Álvaro Leyva |
Pocos días antes de que el presidente Uribe decidiera romper de tajo toda intención de buscar un diálogo con las Farc – ocasionado por la explosión de un carro bomba en la Universidad Militar Nueva Granada- las cosas no andaban del todo bien, inclusive con los gestores de paz en un eventual proceso con el grupo guerrillero. En palabras de consejero presidencial para las comunicaciones, Jorge Mario Eastman, o no eran discretos o no eran confiables.
Por esos días, finales de septiembre y comienzos de octubre, ya se notaba el tire y afloje natural entre las Farc y Uribe por los ritmos y términos en que se estaban buscando los acercamientos.
El 27 de septiembre el presidente Uribe anunció públicamente que estaba dispuesto a discutir con las Farc una propuesta sobre el acuerdo humanitario e incluso mencionó el tema del despeje de Pradera y Florida para los diálogos, tal como lo había planteado esa guerrilla.
El pronunciamiento de Uribe fue la respuesta a una declaración de las Farc un día antes, también pública, en la que cuestionaban la “intransigencia” del Gobierno.
Por esos días, finales de septiembre y comienzos de octubre, ya se notaba el tire y afloje natural entre las Farc y Uribe por los ritmos y términos en que se estaban buscando los acercamientos.
El 27 de septiembre el presidente Uribe anunció públicamente que estaba dispuesto a discutir con las Farc una propuesta sobre el acuerdo humanitario e incluso mencionó el tema del despeje de Pradera y Florida para los diálogos, tal como lo había planteado esa guerrilla.
El pronunciamiento de Uribe fue la respuesta a una declaración de las Farc un día antes, también pública, en la que cuestionaban la “intransigencia” del Gobierno.
Un cable de la embajada de Estados Unidos fechado el seis de octubre de 2006 revela que Uribe estaba “entusiasmado de comenzar con diálogos directos con las Farc” -según palabras de Eastman-, pero no a cualquier precio. Principalmente lo que el entonces Presidente de la Repúbica quería era evadir cualquier similitud con la zona de despeje de la administración Pastrana y vincular cualquier acuerdo humanitario con el comienzo de un amplio diálogo de paz.
Tras el anuncio de Uribe, las Farc, a través de una carta abierta, el primero de octubre enumeraron una serie de requerimientos para seguir aelante con el proiceso. El Gobiero volvió a contestar con un comunicado al siguiente día, en el que reiteró el compromiso de discutir los diálogos sobre los acuerdos humanitarios, vinculando la creación de una “zona de encuentro” a un cese al fuego, establecer unos plazos y la aceptación de las Farc de unas condiciones de seguridad especificas, entre otras.
Uribe, en una entrevista radial el tres de octubre, recalcó sobre su disposición a encontrarse con las Farc, pero enfatizó que cualquier acuerdo humanitario debía ser parte de un proceso de paz general.
"Los intercambios públicos han generado especulación intensa por parte de los medios sobre los prospectos para un acuerdo humanitario, pero ambos lados parecen permanecer distanciados sobre la condición de lanzar diálogos substantivos", apuntó la embajada en su comentario a Washington.
Álvaro Leyva le comentó al embajador de Estados Unidos en Bogotá por esos días que se había encontrado ya tres veces con el Presidente Uribe desde el 7 de Agosto para discutir las maneras de comenzar las negociaciones.
Dijo que la carta de las Farc el 1º de Octubre debía leerse de manera positiva, ya que era la primera vez que las Farc había aceptado la noción de diálogos de paz generales con el gobierno de Uribe. Sugirió que una “zona de encuentro” desmilitarizada podría ser creada para finales de Octubre, pero expresó que el gobierno y las Farc necesitaban superar su mutua desconfianza y acceder a diferir de asuntos difíciles (tales como la repatriación de “Simón Trinidad” y “Sonia” y la liberación de los rehenes Americanos).
El ex ministro Leyva advirtió al embajador que trabajaba para generar confianza entre ambos. Sin embargo, al parecer en la Casa de Nariño pensaban otra cosa del papel que jugaba él. Jorge Mario Eastman confirmó el rol de Leyva como el interlocutor del Gobierno, pero el asesor le confesó al embajador que era difícil trabajar con él. "El Gobierno nunca sabe si Leyva está transmitiendo un mensaje de las Farc o esta hablando por su propia cuenta", sentenció.
Eastman señaló que ante la falta de interlocutores discretos y confiables era que el Gobierno se había visto forzado a utilizar los medios para comunicarse con las Farc, con el agravate de que, a su juicio, la necesidad de hacer públicas las comunicaciones reducían las posibilidades de éxito en las negociacioens.
Días después estalló un carro bomba en la Universidad Militar, al norte de Bogotá. Uribe decidió suspender los acercamientos y ordenó arreciar la ofensiva militar contra el grupo guerrillero.
Elespectador.com
Tras el anuncio de Uribe, las Farc, a través de una carta abierta, el primero de octubre enumeraron una serie de requerimientos para seguir aelante con el proiceso. El Gobiero volvió a contestar con un comunicado al siguiente día, en el que reiteró el compromiso de discutir los diálogos sobre los acuerdos humanitarios, vinculando la creación de una “zona de encuentro” a un cese al fuego, establecer unos plazos y la aceptación de las Farc de unas condiciones de seguridad especificas, entre otras.
Uribe, en una entrevista radial el tres de octubre, recalcó sobre su disposición a encontrarse con las Farc, pero enfatizó que cualquier acuerdo humanitario debía ser parte de un proceso de paz general.
"Los intercambios públicos han generado especulación intensa por parte de los medios sobre los prospectos para un acuerdo humanitario, pero ambos lados parecen permanecer distanciados sobre la condición de lanzar diálogos substantivos", apuntó la embajada en su comentario a Washington.
Álvaro Leyva le comentó al embajador de Estados Unidos en Bogotá por esos días que se había encontrado ya tres veces con el Presidente Uribe desde el 7 de Agosto para discutir las maneras de comenzar las negociaciones.
Dijo que la carta de las Farc el 1º de Octubre debía leerse de manera positiva, ya que era la primera vez que las Farc había aceptado la noción de diálogos de paz generales con el gobierno de Uribe. Sugirió que una “zona de encuentro” desmilitarizada podría ser creada para finales de Octubre, pero expresó que el gobierno y las Farc necesitaban superar su mutua desconfianza y acceder a diferir de asuntos difíciles (tales como la repatriación de “Simón Trinidad” y “Sonia” y la liberación de los rehenes Americanos).
El ex ministro Leyva advirtió al embajador que trabajaba para generar confianza entre ambos. Sin embargo, al parecer en la Casa de Nariño pensaban otra cosa del papel que jugaba él. Jorge Mario Eastman confirmó el rol de Leyva como el interlocutor del Gobierno, pero el asesor le confesó al embajador que era difícil trabajar con él. "El Gobierno nunca sabe si Leyva está transmitiendo un mensaje de las Farc o esta hablando por su propia cuenta", sentenció.
Eastman señaló que ante la falta de interlocutores discretos y confiables era que el Gobierno se había visto forzado a utilizar los medios para comunicarse con las Farc, con el agravate de que, a su juicio, la necesidad de hacer públicas las comunicaciones reducían las posibilidades de éxito en las negociacioens.
Días después estalló un carro bomba en la Universidad Militar, al norte de Bogotá. Uribe decidió suspender los acercamientos y ordenó arreciar la ofensiva militar contra el grupo guerrillero.
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