Desde hace varias décadas el servicio secreto norteamericano recaba información en todo el mundo. Reportajes de medios de comunicación, informes de expertos investigadores, discursos oficiales. En Kenia, Corea del Norte, España o Argentina. Ahora el Departamento de Comercio vende ese contenido a través de la edición digital World News Connection.
El proceso comienza por el rastreo de noticias que hace la Dirección Nacional de Inteligencia, a través de la CIA y el Open Source Center (OSC) en todo el mundo. El material, cuyo primer destinatario son todas las agencias gubernamentales de Estados Unidos, queda archivado en una serie de bases de datos. Las empresas ProQuest y Dialog alojan el contenido en sus servidores y venden el acceso a la publicación mediante suscripciones.
Son un total de 1.750 publicaciones -periódicos, revistas especializadas, retransmisiones audiovisuales, páginas web y blogs- de 130 países distintos. Los servicios secretos hacen la traducción al inglés y la información queda a disposición de los empleados gubernamentales. El Departamento de Comercio, como desveló el Wall Street Journal la semana pasada, distribuye World News Connection.
“Uno de los objetivos de este organismo es hacer llegar a los ciudadanos la información de la que dispone el Gobierno”, explica John Hounsell, trabajador del proyecto. El proceso para obtenerla y el trabajo que hacen después los servicios secretos está financiado con dinero público y los ciudadanos tendrían que pagar una segunda vez.
“En cierto modo, publicar este contenido de manera comercial es una forma de responder a las críticas que argumentan que dado que la CIA, a la que pertenece el OSC, está financiada por impuestos de los ciudadanos, el público debería tener derecho a ver lo que producen los servicios de inteligencia”, comenta Peter Feuilherade, periodista del Servicio Internacional y de Seguimiento de la BBC y escritor especializado en Oriente Medio.
Hounsell reconoce que el Gobierno emplea importantes recursos en obtener información alrededor del mundo, traducirla y analizarla. “Pero existen leyes de copyright que protegen a las publicaciones, por eso debemos cobrar otra vez”, comenta.
El Departamento de Comercio consigue las licencias. Hounsell contacta con los medios de comunicación y autores de publicaciones y pide permiso -y precio- para comercializar el contenido. “La mayoría ni contestan”, confiesa. Ya han logrado acceso a más de 500 fuentes de todo el mundo. Si la fuente se niega, los datos son retirados para que los suscriptores de World News Connection no puedan consultarlos.
Dialog, la compañía que contribuye con el soporte técnico de la publicación, no quiso explicar en qué momento el Gobierno se puso en contacto con ellos para iniciar este proyecto. “Tenemos la plataforma de acceso desde hace 10 años, ellos buscaban un canal de distribución y un sistema de búsqueda para sus bases de datos”, declara Libby Trudell, vicepresidenta comercial de Dialog.
Según el Wall Street Journal, los suscriptores pagan 300 dólares al año por acceder a World News Connection y cuatro dólares por cada archivo consultado. Hounsell no lo confirmó para EL PAÍS, argumentando que el pago varía en función del suscriptor.
“Creo que lo más interesante es encontrar cosas de las que no hablan los medios o que no están contaminada por la visión de Occidente”, comenta Hounsell. No le preocupa el poder de la red ni la disponibilidad de algunos de los datos en otros soportes. “La mayor parte del contenido no está en inglés. El interés que tiene este servicio para nuestras fuentes es que muchos usuarios no las encontrarían de ninguna otra manera”.
Feuilherade también afirma que no todo lo que ofrece World News Connection está disponible en internet ni se puede encontrar fácilmente. “Su valor radica en que los expertos de cada organismo hacen una selección del mejor material, la traducción está realizada por expertos y los artículos y discursos se traducen literalmente”.
Desde 1943, Estados Unidos e Inglaterra intercambian contenido a través de BBC Monitoring, el programa de rastreo de la televisión británica, y el Servicio Exterior de Retransmisión de Información estadounidense, que ahora se llama Open Source Center. Feuilherade, que trabajó para el servicio británico, explica que el intercambio es gratuito. Mientras que BBC se ha centrado históricamente en Asia Central, Afganistán y Rusia, el OSC cubre Asia y América Latina. Ambos comparten la exploración de publicaciones en Africa, Oriente Medio y Europa.
La colaboración empezó durante la Segunda Guerra Mundial para compartir mensajes interceptados a Alemania y Japón. Después del conflicto lo ampliaron al resto del mundo. Traducen noticias, discursos de líderes internacionales y reportajes audiovisuales y de periódicos y revistas locales. Desde la existencia de internet, también rastrean páginas, blogs y redes sociales.
Ahora el objetivo es alertar de cambios o tendencias en países que normalmente escapan a las fuentes tradicionales. “El grado de experiencia política y lingüística de estos expertos no es comparable al que hay en las redacciones de medios de todo el mundo, que además deben cubrir las noticias de forma más generalista”, argumenta Feuilherade.
El británico defiende que medios de comunicación internacionales, gobiernos y organizaciones con acceso a la información podrían detectar cambios políticos importantes antes de que emerjan como noticias y en lugares a los que no pueden desplazarse con facilidad. También sabrán qué publicaciones rastrea el Gobierno estadounidense y las que ha decidido comercializar o no.
Pero World News Connection corre el riesgo de tener un precio demasiado caro para los ciudadanos. Hasta el momento los clientes pertenecen en su mayoría a la comunidad científica, al ámbito de la investigación y desarrollo y a grandes empresas. La nueva plataforma que está creando Dialog llevará el contenido hasta universidades y bibliotecas públicas que se suscriban al servicio.
“Nuestro objetivo es que cada vez más personas tengan acceso a esta información”, explica Trudell. Reducir el precio será clave para el éxito de World News Connection, según la vicepresidenta de Dialog. “El objetivo es crear un sistema en el que los usuarios puedan hacer una búsqueda y pagar por el artículo que les interese. Ahora mismo sólo tiene sentido si hay una necesidad continuada”.
(Con información de El País, de España)
El proceso comienza por el rastreo de noticias que hace la Dirección Nacional de Inteligencia, a través de la CIA y el Open Source Center (OSC) en todo el mundo. El material, cuyo primer destinatario son todas las agencias gubernamentales de Estados Unidos, queda archivado en una serie de bases de datos. Las empresas ProQuest y Dialog alojan el contenido en sus servidores y venden el acceso a la publicación mediante suscripciones.
Son un total de 1.750 publicaciones -periódicos, revistas especializadas, retransmisiones audiovisuales, páginas web y blogs- de 130 países distintos. Los servicios secretos hacen la traducción al inglés y la información queda a disposición de los empleados gubernamentales. El Departamento de Comercio, como desveló el Wall Street Journal la semana pasada, distribuye World News Connection.
“Uno de los objetivos de este organismo es hacer llegar a los ciudadanos la información de la que dispone el Gobierno”, explica John Hounsell, trabajador del proyecto. El proceso para obtenerla y el trabajo que hacen después los servicios secretos está financiado con dinero público y los ciudadanos tendrían que pagar una segunda vez.
“En cierto modo, publicar este contenido de manera comercial es una forma de responder a las críticas que argumentan que dado que la CIA, a la que pertenece el OSC, está financiada por impuestos de los ciudadanos, el público debería tener derecho a ver lo que producen los servicios de inteligencia”, comenta Peter Feuilherade, periodista del Servicio Internacional y de Seguimiento de la BBC y escritor especializado en Oriente Medio.
Hounsell reconoce que el Gobierno emplea importantes recursos en obtener información alrededor del mundo, traducirla y analizarla. “Pero existen leyes de copyright que protegen a las publicaciones, por eso debemos cobrar otra vez”, comenta.
El Departamento de Comercio consigue las licencias. Hounsell contacta con los medios de comunicación y autores de publicaciones y pide permiso -y precio- para comercializar el contenido. “La mayoría ni contestan”, confiesa. Ya han logrado acceso a más de 500 fuentes de todo el mundo. Si la fuente se niega, los datos son retirados para que los suscriptores de World News Connection no puedan consultarlos.
Dialog, la compañía que contribuye con el soporte técnico de la publicación, no quiso explicar en qué momento el Gobierno se puso en contacto con ellos para iniciar este proyecto. “Tenemos la plataforma de acceso desde hace 10 años, ellos buscaban un canal de distribución y un sistema de búsqueda para sus bases de datos”, declara Libby Trudell, vicepresidenta comercial de Dialog.
Según el Wall Street Journal, los suscriptores pagan 300 dólares al año por acceder a World News Connection y cuatro dólares por cada archivo consultado. Hounsell no lo confirmó para EL PAÍS, argumentando que el pago varía en función del suscriptor.
“Creo que lo más interesante es encontrar cosas de las que no hablan los medios o que no están contaminada por la visión de Occidente”, comenta Hounsell. No le preocupa el poder de la red ni la disponibilidad de algunos de los datos en otros soportes. “La mayor parte del contenido no está en inglés. El interés que tiene este servicio para nuestras fuentes es que muchos usuarios no las encontrarían de ninguna otra manera”.
Feuilherade también afirma que no todo lo que ofrece World News Connection está disponible en internet ni se puede encontrar fácilmente. “Su valor radica en que los expertos de cada organismo hacen una selección del mejor material, la traducción está realizada por expertos y los artículos y discursos se traducen literalmente”.
Desde 1943, Estados Unidos e Inglaterra intercambian contenido a través de BBC Monitoring, el programa de rastreo de la televisión británica, y el Servicio Exterior de Retransmisión de Información estadounidense, que ahora se llama Open Source Center. Feuilherade, que trabajó para el servicio británico, explica que el intercambio es gratuito. Mientras que BBC se ha centrado históricamente en Asia Central, Afganistán y Rusia, el OSC cubre Asia y América Latina. Ambos comparten la exploración de publicaciones en Africa, Oriente Medio y Europa.
La colaboración empezó durante la Segunda Guerra Mundial para compartir mensajes interceptados a Alemania y Japón. Después del conflicto lo ampliaron al resto del mundo. Traducen noticias, discursos de líderes internacionales y reportajes audiovisuales y de periódicos y revistas locales. Desde la existencia de internet, también rastrean páginas, blogs y redes sociales.
Ahora el objetivo es alertar de cambios o tendencias en países que normalmente escapan a las fuentes tradicionales. “El grado de experiencia política y lingüística de estos expertos no es comparable al que hay en las redacciones de medios de todo el mundo, que además deben cubrir las noticias de forma más generalista”, argumenta Feuilherade.
El británico defiende que medios de comunicación internacionales, gobiernos y organizaciones con acceso a la información podrían detectar cambios políticos importantes antes de que emerjan como noticias y en lugares a los que no pueden desplazarse con facilidad. También sabrán qué publicaciones rastrea el Gobierno estadounidense y las que ha decidido comercializar o no.
Pero World News Connection corre el riesgo de tener un precio demasiado caro para los ciudadanos. Hasta el momento los clientes pertenecen en su mayoría a la comunidad científica, al ámbito de la investigación y desarrollo y a grandes empresas. La nueva plataforma que está creando Dialog llevará el contenido hasta universidades y bibliotecas públicas que se suscriban al servicio.
“Nuestro objetivo es que cada vez más personas tengan acceso a esta información”, explica Trudell. Reducir el precio será clave para el éxito de World News Connection, según la vicepresidenta de Dialog. “El objetivo es crear un sistema en el que los usuarios puedan hacer una búsqueda y pagar por el artículo que les interese. Ahora mismo sólo tiene sentido si hay una necesidad continuada”.
(Con información de El País, de España)
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