Por Hernando López
*Manejar a muchos generalmente es lo mismo que manejar a pocos. Se trata de un asunto de organización. El arte de la guerra, Sun Tzu
El país está viviendo una espiral del escalamiento del conflicto en los últimos meses, con acciones militares de la guerrilla de gran escala. Ataques a poblaciones en Cauca, Caquetá, Huila y otras regiones del sur del país, se repiten semana tras semana, como no se registraban en el último tiempo. En otras ocasiones, decretada la desaparición de la guerrilla desde los escritorios de los generales en Bogotá, en poco tiempo los grupos insurgentes reaparecían con pequeñas o grandes acciones, algunas espectaculares, que demostraron que mientras exista el conflicto interno, será difícil que una de las fuerzas en contienda venza al enemigo.
Augusto Ramírez Ocampo, hombre de paz, fallecido la semana pasada, no se cansó de repetir, una y otra vez, que mientras exista la guerra, estaremos expuestos a todo tipo de actos militares de las partes, incluyendo acciones atroces. Esta es la razón suprema para detenerla.
Los militares y la clase dominante en Colombia, que adelantan la guerra desde hace seis décadas sin definición, aunque cada cierto tiempo anuncian el “fin del fin”, creen que de manera caprichosa y por decreto pueden acabarla, certificando la defunción de las organizaciones guerrilleras. Mientras los analistas oficiales y de la derecha se revientan los sesos para analizar el fenómeno del conflicto, el cual, por cierto, en los últimos ocho años de los dos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez fue negado, porque según la versión oficial la guerrilla está casi que derrotada. El ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, para justificar su incapacidad y los pocos resultados que presenta en una ofensiva insurgente de varias semanas, dice que es la “pabloescobarización” de la guerrilla, que perdió todo norte revolucionario, como si alguna vez se lo hubieran reconocido con sinceridad para una solución pacífica y dialogada del mismo. Mientras que algunos derechistas del uribismo le cuestionan a Rivera haber abandonado el yunque de la “seguridad democrática”.
La realidad de la guerra
Otros analistas independientes, más bien, reconocen que el conflicto está lejos de resolverse y que la supuesta contención de la guerrilla es parte de su táctica para recomponer las fuerzas. Sun Tzu, en El arte de la guerra, dice en uno de sus principios: “El que sabe cuándo puede y cuándo no puede luchar, saldrá victorioso”.
Los golpes recientes de la guerrilla, que sólo pueden explicarse como resultado del escalamiento del conflicto, como también los éxitos de la “seguridad democrática” en el terreno militar en los años recientes, son la expresión de la crudeza de la guerra en su dimensión y barbarie. ¡Es la guerra, estúpido!, se puede decir parafraseando la célebre advertencia. Distante de la defensiva total que se le atribuye a la insurgencia. “Defensa absoluta contradice por completo el concepto sobre la guerra, pues entonces solo un bando llevaría a cabo la lucha, síguese(sic) que en la guerra la defensa es relativa”, dice uno de los teóricos de la guerra, el general prusiano Karl Van Clausewitz. Y agrega: “La defensa es una forma más poderosa de guerra que el ataque”.
Para el comandante de las Fuerzas Militares, almirante Edgar Cely, la explicación es sencilla. Las Farc cambiaron de estrategia y ahora están en una ‘guerra de guerrillas’, pero esos golpes no han diezmado a la tropa. Descubrió el agua tibia, porque en realidad las guerrillas colombianas, como fuerzas irregulares, siempre han practicado la guerra de guerrillas. “La flexibilidad en dispersar, concentrar y cambiar es la manifestación concreta de la iniciativa en la guerra de guerrillas, mientras que la inflexibilidad y lentitud llevan inevitablemente a una posición pasiva y a incurrir en pérdidas innecesarias”, dice Mao interpretando a Sun Tzu.
Distintas versiones
Trata de entenderlo el almirante Cely, en recientes declaraciones a Caracol Radio: “Cambiaron su estrategia y están generando una situación que entendemos perfectamente, pero nosotros también estamos cambiando nuestra estrategia. No estamos sintiendo ningún tipo de derrota, jamás”, afirmó. A su manera lo explica el general en retiro, Eduardo Herrera Berbel, en el Colombiano del pasado 17 de junio: “Es imperativo robustecer la percepción de seguridad, hoy impactada por acciones tacticomediáticas de actores violentos en algunas regiones del país, pero sin paranoia descalificadora y derrotista. Es claro que aún la guerra contra los violentos no está ganada. Hay que persistir en doblegar la voluntad de lucha de las Farc y el ELN”.
Alfonso Cano, comandante de las FARC, en entrevista a un portal español de hace pocos días da su versión: “En los últimos 9 años, y como consecuencia de la mayor injerencia militar de Washington en los asuntos internos de Colombia, la guerra se ha intensificado. Hemos sufrido golpes. Las muertes de Raúl, de Jorge, de Iván Ríos y de muchos camaradas, nos duelen y nos generan ese dolor revolucionario que desata, incontenible, mayor compromiso con nuestros ideales de socialismo. Ya las hemos asimilado. Con el legado y ejemplo de nuestros héroes y mártires, las nuevas promociones toman su lugar y trinchera, nuevas promociones de revolucionarios dispuestos, como los más antiguos, a darlo todo, hasta la vida, por los objetivos de la Nueva Colombia. Pero, se sabe que en toda guerra hay muertos, de ambos bandos, y la colombiana no es la excepción”.
Lo cierto es que son casi seis décadas de esta lógica absurda. Un ciclo infernal que se repite sin que ninguno de los bandos logre la victoria. No vale la táctica mediática porque en la realidad las enormes bajas guerrilleras y las de la Fuerza Pública están a la vista. Pueden magnificarse en los titulares de prensa o ser reales en muchos casos, pero continúa el círculo vicioso y el anuncio pintoresco de que ya llegará la madre de todas las batallas. Las difíciles condiciones sociales, el hambre, la miseria y la antidemocracia, son el caldo de cultivo para el incremento de las filas insurgentes. “Un niño se va para la guerra porque es un país en conflicto. Es una estrategia de supervicencia”, dice Natalia Springer, columnista y analista política.
Las cifras, que se manipulan para ejercicios macabros, revelan que no sólo la guerrilla es blanco de los rigores de la guerra. Las bajas son en ambos bandos. El Gobierno le oculta el drama de la guerra al país, como lo hicieron los gringos en Vietnam o más reciente en Irak. Entre enero y mayo del presente año, 167 integrantes de la Fuerza Pública cayeron en combate, 108 eran militares y 59 policías; en 2010 fueron 460 militares y policías los que ofrecieron su vida por defender el statu quo en una guerra, que hubiera podido acabar hace muchos años por la vía política y de la negociación.
El conflicto, reconocido por el Gobierno pero para justificar la guerra y los operativos militares de gran escala, solo puede resolverse por la vía política del diálogo y la construcción de democracia. Es la gran lección que se deriva del ejercicio de analizar la guerra y de sus incidencias sociológicas en la vida del país. Si no se asimila esta realidad, las partes volverán a sentarse a la mesa después de quién sabe cuántos muertos más.
Semanario VOZ
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