Acciones conjuntas con EE.UU. |
Tras los fallidos intentos por dialogar con las Farc, EE.UU. se comprometió a ayudar con helicópteros, inteligencia y estrategia. Así cambió el rumbo de la guerra.
Las operaciones militares contra las Farc siempre contaron con el apoyo de inteligencia de los Estados Unidos.
Corría el mes de enero de 2006. Era una época de activa política electoral. La Embajada de Estados Unidos en Colombia dio cuenta de ese tenso momento, que además se vio alterado por acusaciones que hizo el gobierno Uribe contra el dirigente Liberal, Rafael Pardo, por supuestos vínculos ilegales con las Farc. Un caso que fue llevado a la Fiscalía pero que, finalmente, obligó al jefe de Estado a pedir disculpas y retirar las denuncias contra el dirigente político. La crónica de este hecho quedó registrada en un cable diplomático.
En el reporte a Washington, fechado el 23 de enero, el entonces embajador William Wood escribió que el líder político del Partido de la U, Juan Manuel Santos, había acusado a Rafael Pardo de posibles vínculos con las Farc para ir en contra del presidente Uribe
En el reporte a Washington, fechado el 23 de enero, el entonces embajador William Wood escribió que el líder político del Partido de la U, Juan Manuel Santos, había acusado a Rafael Pardo de posibles vínculos con las Farc para ir en contra del presidente Uribe
El entonces comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, reconoció que esas pruebas no parecían muy concretas, pero que de todos modos el Fiscal se había mostrado interesado en estudiarlas. Según el cable, Pardo respondió de inmediato que era un juego sucio de Uribe.
El informe especifica que la información que había recibido Santos era que Pardo quería aliarse con las Farc para asegurar la derrota de Uribe en las elecciones. Una circunstancia que motivó un comentario del entonces asesor de la Casa de Nariño, Jaime Bermúdez, citado en el cable, según el cual estaban cansados de que Pardo atacara el proceso de Justicia y Paz y que ahora que se tenía información contra el dirigente liberal, había llegado el momento de que el público escuchara a ambos lados.
En el recuento del suceso, que causó conmoción en la política colombiana, el cable añadió que el entonces comisionado Restrepo manifestó que las pruebas contra Pardo se basaban en un familiar no identificado de una persona que había estado secuestrada y en un interlocutor no identificado de las Farc. Y se hizo énfasis en que las dos identidades se mantenían en reserva por razones de seguridad. Supuestamente, añadió el cable, los testimonios estaban consignados en un cd enviado por Pardo a las Farc para concretar una reunión.
Como se vino a constatar después, todo resultó un fiasco. En el cable alcanzó a resumirse que Restrepo nunca había visto el supuesto cd y que, en cambio, algunos dirigentes políticos habían acusado a Uribe de atentar contra la democracia acusando equivocadamente a Rafael Pardo. Por eso, el cable concluye reconociendo que Uribe tuvo que pedirle disculpas a Pardo, retirando además las denuncias. Y se añadió que Pardo aceptó las disculpas, pero que no quiso reunirse con el presidente Uribe para hablar del tema.
En términos generales, el primer semestre del año 2006, además del tema electoral y la galopante crisis del proceso de paz con las autodefensas, se vio modificado por la expectativa de eventuales diálogos con las Farc, en medio de la ofensiva militar del llamado Plan Patriota. Precisamente, respecto a este último asunto, el 5 de junio de 2006 la Embajada de Estados Unidos envió un cable diplomático para documentar los últimos sucesos de la guerra e insistir en el éxito de las operaciones conjuntas en materia de inteligencia.
En ese sentido, el cable precisó que entre septiembre de 2005 y abril de 2006 el gobierno colombiano, a través de sus Fuerzas Militares, había logrado la baja de 29 guerrilleros de nivel medio de las Farc y el Eln. Esas operaciones, añadió el reporte, estuvieron concentradas en comandantes de frentes, jefes de finanzas y expertos en explosivos, y fueron posibles gracias a una asistencia en materia de inteligencia norteamericana. El documento calificó las acciones como operaciones tácticas que fueron vitales para las tropas colombianas.
Y quedó reseñado que de las 29 operaciones que se llevaron a cabo exitosamente, el 30% las hizo el gobierno colombiano de manera independiente y el 70% restante se concretó con asistencia de Estados Unidos en materia de inteligencia. Estas acciones, 18 contra las Farc y 11 contra el Eln, además de permitir la captura de guerrilleros que se definieron como importantes para futuras operaciones, llevaron a la Embajada a reconocer que mientras Estados Unidos presionaba, el Ministerio de Defensa apoyaba el trabajo guiado de inteligencia.
Al tiempo que arreciaban los combates contra las Farc, la opinión pública debatía sobre eventuales diálogos. Por eso, a mediados de 2006, la Embajada de Estados Unidos envió un cable diplomático documentando los términos de un encuentro con varios dirigentes de la izquierda colombiana, con peculiares puntos de vista. Como los comentarios de un excomisionado de Paz, en el sentido de que la guerrilla ya había pasado de una plataforma estalinista a una social democrática. Otros insistieron en que el reclamo de las Farc estaba basado en reformas políticas, programas sociales y tierras.
En medio de las especulaciones se escucharon las apreciaciones de un exguerrillero identificado con el alias de Nicolás, quien a diferencia de sus interlocutores, según el cable, recomendó presión militar para mostrarles a las Farc que no había posibilidad de que llegaran al poder con acciones de confrontación. Pero que igualmente era necesario combinar la presión militar con iniciativas sociales, económicas y políticas, como un incentivo para una eventual negociación con el gobierno.
El exguerrillero Nicolás, como adelantándose a los acontecimientos, añadió en sus intervenciones, y así quedó consignado en el cable diplomático, que con el Mono Jojoy o Alfonso Cano era difícil llegar a una negociación de paz. Con el primero porque era tan pragmático que no creía en la negociación; y con Cano, porque nunca llegaría a los diálogos por la razón opuesta, por su condición demasiado política. En medio de los dos, el exguerrillero aconsejó capturar o dar de baja a Cano y al Mono Jojoy, para que Iván Márquez tomara las riendas y negociara la paz.
Ya concluyendo el año, cuando era claro que las Farc no iban a negociar con el gobierno, la Embajada de Estados Unidos en Colombia consigna en un cable diplomático los términos de un encuentro con el entonces comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega, general Alejandro Navas —hoy comandante de las Fuerzas Militares—, donde el gobierno norteamericano se compromete a apoyar la estrategia, sobre todo en términos de inteligencia, helicópteros y comunicaciones, y se resume lo que entonces se puso en práctica y cambió el rumbo de la guerra.
El general Navas explicó cuál era la nueva estrategia, acordada con el presidente Uribe: diseminar batallones para abarcar una mayor área de operaciones, y crear nuevas compañías dedicadas a dar de baja a líderes específicos de las Farc. Ocho brigadas formando compañías relativamente pequeñas, con mucha movilidad y claros términos de seguridad, con un objetivo preciso: atacar a los principales líderes. El tiempo terminaría probando que ese fue el principio de las acciones que hoy tienen como blanco a los jefes del Secretariado.
Se cierra la opción de diálogos
En octubre de 2006, después de un atentado terrorista en la sede de la Universidad Militar Nueva Granada de Bogotá, el gobierno Uribe cerró la puerta de cualquier posibilidad de paz con las Farc.
La Embajada de Estados Unidos en Colombia envió un cable diplomático que consignó en detalle este momento, precisando que el presidente Uribe, en un duro discurso había ordenado ofensiva total contra la subversión.
El informe expresa que los reportes de inteligencia aportados por el entonces ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, reconocieron que los responsables de la acción terrorista habían sido las milicias urbanas de las Farc.
En ese sentido, dejó consignado el cable, Uribe manifestó que había sido malinterpretado su lenguaje moderado y que no podía dar signos de debilidad. Por eso, pidió sacara a las Farc de toda la zona de Florida y Pradera en el Valle y de paso capturar también a los paramilitares que se negaran a aceptar los términos de Justicia y Paz.
El entonces presidente insistió en la necesidad del apoyo de los países vecinos para combatir el terrorismo, pero el cable diplomático refiere que los principales comentarios de los medios fueron en contra de su postura.
La fallida zona de encuentro en el Valle
Antes de que se cerraran las puertas de una eventual negociación de paz entre las Farc y el gobierno Uribe, se llegó a hablar de una zona de encuentro. En un cable diplomático, la Embajada de Estados Unidos detalló los términos de esa propuesta en dos municipios del Valle del Cauca.
Sin embargo, en el documento, que tuvo como fuente principal el consejero presidencial Jorge Mario Eastman, manifestó que Uribe estaba dispuesto a establecer un contacto directo pero no a cualquier precio y que un acuerdo humanitario tenía que estar atado a una negociación de paz.
En el reporte se incluyen reflexiones sobre las dificultades para llegar a una negociación con este movimiento guerrillero y cómo eventualmente serían necesarias reformas a la carta política, con amnistía incluida, lo cual sería más difícil porque los grupos paramilitares solicitarían términos parecidos.
El asesor Jorge Mario Eastman formuló reparos al papel que estaba cumpliendo el exministro Álvaro Leyva, manifestando que era difícil trabajar con él porque nunca se sabía si estaba transmitiendo mensajes de la guerrilla de las Farc o si estaba trabajando por su propia cuenta.
El informe especifica que la información que había recibido Santos era que Pardo quería aliarse con las Farc para asegurar la derrota de Uribe en las elecciones. Una circunstancia que motivó un comentario del entonces asesor de la Casa de Nariño, Jaime Bermúdez, citado en el cable, según el cual estaban cansados de que Pardo atacara el proceso de Justicia y Paz y que ahora que se tenía información contra el dirigente liberal, había llegado el momento de que el público escuchara a ambos lados.
En el recuento del suceso, que causó conmoción en la política colombiana, el cable añadió que el entonces comisionado Restrepo manifestó que las pruebas contra Pardo se basaban en un familiar no identificado de una persona que había estado secuestrada y en un interlocutor no identificado de las Farc. Y se hizo énfasis en que las dos identidades se mantenían en reserva por razones de seguridad. Supuestamente, añadió el cable, los testimonios estaban consignados en un cd enviado por Pardo a las Farc para concretar una reunión.
Como se vino a constatar después, todo resultó un fiasco. En el cable alcanzó a resumirse que Restrepo nunca había visto el supuesto cd y que, en cambio, algunos dirigentes políticos habían acusado a Uribe de atentar contra la democracia acusando equivocadamente a Rafael Pardo. Por eso, el cable concluye reconociendo que Uribe tuvo que pedirle disculpas a Pardo, retirando además las denuncias. Y se añadió que Pardo aceptó las disculpas, pero que no quiso reunirse con el presidente Uribe para hablar del tema.
En términos generales, el primer semestre del año 2006, además del tema electoral y la galopante crisis del proceso de paz con las autodefensas, se vio modificado por la expectativa de eventuales diálogos con las Farc, en medio de la ofensiva militar del llamado Plan Patriota. Precisamente, respecto a este último asunto, el 5 de junio de 2006 la Embajada de Estados Unidos envió un cable diplomático para documentar los últimos sucesos de la guerra e insistir en el éxito de las operaciones conjuntas en materia de inteligencia.
En ese sentido, el cable precisó que entre septiembre de 2005 y abril de 2006 el gobierno colombiano, a través de sus Fuerzas Militares, había logrado la baja de 29 guerrilleros de nivel medio de las Farc y el Eln. Esas operaciones, añadió el reporte, estuvieron concentradas en comandantes de frentes, jefes de finanzas y expertos en explosivos, y fueron posibles gracias a una asistencia en materia de inteligencia norteamericana. El documento calificó las acciones como operaciones tácticas que fueron vitales para las tropas colombianas.
Y quedó reseñado que de las 29 operaciones que se llevaron a cabo exitosamente, el 30% las hizo el gobierno colombiano de manera independiente y el 70% restante se concretó con asistencia de Estados Unidos en materia de inteligencia. Estas acciones, 18 contra las Farc y 11 contra el Eln, además de permitir la captura de guerrilleros que se definieron como importantes para futuras operaciones, llevaron a la Embajada a reconocer que mientras Estados Unidos presionaba, el Ministerio de Defensa apoyaba el trabajo guiado de inteligencia.
Al tiempo que arreciaban los combates contra las Farc, la opinión pública debatía sobre eventuales diálogos. Por eso, a mediados de 2006, la Embajada de Estados Unidos envió un cable diplomático documentando los términos de un encuentro con varios dirigentes de la izquierda colombiana, con peculiares puntos de vista. Como los comentarios de un excomisionado de Paz, en el sentido de que la guerrilla ya había pasado de una plataforma estalinista a una social democrática. Otros insistieron en que el reclamo de las Farc estaba basado en reformas políticas, programas sociales y tierras.
En medio de las especulaciones se escucharon las apreciaciones de un exguerrillero identificado con el alias de Nicolás, quien a diferencia de sus interlocutores, según el cable, recomendó presión militar para mostrarles a las Farc que no había posibilidad de que llegaran al poder con acciones de confrontación. Pero que igualmente era necesario combinar la presión militar con iniciativas sociales, económicas y políticas, como un incentivo para una eventual negociación con el gobierno.
El exguerrillero Nicolás, como adelantándose a los acontecimientos, añadió en sus intervenciones, y así quedó consignado en el cable diplomático, que con el Mono Jojoy o Alfonso Cano era difícil llegar a una negociación de paz. Con el primero porque era tan pragmático que no creía en la negociación; y con Cano, porque nunca llegaría a los diálogos por la razón opuesta, por su condición demasiado política. En medio de los dos, el exguerrillero aconsejó capturar o dar de baja a Cano y al Mono Jojoy, para que Iván Márquez tomara las riendas y negociara la paz.
Ya concluyendo el año, cuando era claro que las Farc no iban a negociar con el gobierno, la Embajada de Estados Unidos en Colombia consigna en un cable diplomático los términos de un encuentro con el entonces comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega, general Alejandro Navas —hoy comandante de las Fuerzas Militares—, donde el gobierno norteamericano se compromete a apoyar la estrategia, sobre todo en términos de inteligencia, helicópteros y comunicaciones, y se resume lo que entonces se puso en práctica y cambió el rumbo de la guerra.
El general Navas explicó cuál era la nueva estrategia, acordada con el presidente Uribe: diseminar batallones para abarcar una mayor área de operaciones, y crear nuevas compañías dedicadas a dar de baja a líderes específicos de las Farc. Ocho brigadas formando compañías relativamente pequeñas, con mucha movilidad y claros términos de seguridad, con un objetivo preciso: atacar a los principales líderes. El tiempo terminaría probando que ese fue el principio de las acciones que hoy tienen como blanco a los jefes del Secretariado.
Se cierra la opción de diálogos
En octubre de 2006, después de un atentado terrorista en la sede de la Universidad Militar Nueva Granada de Bogotá, el gobierno Uribe cerró la puerta de cualquier posibilidad de paz con las Farc.
La Embajada de Estados Unidos en Colombia envió un cable diplomático que consignó en detalle este momento, precisando que el presidente Uribe, en un duro discurso había ordenado ofensiva total contra la subversión.
El informe expresa que los reportes de inteligencia aportados por el entonces ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, reconocieron que los responsables de la acción terrorista habían sido las milicias urbanas de las Farc.
En ese sentido, dejó consignado el cable, Uribe manifestó que había sido malinterpretado su lenguaje moderado y que no podía dar signos de debilidad. Por eso, pidió sacara a las Farc de toda la zona de Florida y Pradera en el Valle y de paso capturar también a los paramilitares que se negaran a aceptar los términos de Justicia y Paz.
El entonces presidente insistió en la necesidad del apoyo de los países vecinos para combatir el terrorismo, pero el cable diplomático refiere que los principales comentarios de los medios fueron en contra de su postura.
La fallida zona de encuentro en el Valle
Antes de que se cerraran las puertas de una eventual negociación de paz entre las Farc y el gobierno Uribe, se llegó a hablar de una zona de encuentro. En un cable diplomático, la Embajada de Estados Unidos detalló los términos de esa propuesta en dos municipios del Valle del Cauca.
Sin embargo, en el documento, que tuvo como fuente principal el consejero presidencial Jorge Mario Eastman, manifestó que Uribe estaba dispuesto a establecer un contacto directo pero no a cualquier precio y que un acuerdo humanitario tenía que estar atado a una negociación de paz.
En el reporte se incluyen reflexiones sobre las dificultades para llegar a una negociación con este movimiento guerrillero y cómo eventualmente serían necesarias reformas a la carta política, con amnistía incluida, lo cual sería más difícil porque los grupos paramilitares solicitarían términos parecidos.
El asesor Jorge Mario Eastman formuló reparos al papel que estaba cumpliendo el exministro Álvaro Leyva, manifestando que era difícil trabajar con él porque nunca se sabía si estaba transmitiendo mensajes de la guerrilla de las Farc o si estaba trabajando por su propia cuenta.
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