*Carlos A. Lozano Guillén
La diplomacia colombiana es folclórica, aunque siempre errática y más en función mediática que de realidades y de eficacia en las relaciones con el resto del mundo. La ruptura de Ecuador, a raíz del ataque al campamento de Raúl Reyes y de los supuestos hallazgos en los computadores, no ha tenido solución favorable a los intereses de buena vecindad y de la tradicional estrecha relación fronteriza entre los dos países.
Todo el mundo recuerda, como un asunto tan delicado y propio de las relaciones internacionales, no lo manejó la cancillería, sino el general Óscar Naranjo, director de la Policía Nacional, quien resolvió acusar, ni más ni menos, a los presidentes Hugo Chávez y Rafael Correa de nexos con las FARC. Un asunto diplomático se trató con las botas, como si fuera de orden público interno y ahí están los resultados. Siempre este tipo de situaciones tan delicadas los maneja el Gobierno actual de manera mediática, para la galería, y no en función del interés nacional y de las buenas relaciones entre Estados.
Este estilo errático y torpe de la Cancillería y del uribismo saltó de bulto en los últimos días, antes de la Cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago. De manera apresurada y con ánimo publicitario, fue filtrada a la prensa la información de una supuesta reunión entre el presidente Barack Obama y Álvaro Uribe Vélez, lo cual, según se dijo, era demostración del buen camino en las relaciones con Estados Unidos y del apoyo de su mandatario al Gobierno de Colombia. Editoriales y grandes titulares fueron dedicados al acontecimiento. Sin embargo, pocos días después, los voceros gubernamentales dijeron que no habría la reunión, aunque como “consuelo de tontos” advirtieron que la Embajadora en Washington, protagonista de tantos fracasos, conseguiría un encuentro causal en un pasillo. Un cuento bastante ridículo, por cierto. Al final, presentaron como un gran “logro”, que gracias a un sorteo Uribe pudo sentarse al lado de Obama en un almuerzo. Como buen paisa le echó carreta todo el tiempo, hasta que lo convenció que le firmara un autógrafo, presentado después como un gran trofeo de lo bien que van las relaciones entre los dos países.
Nadie olvida que Uribe Vélez, mal aconsejado, le dio el respaldo al candidato presidencial republicano y en la tendencia predominante en la política exterior gringa, la “seguridad democrática” a lo Bush, es incómoda para la Casa Blanca. Con claridad se lo dijo Barack Obama al periodista colombiano Juan Carlos López de la CNN: sus prioridades en el continente son México y Brasil y lo ha demostrado con creces; así como tiene un particular interés por acercarse a Cuba y Venezuela, como lo demostró con guiños y declaraciones en Puerto España. Lo demás es el provincialismo y el oportunismo mediático de la “Casa de Nari”.
carloslozanogui@etb.net.coTodo el mundo recuerda, como un asunto tan delicado y propio de las relaciones internacionales, no lo manejó la cancillería, sino el general Óscar Naranjo, director de la Policía Nacional, quien resolvió acusar, ni más ni menos, a los presidentes Hugo Chávez y Rafael Correa de nexos con las FARC. Un asunto diplomático se trató con las botas, como si fuera de orden público interno y ahí están los resultados. Siempre este tipo de situaciones tan delicadas los maneja el Gobierno actual de manera mediática, para la galería, y no en función del interés nacional y de las buenas relaciones entre Estados.
Este estilo errático y torpe de la Cancillería y del uribismo saltó de bulto en los últimos días, antes de la Cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago. De manera apresurada y con ánimo publicitario, fue filtrada a la prensa la información de una supuesta reunión entre el presidente Barack Obama y Álvaro Uribe Vélez, lo cual, según se dijo, era demostración del buen camino en las relaciones con Estados Unidos y del apoyo de su mandatario al Gobierno de Colombia. Editoriales y grandes titulares fueron dedicados al acontecimiento. Sin embargo, pocos días después, los voceros gubernamentales dijeron que no habría la reunión, aunque como “consuelo de tontos” advirtieron que la Embajadora en Washington, protagonista de tantos fracasos, conseguiría un encuentro causal en un pasillo. Un cuento bastante ridículo, por cierto. Al final, presentaron como un gran “logro”, que gracias a un sorteo Uribe pudo sentarse al lado de Obama en un almuerzo. Como buen paisa le echó carreta todo el tiempo, hasta que lo convenció que le firmara un autógrafo, presentado después como un gran trofeo de lo bien que van las relaciones entre los dos países.
Nadie olvida que Uribe Vélez, mal aconsejado, le dio el respaldo al candidato presidencial republicano y en la tendencia predominante en la política exterior gringa, la “seguridad democrática” a lo Bush, es incómoda para la Casa Blanca. Con claridad se lo dijo Barack Obama al periodista colombiano Juan Carlos López de la CNN: sus prioridades en el continente son México y Brasil y lo ha demostrado con creces; así como tiene un particular interés por acercarse a Cuba y Venezuela, como lo demostró con guiños y declaraciones en Puerto España. Lo demás es el provincialismo y el oportunismo mediático de la “Casa de Nari”.
Manifestación en la Plaza de Bolívar contra este crimen.
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Cerca de un centenar de activistas pidieron este lunes frente a la Casa Blanca que el presidente de EE.UU., Barack Obama, haga un cambio "radical" en la política hacia Colombia y ayude a erradicar la "crisis invisible" de los desplazados. Siga
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