Entrevista para la revista Cepa, No. 11 Julio-diciembre de 2010, Pág. 44
Bicentenario y coyuntura ¿Cuál independencia?
“La lucha de hoy es más cualificada pero animada por el mismo proyecto emancipador”
Carlos A. Lozano Guillén
Director de VOZ, dirigente del Partido Comunista y miembro de la dirección nacional del Polo Democrático Alternativo
1.- ¿Cuáles son las características que relacionan la colonización de hace 200 años y la situación de dependencia actual en Colombia y América Latina?
Por supuesto que el viejo colonialismo, que se prolongó hasta los años setenta del siglo pasado y del cual quedan evidentes vestigios aún en la primera década del siglo XXI, ya no existe. La quiebra del colonialismo como un soporte fundamental de la política de gran potencia de los antiguos imperios, se desmoronó por la lucha de los pueblos en múltiples formas, sin excluir la rebelión armada anticolonialista y por la independencia nacional.
La lucha por la primera emancipación de Colombia y América Latina tuvo esas características. En nuestro país, la primera independencia fue un proceso revolucionario, con antecedentes tales como la resistencia indígena contra el invasor español, la insurrección comunera de 1781, la traducción de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1794, el grito de independencia de 1810 y la guerra de independencia del Libertador Simón Bolívar. Procesos similares se dieron en América Latina, aunque el relevo imperial se dio en los siglos XIX y XX en la conformación republicana y configuración de las nuevas grandes potencias, colonialistas y neocolonialistas, con los mismos métodos tradicionales.
Colombia y América Latina quedaron en el campo de la geopolítica de los intereses imperialistas de la clase dominante de Estados Unidos, que le arrebató el Canal de Panamá a nuestro país e introdujo factores de perturbación y desestabilización, contrarios a la idea bolivariana de la unidad de América Latina contra el poderoso imperio, que ya en la época de la lucha por la primera independencia se proyectaba como “predestinado por la Providencia para plagar de hambre y de miseria” a nuestro continente, para utilizar las mismas palabras del Libertador. La intervención estadounidense en el continente se convirtió en factor de dominación y desigualdad, aunque en el continente, en la región Caribe, hubo la presencia de otras potencias imperiales, sobresaliendo la británica.
Así, que no podemos decir que las circunstancias de la actualidad son las mismas de hace 200 años, pero sí estamos en la esfera de influencia del imperio gringo, que busca dominar a nuestros países en el concepto geopolítico del “patio trasero” y de la supuesta pertenencia de América al hemisferio occidental. Estados Unidos, como España hace 200 años, ambiciona quedarse con nuestras materias primas y enormes riquezas naturales, en un mundo complejo, acosado por el deterioro ambiental y el calentamiento global, lo cual hace más preciadas las riquezas históricas de nuestros países y el enorme recurso hídrico que se agota, precisamente por el abuso de las grandes potencias y del mundo de las transnacionales y multinacionales. Son muchas las diferencias después de 200 años, pero bastantes también las similitudes, pues los imperios de todos los pelambres no renuncian a las agresiones y a las guerras de rapiña.
La historia de América Latina de los últimos 60 años está preñada de invasiones, ocupaciones y agresiones del imperialismo de Estados Unidos y de otras potencias, pero también de luchas de resistencia, de emancipación y hasta de liberación nacional. Esas luchas, no cabe la menor duda, se incrementarán y radicalizarán en la medida que el imperialismo y sus lacayos nacionales se empecinen en imponer regímenes de fuerza oprobiosos, bajo los modelos del mercado neoliberal y de la explotación salvaje de nuestros pueblos. Son expresiones de la lucha más cualificada y de distinto carácter que las de hace 200 años, pero motivadas en el mismo proyecto emancipador.
2.- ¿Cómo analiza las experiencias actuales democráticas en países latinoamericanos mientras en Colombia se profundiza la tendencia de extrema derecha?
América Latina, desde el punto de vista del proceso político y de las luchas populares, vive una etapa de nuevas experiencias y de riqueza en los cambios de signo positivo en la sociedad. Superó ya la etapa recesiva del post socialismo real, después del derrumbe del muro de Berlín, que significó una derrota para las fuerzas populares y la iniciativa para la derecha en todas las latitudes. En las últimas décadas, nuestro continente fue el escenario de procesos avanzados e inclusive revolucionarios, que han marcado el distanciamiento de la férula yanqui y el deseo de soberanía, autonomía e integración propia de nuestros países. Colombia, con mayor razón en los últimos 8 años de los dos gobiernos uribistas, va en contravía de estos procesos, contra la corriente y la tendencia progresista predominante, en un proceso de derechización, que deviene de un régimen de fuerza, de terrorismo de Estado, que impuso el poder plutocrático y oligárquico a sangre y fuego. La clase dominante colombiana se acostumbró a gobernar mediante el ejercicio de la violencia y la negación de cambios democráticos, inclusive “democrático burgueses”.
Sin embargo, Colombia tiene que salir de esta olla. Pese a nuevas realidades, a relevos en gobiernos de algunos países, la tendencia emancipadora y soberana se mantiene, a lo cual no se puede substraer el gobierno colombiano, cualquiera que sea él a partir del 7 de agosto, porque Unasur y las formas de integración, que seguramente llegarán para suplir a la desprestigiada OEA, serán las que marcarán el ritmo de la cooperación y de la integración regional en los próximos años.
3.- En la coyuntura política, dada la profunda cooptación del Estado por los poderes mafioso, ¿si es funcional, responsable, reducir la confrontación al juego solo parlamentario y electoral?
No, no es funcional tal proceder. La izquierda, las organizaciones populares y revolucionarias, deben entender que la dinámica de la lucha de clases enfrenta a las masas populares a muchas formas de la lucha en la búsqueda de los cambios democráticos, políticos, sociales, económicos e históricos en la sociedad.
El escenario de la lucha electoral y parlamentaria es importante, no puede ignorarse. El Polo Democrático Alternativo y otras fuerzas de la izquierda antes de que éste existiera, demostraron la utilidad de la lucha electoral y parlamentaria, con todo y lo limitada que significa en un régimen de democracia ultra restringida como la colombiana. Los parlamentarios del Polo, como en el pasado los de la UNO o la Unión Patriótica, para sólo citar dos casos más, demostraron que se puede convertir la curul en el Congreso, en las asambleas o concejos, en trincheras de denuncia, de resistencia y de lucha popular, pero es insuficiente si ello no está estrechamente relacionado con lo fundamental, que es la acción de las masas. Son éstas, al fin y al cabo, las que protagonizan la historia, el motor de los cambios sociales y políticos. La victoria militar y política de Simón Bolívar no hubiera sido posible sin los brotes insurreccionales y la lucha de los criollos que se levantaron contra el yugo español, para dar un ejemplo de dos siglos atrás de nuestra historia, plenamente vigente.
4.- ¿Cómo caracteriza la situación de la lucha de clases, la correlación de fuerzas, las tendencias y las perspectivas del movimiento social y político?
A pesar de esa tendencia predominante en Colombia proclive a la derechización del país, la lucha social y económica se expresa en múltiples formas, así como la lucha política e ideológica, para enfrentar las formas autoritarias y represivas del poder y la imposición del modelo neoliberal que establece el mercado en renglones tan importantes como la salud y la educación. El caso reciente, por ejemplo, de la emergencia social, “tumbada” por decisión de la Corte Constitucional, rechazada en manifestaciones y movilizaciones populares, sin duda influyeron en la decisión judicial. Otro tanto ocurrió con el referendo reeleccionista, que cayó estrepitosamente no solamente por la decisión mayoritaria de unos magistrados “iluminados”, sino por el repudio frontal de los sectores populares.
El movimiento social y popular está en proceso de reanimación, de acumulación de fuerzas, que seguramente se incrementará en los próximos meses ante la crisis social, que podrá agudizarse en la medida que el nuevo Gobierno, si es ajeno a los intereses populares, insiste en el gasto de la guerra y en reformas laborales y tributarias para favorecer a los ricos y a la “confianza inversionista” de las transnacionales y de los TLC con Estados Unidos y Europa.
5.- ¿Después de los intentos de negociación política, desde el año 2000, de las fuerzas revolucionarias e insurgentes, FARC y ELN, con los gobiernos de Pastrana y Uribe, si es posible y realizable esta opción? ¿En esta materia que propone?
La campaña electoral y el compromiso de los candidatos presidenciales no están dirigidos a una propuesta realista de paz y de solución política del conflicto. Las alusiones a la paz en la campaña presidencial estuvieron en dirección a reconocer la “seguridad democrática”, hasta en su “versión de izquierda” de la “asfixia democrática”, que desconocen la necesidad de la negociación y la existencia de un conflicto de naturaleza política, social y económica.
Sin embargo, el fracaso de la “seguridad democrática” uribista es evidente y tengo la percepción que los temas del intercambio humanitario y la paz estarán colocados en la agenda del próximo Gobierno. La guerrilla o, mejor, las guerrillas, han demostrado que están lejos de la derrota y que el mencionado “fin del fin” del renunciado general Padilla de León no es más que una prédica demagógica y retórica, alejada de la realidad. Hay que reconocer que la insurgencia recibió duros golpes durante el gobierno de Uribe, pero no lograron derrotarlas como era su objetivo, aunque de alguna manera sí modificó el rumbo del conflicto. La iniciativa la tiene hoy el Estado, la fuerza bélica del aparato estatal, aunque no se modificaron para nada las causas del conflicto. Esto tiene significado en la comprensión del fenómeno societal de las contradicciones en el país.
Las condiciones para las salidas políticas y pacíficas del conflicto se colocarán en la agenda nacional, no cabe la menor duda, eso también tienen que entenderlo las fuerzas insurgentes, para tomar la iniciativa política. Aunque el tema de las bases militares, de la presencia gringa con mayor involucramiento en el conflicto, serán un obstáculo; también la idea tradicional de la clase dominante de la paz gratis, sin cambios en la vida nacional. En este sentido, la agenda y el apoyo a la actividad de “Colombianos y Colombianas por la Paz” se constituyen en hoja de ruta del movimiento social y popular.
6.- ¿Frente a la actual situación nacional y regional, cuál es el qué hacer, cuáles las tácticas y estrategias que posibiliten elevar los niveles de movilización, organización y confrontación en la perspectiva de construcción de otro poder (que no sólo Gobierno) de otro modelo, de carácter socialista/comunista?
La izquierda, en particular el Polo Democrático Alternativo, tiene el desafío de fortalecer la unidad política con el movimiento social y popular. Es la unidad en la idea de la convergencia social y política para los cambios que el país reclama en dirección a la paz con democracia y justicia social. La táctica es la unidad para la apertura democrática política y social y en lo estratégico es la cualificación de la misma unidad, para que el proyecto de la izquierda sea de transformación radical, de la búsqueda de un nuevo poder democrático y popular hacia el socialismo humanista. Es una especie de movimiento de movimientos en la perspectiva del nuevo poder.
El papel de la izquierda no puede ser el de administrarle desde el Gobierno los intereses a los ricos, sino de transformación revolucionaria de la sociedad. Del cimiento y las bases para un nuevo poder con un bloque hegemónico clasista de trabajadores, campesinos, intelectuales, jóvenes y estudiantes y otros sectores víctimas de la discriminación, porque el capitalismo fracasó como sistema y todas sus “soluciones” de la crisis pasan por medidas que favorecen al capital, descargando el peso de la crisis sobre el pueblo. El capitalismo no ha cambiado en este sentido históricamente, la dinámica es la misma en los tiempos de la globalización neoliberal, y peor aún, porque las formas de acumulación son despóticas y salvajes.
Bicentenario y coyuntura ¿Cuál independencia?
“La lucha de hoy es más cualificada pero animada por el mismo proyecto emancipador”
Carlos A. Lozano Guillén
Director de VOZ, dirigente del Partido Comunista y miembro de la dirección nacional del Polo Democrático Alternativo
1.- ¿Cuáles son las características que relacionan la colonización de hace 200 años y la situación de dependencia actual en Colombia y América Latina?
Por supuesto que el viejo colonialismo, que se prolongó hasta los años setenta del siglo pasado y del cual quedan evidentes vestigios aún en la primera década del siglo XXI, ya no existe. La quiebra del colonialismo como un soporte fundamental de la política de gran potencia de los antiguos imperios, se desmoronó por la lucha de los pueblos en múltiples formas, sin excluir la rebelión armada anticolonialista y por la independencia nacional.
La lucha por la primera emancipación de Colombia y América Latina tuvo esas características. En nuestro país, la primera independencia fue un proceso revolucionario, con antecedentes tales como la resistencia indígena contra el invasor español, la insurrección comunera de 1781, la traducción de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1794, el grito de independencia de 1810 y la guerra de independencia del Libertador Simón Bolívar. Procesos similares se dieron en América Latina, aunque el relevo imperial se dio en los siglos XIX y XX en la conformación republicana y configuración de las nuevas grandes potencias, colonialistas y neocolonialistas, con los mismos métodos tradicionales.
Colombia y América Latina quedaron en el campo de la geopolítica de los intereses imperialistas de la clase dominante de Estados Unidos, que le arrebató el Canal de Panamá a nuestro país e introdujo factores de perturbación y desestabilización, contrarios a la idea bolivariana de la unidad de América Latina contra el poderoso imperio, que ya en la época de la lucha por la primera independencia se proyectaba como “predestinado por la Providencia para plagar de hambre y de miseria” a nuestro continente, para utilizar las mismas palabras del Libertador. La intervención estadounidense en el continente se convirtió en factor de dominación y desigualdad, aunque en el continente, en la región Caribe, hubo la presencia de otras potencias imperiales, sobresaliendo la británica.
Así, que no podemos decir que las circunstancias de la actualidad son las mismas de hace 200 años, pero sí estamos en la esfera de influencia del imperio gringo, que busca dominar a nuestros países en el concepto geopolítico del “patio trasero” y de la supuesta pertenencia de América al hemisferio occidental. Estados Unidos, como España hace 200 años, ambiciona quedarse con nuestras materias primas y enormes riquezas naturales, en un mundo complejo, acosado por el deterioro ambiental y el calentamiento global, lo cual hace más preciadas las riquezas históricas de nuestros países y el enorme recurso hídrico que se agota, precisamente por el abuso de las grandes potencias y del mundo de las transnacionales y multinacionales. Son muchas las diferencias después de 200 años, pero bastantes también las similitudes, pues los imperios de todos los pelambres no renuncian a las agresiones y a las guerras de rapiña.
La historia de América Latina de los últimos 60 años está preñada de invasiones, ocupaciones y agresiones del imperialismo de Estados Unidos y de otras potencias, pero también de luchas de resistencia, de emancipación y hasta de liberación nacional. Esas luchas, no cabe la menor duda, se incrementarán y radicalizarán en la medida que el imperialismo y sus lacayos nacionales se empecinen en imponer regímenes de fuerza oprobiosos, bajo los modelos del mercado neoliberal y de la explotación salvaje de nuestros pueblos. Son expresiones de la lucha más cualificada y de distinto carácter que las de hace 200 años, pero motivadas en el mismo proyecto emancipador.
2.- ¿Cómo analiza las experiencias actuales democráticas en países latinoamericanos mientras en Colombia se profundiza la tendencia de extrema derecha?
América Latina, desde el punto de vista del proceso político y de las luchas populares, vive una etapa de nuevas experiencias y de riqueza en los cambios de signo positivo en la sociedad. Superó ya la etapa recesiva del post socialismo real, después del derrumbe del muro de Berlín, que significó una derrota para las fuerzas populares y la iniciativa para la derecha en todas las latitudes. En las últimas décadas, nuestro continente fue el escenario de procesos avanzados e inclusive revolucionarios, que han marcado el distanciamiento de la férula yanqui y el deseo de soberanía, autonomía e integración propia de nuestros países. Colombia, con mayor razón en los últimos 8 años de los dos gobiernos uribistas, va en contravía de estos procesos, contra la corriente y la tendencia progresista predominante, en un proceso de derechización, que deviene de un régimen de fuerza, de terrorismo de Estado, que impuso el poder plutocrático y oligárquico a sangre y fuego. La clase dominante colombiana se acostumbró a gobernar mediante el ejercicio de la violencia y la negación de cambios democráticos, inclusive “democrático burgueses”.
Sin embargo, Colombia tiene que salir de esta olla. Pese a nuevas realidades, a relevos en gobiernos de algunos países, la tendencia emancipadora y soberana se mantiene, a lo cual no se puede substraer el gobierno colombiano, cualquiera que sea él a partir del 7 de agosto, porque Unasur y las formas de integración, que seguramente llegarán para suplir a la desprestigiada OEA, serán las que marcarán el ritmo de la cooperación y de la integración regional en los próximos años.
3.- En la coyuntura política, dada la profunda cooptación del Estado por los poderes mafioso, ¿si es funcional, responsable, reducir la confrontación al juego solo parlamentario y electoral?
No, no es funcional tal proceder. La izquierda, las organizaciones populares y revolucionarias, deben entender que la dinámica de la lucha de clases enfrenta a las masas populares a muchas formas de la lucha en la búsqueda de los cambios democráticos, políticos, sociales, económicos e históricos en la sociedad.
El escenario de la lucha electoral y parlamentaria es importante, no puede ignorarse. El Polo Democrático Alternativo y otras fuerzas de la izquierda antes de que éste existiera, demostraron la utilidad de la lucha electoral y parlamentaria, con todo y lo limitada que significa en un régimen de democracia ultra restringida como la colombiana. Los parlamentarios del Polo, como en el pasado los de la UNO o la Unión Patriótica, para sólo citar dos casos más, demostraron que se puede convertir la curul en el Congreso, en las asambleas o concejos, en trincheras de denuncia, de resistencia y de lucha popular, pero es insuficiente si ello no está estrechamente relacionado con lo fundamental, que es la acción de las masas. Son éstas, al fin y al cabo, las que protagonizan la historia, el motor de los cambios sociales y políticos. La victoria militar y política de Simón Bolívar no hubiera sido posible sin los brotes insurreccionales y la lucha de los criollos que se levantaron contra el yugo español, para dar un ejemplo de dos siglos atrás de nuestra historia, plenamente vigente.
4.- ¿Cómo caracteriza la situación de la lucha de clases, la correlación de fuerzas, las tendencias y las perspectivas del movimiento social y político?
A pesar de esa tendencia predominante en Colombia proclive a la derechización del país, la lucha social y económica se expresa en múltiples formas, así como la lucha política e ideológica, para enfrentar las formas autoritarias y represivas del poder y la imposición del modelo neoliberal que establece el mercado en renglones tan importantes como la salud y la educación. El caso reciente, por ejemplo, de la emergencia social, “tumbada” por decisión de la Corte Constitucional, rechazada en manifestaciones y movilizaciones populares, sin duda influyeron en la decisión judicial. Otro tanto ocurrió con el referendo reeleccionista, que cayó estrepitosamente no solamente por la decisión mayoritaria de unos magistrados “iluminados”, sino por el repudio frontal de los sectores populares.
El movimiento social y popular está en proceso de reanimación, de acumulación de fuerzas, que seguramente se incrementará en los próximos meses ante la crisis social, que podrá agudizarse en la medida que el nuevo Gobierno, si es ajeno a los intereses populares, insiste en el gasto de la guerra y en reformas laborales y tributarias para favorecer a los ricos y a la “confianza inversionista” de las transnacionales y de los TLC con Estados Unidos y Europa.
5.- ¿Después de los intentos de negociación política, desde el año 2000, de las fuerzas revolucionarias e insurgentes, FARC y ELN, con los gobiernos de Pastrana y Uribe, si es posible y realizable esta opción? ¿En esta materia que propone?
La campaña electoral y el compromiso de los candidatos presidenciales no están dirigidos a una propuesta realista de paz y de solución política del conflicto. Las alusiones a la paz en la campaña presidencial estuvieron en dirección a reconocer la “seguridad democrática”, hasta en su “versión de izquierda” de la “asfixia democrática”, que desconocen la necesidad de la negociación y la existencia de un conflicto de naturaleza política, social y económica.
Sin embargo, el fracaso de la “seguridad democrática” uribista es evidente y tengo la percepción que los temas del intercambio humanitario y la paz estarán colocados en la agenda del próximo Gobierno. La guerrilla o, mejor, las guerrillas, han demostrado que están lejos de la derrota y que el mencionado “fin del fin” del renunciado general Padilla de León no es más que una prédica demagógica y retórica, alejada de la realidad. Hay que reconocer que la insurgencia recibió duros golpes durante el gobierno de Uribe, pero no lograron derrotarlas como era su objetivo, aunque de alguna manera sí modificó el rumbo del conflicto. La iniciativa la tiene hoy el Estado, la fuerza bélica del aparato estatal, aunque no se modificaron para nada las causas del conflicto. Esto tiene significado en la comprensión del fenómeno societal de las contradicciones en el país.
Las condiciones para las salidas políticas y pacíficas del conflicto se colocarán en la agenda nacional, no cabe la menor duda, eso también tienen que entenderlo las fuerzas insurgentes, para tomar la iniciativa política. Aunque el tema de las bases militares, de la presencia gringa con mayor involucramiento en el conflicto, serán un obstáculo; también la idea tradicional de la clase dominante de la paz gratis, sin cambios en la vida nacional. En este sentido, la agenda y el apoyo a la actividad de “Colombianos y Colombianas por la Paz” se constituyen en hoja de ruta del movimiento social y popular.
6.- ¿Frente a la actual situación nacional y regional, cuál es el qué hacer, cuáles las tácticas y estrategias que posibiliten elevar los niveles de movilización, organización y confrontación en la perspectiva de construcción de otro poder (que no sólo Gobierno) de otro modelo, de carácter socialista/comunista?
La izquierda, en particular el Polo Democrático Alternativo, tiene el desafío de fortalecer la unidad política con el movimiento social y popular. Es la unidad en la idea de la convergencia social y política para los cambios que el país reclama en dirección a la paz con democracia y justicia social. La táctica es la unidad para la apertura democrática política y social y en lo estratégico es la cualificación de la misma unidad, para que el proyecto de la izquierda sea de transformación radical, de la búsqueda de un nuevo poder democrático y popular hacia el socialismo humanista. Es una especie de movimiento de movimientos en la perspectiva del nuevo poder.
El papel de la izquierda no puede ser el de administrarle desde el Gobierno los intereses a los ricos, sino de transformación revolucionaria de la sociedad. Del cimiento y las bases para un nuevo poder con un bloque hegemónico clasista de trabajadores, campesinos, intelectuales, jóvenes y estudiantes y otros sectores víctimas de la discriminación, porque el capitalismo fracasó como sistema y todas sus “soluciones” de la crisis pasan por medidas que favorecen al capital, descargando el peso de la crisis sobre el pueblo. El capitalismo no ha cambiado en este sentido históricamente, la dinámica es la misma en los tiempos de la globalización neoliberal, y peor aún, porque las formas de acumulación son despóticas y salvajes.
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