jueves, 14 de octubre de 2010

Orden en la finca.- Artículo de Alfredo Molano Bravo


El panorama se estaba poniendo aburridor. Digo mejor, plano, insípido, descolorido. El presidente hablaba de tarde en tarde en tono menor; los medios le subían el volumen al descuere del jet set; los blogs de los columnistas se enflaquecían. Hasta que de golpe 80 aviones descargaron 7 toneladas de bombas sobre 7 guerrilleros y la sangre saltó hasta las primeras planas. Fue la operación Bienvenida. Sonaron clarines y tambores. Aparecieron los generales: parte de victoria. Como en el cuento: siete de un golpe. Detrás, templándose las calzonarias, el señor Inquisidor con toda su pompa, su prosopopeya jurídica, su mal aliento: Teodora Bolívar es Piedad Córdoba, colaboradora, traidora, negra y, para rematar, mujer. Y la masacró a codigazo limpio.

Los computadores dan para todo; en una USB cabe lo que se mete. No era difícil proveer el desenlace: un tipo que se calienta las manos en una pira de libros que conceptúa satánicos, protestantes y marxistas, un tipo que le brinca un odio morboso -y culposo- contra homosexuales, lesbianas y travestis, que considera el aborto un crimen de lesa humanidad y exonera a Mario Uribe, pese a las denuncias que hizo de éste Salvatore Mancuso, no podía llegar a una conclusión distinta sobre una mujer dedicada a encontrarle la comba al palo. Que es lo que ha hecho Piedad, ir a contracorriente de la guerra. Eso irrita, incomoda, denuncia, señala, arruina los valores de la bolsa.

Con todo, fue el abrebocas de otra salida. O mejor regreso: Uribe llegó a pedir cuentas a patadas, como es su costumbre. ¿Qué es lo que está pasando aquí? ¿Quién se atrevió a desamarrar lo que había dejado tan bien amarrado? ¿Cómo así que las tierras que pasaron de mano en mano hasta terminar en las nuestras van a ser devueltas? ¿Cuál deuda tenemos que pagar? ¿A quién? ¿Por qué?

Lo que se hizo, se hizo a lo bien. Y quedó hecho. Nadie tiene por que echar a atrás la historia. Nadie puede abrogarse el derecho a contradecir, a desandar lo andado, y menos reclamar lo regalado a los prohombres de la palma, de la caña, de las vacas.

Así fue. Vino a defender lo suyo, lo que considera su patrimonio, el poder. Y puso a temblar la unidad de la U; o con más precisión: vino a hacer los nombramientos de alcaldes y gobernadores para las próximas elecciones. Juanito Lozano se debe estar jalando los pelos. Como no ha tenido vacas no sabe lo que es meter una manada de reses a un corral en medio de un chubasco. Le tocará aprender. O renunciar, que es más fácil porque así no tendría que mamarse el revire de Vargas Lleras, hombre bravo que es.

El Frente Nacional se hace con los conservadores y no con los liberales. O sea con el pin y con el pum. Y, preguntó: ¿Ya nombró la corte esa mi fiscal? Y hablando de la corte: ¿Cómo así que metieron a la cana a mi alfil en Urabá, al senador Quintero? ¿Qué pasó entonces con la Seguridad Democrática?

Uribe organizó su propia operación Sodoma y no con el sustantivo sino con el verbo. ¡A temblar los que se salieron de la fila porque serán los primeros!

El Espectador



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