Cali, Valle del Cauca, 5 de noviembre de 2011
El Partido Comunista Colombiano no se une al coro de felicidad que embriaga al Gobierno Nacional, a la cúpula militar y a representantes de la ultraderecha y del militarismo en Colombia por la caída en combate de Alfonso Cano, principal dirigente de la guerrilla de las FARC. Somos humanistas y por ende nos duelen las muertes de nuestros compatriotas. Más aún cuando se trata de un combatiente revolucionario.
La muerte de Alfonso Cano es un duro golpe a las FARC, como tantos otros en el último tiempo, pero no su fin como predican alegremente los militaristas y los grandes medios de comunicación. En Colombia existe un conflicto de profundas causas políticas, sociales, económicas e históricas, que deben superarse por la vía de la solución política sobre la base del fortalecimiento de la democracia y la justicia social. No hay solución por la vía militar como ha quedado demostrado históricamente durante cinco décadas de aguda confrontación.
Pero también la muerte de Cano afecta la credibilidad de las FARC en el presidente Santos, cuando asegura que en su mano tiene la llave de la paz. Con mayor razón cuando declara que a la guerrilla no le queda sino entregarse o morir, como si en Colombia existiera la legalidad de la pena de muerte. No es clara la política de paz del Gobierno y de quienes lo apoyan, porque la paz no se logra mediante los fusiles y el aplastamiento del contrario. Sería una paz de los sepulcros que no la convierte en estable y duradera. La paz romana siempre ha sido frágil; es la de los prepotentes que a la larga le sale mal.
Con mayor razón se requiere den este momento, multiplicar esfuerzos desde el lado de “Colombianos y Colombianas por la Paz” (CCP) y de otras organizaciones sociales y humanitarias, para el logro de la paz sobre las bases del fortalecimiento de la democracia y de las condiciones sociales del pueblo colombiano. Hay que insistir en salidas humanitarias y pacíficas. Tocar la puerta del Gobierno y de las organizaciones insurgentes en la necesidad de abrir un espacio de diálogo para el acuerdo por la nueva Colombia en paz con democracia y justicia social. En este sentido es importante y positivo el pronunciamiento de CCP conocido en el día de hoy.
El Partido Comunista Colombiano no se une al coro de felicidad que embriaga al Gobierno Nacional, a la cúpula militar y a representantes de la ultraderecha y del militarismo en Colombia por la caída en combate de Alfonso Cano, principal dirigente de la guerrilla de las FARC. Somos humanistas y por ende nos duelen las muertes de nuestros compatriotas. Más aún cuando se trata de un combatiente revolucionario.
La muerte de Alfonso Cano es un duro golpe a las FARC, como tantos otros en el último tiempo, pero no su fin como predican alegremente los militaristas y los grandes medios de comunicación. En Colombia existe un conflicto de profundas causas políticas, sociales, económicas e históricas, que deben superarse por la vía de la solución política sobre la base del fortalecimiento de la democracia y la justicia social. No hay solución por la vía militar como ha quedado demostrado históricamente durante cinco décadas de aguda confrontación.
Pero también la muerte de Cano afecta la credibilidad de las FARC en el presidente Santos, cuando asegura que en su mano tiene la llave de la paz. Con mayor razón cuando declara que a la guerrilla no le queda sino entregarse o morir, como si en Colombia existiera la legalidad de la pena de muerte. No es clara la política de paz del Gobierno y de quienes lo apoyan, porque la paz no se logra mediante los fusiles y el aplastamiento del contrario. Sería una paz de los sepulcros que no la convierte en estable y duradera. La paz romana siempre ha sido frágil; es la de los prepotentes que a la larga le sale mal.
Con mayor razón se requiere den este momento, multiplicar esfuerzos desde el lado de “Colombianos y Colombianas por la Paz” (CCP) y de otras organizaciones sociales y humanitarias, para el logro de la paz sobre las bases del fortalecimiento de la democracia y de las condiciones sociales del pueblo colombiano. Hay que insistir en salidas humanitarias y pacíficas. Tocar la puerta del Gobierno y de las organizaciones insurgentes en la necesidad de abrir un espacio de diálogo para el acuerdo por la nueva Colombia en paz con democracia y justicia social. En este sentido es importante y positivo el pronunciamiento de CCP conocido en el día de hoy.
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