Era obvio que los asalariados estuvieran en la vereda de enfrente del ajuste en Grecia. Lo que sorprende es que hasta la ONU lo criticara por poner en riesgo el empleo y la economía mundial.
Por: Emilio Marín
Como Argentina pasó por la durísima crisis económica y social de fines de 2001, en los medios locales interesan las noticias sobre Grecia, que atraviesa su propio drama con puntos de contacto con aquella experiencia. Y a la recíproca, en la población y los medios de comunicación helenos se advierte interés por saber de la debacle rioplatense y de cómo fue posible salir de ella.
Por eso es sabido en Argentina que en Atenas hay una economía en ruinas que no hace honor a su historia y cultura. Los enviados especiales de diarios reportan postales como ésta: "en Kolonaki, el barrio de las embajadas y los negocios de lujo -suerte de Recoleta ateniense-, los locales vacíos y las vidrieras sucias atravesadas por carteles que anuncian "cerrado por bancarrota" transmiten la triste sensación de un país a la deriva" (Luisa Corradini, "La Nación" 20/6).
La decadencia de la economía se grafica con la caída de su PBI en el primer trimestre del año: 4.5 por ciento. Es un dato clave para saber que el malestar social y político se profundiza. Resulta la prueba irrefutable de que el tremendo ajuste iniciado en mayo de 2010 por el primer ministro Giorgios Papandreu no tiene posibilidades de éxito. Al achicar y enfriar la economía, no puede emparejar sus números fiscales porque el Estado recauda menos. Ahorró millones de euros pero eso no le sirve para reunir más dinero y pagar la deuda, que es la madre de todas sus batallas (las del premier, no las de la población).
Y no se trata de poco dinero. Esa deuda llega a los 500.000 millones de dólares y supera en mucho al PBI del país. Es el 150 por ciento de su producto. Y las especulaciones de que Atenas no podría pagarla es el nudo de la cuestión, que le privó de créditos desde fines de 2009 y la puso al borde de la cesación de pagos. Grecia es como Ríver ante la B Nacional, a punto de caer.
El paquete de "ayuda" del Banco Central Europeo, el FMI y la Unión Europea, aprobado el año pasado por 155.000 millones de dólares, se supeditó a tantos ajustes, despidos, congelamiento de salarios y pensiones, privatizaciones, etc, que al final no logró sacar al enfermo de terapia intensiva. Y un año más tarde, la situación es aún más grave, con necesidad de otro paquete que de salvador no tiene nada.
Más importante que esos números de la economía son las tendencias políticas que genera la crisis. Hacia fuera, ese incendio amenaza desbordarse en dos direcciones principales, Europa y Estados Unidos. Infunde pánico no sólo en las Bolsas o economías sino también en los gobiernos respectivos. Angela Merkel de Alemania y Nicolas Sarkozy de Francia son los dos más asustados por un default griego pegando en sus propios territorios. Los bancos y aseguradoras germanas y galas son las más involucradas en préstamos al país en llamas. Barack Obama mira del otro lado del Atlántico sabiendo que no estará a salvo si hay derrumbe en el extremo oriental del Mediterráneo.
La rebelión.
Y hacia adentro del viejo país de los filósofos, el ajuste salvaje está rebelando multitudes. Los trabajadores han concretado tres paros generales en lo que va del año y llamaron a otro de 48 horas a fines de mes, cuando el Parlamento trate el plan de ajuste. La medida es de los agentes del sector público y privado. Grecia está indignada. En la plaza Syntagma de Atenas reviven las asambleas donde, a diferencia de las de varios siglos atrás, participan los esclavos del capital. Sus gritos de "ladrones" se escuchan en el Parlamento, donde se parapetan 155 legisladores del oficialista PASOK, dizque socialista, y muchos de la oposición conservadora, que es aún peor.
Es que los de Papandreu matan con el ajuste. Pero la "derecha-derech", además, quiere eliminar impuestos para ricos, siguiendo el legado de George W. Bush y los actuales republicanos que corren con esta teoría a Obama. Esto desfinanciaría aún más al estado helénico.
Hablando en plata, la Unión Europea ha dictado un ultimátum a Papandreu y su nuevo ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos. Si quieren recibir la quinta cuota del paquete de 2010, por 12.000 millones de euros, deben aprobar antes del 3 de julio la profundización del ajuste. Ese día la Unión Europea tiene previsto reunirse. Si el Congreso griego avaló el ajuste, enviaría la cuota, de lo contrario le bajaría el pulgar y quizás el 15 de julio la pesadilla del default se haya convertido en realidad.
El proyecto de ley aprobado por el gobierno y enviado al Congreso prevé un ahorro de 40.000 millones de dólares de aquí hasta 2015, mediante más recaudación de impuestos y más recorte del gasto.
Como siempre ocurre con recetas impuestas por el FMI, las principales víctimas son los sectores más vulnerables. Habrá en estos cuatro años un 25 por ciento menos de empleados públicos: 150.000 cesantes. Los que conserven su empleo tendrán congelados los salarios y pasarán de 37.5 a 40 horas de trabajo semanales.
Los impuestazos estarán a la orden del día, con lo que se espera recaudar 8.500 millones de dólares. La colecta sumará otros 70.000 millones de la misma moneda mediante la venta de empresas estatales, con el agravante de que los fondos así ingresados no estarán bajo control local sino internacional (FMI, UE y BCE). Esta condición es una ofensa política más inferida al pueblo griego y no a sus autoridades, que están dispuestas a aceptar sin chistar todo lo que ordenen esos poderes foráneos.
ONU deplora ajuste.
Semana a semana se suma presión a la caldera social que hoy es Grecia, sobre todo su capital. Las consecuencias políticas evidentes son una ruptura de la población más afectada con el partido "socialista" y la oposición conservadora. Algo nuevo parirá esa crisis. Y otro tanto si finalmente hay default, con contagio a otros países, comenzando por los más afectados en este momento: Irlanda, Portugal y España.
El sociólogo argentino Atilio Borón, que en marzo 2009 veía con gran claridad la profundidad de la crisis económica mundial pero tenía cierto escepticismo sobre los efectos políticos de la misma en las causas populares, acaba de publicar un análisis muy bueno, titulado: "¿Comienza una revolución anticapitalista?" (Página/12, 21/6).
Si a fines de mes el Congreso griego aprueba ingerir tan poderoso veneno, morirá buena parte de su gente por intoxicación fondomonetarista. Y si no le da el visto bueno al ajuste, la negativa de la Unión Europea equivaldrá a la cesación de pagos. En una u otra hipótesis habrá revueltas sociales en el extremo sur de Europa y en otras latitudes, en este vulnerable esquema de capitalismo globalizado. Se agita el fantasma del Lehman Brothers.
Ese olor a crisis, debacle, rebeliones populares y fin de época que se otea en el horizonte griego explica que entre las voces que se alzan advirtiendo lo que se viene se haya escuchado la de la ONU.
El miércoles de esta semana se conoció un informe presentado en Ginebra por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, que cuestionó las exigencias de los organismos financieros internacionales a los países con problemas económicos graves. El organismo mundial acusa a esas entidades de prestar escasa atención a las "consecuencias sociales" de los ajustes que promueven.
"Las medidas de austeridad adoptadas por países como Grecia y España frente al excesivo endeudamiento público no sólo amenazan el empleo en el sector público y los gastos sociales, sino que hacen que la recuperación sea más incierta y frágil", puntualiza el documento de Naciones Unidas.
El Informe, inspirado en una línea desarrollista y de políticas proactivas, del tipo de las adoptadas por Argentina en los últimos años, sostiene; "es esencial que los gobiernos tomen en cuenta las consecuencias sociales probables de sus políticas económicas sobre alimentación, salud y educación, para no penalizar el crecimiento económico a largo plazo".
Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde, Mauricio Macri y Elisa Carrió pueden sospechar que ese informe lo escribió algún burócrata de la ONU pagado "por el dinero de la caja negra K". No. Sucede que la entidad de Ban Ki moon o parte de ella tiene más sensibilidad que ellos sobre lo que se avecina en Atenas y no ven mal lo que hizo Argentina desde 2003 para reactivar la economía. Alfonsín, Duhalde y Macri, de nivel cultural cero, de Grecia sólo deben conocer el Partenón y alguna playa. Carrió debe haber estado al sol allí y a diferencia del trío, debe haber leído algún clásico griego, hace tiempo. Ninguno de esos opositores de derecha soportaría un debate con un indignado de la plaza Syntagma ni con un técnico de los que elaboró el informe de la ONU.
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