En los últimos doce años, no cabe duda que la Revolución Bolivariana ha  
logrado metas sumamente fascinantes, sobretodo en la inclusión social,  
pero tampoco cabe duda que se ha equivocado, como todas las  
revoluciones, tal como lo revela el constante llamado a rectificaciones 
 en el discurso y la acción revolucionaria, que ha desarrollado en las  
últimas semanas el presidente Hugo Chávez.
Frente a su enfermedad  (advirtió que en los próximos días comenzará a
 caérsele el cabello a  causa de la quimioterapia), el mandatario lanzó 
una advertencia general:  la Revolución debe dejar de autosuicidarse 
(Carlos Andrés Pérez dixit) y  comenzar a vivirse. Estos llamados –con 
cierto sabor a autocrítica y  guiños a intelectuales, empresarios y 
clase media- deben ser analizados y  debatidos con mucho detenimiento 
por el colectivo (no solo la  dirigencia, claro) chavista. 
Siempre consideramos a la  bolivariana como una revolución sui 
generis, desde el momento que ha  optado por la vía pacífica y 
electoral. Y por ello, cuando las cosas no  se hacen bien, cuando no se 
cumplen las promesas de gobierno, la  respuesta popular es la pérdida de
 votos. Ha habido algunos llamados de  atención al respecto.
Ésta ha sido la revolución de los  indignados, y es el espejo donde 
se miran hoy los movimientos populares  en Islandia, Grecia, España, 
Portugal, en un momento histórico  universal, cuando transitamos la 
crisis del modelo capitalista. Desde  América Latina mostramos el 
camino: hay que tomar las calles para  impedir que nos dejen sin 
derechos.
En sus alocuciones de las últimas semanas, Chávez ha esbozado seis líneas de acción y rectificación: 
a)  Debemos superar el modelo directivo de liderazgo o 
“hiperliderazgo”,  para que cada ministro, dirigente, funcionario, 
cumpla con su labor. Se  necesita que cada quien asuma sus 
responsabilidades, para que todo no  dependa de la línea que baje 
Chávez. En una revolución los cargos no son  para ocupar asientos y 
prebendas y esconderse sin cumplir con su  trabajo y su mandato.
Hay que terminar con el concepto de  partido-maquinaria electoral. 
Hoy existe un innegable clientelismo en el  Partido Socialista Unido de 
Venezuela, que ha sido una forma de tapar  el debate, la desobediencia, 
la irreverencia, la creatividad.
Y,  también, se deben aclarar los límites de la convergencia 
cívico-militar,  para asegurar que los representantes del pueblo sean 
elegidos por las  propias comunidades.
“No al sectarismo, no al grupalismo, eso  mata y siembra la muerte y 
aquí queremos es la vida y un partido  histórico, nuevo, dirigente y 
dirigido, abierto. Quiero insistir en eso  con mucha fuerza y fe en que 
lo vamos logrando”, apuntó Chávez.
b)  Es necesario extirpar el sectarismo. Uno no es revolucionario por
 usar  camisas o pantaletas rojas-rojitas, ni por gastar los dineros 
públicos  en desplegados donde muestran su propio revolucionómetro y 
descalifican a  aquellos que tienen una posición no complaciente, con 
motes de  contrarrevolucionario, saltatalanquera o agente de la CIA. 
Solamente  ejercen una censura a la opinión y la fuerza del colectivo.
Por  eso Chávez llamó a pulverizar el caudillismo interno, pues 
termina  convirtiéndose en células malignas para la organización. “Se 
trata de  viejas rémoras del pasado: el sectarismo. Tenemos que terminar
 de  pulverizar el fraccionalismo interno, de caudillos, caudillitos que
  pretenden manipular a otros sectores y el que no se sienta en  
condiciones váyase a otros ámbitos de la vida más allá del PSUV”,  
expresó. Pero fue más allá, ya que motivó a la dirigencia a hacerse una 
 “revolución interior”.
Sin
 duda, una revolución inteligente es la  que tiene buen oído, la que 
sabe procesar las opiniones del colectivo.  Por ello es preciso ser 
autocríticos desde el pueblo y no dejar la  crítica en manos de la 
oligarquía. La crítica leal no es deslealtad y  hay que terminar con los
 estigmatizadores de oficio, que son realmente  los espanta votos y 
responsables de la falta de avances de la  revolución. Chávez pidió 
extirpar el dogmatismo y el sectarismo entre  sus partidarios, criticó 
el abuso con términos como “socialismo” y del  color rojo, y propuso una
 nueva consigna: “¡Independencia y patria  socialista, viviremos y 
venceremos!”.
 d) Hay que terminar con  los problemas de corrupción, ineficacia e 
ineficiencia, Y para ello es  imprescindible la formación seria de 
cuadros gerenciales y políticos. No  se trata de apropiarse de un 
presupuesto sino de garantizar la  continuidad del proceso, garantizar 
la vida de la revolución.
e)  Terminar con la premisa de regalar la clase media a la burguesía.
 El  objetivo de la lucha por el socialismo es ganar la lucha de clases 
 contra la oligarquía. Una cosa es el movimiento táctico, siempre y  
cuando se tenga en claro que la batalla es cultural y otro es olvidarse 
 de los trabajadores y marginalizados para buscar un nuevo amor. El  
primer grupo social, que después del intento golpista del 4-F, vio con  
simpatía y entusiasmo al comandante Chávez, fue precisamente la clase  
media y en especial la intelectual, sectores que han sido marginados de 
 los sectores aledaños al poder, escogiendo funcionarios por su  
incondicionalidad. La intelectualidad, que fue marginada y cooptada en  
la Cuarta República vio en Chávez la oportunidad de realizar juntos el  
sueño bolivariano.
f) La consigna es abrirse al sector productivo  privado (pequeñas y 
medianas industrias y empresas). En esta larga  etapa de construcción, 
seguirán en juego formas mixtas de la economía y  persistirán algunos 
rasgos y características del capitalismo. Chávez,  intuyendo la 
necesidad de alianzas con sectores de la burguesía, invitó a  los 
empresarios a hacer empresas mixtas, a sumar esfuerzos. “Esta es  una 
economía en la que queremos que sigan participando junto al  
Estado…Vamos a aliarnos…Nosotros los necesitamos a ustedes y ustedes nos
  necesitan a nosotros (...) quiero que vayamos juntos para el 2021, con
  ustedes yo cuento”. 
Chávez insistió en que el partido se  involucrara directamente en la 
lucha contra la especulación y la usura.  “Acabo de aprobar la Ley 
Habilitante de control de precios y justos. Esa  tiene que ser una 
bandera del partido en todas partes junto al pueblo,  educando, 
orientando y luchando. Hagámoslo. Porque el capitalismo es un  
metabolismo que se mete por todas partes”, remarcó el jefe de Estado. 
El  Presidente aseguró que el socialismo es un escudo ante la caída y
  quiebre del imperio estadounidense, debido al sistema capitalista que 
lo  sostiene. “Es la crisis del capitalismo global, Estados Unidos está 
 quebrado, y todavía hay personeros que viajan para allá. Está quebrado 
 el imperio y en su quiebra puede arrastrar a medio mundo, por eso hay  
que desconectarse del hundimiento económico. Por eso el socialismo, el  
desarrollo industrial, el desarrollo del petróleo de manera soberana“,  
dijo.
Y, vestido con una camisa amarilla, regalo de su hija, y  por si 
había duda, con cierta picardía, Chávez lo dejó en claro: “Yo voy  a ser
 candidato a las elecciones de 2012 y les voy a ganar. Adán se  está 
preparando para la sucesión, porque vino bien afeitado” señaló  entre 
risas.

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