Por: Carlos A. Lozano Guillén
No se sabe qué da más rabia, si el siniestro y descarado programa Agro Ingreso Seguro (AIS) de donaciones a familias ricas y latifundistas, reinas de belleza, amigos del Presidente y funcionarios del gobierno de Uribe Vélez, dizque para proyectos productivos en sus extensas propiedades agrarias, o las mentiras del ministro de Agricultura, Andrés Fernández, quien aseguró con desparpajo que ninguno de los favorecidos con las donaciones aportaron recursos a las dos campañas presidenciales.
Según la explicación gubernamental cuando se aprobó el programa AIS, la intención era proteger a los productores del campo de la internacionalización de la economía, pero lo que jamás se dijo fue que los recursos, en la modalidad de donación, serían entregados a los latifundistas y no a los campesinos que trabajan la tierra para mejorar sus condiciones y productividad. Inclusive, en casos bajo investigación los dineros fueron entregados a familias de amigos del Presidente sin intereses ni propiedades en el campo.
Pero la mentira del ministro de Agricultura, Andrés Fernández, lo hizo quedar mal y duró muy poco, porque investigaciones de prensa sacaron a flote que varios de los beneficiarios del programa fueron cotizantes de las campañas de Álvaro Uribe Vélez. Algo así como tú me ayudas y yo te ayudo. Por ejemplo: Alfredo Lacouture Dangod, que recibió un subsidio de casi 500 millones de pesos, le aportó cinco millones de pesos a la campaña de Uribe Vélez; la Compañía Agropecuaria Balsilla S.A., que recibió la donación de 410 millones de pesos, le aportó a la campaña presidencial cinco millones de pesos; Inesa S.A. recibió 444 millones y aportó cinco millones; Harold Abadía Campo recibió 1.500 millones y aportó un millón a la campaña de Uribe. ¡Cuánto descaro uribista! Pero además quieren convencer al país que el presidente Uribe Vélez no estaba al tanto de esta situación. ¡Por favor…!
Pero el otro descaro es el de Andrés Felipe Arias, ex ministro de Agricultura, promotor del proyecto y ahora flamante precandidato conservador, quien con la arrogancia que lo caracteriza, arremete contra los críticos y defiende la bondad de semejante acto de corrupción. Por cierto, algo similar quiso hacer con el predio de Carimagua y el chanchullo se le dañó. Como también escándalos de algunos de sus encumbrados funcionarios, incursos en delitos de corrupción, pasaron de agache con el cuento de que “todo fue a mis espaldas”.
Los regalos a los ricos con dineros que abultan su capital revelan la estirpe del Gobierno de Uribe Vélez, porque mientras favorece a sus amigos en el marco de la campaña reeleccionista, los pobres del campo continúan desamparados y el desempleo rural es superior al 10 por ciento a pesar que Uribito quiere minimizarlo en sus agresivas y demagógicas declaraciones a los medios. En las cuales, por cierto, no hay explicaciones sino ataques a los críticos, no hay argumentos sino insultos.
El presidente Álvaro Uribe Vélez no puede decir que no sabía de esas donaciones y de los destinatarios, porque salió a defenderlas. Son muchos ya los escándalos en la política agropecuaria, Uribito batió el récord de los mismos y siempre los enfrentó con grosería y malos modales.
Los colombianos y las colombianas deben tener en claro que de darse la reelección se prolongarán estos actos de corrupción, como los ya denunciados antes, incluyendo los negociados de los hijos del Presidente. Nunca fueron aclarados, aunque quedaron en evidencia. Reelegir a Uribe es reelegir la corrupción, reelegir la guerra, reelegir la entrega de la soberanía nacional, reelegir la parapolítica y reelegir la mayor miseria para el pueblo colombiano.
Según la explicación gubernamental cuando se aprobó el programa AIS, la intención era proteger a los productores del campo de la internacionalización de la economía, pero lo que jamás se dijo fue que los recursos, en la modalidad de donación, serían entregados a los latifundistas y no a los campesinos que trabajan la tierra para mejorar sus condiciones y productividad. Inclusive, en casos bajo investigación los dineros fueron entregados a familias de amigos del Presidente sin intereses ni propiedades en el campo.
Pero la mentira del ministro de Agricultura, Andrés Fernández, lo hizo quedar mal y duró muy poco, porque investigaciones de prensa sacaron a flote que varios de los beneficiarios del programa fueron cotizantes de las campañas de Álvaro Uribe Vélez. Algo así como tú me ayudas y yo te ayudo. Por ejemplo: Alfredo Lacouture Dangod, que recibió un subsidio de casi 500 millones de pesos, le aportó cinco millones de pesos a la campaña de Uribe Vélez; la Compañía Agropecuaria Balsilla S.A., que recibió la donación de 410 millones de pesos, le aportó a la campaña presidencial cinco millones de pesos; Inesa S.A. recibió 444 millones y aportó cinco millones; Harold Abadía Campo recibió 1.500 millones y aportó un millón a la campaña de Uribe. ¡Cuánto descaro uribista! Pero además quieren convencer al país que el presidente Uribe Vélez no estaba al tanto de esta situación. ¡Por favor…!
Pero el otro descaro es el de Andrés Felipe Arias, ex ministro de Agricultura, promotor del proyecto y ahora flamante precandidato conservador, quien con la arrogancia que lo caracteriza, arremete contra los críticos y defiende la bondad de semejante acto de corrupción. Por cierto, algo similar quiso hacer con el predio de Carimagua y el chanchullo se le dañó. Como también escándalos de algunos de sus encumbrados funcionarios, incursos en delitos de corrupción, pasaron de agache con el cuento de que “todo fue a mis espaldas”.
Los regalos a los ricos con dineros que abultan su capital revelan la estirpe del Gobierno de Uribe Vélez, porque mientras favorece a sus amigos en el marco de la campaña reeleccionista, los pobres del campo continúan desamparados y el desempleo rural es superior al 10 por ciento a pesar que Uribito quiere minimizarlo en sus agresivas y demagógicas declaraciones a los medios. En las cuales, por cierto, no hay explicaciones sino ataques a los críticos, no hay argumentos sino insultos.
El presidente Álvaro Uribe Vélez no puede decir que no sabía de esas donaciones y de los destinatarios, porque salió a defenderlas. Son muchos ya los escándalos en la política agropecuaria, Uribito batió el récord de los mismos y siempre los enfrentó con grosería y malos modales.
Los colombianos y las colombianas deben tener en claro que de darse la reelección se prolongarán estos actos de corrupción, como los ya denunciados antes, incluyendo los negociados de los hijos del Presidente. Nunca fueron aclarados, aunque quedaron en evidencia. Reelegir a Uribe es reelegir la corrupción, reelegir la guerra, reelegir la entrega de la soberanía nacional, reelegir la parapolítica y reelegir la mayor miseria para el pueblo colombiano.
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