El comandante Iván Márquez afirma que la guerilla jamás abandonará la mesa de diálogo |
El comandante Iván Márquez, jefe del equipo negociador de las FARC-EP en el proceso de paz con el gobierno colombiano, asegura que nunca se levantará de la mesa de negociaciones y esa es una posición común del grupo insurgente.
En nuestra posición no hay fisuras, al contrario de las especulaciones de la llamada gran prensa, que me atribuye una línea dura en supuesta contraposición con otros sectores de la guerrilla, aseveró en una larga entrevista concedida al periodista y director del semanario Voz, Carlos Lozano, publicada en la edición que circula este jueves en la Habana.
“En las FARC-EP no hay divisiones ni fracciones, todos apoyamos esta decisión que compromete al conjunto de la organización y la asumimos con optimismo”, dijo.
En su afán de desinformar, los medios siempre están buscando divisiones y problemas internos en nuestras filas, pero en realidad todos los bloques, frentes y unidades, así como los integrantes del Secretariado y del Estado Mayor Central, estamos comprometidos con este empeño: no pueden haber dudas”, aseguró Márquez.
Al contrario, el que siempre amenaza con darle una patada a la mesa de diálogos es el Gobierno, argumentó y refirió las frecuentes advertencias de éste de no ser rehén del proceso y levantarse e irse de las negociaciones si no ve avances.
A una pregunta del periodista sobre la elasticidad o no de la agenda, respondió que el problema no está en si esta es elástica o no; ella contiene lo esencial para desencadenar un proceso de diálogo que aborde los problemas fundamentales del país, acotó.
No obstante, desde nuestro punto de vista, habrá que dejar espacios para que sea la participación popular la que establezca los rumbos definitivos de esta, consideró.
Pensamos que la estrechez no está en el Acuerdo General de la Habana, sino en la visión que el gobierno tiene sobre las causas y consecuencias de la confrontación. Es un absurdo, por ejemplo, que la institucionalidad insista en negar la posibilidad de discutir las políticas neoliberales que hoy profundizan el conflicto social en Colombia, adujo.
En cuanto al tiempo de duración de las negociaciones, puntualiza que en ninguna parte de los acuerdos preliminares se habla de tiempos específicos. Bien pueden ser menos o más de siete meses; eso dependerá de la dinámica que la participación popular, que es lo principal, le imprima al proceso, sustentó.
Ojalá resulte algo ágil pero, de no ser así, nadie debe sentirse rehén de un asunto tan trascendental como es el de la paz de Colombia. Es mucho mejor empeñarse, sin condiciones, en un esfuerzo de paz, que hacerlo en función de la guerra, como parece ser el camino que ha decidido tomar el gobierno, subrayó.
Si al Gobierno le es imposible cesar en una visión militarista, que incluso le niega a la población un lapso de sosiego en sus padecimientos, entonces debiera al menos convenir con las FARC -apuntó- unas normas mínimas de regularización de la guerra por razones de humanidad.
Es más, francamente, particularizó, lo ideal sería que ninguna de las partes se levante ni coloque amenazas sobre el funcionamiento de la mesa, que es un espacio en el que el pueblo colombiano ha puesto toda su fe. Ese sólo hecho merece el máximo empeño, declaró.
Al referirse a la premisa de paz con democracia y justicia social, esgrimida por las FAR-EP, señaló que ese es el genuino sentido del fin del conflicto, y no la capitulación como pretenden algunos
Es obvio que si se superan las causas de la miseria, la desigualdad y la exclusión política que padecen las mayorías nacionales, el uso de las armas no tendría razón de ser, manifiestó. “Sería iluso pretender que la resistencia al terrorismo de Estado pueda ser desarmada a punta de promesas”, singularizó.
Al aludir a la voluntad de paz reiterada por el Gobierno, la contrasta con los obstáculos y restricciones que pone este al necesario protagonismo del movimiento popular en la mesa.
Entre ellas citó el incremento del presupuesto militar y la aceleración de su maquinaria bélica, y las riendas sueltas a un paquete legislativo que aplasta cualquier posibilidad de mejorar las condiciones de existencia de los colombianos, recalcó.
Las medidas económicas que apuntan a la consolidación de la política neoliberal son un verdadero decreto de guerra contra el país, postuló.
Ivan Márquez reiteró sin embargo que el equipo negociador de las FARC-EP marcha con optimismo a la mesa de diálogo que se instalará el lunes 19 en La Habana.
Nuestra organización tiene profundo optimismo en el buen curso de este nuevo emprendimiento de paz para Colombia. Esperamos con mucha firmeza que esta vez el gobierno no busque excusas para levantarse de la mesa. Lo que debe primar es el inmenso anhelo que existe en el pueblo colombiano por llegar a la paz estable y duradera, concluyó.
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