jueves, 1 de diciembre de 2011

Familia “real” española abochornada por un escándalo de corrupción

El rey Juan Carlos. EFE
Por: Theo Peters (dpa)

Nunca ningún miembro de la Casa Real de España había sido imputado por un delito. Este historial inmaculado podría verse manchado si sigue estrechándose el cerco judicial sobre Iñaki Urdangarín, el único yerno del rey Juan Carlos y la reina Sofía. Si llega a ser enjuiciado y condenado por varios delitos de corrupción, podría tener que pasar más de 15 años en la cárcel. El caso incluso podría poner bajo sospecha a la infanta Cristina, la esposa de Urdangarín e hija menor de los reyes españoles.


El yerno de Juan Carlos, que lleva el título nobiliario de duque de Palma desde que se casó con la Infanta Cristina, en 1997, está siendo investigado por la fiscalía anticorrupción de las Islas Baleares por delitos como fraude, malversación de fondos públicos y prevaricación. Las primeras noticias sobre las supuestas prácticas empresariales fraudulentas de Urdangarín ya aparecieron en abril del año pasado en el “Diario de Mallorca”. En las últimas semanas tambien el periódico madrileño “El Mundo” ha informado ampliamente sobre el desarrollo de la investigación sobre los negocios del duque de Palma.

Como presidente del instituto Nóos, una fundación “sin ánimo de lucro” con sede en Barcelona, el duque de Palma habría desviado en los años 2005 y 2006 hacia varias empresas en las que tenía intereses propios fondos públicos del gobierno balear destinados a la organización de foros sobre deporte y turismo. Según fuentes de la investigación, el volumen de dinero malversado podría llegar a los dos millones de euros (2,7 millones de dólares).

También se está investigando el destino de otros 2,5 millones de euros que el gobierno de la comunidad de Valencia entregó al instituto Nóos para promocionar la candidatura de la ciudad de Valencia como sede de los Primeros Juegos Europeos, que nunca llegaron a celebrarse. El ex vicepresidente de Nóos y mano derecha de Urdangarín, Diego Torres, ya está imputado en este caso de corrupción y se espera que en cualquier momento la fiscalía levante también acusación contra el propio duque de Palma.

Las fuentes consultadas por la prensa española aseguran que el instituto de Urdangarín también ofreció a cambio de elevadas sumas de dinero su asesoramiento a grandes empresas como Telefónica y Arcelaria, así como a varios gobiernos municipales y regionales. Nóos incluso habría elaborado un informe de solo diez páginas para el club de fútbol Villareal por la cantidad de 690.000 euros.

La Casa Real española ha guardado un prudente silencio hasta el momento. En su única reacción oficial, el palacio de la Zarzuela en Madrid señaló en un comunicado que el yerno de Juan Carlos tendrá que defenderse ante las acusaciones “como cualquier otro ciudadano” y que la Casa Real respeta la labor de los jueces.

Medios españoles han interpretado este comunicado como un claro indicio de que la Casa Real se ha distanciado del esposo de la infanta Cristina. El rey, al parecer, teme que el caso tenga una repercusión negativa sobre la imagen de la monarquía, cuyo prestigio en la población española ya había comenzado a declinar antes de que estallara el escándalo, según un sondeo realizado en octubre por el instituto demoscópico CIS.

En el peor de los casos para la Casa Real, la investigación judicial podría salpicar también a la propia infanta Cristina. Ella pertenecía a la junta directiva del instituto Nóos cuando se cometieron los supuestos delitos de corrupción. Además, ejercía de secretaria del consejo de administración de la promotora inmobiliaria Aizoon, presidida por su esposo, a la que se desvió, según las fuentes judiciales citadas, parte de los fondos públicos malversados. De acuerdo con la Constitución española, de los miembros de la Casa Real solo el rey es “inviolable” y no puede ser sometido a juicio.

Círculos próximos a la Casa Real aseguran que el rey no solo está preocupado por la dimensión que el escándalo pueda alcanzar, sino que está profundamente molesto y decepcionado con el comportamiento de su yerno, por el que siempre había sentido un cariño especial, mucho más que el tenía hacia su primer yerno, Jaime de Marichalar. Este se había casado en 1995 con la hija primogénita del rey, la infanta Elena, pero la pareja se divorció en enero de 2010.

Juan Carlos estaba encantado con el matrimonio formado por su hija Cristina e Iñaki Urdangarín, un prestigioso deportista de origen vasco que jugó 175 veces en el equipo nacional de balonmano de España y que participó en los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992), Atlanta (1996) y Sydney (2000). Según la prensa rosa española, la infanta se sintió inmediatamente atraída por Urdangarín cuando vio jugar en Barcelona a este hombre alto y guapo con penetrantes ojos azules.

El rey al parecer persuadió en 2006 a Urdangarín de que renunciara a la presidencia del instituto Nóos, cuando en Mallorca ya se escuchaban las primeras denuncias de su supuesta implicación en una trama de corrupción. Lo cierto es que la pareja aristócrata se trasladó ese mismo año con sus cuatro hijos a Estados Unidos, lejos de los focos de atención de los medios españoles. La familia se estableció en Washington, donde el duque de Palma asumió el cargo de consejero de la multinacional española Telefónica.

Desde Washington, Urangarín se limitó a afirmar en un escueto comunicado que defenderá su “honorabilidad e inocencia en este asunto”, porque está convencido de que su “actuación profesional ha sido siempre correcta”. Entre tanto, prácticamente cada día se difunden nuevos detalles y revelaciones de las prácticas fraudulentas atribuidas al duque de Palma, que van formando una bola de nieve creciente que amenaza con estrellarse contra la Casa Real española.

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