VOZ Ed. 2614 Editorial pág. 5
Conocidos los resultados electorales del pasado domingo 30 de octubre, negativos para el Polo Democrático Alternativo, comienzan a divulgarse todo tipo de balances y análisis, desde quienes celebran el entierro de la izquierda y del único partido de oposición al Gobierno, hasta los que subestiman la gravedad del retroceso electoral, más allá de lo que estaba previsto por la campaña liquidacionista de la derecha, los grandes medios de comunicación y sus aliados conversos; y, por supuesto, por los propios errores, particularmente al frente de la administración en Bogotá, por “alcaldes elegidos por el Polo, pero que gobernaron sin éste”, como lo repitió varias veces el maestro Carlos Gaviria Díaz.
Sin embargo, para los medios y los analistas de la derecha, la positiva labor de Clara López Obregón, en pocos meses, presidenta del Polo Democrático Alternativo en “préstamo” como alcaldesa encargada, reconocida con altos niveles de aceptación en las encuestas, no es demostración palpable de la capacidad de la izquierda para gobernar bien a la capital del país. Pesó más la campaña mediática que compromete a los hermanos Moreno Rojas, distinguidas personalidades del PDA, en actos de corrupción del llamado carrusel de la contratación en Bogotá, pero también a concejales y otros funcionarios de los partidos tradicionales, de la U, verdes y otros, ahora en desfile por la Fiscalía General de la Nación.
Fue una campaña difícil para el Polo en todo el país. Sometida a la acción sectaria y excluyente, a la falta de garantías, a la dictadura de las encuestas y a la censura de prensa, agravada por el “voto castigo” como lo reconoció la alcaldesa Clara López.
El triunfo de Gustavo Petro en Bogotá, postulado por el Movimiento Progresistas, es incuestionable. Derrotó al candidato verde-uribista Enrique Peñalosa y a Gina Parody, otra aspirante del establecimiento, en una campaña que invisibilizó a los demás candidatos.
Conocidos los resultados electorales del pasado domingo 30 de octubre, negativos para el Polo Democrático Alternativo, comienzan a divulgarse todo tipo de balances y análisis, desde quienes celebran el entierro de la izquierda y del único partido de oposición al Gobierno, hasta los que subestiman la gravedad del retroceso electoral, más allá de lo que estaba previsto por la campaña liquidacionista de la derecha, los grandes medios de comunicación y sus aliados conversos; y, por supuesto, por los propios errores, particularmente al frente de la administración en Bogotá, por “alcaldes elegidos por el Polo, pero que gobernaron sin éste”, como lo repitió varias veces el maestro Carlos Gaviria Díaz.
Sin embargo, para los medios y los analistas de la derecha, la positiva labor de Clara López Obregón, en pocos meses, presidenta del Polo Democrático Alternativo en “préstamo” como alcaldesa encargada, reconocida con altos niveles de aceptación en las encuestas, no es demostración palpable de la capacidad de la izquierda para gobernar bien a la capital del país. Pesó más la campaña mediática que compromete a los hermanos Moreno Rojas, distinguidas personalidades del PDA, en actos de corrupción del llamado carrusel de la contratación en Bogotá, pero también a concejales y otros funcionarios de los partidos tradicionales, de la U, verdes y otros, ahora en desfile por la Fiscalía General de la Nación.
Fue una campaña difícil para el Polo en todo el país. Sometida a la acción sectaria y excluyente, a la falta de garantías, a la dictadura de las encuestas y a la censura de prensa, agravada por el “voto castigo” como lo reconoció la alcaldesa Clara López.
El triunfo de Gustavo Petro en Bogotá, postulado por el Movimiento Progresistas, es incuestionable. Derrotó al candidato verde-uribista Enrique Peñalosa y a Gina Parody, otra aspirante del establecimiento, en una campaña que invisibilizó a los demás candidatos.
Algunos medios y personas le atribuyen a Petro la representación de la izquierda y hasta ser el velado candidato del Polo Democrático. En verdad ni lo uno, ni lo otro. Gustavo Petro nada tiene que ver con el Polo Democrático Alternativo, es más, se prestó en la campaña sucia para liquidarlo. El de Petro es otro proyecto que no refleja el Ideario de Unidad ni el programa que con toda seriedad y responsabilidad, Aurelio Suárez Montoya presentó a los bogotanos en su calidad de candidato del PDA a la Alcaldía. Bien comentado en el nivel de los expertos del tema, críticos y el mundo de la academia.
Quizás con Petro puedan establecerse coincidencias en el futuro si cumple las promesas sociales. Si es el caso con la reapertura del Hospital de la Hortúa y la creación del Hospital Universitario público, así como el apoyo a los avances sociales, en salud y educación de las dos administraciones del Polo, que lograron bajar los niveles de pobreza en la capital. Pero también podrán surgir diferencias. Por ejemplo con el anunciado sistema de peajes en el perímetro urbano, el fortalecimiento policivo en las políticas de seguridad y en el despropósito de convertir a los taxistas en redes de informantes al estilo del nefasto Gobierno de Uribe Vélez. También en su intención de acercarse al presidente Santos para cooperar en la aplicación del Tratado de Libre Comercio en Bogotá. Son visiones distintas, que colocan al mandatario triunfante y al Polo en puntos de contradicción.
En el plano nacional el Polo no tiene por qué cambiar su actitud de oposición al Gobierno y al régimen. Tiene que seguir trabajando por convertirse en una fuerza renovada de cambio, de paz y de justicia social. El debate interno, la reflexión ideológica, la corrección de errores y la superación de equivocaciones, no pasan por el ingreso vergonzoso de la única fuerza de oposición a la “Unidad Nacional”.
La crisis del Polo tiene variados componentes, que habrá que debatir en el Seminario Ideológico ya convocado y en el Tercer Congreso Nacional. Uno y otro evento tendrá que definir cuál es el escenario y, sobre todo, los actores del proceso unitario que necesita en adelante el pueblo colombiano. También, señalar cómo manejar adecuadamente la relación entre política de alianzas y la unidad, entre la apertura necesaria hacia los procesos sociales en lucha a lo largo y ancho del país y el fortalecimiento del instrumento público capaz de hacer avanzar los objetivos transformadores. El Polo no debe tener ninguna vacilación en vincularse a la lucha de masas, a las acciones populares y sociales que agitan la vida colombiana en el momento actual. Es ahí, precisamente, donde está la esencia para reanimar a su militancia y para actuar de cara a las necesidades nacionales.
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