Testimonio del dirigente juvenil Cristian Andrade, torturado por carabineros |
Por: Cristian Andrade
Chile no va a seguir siendo el mismo luego de las grandes movilizaciones en las que han participado cientos de miles de chilenos que exigimos cambios substanciales en la educación e institucionalidad política del país. Se ha roto con el conformismo y se ha abierto la esperanza de que otro Chile más justo y democrático es del todo posible. La elite gobernante ha mostrado su desesperación e incapacidad de dar respuesta a las demandas planteadas y no se ha movido un solo centímetro en la defensa de un modelo sustentado en la idea del beneficio individual y la ganancia privada. Los estudiantes en esta lucha no estamos solos, nos apoyan cientos de miles de chilenos que consideran que el Estado debe asumir un rol más protagónico en la realidad nacional.
Chile no va a seguir siendo el mismo luego de las grandes movilizaciones en las que han participado cientos de miles de chilenos que exigimos cambios substanciales en la educación e institucionalidad política del país. Se ha roto con el conformismo y se ha abierto la esperanza de que otro Chile más justo y democrático es del todo posible. La elite gobernante ha mostrado su desesperación e incapacidad de dar respuesta a las demandas planteadas y no se ha movido un solo centímetro en la defensa de un modelo sustentado en la idea del beneficio individual y la ganancia privada. Los estudiantes en esta lucha no estamos solos, nos apoyan cientos de miles de chilenos que consideran que el Estado debe asumir un rol más protagónico en la realidad nacional.
Los días 24 y 25 de agosto la CUT convocó a un paro nacional que demandaba cambios estructurales en el país. En Valparaíso se reunieron cerca de 50 mil personas que salieron a marchar desde Plaza Sotomayor hasta el Congreso Nacional. Una vez concluida la movilización fui detenido en Valparaíso a las afueras de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la UV. En este contexto, un grupo de alrededor de diez carabineros me detuvieron y trasladaron a un bus policial entre medio de golpes de pies, puños y bastones. Al interior del carro policial, siendo el único detenido en aquel momento, fui recibido por otros policías de Fuerzas Especiales quiénes propinaron golpes y empujones que me arrojaron al suelo. Posterior a este hecho, procedieron a pararse sobre mi espalda mientras otros carabineros me agredían con patadas en los costados y extremidades mientras era insultado constantemente. Al cesar estas agresiones me esposaron de manos y me llevaron al fondo del bus policial, donde fui sentado e inmediatamente dos carabineros me golpearon en reiteradas ocasiones en el rostro con sus puños. Cuando esto ocurría otros funcionarios que no participaban directamente de tal acción me reconocieron como dirigente e instaron a continuar con los golpes, añadiendo que debía hacerme responsable del movimiento estudiantil y pagar el costo de las protestas. En este contexto hicieron amenazas en contra de mi persona y entorno familiar en el caso de seguir participando en la movilización que llevan adelante los estudiantes chilenos o denunciar las agresiones a las que estaba siendo sometido.
Después de un rato, un tanto mareado por los golpes recibidos y estando aún esposado en el fondo del bus policial, uno de los carabineros hace ingreso con una polera que amarraron cubriendo parte de mi rostro y me fotografiaron en dos oportunidades para luego retirarla y llevársela. Vale destacar que mientras el carabinero de FF.EE. efectuaba este montaje mantenía un intercambio de opiniones con otro efectivo, al parecer de mayor jerarquía, en torno a los cargos de los cuales me iban a responsabilizar para asegurarse de recibir una sanción grave. La forma en que finalmente se resolvió la acusación fue arbitraria y contradictoria.
Pasado unos minutos, entra otro funcionario de carabineros quien se acerca a mí observando la herida abierta en el lado derecho de mi cara producto de los golpes recibidos. Procede a tomar una bomba lacrimógena de mano la que acciona sobre un paño mojado el cual pone fuertemente sobre mi nariz y boca en tres ocasiones. Luego, percatándose de los efectos ocasionados por el químico, frota el mismo paño sobre mi herida con la clara finalidad de producir dolor, irritación y más daño. Esta acción en ningún caso fue cuestionada por alguno de los seis funcionarios presente en ese momento, por el contrario, fue motivo de burla el verme inmovilizado y bajo los efectos del químico aplicado. Como si esto no fuera suficiente, otro de los efectivos policiales toma un limón partido y lo frota sobre la herida, vanagloriándose de la posición de autoridad en la que él se encontraba en ese instante.
Todo lo antes descrito se realizó siendo yo el único detenido en ese bus de FF.EE. en donde además se hizo hincapié a la necesidad de completar el formulario que detallan mis datos y los motivos de mi detención a pesar de mi petición de realizar ese procedimiento en la comisaría. Una vez terminado esto, se hace lectura de los motivos de mi detención encontrándome con la sorpresa de que la acusación que se me presenta correspondía a una cuestión totalmente ajena a la realidad, situándome en un lugar distinto de donde fui detenido y cometiendo acciones que jamás cometí. Por este motivo es que no acepté firmar dicha acusación a pesar de las presiones dirigidas para que lo hiciera.
El bus continuó su marcha y en su paso sumó doce compañeros más que fueron detenidos. Sólo llegando la 2ª comisaría de Valparaíso quitaron las esposas de mis manos, nos bajaron del bus policial y cumplimos con el procedimiento de rigor. Nos llevaron esposados, esta vez a todos, a constatar lesiones al Hospital Van Buren. Las lesiones que fueron constatadas son heridas, erosiones y hematomas en piernas, espalda, brazos y cara.
Todo lo antes descrito demuestra la forma inhumana y desconsiderada con la que actuó carabineros, quienes demostraron no tener limitaciones a la hora de calumniar, humillar y agredir.
Me es difícil considerar este hecho de manera aislada, más cuando ha salido a la luz pública el asesinato de Manuel Gutiérrez y el allanamiento del domicilio de la alcaldesa Claudina Núñez en Santiago. Y en Valparaíso se han levantado acusaciones de apremios ilegítimos por parte de Carabineros de Chile en contra de estudiantes y también casos de claro montaje como el de Marco Trigo, egresado de Teatro de la UV, con quien estuve detenido en la 2ª Comisaría de Valparaíso.
Da la impresión que situaciones como esta sólo buscan amedrentar y detener la lucha que lleva adelante el pueblo de Chile. Sin embargo no se percatan que nuestra convicción y fuerza puede más que el temor que quieren propagar a través de la persecución, agresión y criminalización hacia los que queremos un país distinto. Hoy más que nunca no podemos abrirles paso a quienes añoran con nostalgia los días más oscuros de la historia de Chile por lo que es responsabilidad de todos denunciar hechos como estos para que no vuelvan a ocurrir.
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