No se
alcanzaron acuerdos trascendentes, reinaron las divisiones entre
latinoamericanos y estadounidenses y hasta algunos presidentes se fueron
dando un portazo, pero quedó una silenciosa ganadora de la Cumbre de
las Américas: Cuba.
Por primera vez en la historia, presidentes izquierdistas y
conservadores de la región limaron sus asperezas y se plantaron frente a
Estados Unidos exigiendo que el Gobierno de la isla sea sumado a las
reuniones continentales.
Aunque el reclamo fue vetado por Estados Unidos con apoyo de su
vecino Canadá, renovó las presiones sobre Washington y sobre la
patrocinadora de la cumbre en Cartagena, la Organización de Estados
Americanos (OEA).
“(Pasamos) del llamado consenso de Washington, el proyecto neoliberal
que se nos quiso imponer, a un naciente consenso sin Washington para la
unión de América Latina”, dijo el domingo Nicolás Maduro, canciller de
Venezuela, país que es el principal aliado de Cuba en el hemisferio.
La sorpresiva unidad de Latinoamérica -una región dividida durante
décadas entre ideologías de izquierda y de derecha- muestra la menguante
influencia de Washington.
Estados Unidos se opone a incorporar a Cuba en las Cumbres de las
Américas porque asegura que La Habana no muestra avances democráticos y
políticos suficientes para reintegrarse a la OEA, de donde fue expulsada
en 1962 poco después de que estallara la revolución de Fidel Castro.
Y mantiene un embargo comercial sobre la isla de cinco décadas que algunos dicen que es arcaico.
“Cuba seguramente volverá a tener protagonismo en otro tipo de
convocatorias que se van a abrir, mientras que Estados Unidos pasará a
sufrir el aislamiento y el señalamiento que ha vivido Cuba”, dijo el
analista en asuntos internacionales Vicente Torrijos, de la Universidad
El Rosario de Bogotá.
Para una parte de Latinoamérica, la OEA es un sistema de diplomacia
dominado por Washington que no ha logrado mantenerse al ritmo de los
cambios en la región.
“Me asombró hoy escuchar el discurso de José Miguel Insulza en
Cartagena. Pensaba que quien hablaba en nombre de la OEA, se ocuparía al
menos de reclamar el respeto a la soberanía de los países de este
hemisferio que a lo largo de siglos fueron colonizados”, dijo el ex
presidente cubano Fidel Castro, en un comentario publicado en Cuba
Debate el domingo por la noche.
“La Cumbre de Cartagena tiene escenas que no serán fáciles de olvidar”, sostuvo.
ADIOS AL PATIO TRASERO
Las críticas contra la OEA llegaron al punto en que 33 países del
continente, con la intencional ausencia de Estados Unidos y Canadá,
crearon en Caracas a fines del año pasado la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Aunque la idea del presidente venezolano Hugo Chávez de reemplazar a
la OEA con el nuevo organismo es bastante ambiciosa, al menos la CELAC
le restará algo de influencia a la organización con sede en Washington.
“Parece que Estados Unidos todavía quiere aislarnos del mundo, piensa
que va a seguir manipulando a Latinoamérica, (pero) eso va terminando”,
dijo el presidente boliviano, Evo Morales, en una entrevista con la
cadena de televisión Telesur.
“Yo siento que es una rebelión de países de América Latina frente a Estados Unidos”, agregó.
Hasta hace dos décadas, Washington lideraba el continente y la
mayoría de las economías latinoamericanas estaban alineadas a las
políticas de su mayor socio comercial.
Pero la indiferencia de Estados Unidos en los últimos años, combinado
con una mayor solidez de las economías de la región y el creciente peso
comercial de China -ya es el principal socio comercial de Brasil y de
otros vecinos- instalaron el sentimiento de que Washington ya no es
indispensable.
“Hay un mundo que se nos abre a la región muy interesante, con muchas
posibilidades y que por lo tanto hoy nuestro destino no está atado de
ninguna forma a una decisión norteamericana”, dijo en una reciente
entrevista con Reuters Diego Guelar, ex embajador argentino en
Washington.
“Nosotros fuimos el patio trasero, hoy la realidad no es así”, agregó.
Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela resolvieron no
participar en las próximas Cumbres de las Américas en las que Cuba no
sea invitada.
“Al final de cuentas no es ningún favor que se le estaría haciendo a
Cuba, sino un derecho arrebatado que se le estaría reconociendo a Cuba”,
sostuvo el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que estuvo ausente
en Cartagena en apoyo a la isla.
(Con información de Reuters)
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