*Carlos A. Lozano Guillén .-VOZ ed. 2621 11 al 17 de enero de 2012
El anticomunismo es tan antiguo como la aparición del socialismo científico. En los dos primeros párrafos del Manifiesto del Partido Comunista, escrito por Carlos Marx y Federico Engels, en 1848, quedó consignado para la historia lo siguiente: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para cazar a este fantasma: el papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los policías alemanes”.
Agregaron que cualquier opositor a las tiranías de la época es tildado de comunista para perseguirlo y zaherirlo. Concluyen los dos teóricos inmortales, que es la demostración de que el comunismo es reconocido como una fuerza por todas las potencias europeas.
Desde entonces, a pesar de que han transcurrido 164 años con veloces y radicales cambios en todos los dominios de la vida, la impostura no ha sido modificada. Un fantasma recorre el mundo: el fantasma del comunismo. A pesar de que hace veinte años se derrumbó la Unión Soviética y cayó el Muro de Berlín, hechos que motivaron la alegría de los capitalistas y la declaración de muerte del comunismo y hasta de la historia.
Sin embargo, surgida la actual profunda crisis del capitalismo en el mundo unipolar, estremecida la vieja Europa y Estados Unidos por movimientos inconformes, renace el anticomunismo de manera más feroz y beligerante. Es el reconocimiento de su plena vigencia, en medio de una crisis capitalista que confirma la dinámica de la lucha de clases como motor de la historia y de los cambios, como lo previeron Marx y Engels hace casi 200 años.
Este anticomunismo de nuevo cuño es la aceptación de que la ideología comunista es vigente y una real alternativa al fracaso histórico capitalista y a las contradicciones entre el capital y el trabajo. Lo que ocurre es que la burguesía, la de antes y la de ahora, es totalitaria por naturaleza. Fomenta el unanimismo; y el pluralismo ideológico que practica es de dientes para fuera. El comunismo, para ellos, es un error de la historia que hay que eliminar de cualquier forma, inclusive a través de la violencia como se ensayó en Colombia y en otras latitudes, prácticas heredadas de los nazifascistas en la mitad del siglo pasado.
En la “civilizada” Europa hay gobiernos que quieren prohibir el comunismo; mientras que en América Latina gobernantes e ideólogos de la derecha arremeten contra él con todo tipo de sandeces y calumnias. Hasta se duelen y aterrorizan que líderes juveniles, sindicales y populares militen en las filas comunistas.
Los que no han cambiado son los capitalistas que fomentan los mismos dogmas y las mismas ideas absolutistas para conservar el poder.
carloslozanogui@etb.net.co
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