martes, 23 de diciembre de 2008

Entrevista con Carlos A. Lozano Guillén, director del semanario ★VOZ



“La vía militar fracasó como forma de resolver el conflicto colombiano”

“Las liberaciones anunciadas son una conquista del movimiento de los intelectuales”. “La democracia en Colombia es una ficción”. “La terca insistencia en la victoria militar por las partes en conflicto prolongó de manera indefinida el conflicto”. “El secuestro es expresión de la degradación del conflicto como lo son también los falsos positivos, la guerra sucia, la judicialización de la oposición y la violación de los derechos humanos”. “Uribe sigue a la espera de la madre de todas las batallas”. “La presencia de Piedad Córdoba, cabeza de “Colombianos por la Paz”, en la misión humanitaria no es negociable”. “De un Gobierno como el de Uribe no se puede esperar respeto a las reglas del juego” “La izquierda se prepara para tener el bate en sus manos”.

Por Fidel Castillo Palacio

Entrevista con Carlos A. Lozano Guillén, director del semanario VOZ (Colombia), facilitador de paz y uno de los firmantes de las cartas de los intelectuales al Secretariado de las FARC en el llamado diálogo epistolar, que tiene la finalidad declarada de lograr el canje humanitario y los diálogos de paz del Gobierno de Colombia y la más antigua guerrilla revolucionaria del planeta.


¿Como interpreta la decisión unilateral del Secretariado de las FARC de dejar en libertad tres policías, un militar, al ex gobernador Alan Jara y al ex diputado Sigifredo López? ¿Usted lo esperaba?


R./ Creo que es una decisión importante, fruto del diálogo epistolar de la intelectualidad progresista colombiana y el Secretariado de las FARC por iniciativa de la senadora Piedad Córdoba. Es una conquista humanitaria de este movimiento Colombianos por la Paz, que cuenta con el respaldo también de intelectuales de otras latitudes, incluyendo de Estados Unidos.

¿Qué es “Colombianos por la Paz”?


R./ Es un movimiento plural de intelectuales, hombres y mujeres, que consideran que la paz de Colombia se logra a través de salidas pacíficas y políticas y no por la vía militar. Esta fracasó. La terca insistencia en la victoria militar por las partes en conflicto prolongó de manera indefinida el conflicto con toda la barbarie que lo acompaña y lo degradó como lo reconoce la carta de respuesta de las FARC a los intelectuales.

¿Usted lo que dice es que fracasó la seguridad democrática? En los hechos concretos no parece así.

R./ La “seguridad democrática” fracasó, no le quepa la menor duda. El compromiso de Uribe era acabar con la guerrilla, inclusive el anunció que hizo su Gobierno recién comenzó fue que en noventa días estaría derrotada. Ello no ocurrió. No niego que a lo largo de 2008 fue golpeada y muy duro, pero está lejos de ser derrotada. Ni siquiera está en el fin del fin como lo asegura el general Padilla de León. Por desgracia el conflicto continúa. De alguna manera se alteró el marco del conflicto, en la actualidad la ofensiva la tienen las fuerzas del Gobierno, pero las cusas del mismo están ahí, inalterables y más bien crecidas porque la democracia es más precaria y más difíciles las condiciones de vida. Los falsos positivos, la judicialización a la izquierda y a los luchadores sociales, la guerra sucia y la sistemática violación de los derechos humanos hacen más precaria la democracia, mejor dicho, ésta casi no existe, es una ficción. En este contexto la única vía posible de solución del conflicto es la política, mediante diálogos de paz y acuerdos que abran la democracia y las mejores condiciones sociales. No hay otra posibilidad. Esto deben entenderlo el gobierno de Uribe y las guerrillas colombianas. Lo otro es prolongar la barbarie y el sufrimiento del pueblo colombiano.

¿Si entendí bien, para usted la decisión unilateral de liberar a estas personas es de los intelectuales?


R./ Así es. Es el resultado del diálogo epistolar, entendido no como una “botadera de corriente” sino como algo constructivo tendiente al logro de hechos concretos. Si usted recuerda, la segunda carta abordó el tema del secuestro. Sobre ello hay distintos puntos de vista. Pero nadie niega que es expresión de la degradación del conflicto, algo repudiable e inaceptable como forma de lucha política y menos a nombre de la revolución. Sobre este tema hay que seguir discutiendo. Pero creo que se avanzó hasta ahora en tres cosas concretas: en debatir el tema, polemizar sobre él sin prejuicios ni prevenciones; la liberación próxima de los cuatro miembros de la Fuerza Pública; y la declaración del Secretariado de su voluntad para avanzar en la concreción del canje humanitario y de un escenario de diálogo de paz.


¿Qué sigue ahora?


R./ Las liberaciones anunciadas. El Gobierno debe dar las garantías y las FARC deben cumplir. Y después tendrá que enviarse una tercera carta. Sin adelantarme al tema de su contenido, me atrevo a proponer que sea la humanización del conflicto, la disminución de su intensidad, hay que comprometer a las FARC en esto, aunque en el entendido que es un asunto bilateral porque el Gobierno tiene que hacer compromisos frente a los falsos positivos, el auspicio del paramilitarismo, los operativos de tierra arrasada, la violación de los derechos humanos y la judicialización a los opositores. Si no es bilateral esto no funciona. Es la manera de avanzar hacia el intercambio humanitario y diálogos de paz con éste u otro Gobierno. Hasta ahora Uribe sigue a la espera de la madre de todas las batallas y a los triunfos militares. La paz negociada no está en sus planes. El terrible juego de guerra de Uribe es un obstáculo. El principal. Uribe es un estorbo para la democracia.

El presidente Uribe Vélez advirtió que sólo el CICR podrá participar en la misión humanitaria para traer los liberados. ¿Qué piensa usted?


R./ No tengo nada en contra del CICR. Es un organismo con experiencia en este tipo de misiones humanitarias. Tienen credibilidad. Aunque deberá estar acompañado de la senadora Piedad Córdoba en representación de “Colombianos por la Paz” y de los intelectuales. Su presencia no es negociable. Tiene que estar allí. Pero preferiría que Piedad y el CICR estuvieran acompañados de representantes venezolanos y otros países que han declarado su respaldo al canje humanitario y la paz. Es la manera de blindar la misión humanitaria. No hay que olvidar el nefasto precedente del uso del peto del CICR en la “Operación jaque” y ello genera desconfianza en la guerrilla. De un Gobierno como el de Uribe no se puede esperar el respeto absoluto a las reglas del juego y a los compromisos en estos casos. Con todo, si son el CICR y Piedad pues hay que persuadir a la guerrilla, son inaceptables nuevos inamovibles, por encima está el acto humanitario. No se puede caer en el juego de los resentimientos y los remordimientos del Gobierno.


El Gobierno asegura que en el fondo esto es un juego político, una celada contra él.


R./ El Gobierno y el presidente Uribe siempre ven fantasmas donde no los hay. Aquí no hay pactos secretos ni celadas contra el Gobierno. Todo es transparente. Las cartas son públicas y las gestiones siempre han sido anunciadas. Nada es secreto ni clandestino. Lo que pasa es que el Gobierno siempre sale a obstaculizar todo proceso hacia la solución política. Es una mula muerta en el camino de la paz. “Ni raja ni presta el hacha”. El argumento falaz es que en las cartas se habla de político. Pero claro que se habla de política. Y las FARC exponen sus puntos de vista que son los de ellos. Prefiero a la guerrilla hablando de política, buscando soluciones políticas al conflicto, que en acciones armadas al fin y al cabo violentas y de consecuencias trágicas. La paz tiene sentido si se esgrime la política como un instrumento de progreso, de fortalecer la democracia y de cambio social. De lo contrario no tiene sentido. Estaríamos perdiendo el tiempo. No se necesitan pactos secretos, el país ya conoce dónde está la posibilidad de cambio, está en el PDA, en la más amplia unidad de la izquierda, el tiempo del uribismo se agota, la opción no es el bipartidismo responsable de la tragedia nacional, la izquierda se prepara para tener el bate en sus manos.

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