miércoles, 5 de diciembre de 2012

Hablando con Serpa "Piedad Córdoba sería una excelente candidata"

Horacio Serpa y Carlos A. Lozano Guillén
“La presencia de Estados Unidos es definitiva”

“Hay enemigos subterráneos de la paz”

Carlos Lozano Guillén es un reconocido abogado, periodista y politólogo que desde hace décadas ha militado en el Partido Comunista, y como tal dirige el periódico semanal Voz, órgano de expresión de esa agrupación política. Ha escrito los libros Las huellas de la Esperanza (1997), y ¿Qué, Cómo y cuándo negociar con las FARC? (2008), este último con Yesid Arteta y Medófilo Medina.

Lozano también ha trabajado por la consecución de la paz en Colombia, como intermediario entre la insurgencia y el gobierno, y es el motivo por el cual fue entrevistado por Ola Política: para conocer sus autorizados planteamientos sobre las negociaciones que adelanta el gobierno con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc.


HS: ¿Cómo cree que va marchando el proceso de paz en La Habana?

CL: En general van por buen camino. Sigo siendo moderadamente optimista, porque soy consciente de las dificultades que tiene el proceso. Por primera vez las Farc y el gobierno logran empezar por donde es: por desarrollar una agenda. Ya se está abordando el primer punto, y creo que el primer gran acuerdo que ha salido es el de facilitar la participación ciudadana, que estaba en dificultades porque el gobierno quería no meterle ruido a la mesa. Ellos entendían como ruido permitir que mucha gente se inmiscuyera, pero afortunadamente encontraron el camino. No se trata de que todas las organizaciones o los delegados de organizaciones lleguen a la mesa a sentarse con los voceros de las Farc y el gobierno, sino de abrir unos espacios donde pueda expresarse el ciudadano común y corriente, y sobretodo las organizaciones.


HS: Escuchar a la sociedad civil y a las organizaciones sociales fue una propuesta de las Farc desde el principio, y el hecho de que la mesa la hubiera acogido indica que la comisión del gobierno no está cerrada a la banda. ¿No le parece?

CL: Es así. Inicialmente el gobierno decía va a haber una página web, y el que quiera debe plantear allí sus temas. Sin embargo, es obvio que eso era insuficiente. La iniciativa fue de los voceros de la guerrilla, pero más que todo venía de fuera, por la presión social y sindical. De todos modos, hay una expectativa enorme en sectores que sufren la problemática colombiana, que son lo que en carne propia padecen las limitaciones, los desajustes y la injusticia social. Algunos quizá quieren que allí se les resuelva cada problema, pero ese va a ser el trabajo que van a hacer la Universidad Nacional y el PNUD, de decantar las sugerencias, propuestas y planteamientos de las organizaciones que van a participar en el foro. Ojalá los foros  se puedan extender a los otros temas contenidos en la agenda.


HS: Se decía que Iván Márquez era el duro de las Farc y que sería una piedra en este camino hacia los acuerdos, pero acaba de decir una frase con extraordinario significado: “hacer la paz es un deber impostergable”.


CL: Iván Márquez ha demostrado en la práctica que no es tan negativo como lo han pintado. Yo estuve hace unas semanas en La Habana, antes de comenzar el dialogo, conversé con él y le hice una entrevista, en la cual vi su compromiso con la paz. Una cosa es que lo diga en una conversación privada y otra es asumir el compromiso público diciendo que está de acuerdo con el proceso de paz, que él no tiene una posición distante. Márquez defendió su posición en Oslo diciendo que no era el discurso de él sino de toda las Farc, así que concertado, consultado con todos los miembros del secretariado de las Farc y de la Comisión de Paz que está participando a nombre de ellos. Él también ha dicho, en coincidencia con Timoleón Jiménez, que no se van a parar nunca de la mesa. Eso es una afirmación contundente.


HS: Se dice también que no todos los frentes de las Farc están comprometidos con la mesa. ¿Usted qué ha escuchado al respecto?

CL: Lo que se comenta tiene que ver con la ausencia del Bloque Sur en la delegación de las Farc. No hay ninguno de ellos, no están Joaquín Gómez ni Fabián Ramírez, ni ningún delegado de ese bloque. Eso ha dado lugar a comentarios. Sin embargo, antes de que se instalara el proceso en Oslo le escuché a Fabián Ramírez una entrevista que le hizo el periodista Karl Penhaul, en la que desarrolla la idea de que la paz es posible mediante el dialogo y la solución política. Yo llevo muchos años observando a las Farc en todos los esfuerzos lamentablemente frustrados que se hicieron en busca de la paz, y sé que para sacar adelante el proceso no lo hacen sobre la base de divisiones, no pueden hacerlo. Fuentes de las Farc bien informadas me cuentan que hubo debates no tanto sobre si se hacía un proceso de paz, sino sobre la oportunidad de hacerlo. Estaba muy reciente la muerte de Alfonso Cano y de Jorge Briceño, de gente que tenía mucha fuerza en la guerrillerada de las Farc, y desde ese punto de vista algunos dirigentes creían que podía ser un mal mensaje. Pero lo que Timoleón y todos los miembros de las Farc reivindicaron fue que el proceso que está en marcha se comenzó con Alfonso Cano. Yo no creo que en el Estado Mayor Central de las Farc o en el secretariado pueda haber una fractura que amenace el éxito que debe tener el proceso de paz y el compromiso de todas las fuerzas de la guerrilla.


HS: ¿O sea que la muerte de Alfonso Cano no fue un obstáculo para que las Farc se comprometieran en la búsqueda de la paz?

CL: No se puede negar que fue una lástima sumuerte, pero son los avatares de la guerra. Fue muy lamentable porque hubiera sido –sin desconocer lo que significa hoy el liderazgo de Timochenko- una persona muy importante para este proceso. Él no solamente lo dejó andando sino que fue el artífice de la suspensión de los secuestros de carácter extorsivo, tan repudiables en una confrontación armada y más como práctica de una guerrilla revolucionaria, por darle esa designación.


HS: Usted mencionó aquí que la discusión fuerte de las Farc fue en torno al momento adecuado para conversar. ¿No cree que el mejor momento fue en el Caguán, cuando desaprovecharon esa oportunidad histórica por una especie de prepotencia guerrerista que les hizo perder terreno?


CL: Si, lo del Caguán fue una frustración muy grande. Las Farc hubieran podido aprovechar mejor esa oportunidad. Pero no solamente fue problema de las Farc. El gobierno del presidente Pastrana se movió en un terreno muy difícil y nunca logró convocar el respaldo de todos los partidos, del establecimiento, de la institucionalidad entera. Y eso hizo muy frágil el proceso. Es claro que las Farc podían haber hecho un esfuerzo mucho más grande, pero fue el resultado de haber llegado a esa mesa militarmente fuertes, y creyeron que podían imponer las reglas de juego.


HS: ¿Hay temas intocables en la mesa? Sabemos que hay una agenda, pero ¿hay temas intocables?


CL: No creo. Hay un esfuerzo para que la mesa llegue a lo fundamental, pero en eso se equivoca el gobierno cuando le da esa proyección tan mínima a la agenda y la descontextualiza. La agenda tiene un preámbulo y un contexto que son vinculantes, porque no puede hacerse una agenda al margen del entorno político, económico y social. Es como el preámbulo a la Constitución. Si se lo quitamos ¿qué queda de ella? El doctor de La Calle decía en Oslo que el tema minero-energético no es negociable. Pero en el tema agrario está el tema de territorio, de las regiones. Así que, ¿cómo se puede discutir el tema de las regiones al margen del tema minero-energético, con recursos tan importante para el país y para el desarrollo de las regiones?


HS: ¿Cómo le pareció el alargue que el presidente le dio al proceso, hasta noviembre de 2013?


CL: Me parece bien el alargue, porque inicialmente se había hablado de seis meses para resolver un conflicto de tantos años. La importancia o la profundidad de los temas no las dan las Farc ni el gobierno, la va a dar la participación ciudadana. Por eso tiene que haber un esfuerzo muy grande de la Universidad Nacional y del PNUD, que van a ser los organizadores del Foro Agrario. Yo espero que continúen con otros foros, también bajo la responsabilidad de dos instituciones tan serias. El expresidente López decía que no se puede hacer la revolución por contrato, y eso es cierto. No se puede pensar que de dos cosmovisiones tan distintas va a salir la gran transformación revolucionaria de la sociedad.


HS: ¿Cómo ve la propuesta que algunos hacen, en cuanto a que esto al final nos debe llevar a una nueva Constituyente?

CL: Yo creo que sí es necesaria una Asamblea Nacional Constituyente. El gobierno confía bastante en el Congreso como poder legislativo, pero también hemos visto las deformaciones que hay en su interior. Todos nos acordamos por ejemplo de la tan polémica aprobación de la reforma judicial, o de la reelección de Ordoñez como procurador, con la concepción que él tiene sobre las libertades individuales.  Eso deja mucho que desear, porque demuestra que es un Congreso en el cual no se puede confiar. No sabemos en qué terminaría cualquier acuerdo a que se llegue en La Habana. Por eso es mejor la vía de la Asamblea Nacional Constituyente, que en su convocatoria debe tener una participación importante no sólo de la guerrilla sino de la sociedad civil, de los partidos y otras instituciones. La constituyente debe convertirse en una forma de ratificar ese acuerdo nacional.


HS: ¿Y qué tal un referendo en lugar de una Constituyente?


CL: Un referendo también tiene sus riesgos. Acordémonos de Guatemala, donde se llegó a un acuerdo de paz, pero el referendo no le dio legitimidad. Pero una Asamblea Nacional Constituyente bien organizada, representativa del país político y del país nacional, le daría una legitimidad muy fuerte a los acuerdos que se logren en La Habana.


HS: ¿Cómo ve el papel del presidente Hugo Chávez en el proceso? 


CL: La presencia de Chávez ha sido muy importante, muy discreta, pero definitiva. En la fase exploratoria fue definitiva la participación venezolana, por cuanto su territorio fue paso obligado de los guerrilleros colombianos, concretamente de Rodrigo Granda y Andrés París, que  participaron en las reuniones con el gobierno en esa fase exploratoria. Chávez lo manejó muy bien, ante la exigencia de confidencialidad y de secreto que le dio el gobierno a esos contacto, y considerando que él es muy locuaz. Chávez y el gobierno de Venezuela están llamados además a jugar un papel muy importante en eventuales diálogos con el Ejército de Liberación Nacional.


HS: A propósito, acaba de decir Gabino que también están dispuestos. ¿Cómo ve eso?

CL: Ya dijo el comandante del ELN que tiene nombrada la comisión que se haría cargo de representarlos en eventuales diálogos con el gobierno. El gobierno con realismo ha dejado atrás cierta subestimación que le tenía al ELN. Ahí también debe dárseles  un tratamiento político, de dialogo, para poder resolver ese conflicto. Con el ELN se puede hablar en otro momento, en otra mesa, pero en algún un momento habría que juntar los dos procesos. Eso va a ser inevitable.


HS: ¿Qué papel juega en todo esto la Marcha Patriótica?


CL: La Marcha Patriótica tiene una particularidad muy importante, y es que surge de la base social, a diferencia de la Unión Patriótica, que surgió como una propuesta de las Farc a la que llegaron agrupaciones como el Partido Comunista y otros sectores. En la Marcha Patriótica hay un gran peso de las organizaciones políticas que están allí el Partido Comunista, el sector de Piedad Córdoba y otros menores. El grueso de la Marcha Patriótica sale sobretodo de organizaciones regionales muy importantes, algunas actuantes en zonas donde también está la guerrilla. Es cierto que conocen a la guerrilla y algunas incluso le tienen simpatía, pero eso no significa que sea la presencia guerrillera en la Marcha Patriótica. También hay organizaciones sindicales y otras expresiones de organizaciones urbanas, de modo que ésta va a jugar un papel definitivo de respaldo a la paz.


HS: ¿A qué obedeció la división entre Marcha Patriótica y el Polo Democrático?


CL: El Polo desgraciadamente vio en la Marcha un contradictor, una competencia a ver quién es quién en la izquierda, y no era eso. Ahí hubo un punto de contradicción, pero espero que el Polo y la inteligencia de Clara López entiendan que no hay ningún tipo de exclusión por parte de Marcha Patriótica, sino al contrario, un discurso de unidad.  Ahora bien, creo que la Marcha Patriótica, debe abrir sus puertas a la guerrilla en un eventual proceso de paz, a una guerrilla por supuesto sin armas, que acoja la lucha política abierta y pública, Ellos definirán si crearan un partido o un movimiento nuevo, o si se incorporan a alguno, pero la Marcha debe estar abierta a eso.


HS: Y en ese caso, ¿quién podría ser el candidato presidencial?


CL: En Marcha Patriótica no se ha tomado una decisión frente al tema electoral. En el Partido Comunista somos partidarios de que se asuma pronto ese debate. Es la hora de hacerlo, porque el país el año entrante va a entrar ya en campaña electoral. Mi opinión personal, es que la Marcha Patriótica debe participar en el proceso. Piedad Córdoba sería una excelente candidata. Esperamos que tenga suerte en todos los trámites judiciales y demandas que ha interpuesto pues para recuperar los derechos políticos que le fueron cercenados de manera arbitraria por el procurador Ordoñez.


HS: A propósito del procurador, acaba de decir que está de acuerdo con que Timochenko pueda hacer política, pero que antes “deberá pernoctar algunos días en La Picota”. ¿Usted que opina?


CL: Ese tipo de cosas no ayudan viniendo de él. Eso lo puede hacer incluso el expresidente Uribe, porque es un ciudadano como cualquiera de nosotros. Pero el Procurador es representante del Ministerio Público y debe respaldar institucionalmente las decisiones y las orientaciones de quien maneja esos temas, que es el Presidente de la República. También preocupa cuando se expresan voces distintas en el gobierno: cuando una cosa dice el presidente Santos y otra el ministro de Defensa, que parece un mariscal en el campo de batalla.


HS: Acaba de informarse sobre una acción del Ejército en Nariño, donde se dice que murieron veinte miembros de las Farc y el comandante del frente Mariscal Sucre, alias ‘Guillermo Pequeño’. ¿Eso podría afectar el proceso?


CL: Espero que no. Las Farc tomaron la decisión de la tregua unilateral de fin de año, que me parece de alguna manera un buen regalo para nuestro país, que ha sufrido mucho con la guerra, sobre todo la población civil. En el caso de Nariño ya se está presentando desplazamiento de indígenas, porque son bombardeos en zonas donde seguramente hay campamentos de las Farc, pero muy cerca hay comunidades indígenas, que se afectan con esos operativos de tierra arrasada. Yo soy enemigo de que se dialogue en medio de la guerra, porque querámoslo o no los hechos de la guerra van a alterar el funcionamiento de la mesa. Por eso preferiría una tregua o un cese de fuego. Lo que uno no entiende muy bien es cuando la guerrilla ha declarado una tregua unilateral, y se presenta ese tipo de bombardeo.


HS: Un tema que está latente es el de los crímenes de lesa humanidad, que en algún momento va a llegar a la mesa. El país puede decidir una cosa, pero la Comisión Interamericana de Derechos Humanos o las Naciones Unidas pueden estar pensando otra cosa…

CL: El tema de las victimas está allí planteado, cuenta con un marco legal y fue aprobado en el Congreso, pero es complejo y va a dar para muchas dificultades. Ahí debe participar la comunidad internacional, llámese Corte Penal, Comisión Interamericana, o las instancias de Derechos Humanos de Naciones Unidas. El gobierno ha sido muy renuente a aceptar  la presencia internacional; aceptó al final la presencia de Cuba y Noruega, porque ayudaron a empujar la fase exploratoria, pero no quiere ampliar eso. Yo creo que la presencia de Estados Unidos es definitiva en todo esto. Si Estados Unidos no se compromete de verdad, con un proceso de paz en Colombia, va a ser difícil. Lo mismo diría de la Unión Europea misma. Me gusta incluso la figura de la que habló el fiscal Eduardo Montealegre, de una Comisión de la Verdad, la cual tiene que hacer parte del conjunto de acuerdos.


HS: Y está en el marco jurídico…

CL: Está en el marco jurídico porque el problema es de doble vía. No se puede pensar que las Farc les saquen el cuerpo a responsabilidades que puedan tener, pero también está el Estado. No entiendo por qué la Corte Penal Internacional aún no ha asumido investigaciones sobre los falsos positivos, pero acaba de decir que se dieron como “políticas del Estado”. Esa es una advertencia muy fuerte, siendo que esos delitos están en la impunidad y cuando se está aprobando el fuero militar, que les va a dar patente de corso a los militares para muchos de esos delitos de lesa humanidad que han cometido. Seguramente muchos que han sido condenados saldrán de la cárcel o pasaran a la justicia penal militar, pero no sabemos en qué sentido va a fallar la CPI.


HS: En Colombia siempre se ha hablado de los enemigos agazapados de la paz. ¿Usted cree que en este proceso ya han comenzado a actuar?


CL: Siempre están ahí. Me gustó de las Farc que cuando se presentó la voladura de unas torres, el propio frente que cometió esa violación a la tregua explicó que había sido un problema de comunicación, pero que estaban comprometidos y que no volvería a ocurrir una acción de esta naturaleza. Pero los enemigos están ahí, claro, y no es sólo el expresidente Uribe, que es el enemigo público número uno de la paz, y lo reconoce y hay que abonárselo. Pero también hay otros que no han dejado de actuar. Me refiero a los que están subterráneos, y como tales trabajan y conspiran.

Ola Política 


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