Cartagena |
Renán Vega Cantor
Rebelión
“En
el capitalismo cultural, la caridad es parte del sistema económico,
antes existía una división entre la caridad y el capital, se ganaba
dinero y luego este se regresaba como caridad, pero ahora se han borrado
las fronteras y son parte del mismo acto, se fusiona la caridad con el
consumo”.
Slavoc Zizeck, "La hipocresía de la filantropía (la forma en que el sistema mantiene el Statu Quo)", en http://pijamasurf.com/2010/08/la-hipocersia-de-la-filantropia-la-forma-en-la-que-el-sistema-mantiene-el-status-quo/
“Así
como los peores dueños de esclavos fueron los que trataron con bondad a
sus esclavos, evitando así que los que sufrían el sistema tomaran
conciencia del horror del mismo, y los que observaban lo comprendiesen
(…) la caridad degrada y desmoraliza. (…) Es inmoral usar la propiedad
privada a fin de aliviar los terribles males que resultan de la misma
institución de la propiedad privada. Es a la vez inmoral e injusto".
Oscar Wilde, "El alma del hombre bajo el socialismo", disponible en http://upload.wikimedia.org/ wikipedia/commons/0/07/El_alma_del_hombre_bajo_el_socialismo.pdf
Shakira aparte de entonar con voz destemplada y en forma equivocada el
himno nacional de Colombia, fue la encargada de presentar en la Cumbre
de las Américas la “novedosa” idea del filantropicapitalismo, aplicado a
la educación. Ante centenares de capitalistas de América, la cantante
recitó una perorata neoliberal que duró veinte minutos. (Puede
consultarse la intervención en: http://www.youtube.com/watch?v=bA-f6L8UmtM).
Sostuvo que la inversión en educación temprana es un prometedor negocio
en el cual se obtienen ganancias inesperadas. Incluso, cuantificó esas
ganancias, señalando que por cada dólar invertido se pueden obtener 17
dólares de beneficios en su edad adulta, lo que indica la rentabilidad
de dedicarse a obras sociales, la esencia de lo que se denomina
filantropicapitalismo, en lo cual ella misma se presenta como un ejemplo
a imitar. Con seguridad, sabe por qué lo dice, por la exención de
impuestos y los privilegios tributarios de que ha gozado en Colombia y
en otros países. Repitió las formulas consabidas que la educación es un
instrumento que termina con la pobreza y que ella desde hace 17 años
viene realizando un proyecto filantrópico en educación que le ha
permitido redimir a unos 6 mil niños.
Les pidió a los
empresarios que invirtieran en educación y criticó por obsoleta y
anticuada la idea que el Estado es el que debe proporcionar educación.
Consideró que la educación no sólo ayuda a la gente a salir de la
pobreza, sino que tiene la virtud de convertir a las personas en
clientes potenciales, con lo que las empresas que invierten salen
ganando por partida doble: al obtener réditos directos en la educación y
al asegurar compradores futuros de sus productos. Esto, sostuvo, no es
la vieja caridad, que consistía en regalar algo a cambio de nada, sino
un negocio en el cual se invierte para obtener ganancias como
empresarios y fama mundial como filántropos, muy al estilo de Bill Gates
o de Georges Soros. Shakira anunció, además, que está adelantando
vastos proyectos educativos en distintos países de América Latina con la
fabulosa cobertura de 6.200 niños, de un total, léase bien, de 35
millones de niños que en toda América Latina no tienen acceso a ningún
tipo ni nivel educativo. Es decir, que su proyecto educativo de tipo
filantrópico, y con el que obtiene grandes dividendos económicos, le ha
resuelto los problemas de educación a un extraordinario 0.018 por ciento
de los niños del continente ¡Como quien dice que se necesitarían 5.385
empresarios filantrópicos para atender las necesidades de todos los
niños sin educación en America Latina y solucionar ese problema social,
que sólo ha sido resuelto en Cuba!
Este sermón neoliberal sobre
educación no es ninguna novedad, porque es el mismo que repiten como
una salmodia los tecnócratas y economistas Made in USA, los
rectores de las universidades, los voceros del Ministerio de Educación,
el Banco Mundial y los pedagogos neoliberales. La novedad estriba en que
haya sido una desafinada cantante la que haya asumido la vocería de ese
proyecto y la haya acompañado con la idea, que no es ni mucho menos de
su cosecha, que el filantropicapitalismo es el mejor medio para salir de
la pobreza y el atraso y para lograr construir la América Latina
“prospera, fuerte y segura que nos merecemos y que siempre hemos
soñado”. ¡Como se sabe, los sueños del capitalismo son la pesadilla de
los pueblos!
Pero el objetivo central de esta nota no es
comentar las “originales” ideas de Shakira sobre la educación, con las
cuales algún día podrá ser designada Directora General de la UNESCO o de
instancias parecidas. Mencionamos al filantropicapitalismo porque ella
lo nombró de manera explícita, y tenemos la intención de mostrar que el
laboratorio primigenio de experimentación del filantropicapitalismo fue
la VI Cumbre de las Américas, realizada en Cartagena.
Miremos
por qué en esa cumbre se dieron varias lecciones de desprendimiento
empresarial y corporativo, propias del Manual del Perfecto
Filantropicapitalismo Latinoamericano
Primera Lección: Filantropicapitalismo tropical invertido
Lo que sucedió con la orgía que los agentes secretos de Barack Obama
organizaron en la ciudad de Cartagena, ahora si entendemos porque la
llaman la Ciudad Heroica, es el más claro ejemplo de lo que Estados
Unidos entiende por filantropicapitalismo. Lo es porque los truhanes
gringos que se desempeñan como embajadores, agentes secretos, consejeros
militares, mercenarios, tienen la inveterada costumbre, propia de lo
que puede llamarse sin exageración imperialismo sexual, de
convertir a los lugares donde llegan en burdeles y a prostituir a las
jóvenes nativas, con el agravante que eso se hace a bajo precio o
gratis, como si fuera un honor para las mujeres de estas tierras que
sean mancilladas por los yanquis.
El filantropicapitalismo
invertido en este caso reside en que luego de satisfacer sus bajos
instintos, los guardaespaldas de Obama se negaron a pagar el precio
acordado con las trabajadoras sexuales, exigiendo filantropía de las
damas, que deberían ser comprensivas con el sacrificio que los matones
gringos realizan al venir a estas tierras tropicales y subdesarrolladas.
Ellos, aseguran, que están poniendo en peligro su seguridad al
atreverse a invertir su capital sexual de altísimo riesgo en estos
lares, a cambio de lo cual es normal que, luego de su sacrificio, las
trabajadoras sexuales los recompensen no cobrándoles por sus servicios y
antes por el contrario les agradezcan por fijarse en ellas. Por lo
demás, este es un típico ejemplo de la forma como Estados Unidos ve a
los países latinoamericanos y a sus pueblos, como burdeles habitados por
meretrices baratas, y a sus gobernantes como proxenetas
incondicionales, como lo acaban de mostrar con lujo de detalles los
gobernantes del protectorado yanqui, que todavía se sigue llamando
Colombia.
Segunda Lección: Empezó a funcionar el TLC entre Colombia y los Estados Unidos, o el filantropicapitalismo a vasta escala
Aunque con bombos y platillos y con la risa traidora de los que saben
que han entregado por un plato de lentejas las riquezas del país al
imperialismo estadounidense, diversos voceros del gobierno colombiano
anunciaron que a partir del 15 de mayo próximo entra en vigor el Tratado
de Libre Comercio entre Estados Unidos y Colombia. En realidad, éste
empezó a funcionar en la cumbre de Cartagena, y se inició con un
intercambio económico y sexual de tipo desigual: los guardaespaldas de
Barack Obama disfrutaron de lo lindo con unas trabajadoras sexuales de
Cartagena, pero se negaron a pagarles el precio de sus servicios. Una
clara muestra del filantropicapitalismo tropical que el Sur le ofrece al
Norte.
Este es un botón de muestra por adelantado de todo lo
que nos espera con respecto al filantropicapitalismo de los Estados
Unidos, en donde se va a repetir a vasta escala lo acontecido en un
hotel cartagenero. En efecto, en pocas semanas se va a generalizar el
saqueo de los recursos y del territorio colombiano y ya se dice que esto
es para el progreso y el beneficio del país y que debemos estar
agradecidos con los Estados Unidos por todos los sacrificios que han
hecho por los colombianos y por haber tenido la amabilidad de aprobar,
por fin, el Tratado de Libre Comercio. Con la llegada de productos de
los Estados Unidos va a aumentar aún más el desempleo y la informalidad,
pero los propagandistas oficiales y sus medios de desinformación
aseguran que se van a crear nuevos empleos como nunca antes.
Con
el TLC aumenta el acoso y asesinato a sindicalistas y dirigentes
populares en Colombia, pero tanto los círculos gubernamentales de los
Estados Unidos como los de aquí aseguran que ese acuerdo es una
bendición para los sindicatos. Se van a arrasar los ecosistemas, los
mares, los ríos, los bosques del país, como resultado de la búsqueda
insaciable de riquezas naturales y la creación de obras de
infraestructura de fuga, para sacar productos del país y llevarlos a
Estados Unidos, pero los periodistas nos dicen que todo esto va a
significar una mayor protección ambiental y aprovechamiento de nuestras
riquezas. Se va a privatizar lo que queda de educación y de cualquier
sector público, pero nos aseguran que tales medidas van a significar un
mejoramiento de los servicios y un ingreso de los empresarios privados
que van a ayudarnos a salir de la pobreza y el subdesarrollo, como
Shakira, pero lo único que hacen es generalizar el analfabetismo, la
ignorancia y la estupidez. Se van a destruir los endebles cimientos de
la producción agraria nacional, con la importación brutal de comida
basura procedente de los Estados Unidos, pero se nos quiere convencer
que vamos a mejorar nuestra dieta y nuestra seguridad alimenticia al
consumir esa chatarra.
Por si hubieran dudas de lo que estamos
diciendo, sólo baste mencionar dos hechos que muestran el nivel de
abyección al que puede llegarse en estas tierras de
filantropicapitalismo: de una parte, las posturas del gobierno
colombiano, encabezado por Juan Manuel Santos, en la Cumbre de Cartagena
ante la exclusión de Cuba y el reclamo argentino de las Islas Malvinas,
sobre los que guardó un silencio cómplice y se plegó a los dictados del
amo imperialista de los Estados Unidos; de otra parte, la actitud
antilatinoamericana asumida ante la visita de Mariano Rajoy, presidente
del gobierno de España, a quien Santos le dijo, en referencia a la
política de nacionalización de YPF en Argentina, que “a diferencia de
otros países aquí no expropiamos”. Una forma descarada de afirmar:
vengan y llevasen lo que quieran, como en los tiempos de la colonia,
cuando venían los virreyes y otros enviados de la monarquía ibérica.
Este es el verdadero filantropicapitalismo transnacional en
funcionamiento, con el cual, como siempre, nos queda la miseria y el
horror, mientras otros se quedan con nuestras riquezas y las ganancias.
Aparte de todo, no sobran los arrodillados, como Shakira, que digan que
todo lo que hacen los empresarios nos produce muchos beneficios.
Tercera Lección: El filantropicapitalismo del Estado colombiano
El discurso filantropicapitalista recalca la importancia de que los
capitalistas inviertan en obras sociales para obtener ganancias y que
ojala esa inversión se haga al margen del Estado o, cuando mucho, en una
relación en la que el Estado se limita a secundar al capital privado.
Pero en la Cumbre de Cartagena nada de eso sucedió, porque fue el Estado
colombiano el que invirtió a manos llenas para agasajar a todos los
invitados, entre ellos a cientos de empresarios que se hicieron
presentes en la Cumbre. En una clara muestra de filantropicapitalismo
estatista, el Estado colombiano y sus fuerzas represivas se dieron a la
tarea, y el término militar nunca fue tan preciso, de peinar la ciudad
de Cartagena, calle por calle, casa por casa, para sacar los pobres del
centro de la ciudad, porque la afeaban y eran una mala vitrina para la
venta del país al capital transnacional. Se sacaron de la zona histórica
de la ciudad hasta los perros, junto con mendigos, vendedores
ambulantes, cocineras populares y todos los que estorbaban. Se
remodelaron avenidas para que la caravana de Barack Obama compuesta de
una veintena de limosinas y coches lujosos no tuviera que hacer ninguna
parada en su camino. La ciudad se militarizó como nunca antes se había
visto, puesto que se emplearon miles de policías, militares, agentes
secretos, buzos y pilotos para custodiarla.
Todo este
dispositivo de seguridad, control y embellecimiento artificial de
Cartagena, junto con los gastos de la cumbre, han significado un elevado
costo para el erario público de Colombia, que puede haber llegado a los
50 millones de dólares (unos 100 mil millones de pesos colombianos),
una cifra que bien se hubiera podido invertir en escuelas, hospitales,
parques o universidades, a los que buena falta les hacen los recursos
estatales, en gran medida destinados al pago de la deuda externa y a
financiar la guerra contra los pobres de este país.
Por supuesto,
que nada de esto importa, porque de lo que se trata es de vender la idea
que Colombia es un seguro destino para la inversión extranjera, y que
como buenos esclavos de los Estados Unidos, los gobernantes de este país
están dispuestos a postrarse todo el tiempo y hacer hasta lo imposible
por mostrar su carácter incondicionalmente servil. En estas condiciones,
en la cruda realidad la filantropía funciona en un sentido contrario al
anunciado por los voceros del capitalismo. Eventos tan rimbombantes e
inútiles, como la Cumbre de las Américas, no son patrocinados por el
capital privado y sus empresas, sino por el Estado colombiano, el cual
empleó el patrimonio público para acoger al capital privado y permitir
que Barack Obama roncara durante dos noches en Cartagena, un privilegio
que no tienen todos los esclavos del mundo, pero que le ha resultado muy
costoso al pueblo colombiano.
(*) Renán Vega Cantor es historiador. Profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional, de Bogotá, Colombia. Autor y compilador de los libros Marx y el siglo XXI (2 volúmenes), Editorial Pensamiento Crítico, Bogotá, 1998-1999; Gente muy Rebelde, (4 volúmenes), Editorial Pensamiento Crítico, Bogotá, 2002; Neoliberalismo: mito y realidad; El Caos Planetario, Ediciones Herramienta, 1999; entre otros. Premio Libertador, Venezuela, 2008.
(*) Renán Vega Cantor es historiador. Profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional, de Bogotá, Colombia. Autor y compilador de los libros Marx y el siglo XXI (2 volúmenes), Editorial Pensamiento Crítico, Bogotá, 1998-1999; Gente muy Rebelde, (4 volúmenes), Editorial Pensamiento Crítico, Bogotá, 2002; Neoliberalismo: mito y realidad; El Caos Planetario, Ediciones Herramienta, 1999; entre otros. Premio Libertador, Venezuela, 2008.
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