Profesor Medófilo Medina |
SEMANA.- Medófilo Medina utiliza la expresión ‘sentido común’ para definir la relación entre ciudadanía y el impulso a un eventual proceso de paz. Ese ‘sentido común’ fue el motor que lo llevó a escribirle en junio del 2011 al entonces jefe de las FARC, ‘Alfonso Cano’, una carta con serios planteamientos sobre el porqué de la necesidad de continuar con la lucha armada.
Y sin otra pretensión que servir de telonero a un debate crucial para el país, la correspondencia que inició Medina con la guerrilla busca, dice él, iniciar un gran esfuerzo para ese doliente colectivo que es la paz, a partir de que la sociedad entienda, dice, que de lado y lado del conflicto existen personas de carne y hueso.
Semana.com: Usted ha estudiado como pocos el comunismo y conoce mucho sobre las FARC, gracias a sus investigaciones ¿cómo era ‘Timochenko’ antes de asumir la jefatura del grupo guerrillero y cómo es ahora?
Medófilo Medina: De ‘Timochenko’, pensando en el secretariado, es del que menos tengo conocimiento, no lo he visto personalmente. No es una figura de la cual me había ocupado antes, desde luego sabia la región donde operaba y por testimonios de gente que lo conoció durante las conversaciones del Caguán, tenía la idea de que era una persona un tanto tímida en la conversación. Sin embargo, ahora no sólo me llama la atención su lenguaje escrito, sino el tono, el estilo y los protocolos de comunicación que usa. Es una figura que me despierta mucha curiosidad.
Semana.com: En la carta que le envió a ‘Cano’, usted cuestiona la decisión de mantener la guerra por parte de las FARC, ¿le pareció suficiente la respuesta de ‘Timochenko’?
M.M.: No. Yo creo que si es preciso escoger algunos puntos en los que se mantiene el desacuerdo, uno de ellos es ese. Creo que desde hace ya varios años la lucha armada o el conflicto interno debieron haber alcanzado una solución política. En Latinoamérica fueron varios los países en los que hubo lucha armada, como Argentina, México, Venezuela, Paraguay, y a estas alturas todos esos países encontraron una salida negociada.
Semana.com: ¿Y qué pasa en Colombia?
M.M.: Los países tienen sus peculiaridades y Colombia la tiene, pero no veo que ellas expliquen la coexistencia de la lucha armada. Creo que se ha madurado desde hace mucho tiempo la salida al conflicto interno. Ahora, como dice ‘Timochenko’, no es tan fácil en los hechos, encontrar esa salida. Hay intereses muy poderosos que alimentan la guerra, intereses de orden económico o corporativo para los que el conflicto resulta funcional porque permiten que determinados sectores florezcan. La paz es muy difícil y por ese motivo es más fácil mantener las dinámicas de la guerra.
Semana.com: En los procesos de paz que usted mencionó de América la sociedad jugó un papel importante, ¿qué pasa aquí?
M.M.: Lo interesante de la coyuntura actual es que hay signos de sectores que quieren tomar esa iniciativa. Me parece importante que la sociedad civil a nivel nacional constituya sectores amplios que sean los dolientes de un autentico proceso de paz.
En la causa de la paz hay muchos espacios para trabajar. Por ejemplo, está el de esclarecer el conflicto; el de comprender la historia de Colombia; el trabajo que hace mucha gente en las regiones. Me sorprendo de ver a los estudiantes y a las personas que se encuentran desarrollando proyectos de investigación en los que siempre se puede percibir muchas novedades.
Semana.com: Me imagino que tendrá muchas anotaciones de la carta que recibió de ‘Timochenko’. ¿Qué lo defraudó y que le entusiasmó?
M.M.: Debo señalar el tono respetuoso, hay un esfuerzo por no lastimar personalmente al interlocutor. También la búsqueda de algunas coincidencias, aunque me parece que son mucho menores a las divergencias que se mantienen. De las cosas más fuertes en la divergencia que encontré en las FARC es que mantienen la argumentación de que sólo por el camino de la lucha armada se podrán coronar los esfuerzos que hagan los sectores populares para cambiar la situación.
Hay algo que me ha impresionado siempre, y que está en la carta, y es que no se hacen cargo de que históricamente se ha mostrado que no es posible tener un aparato militar con banderas de izquierda que compatibilice su lucha, que las haga funcionar con el conjunto de otras luchas populares que transcurren por vías políticas.
Semana.com: ‘Timochenko’ habla de una "urgencia de hablar". ¿Usted encuentra novedades que hagan pensar que realmente hay una intención por parte de las FARC de hablar o que, por el contrario, y cómo opinan algunos sectores, se trata de una estrategia para ganar el espacio perdido?
M.M.: No creo que esa última interpretación tenga validez. He visto que algunos sectores de la opinión ven los pronunciamientos de ‘Timochenko’ como un esfuerzo por llegar a los sectores de opinión no reivindicando el apoyo a la lucha armada sino hablando sobre un posible proceso de negociación. ¿Qué tan profundo es? No lo sé. Pero una de las cosas es responder a esas novedades de manera atenta y no mediante el desplante.
Curiosamente, y si uno compara los lenguajes, el de ‘Timochenko’ y las descargas contra él ¿quién es el que está repitiendo lenguaje?, ¿quiénes están reiterando fórmulas que ya caducaron? Leí en las últimas horas en la prensa que el Ministerio del Interior dice que no hay ninguna negociación, eso es cierto. Pero eso no significa que no haya contactos.
Semana.com: ¿Cuáles son los puntos que quedaron pendientes de la agenda del Caguán y que reclama ‘Timochenko’?
M.M.: Habría que preguntárselo a él específicamente. Sin embargo, hay que entender el contexto del mensaje de las FARC al Gobierno: no están proponiendo otro Cagúan, que es obvio que la opinión pública no va a aceptar. Que los medios hubieran publicado sólo el extracto del Caguán de la carta de ‘Timochenko’ es una tergiversación.
Semana.com: En la coyuntura actual, ¿se les puede creer a las FARC cuando hablan de liberaciones?
M.M.: La liberación de seis de ellos está, me parece, en marcha. Creo que harían un acto muy importante al liberarlos a todos. Entiendo cuando las FARC dicen que no están dispuestos a un proceso de entregas de las armas y de la cancelación de la lucha armada sin negociaciones previas, la desmovilización unilateral. Pero en cambio, la entrega unilateral de la gente aún retenida por ellos en la selva me parece completamente posible y necesaria. Yo creo que la opinión pública debe urgir a las FARC en esa dirección, como la opinión pública debe exigir que el Gobierno renuncie a todo intento de liberación de los secuestrados.
Semana.com: ¿Seguirá escribiéndole a ‘Timochenko’?
M.M.: Ante todo, como dije en un artículo que escribí después de mandar mi carta a ‘Cano’, mi papel fue de telonero en un debate. Son menos importantes las cartas de Medófilo Medina que la posibilidad de que se abra un compás de análisis y de correspondencia con las FARC, que ojalá vaya más allá de la circunstancia personal.
No le escribí para producir un efecto en el interlocutor, sino para llamar la atención de la opinión pública y mostrar que de uno y otro lado intervienen seres humanos de carne y hueso.
Puede que tenga ganas de contestarle a ‘Timochenko’, pero lo más importante es el debate necesario para hacer el gran esfuerzo de construir ese doliente colectivo que es la paz.
Semana
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