El acuerdo es posible sin afanes ni presiones, reconociendo la bilateralidad de la mesa de La Habana y la necesidad de las decisiones concertadas. El presidente Juan Manuel Santos no defiende el proceso de paz y juega con supuestas alternativas en consulta que ponen en peligro la continuidad del diálogo
De conformidad con lo ordenado por el comandante de las FARC-EP Timoleón Jiménez a la Delegación de Paz en La Habana, esta dio a conocer, el pasado 3 de octubre, el “Primer informe sobre el estado de las conversaciones de paz”, hecho con el cual se zanjó la polémica con el Gobierno Nacional sobre la confidencialidad o no de los asuntos tratados en la mesa bilateral.
Como nunca antes estuvieron tan en peligro los diálogos de La Habana, pues a raíz del pronunciamiento del jefe de las FARC-EP de que se revelarían los secretos bien guardados y acordados por las dos partes, el presidente Juan Manuel Santos le hizo a saber en el momento a la delegación guerrillera a través de Humberto de la Calle Lombana que, de cumplirse el anuncio, el Gobierno Nacional rompería el proceso.
“(…)Con el exclusivo propósito de que el país y el mundo conozcan en verdad lo que ocurre, he decidido autorizar a nuestros voceros en La Habana la elaboración de un informe al pueblo colombiano. Tenemos una gran responsabilidad ante él, y tanta retórica hace daño, Santos”, dijo el comandante de las FARC-EP. Palabras que fueron interpretadas, o mejor, presentadas por la “gran prensa”, con sesgo y mala intención.
Doscientas propuestas
Tras la precisión de “Timochenko” en la famosa adenda, que no significó una “patrasiada”, como fue calificada, Iván Márquez leyó ante los medios, y para conocimiento del país, el informe que no reveló secretos, pero sí ubicó los alcances y logros del diálogo durante un año de recorrido, hecho que le puso fin al incidente que tensionó al país en las dos últimas semanas.
“El acuerdo dice que las discusiones de la mesa no se harán públicas, y para nada se refiere a lo convenido. Por ello jamás hemos objetado o nos han incomodado los informes que de manera particular el gobierno da a los gremios, a los militares, o a la opinión en general”.
“Habida cuenta que el gobierno ha llevado a debate público y a conocimiento de las ramas legislativa y jurisdiccional, tanto el marco jurídico como el referendo, las FARC se sienten en libertad de opinar frente a estos temas. Lo haremos de manera responsable en aras de entregar elementos de juicio a la ciudadanía, para que esta siga contribuyendo con sus iniciativas a la superación del largo conflicto colombiano”, dice el informe fariano.
Las FARC-EP recordaron que han presentado 200 propuestas a la mesa. Cien sobre el tema agrario y cien sobre participación política. Todas ellas interpretan las que numerosas organizaciones sociales, agrarias, populares y partidos políticos hicieron en los foros que se adelantaron sobre los dos temas, organizados por la Universidad Nacional y las Naciones Unidas.
“Demuestra el papel deliberante y la iniciativa guerrillera en la mesa”, reconoció un analista. Y agregó: “No se conocen las del Gobierno, pero parece que no las hay porque están dedicados a rechazar las que hacen las FARC. Es la práctica del ‘noismo’ que demuestra poca iniciativa gubernamental. Actúan por reflejo, a la defensiva”.
Alcances modestos
La realidad del diálogo y de los logros está planteada de forma descarnada en el informe leído por Iván Márquez: “Hoy, luego de 14 ciclos de intercambios en los que las FARC-EP han puesto sobre la mesa cerca de 200 propuestas mínimas para resolver los problemas rurales y los de participación política y ciudadana, aunque se haya llegado a algo más de 25 cuartillas de acuerdos parciales, los alcances son modestos”.
“Tenemos suficiente material en la comisión de texto y podemos anunciarle al pueblo colombiano que, por lo que tiene que ver con la delegación de las FARC, hemos avanzado con bastante celeridad. Ojalá pudiéramos cerrar para esta fecha el punto de participación política o si se quiere todos los puntos de la agenda”, dijo Andrés París.
“Ya tenemos una suma de cuartillas suficientes en el punto de participación política para mostrarlo a Colombia como un avance. La confidencialidad que se nos pone por la cláusula establecida en el acuerdo nos impide recrearnos en el contenido de esas cuartillas, pero sí le informamos a Colombia y al mundo que la Delegación de Paz de las FARC-EP se encuentra trabajando intensamente sin frenos hacia un acuerdo en este punto”.
“Otros afanes ya corresponden a agendas políticas que no están presentes en el Acuerdo General, pero cada uno está en su derecho de trabajar desde su ángulo y desde sus intereses todos estos temas. En lo que a nosotros corresponde vamos a presentarle a Colombia muy buenos resultados al término de este ciclo”, sostuvo París.
Sin embargo, al terminar la 15ª ronda de conversaciones, no hay acuerdo sobre participación política. Ni siquiera sobre el estatuto de la oposición, ordenado por la Constitución Política de 1991. El Gobierno Nacional se opone a incluir un artículo que garantice el derecho a la protesta social y los derechos de las organizaciones sociales a la movilización y presentación de sus reivindicaciones.
Mientras De la Calle Lombana le exige a las FARC demostrar con hechos la voluntad de paz, voceros de la insurgencia aseguran que el Gobierno, con su posición estrecha, al desconocer el preámbulo del “Acuerdo General para ponerle fin al conflicto y lograr una paz estable y duradera”, obstaculiza llegar a un pronto acuerdo.
“Las guerras no son eternas; ellas deben tener un final. Si ambas partes tienen voluntad sincera, nadie podrá contra la paz. Pero el gobierno tiene la responsabilidad de no permitir que se nos escape esta esperanza, porque posee en sus manos la decisión de los cambios, de abrir las puertas a la democracia, y atender al clamor de un pueblo que exige paz con justicia social”, dice la declaración de la Delegación de Paz de las FARC-EP al culminar la 15ª ronda.
Juego peligroso
En contrasentido al buen ambiente que se debe preservar en La Habana, el presidente Juan Manuel Santos abrió un debate con los partidos de la Unidad Nacional, extendido al país y a la “opinión pública” a través de los medios, que presentan el supuesto freno de las FARC y los pocos resultados concretos, sobre el futuro de los diálogos y si se deben mantener o no.
Es una consulta sorpresiva y peligrosa, porque Santos en lugar de convocar al Establecimiento a defender el proceso de paz, abre un debate sobre la posibilidad de suspender los diálogos o inclusive romperlos.
Las alternativas del presidente Santos son tres: suspender los diálogos durante la campaña electoral, romperlos en definitiva, o seguir como están. Reafirmó que espera resultados hasta el 18 de noviembre, de lo contrario tomará la decisión en cualquiera de las tres direcciones.
Horacio Serpa Uribe, vocero del gobierno de César Gaviria en los diálogos de Tlaxcala (México) con la Coordinadora “Simón Bolívar”, en 1992, recordó que allí se adoptó la figura de la suspensión y jamás se reanudó. En este sentido, se mostró en desacuerdo con esta alternativa y, por supuesto, con la ruptura. “Hay que seguir en el diálogo”, señaló.
Aunque las FARC-EP no desestimaron la opción de suspenderlos durante la campaña electoral para que este tema no meta ruido en la mesa, numerosos voceros de la izquierda y analistas políticos se oponen porque puede ser aprovechado por los enemigos de la paz para imponer la ruptura. Es posible que no haya el retorno a la mesa.
Si algo se desprende del informe de la delegación de paz de las FARC-EP es que es posible obtener resultados en el mediano plazo, pero es indispensable que el presidente Santos abandone la posición pusilánime de hacerle concesiones a la extrema derecha y al militarismo y decida favorecer los acuerdos de paz con democracia y justicia social, sin reducirlos a la desmovilización y a la entrega de las armas. Y sin imponer decisiones propias del acuerdo bilateral como el marco jurídico para la paz, el referendo y las víctimas del conflicto.
El conflicto colombiano tiene profundas causas que deben resolverse, como solución no caben la pax romana ni la paz de los sepulcros.
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