miércoles, 30 de noviembre de 2011

No me asustan las amenazas, continúo en lucha permanente por la paz con democracia y justicia social

A raíz de los repudiables y lamentables hechos en que perdieron la vida cuatro miembros de la Fuerza Pública que estaban en poder de la guerrilla de las FARC, que fueron rechazados de manera categórica en declaración que hice el mismo pasado sábado 26 de noviembre, comencé a recibir todo tipo de amenazas e insultos, en una forma muy sincronizada y con idénticos términos, por lo cual deduzco que obedecen a un grupo de personas con ese propósito terrorista.


Las amenazas son a través de Twiter, llamadas telefónicas y actos de hostilidad, sobre todo de seguimientos que son evidentes. Ayer lunes 28 de noviembre, tuve un encuentro al mediodía para almorzar con los doctores Luis Eduardo Celis, Alejo Vargas y Carlos Medina Gallego. Estuve acompañado de mi hija Catalina. Todo transcurrió bien y en aparente tranquilidad, nunca noté que fuéramos observados. Pero al llegar a mi oficina y revisar los Twiters, encontré uno en que se hacía expresa alusión a ese encuentro que fue en el Desayunadero de la 42, Avenida Caracas con calle 42, esquina oriental, de Bogotá. Por este hecho deduzco que estoy siendo sometido a seguimiento, como lo he percibido en algunos de mis desplazamientos.

Esta situación obedece a la campaña sistemática que hay contra mí, en artículos de prensa como los que escribe el señor José Obdulio Gaviria y las campañas permanentes hostiles a las que no son ajenos agentes del Estado. Se recrudecen cada vez que suceden hechos tristes y lamentables como los que estamos lamentando del sábado 26 de noviembre, con los cuales, por supuesto, nada tengo que ver, y merecen todo mi rechazo y censura pública.

Pero a lo que no me sumo –y es lo que me cobran- es a la delirante prédica guerrerista, para escalar el conflicto con la nefasta consecuencia de su mayor degradación. Con la misma energía que censuro los llamados falsos positivos que son crímenes de lesa humanidad y ejecuciones impunes, también critico con severidad los actos de la guerrilla violatorios del DIH. En eso no tengo veleidades ni mezquindades como las de los grandes medios de comunicación y el alto Gobierno que estableció categorías y niveles para clasificar los muertos del conflicto. Mientras celebran unas muertes o silencian otras, cuando les interesa a favor de las políticas de guerra, con bastante morbo montan escandalosas campañas.

En mi condición de humanista y periodista no acepto esas posiciones maniqueas. Lamento la muerte de cualquier compatriota no importa cuál sea su condición. Mi opción es por la vida y la esperanza, por la paz con democracia y justicia social.

Carlos A. Lozano Guillén
Director de VOZ
Bogotá D.C. 29 de noviembre de 2011

CALG/PCC

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