lunes, 21 de noviembre de 2011

La fábula de los cuervos y los alacranes

Rashad Abu Shawer
Al-Quds al-Arabi
Traducción del árabe de Antonio Martínez Castro
En mi primera visita a la República Popular y Democrática de Yemen, después de aterrizar el avión del ALYEMDA (Democratic Yemen Airlines) en el aeropuerto internacional de Adén y de un duro viaje desde Damasco pasando por Kuwait que duró muchas horas, el afecto que le teníamos a la RPD de Yemen, que la izquierda árabe mimaba y llamaba la “Cuba árabe”, hizo que no nos sintiéramos cansados. Tras el caluroso recibimiento de los camaradas del Partido Socialista, que tratan siempre a los invitados con generosidad y hospitalidad inolvidables, me llamó la atención la densidad de cuervos por el cielo y por la tierra a las afueras del aeropuerto.


Al dejar el hotel con nuestro acompañante yemení, me asombré aún más con el impresionante despliegue de cuervos que te sorprendía allá donde pusieses los ojos, en el cielo, en la tierra, planeando sobre las cimas de las negras montañas volcánicas cuyos bordes, rocosos, afilados, brillantes como el cristal, inspiraban temor.

Me pareció como si los cuervos estuviesen meciéndose en caballitos de madera distribuidos por el pedregal, presuntuosos, confiados, desafiantes. Me agaché a coger una piedra, al momento el camarada yemení leyó mi intención de tirarla y me advirtió gravemente:

- No lo hagas, lo lamentarás, si matas uno te atacarán sin descanso y no te dejarán tranquilo.
Titubeé y solté la piedra, los yemeníes saben más que nadie sobre sus cuervos. Le pregunté cómo es que no tenían miedo y me dijo:

- Un oficial británico trajo unos cuervos de la India con la convicción de que acabarían con los alacranes que abundan por el lugar. Los cuervos se reprodujeron, anidaron en las cumbres inalcanzables para la gente y allí ponían los huevos en paz. Desde entonces son un problema intratable, no sé, tal vez de tanto alacrán que han tragado ya no le tienen miedo a nadie.

- ¿Y los alacranes? ¿Han acabado los cuervos con ellos?- Le pregunté.
Enmudeció y una sonrisa burlona se le perfiló en la cara, no dijo nada y se puso a recorrer con la vista los abundantes agujeros que había por las aceras.

Apenas habíamos andado unos metros cuando me detuvo, me cogió del brazo y me indicó un alacrán negro que salía de un boquete con el aguijón en ristre. Todo apuntaba a que iba cargado de amenazante veneno.
- Los británicos trajeron los cuervos para librarnos de los alacranes, y después de sacrificarse el pueblo en una revolución victoriosa para expulsarlos de nuestro país, aquí se quedan los cuervos, y lo peor son los molestos graznidos que nos turban el descanso noche y día. Esto es parte de lo que nos dejó el inglés, amigo.

No hay que explicar la moraleja ni los símbolos de esta historieta pues es de una claridad meridiana, aún así que cada cual la comente como quiera. Los cuervos cubren el cielo de Yemen y los alacranes siguen ahí. Los graznidos y el veneno amenazan el día a día de los yemeníes que buscan un antídoto efectivo para librarse de ambos males: la ponzoña y el mal agüero.

Permitidme sacar a colación la sabiduría de nuestro poeta al-Mutannabi, que gana vigencia con el paso del tiempo, es eterna, necesaria para las generaciones presentes y venideras pasen las que pasen, es siempre válida por mucho que cambien los tiempos, ha sido contrastada y su valor crece con la experiencia.
Como millones de árabes duermo y me levanto dándole vueltas a lo que le pasa a la nación, eso turba mi sueño y mi vigilia. De este modo me desperté hace unos días recitando este verso de al-Mutannabi:
Lo cazará el león cuando cacen

Bebí un sorbo de agua para aclararme la voz, retomé la respiración, me sequé la frente en llamas y completé el verso con su primer hemistiquio:

A quien hace del león compañero de caza Lo cazará el león cuando cacen
Los árabes practicaban la cetrería, adiestraban alcotanes y los ponían a su servicio. Los soltaban y las rapaces capturaban y volvían con la presa. Les daban un pedacito de carne y así, por un sueldecito, trabajaban para ellos. Sin embargo el león no se comporta igual, sólo los ingenuos pueden creerse que el león vaya a cazar para ellos, ¿acaso el león caza a sueldo? El león de ahora no es el Reino Unido, la fiera decrépita que aún conserva trozos de carne árabe entre sus colmillos, sino que el león de hoy es Estados Unidos a quien la democracia le corre por las fauces en forma de ríos de sangre, quien no hace nada por nadie ni acepta compartir parte de la presa. Se lo queda todo: la carne, la grasa, los huesos, la sangre, la piel y si cede algo es para sus segundos: Reino Unido y Francia. Y con los desechos paga el sueldo de quienes no merecen más que eso.

El león caza para él porque es fuerte y se aprovecha del débil, del ingenuo, inmoral y oportunista que se cree que va a ser socio del león en la cacería. Da rienda suelta a la imaginación quien crea que va a usar el león momentáneamente gracias a su recta moral y su presteza por hacer buenas obras ante Dios y la Humanidad.

Estamos alejándonos de la revolución de nuestro pueblo por no sacar la moraleja de la fábula de Calila y Dimna que nuestro antepasado al-Mutannabi versificó y recitó a Saif al-Dawla al-Hamadani en la refinada corte de Alepo desde donde este rey se pasó la vida defendiendo a los países árabes de las amenazas provenientes de Bizancio.

Vivimos en el desorden y tenemos miedo por el futuro de nuestra revolución – es una sola; la revolución del pueblo árabe- cuyo objetivo esencial es salvarse de los cuervos y de los alacranes sin caer en las garras estadounidenses que trabajan para vaciar de contenido nuestra revolución, para frustrar a nuestro pueblo, para destruir el futuro y abrir la temporada de caza a su merced y a la de su aliado e hijo adoptado, la entidad sionista.

Quien no sabe cazar con su arco, su espada y sus brazos, quien busca atajos, quien llora pidiendo auxilio a los yanquis y grita solicitando una intervención internacional, quien quiere que los cuervos de Occidente ocupen el cielo de Damasco es un mentiroso, insolente, oportunista cuyo único interés es robar la sangre del pueblo sirio que lucha por la libertad y que no quiere que destruyan su país ni estallen los odios intercomunitarios que conviertan Siria en un nuevo Iraq.

Decimos a los sirios: Los árabes del Golfo quieren lanzar la contrarrevolución desde vuestro país, sobre vuestra sangre, carne y tierra. Quieren usaros de puente, de trampolín contra Irán. No os tienen cariño ni sienten compasión por Damasco, Alepo, Homs, Hama. Quien carece de algo no lo da y ellos no tienen nada de democracia, puede aplicárseles el versículo del noble Corán [9; 97]:

﴾Los beduinos son los más infieles, los más hipócritas y los más propensos a ignorar las leyes contenidas en la revelación de Dios a Su Enviado. Dios es omnisciente, sabio ﴿

Ye hemos aconsejado varias veces al régimen de Damasco que dé a los sirios lo que merecen y que cumpla las exigencias del pueblo para construir una Siria moderna. Que no pierda el tiempo, que deje de aplicar la destructiva represión que no lo salvará. El pueblo sirio, libre y soberano, es capaz de proteger Siria y frustrar las conspiraciones que se ciernen sobre ella estos días. Lo repetimos antes de que sea demasiado tarde.

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