ocasional para los
historiadores; más que un traslado es una exigencia de reinterpretación
de la historia inmediata. Sin embargo, sólo una sexta parte del archivo
secreto ha sido transferido hasta ahora. Se espera que el resto esté
depositado en Kew a finales de 2013.
Fuente: http://www.guardian.co.uk/uk/2012/apr/18/britain-destroyed-records-colonial-crimes
Fuente: http://www.guardian.co.uk/uk/2012/apr/18/britain-destroyed-records-colonial-crimes
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