miércoles, 22 de junio de 2011

En 1941 sacaba la bandera nazi de la Acrópolis; en 2011 sigue resistiendo


Con 18 años trepó a la Acrópolis con un compañero para sacar la bandera nazi que ondeaba sobre Atenas, en una operación legendaria. Setenta años más tarde, Manolis Glezos sigue resistiendo, ahora contra la tutela extranjera impuesta a Grecia para que sanee sus cuentas.


En la noche del 30 mayo de 1941 los alemanes acababan de conquistar el último reducto aliado en Creta y “Hitler dijo en un discurso que Europa era libre. Nosotros queríamos demostrar precisamente que el combate comenzaba”, cuenta Manolis Glezos a la AFP, recordando su primera batalla política.

“Grecia ha conquistado su libertad, pero no su independencia. En la escala del sometimiento, rozamos el 100%, porque los extranjeros deciden todo”, dice este vigoroso octogenario, fustigando la situación financiera actual del país, dependiente de la asistencia exterior para evitar la suspensión de pagos.
Detenido tres veces bajo la ocupación nazi, Manolis Glezos escapó del pelotón de fusilamiento. Su hermano menor fue ejecutado en 1944. Su fotografía preside las pilas de libros, archivos y recuerdos que Manolis tiene en su modesto apartamento de un barrio periférico de Atenas, donde vive con su mujer.

Su compromiso en la resistencia antinazi, y luego su militancia comunista bajo regímenes autoritarios y militares le costaron a Manolis Glezos dos condenas a muerte y doce años en “casi todas las cárceles del país”.
A los 88 años, no ha perdido un ápice de su combatividad al servicio de sus convicciones de extrema izquierda, y desea que la juventud tome el relevo “para bajar todas las banderas opresivas”.

Al contrario que muchos griegos, exasperados por las exigencias de rigor presupuestario de Alemania, el ex resistente prefiere distinguir entre el ocupante de los años 1940 y el puntilloso socio de la zona euro actual.
Para él, “el enemigo es el G20, la unión de los imperialistas”.

Para salir de la crisis, Manolis Glezos cree que Grecia sólo debe contar consigo misma. Su receta: “no emplear un euro en gastos militares”, negarse a reembolsar una deuda “que no es legítima”, combatir el fraude fiscal y “a quienes acumulan cargos en el sector público”, y al mismo tiempo “proteger la sanidad, la educación y la investigación”.
También propugna que Alemania pague su propia deuda, reembolsando el préstamo obligatorio hecho al régimen nazi, “la única vez que Grecia prestó en lugar de pedir prestado”, dice con malicia.
“Con las indemnizaciones de guerra”, cuyo derecho a reivindicar se sigue reservando Atenas, “hay 162.000 millones de euros, sin los intereses”.

En la principal plaza de Atenas, Syntagma, miles de personas se manifiestan desde hace tres semanas para protestar contra una crisis de deuda pública que ha obligado al gobierno a emprender un draconiano plan de rigor, con reducciones de salarios, congelaciones de pensiones y aumentos de impuestos.

Allí, banderolas y carteles hacen eco a las reivindicaciones del viejo resistente, con llamados a “la independencia nacional” y el lema “no debo nada, no pago”.

“Al comienzo de la ocupación, la resistencia era sobre todo pasiva. Cuando escalamos a la Acrópolis no nos cruzamos con otra gente que estuviera haciendo lo mismo. Pero día a día nos fuimos haciendo más numerosos. Ahora también, la corriente de resistencia aumenta”, dice Manolis Glezos.
(Con información de AFP)

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