Con 18 años trepó a la Acrópolis con un compañero para sacar la bandera nazi que ondeaba sobre Atenas, en una operación legendaria. Setenta años más tarde, Manolis Glezos sigue resistiendo, ahora contra la tutela extranjera impuesta a Grecia para que sanee sus cuentas.
En la noche del 30 mayo de 1941 los alemanes acababan de conquistar el último reducto aliado en Creta y “Hitler
dijo en un discurso que Europa era libre. Nosotros queríamos demostrar
precisamente que el combate comenzaba”, cuenta Manolis Glezos a la AFP, recordando su primera batalla política.
“Grecia ha conquistado su libertad, pero no su independencia.
En la escala del sometimiento, rozamos el 100%, porque los extranjeros
deciden todo”, dice este vigoroso octogenario, fustigando la
situación financiera actual del país, dependiente de la asistencia
exterior para evitar la suspensión de pagos.
Detenido tres veces bajo la ocupación nazi, Manolis Glezos escapó del
pelotón de fusilamiento. Su hermano menor fue ejecutado en 1944. Su
fotografía preside las pilas de libros, archivos y recuerdos que
Manolis tiene en su modesto apartamento de un barrio periférico de
Atenas, donde vive con su mujer.
Su compromiso en la resistencia antinazi, y luego su militancia
comunista bajo regímenes autoritarios y militares le costaron a Manolis
Glezos dos condenas a muerte y doce años en “casi todas las cárceles del
país”.
A los 88 años, no ha perdido un ápice de su combatividad al servicio
de sus convicciones de extrema izquierda, y desea que la juventud tome
el relevo “para bajar todas las banderas opresivas”.
Al contrario que muchos griegos, exasperados por las exigencias de rigor presupuestario de Alemania, el ex resistente prefiere distinguir entre el ocupante de los años 1940 y el puntilloso socio de la zona euro actual.
Para él, “el enemigo es el G20, la unión de los imperialistas”.
Para salir de la crisis, Manolis Glezos cree que Grecia sólo debe
contar consigo misma. Su receta: “no emplear un euro en gastos
militares”, negarse a reembolsar una deuda “que no es legítima”,
combatir el fraude fiscal y “a quienes acumulan cargos en el sector
público”, y al mismo tiempo “proteger la sanidad, la educación y la
investigación”.
También propugna que Alemania pague su propia deuda, reembolsando el
préstamo obligatorio hecho al régimen nazi, “la única vez que Grecia
prestó en lugar de pedir prestado”, dice con malicia.
“Con las indemnizaciones de guerra”, cuyo derecho a reivindicar se
sigue reservando Atenas, “hay 162.000 millones de euros, sin los
intereses”.
En la principal plaza de Atenas, Syntagma, miles de personas se
manifiestan desde hace tres semanas para protestar contra una crisis de
deuda pública que ha obligado al gobierno a emprender un draconiano
plan de rigor, con reducciones de salarios, congelaciones de pensiones y
aumentos de impuestos.
Allí, banderolas y carteles hacen eco a las reivindicaciones del
viejo resistente, con llamados a “la independencia nacional” y el lema
“no debo nada, no pago”.
“Al comienzo de la ocupación, la resistencia era sobre todo pasiva.
Cuando escalamos a la Acrópolis no nos cruzamos con otra gente que
estuviera haciendo lo mismo. Pero día a día nos fuimos haciendo más
numerosos. Ahora también, la corriente de resistencia aumenta”, dice
Manolis Glezos.
(Con información de AFP)
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