Mark Weisbrot
Al Jazeera English, 10 de mayo, 2013En Inglés
La probabilidad y las estadísticas no figuraban en la
lista de favoritos de la mayoría de los graduados universitarios que
tenían que aprobar un curso en esta materia – todas esas permutaciones y
combinaciones y distribuciones de probabilidad generalmente dejan a
muchas cabezas dando vueltas.
Pero su relevancia en el mundo real ha ido
en aumento en los últimos años, mientras que las encuestas políticas se
han hecho más ampliamente usadas y sofisticadas. Nate Silver del New York Times y Sam Wang del Princeton Election Consortium
(Consorcio Electoral de Princeton) han mostrado de manera elocuente que
esta rama de la matemática aplicada, combinada con un buen abanico de
sondeos, puede ser un excelente predictor de los resultados de una
jornada electoral. Silver se convirtió en el ‘geek’ más famoso de los
Estados Unidos: Jon Stewart lo proclamó “el lord y dios del algoritmo.”
¿Pero qué hay de una elección que ya ocurrió? ¿Podemos
utilizar la probabilidad y las estadísticas para determinar si un conteo
estrecho de votos fue robado por medio del fraude? Normalmente un
resultado electoral estrecho sería difícil de adivinar empleando
encuestas pre-electorales o de boca de urna. Pero existe una elección
en particular donde el análisis estadístico nos ofrece una respuesta que
es enormemente más certera que cualquier recolección de encuestas. Y
resulta ser el objeto de cierta controversia.
El 14 de abril en Venezuela, Nicolás Maduro, del partido
de gobierno, ganó por un margen más estrecho de lo esperado de 50,8 por
ciento del voto, contra el 49 por ciento para su competidor Henrique
Capriles. Se trataba de un margen de unos 270.000 votos. Capriles
inmediatamente exigió un “reconteo” total, y la administración Obama se
le sumó, diciendo que no lo reconocería como el nuevo presidente has que
se hiciera una auditoría del 100 por ciento de los comprobantes de voto
emitidos por las máquinas de votación venezolanas. Capriles primero
aceptó, luego rechazó una auditoría por el Consejo Nacional Electoral,
sin embargo, mucha gente, no solo en Venezuela sino en el mundo entero,
sigue dudando si el conteo de votos en realidad arrojó al verdadero
ganador.
¿Debieran dudar? En realidad, no. No existe verdaderamente duda alguna acerca del resultado, ya que se pueden llevar a cabo análisis estadísticos relativamente sencillos,
en base a lo que ocurrió el día de la elección. Después de pasar una
identificación muy completa, que incluye su huella dactilar, los
venezolanos seleccionan su opción en una pantalla de computadora. Luego
reciben un comprobante impreso de papel que confirma su voto, y lo
colocan en una caja sellada de resguardo. Cuando cierra la jornada
electoral, se selecciona una muestra aleatoria de las máquinas, con por
lo menos una máquina por cada centro de votación. El conteo de los
recibos de papel luego se compara con el de la máquina, para certificar
que coincidan. Esto se lleva a cabo en presencia de los testigos de
ambos lados, además de los funcionarios electorales; los miembros de la
comunidad también están invitados a presenciar el proceso.
No ha habido denuncia alguna de discrepancias entre el
conteo de la máquina y los comprobantes de papel. Capriles y su campaña
no han presentado ni una sola alegación de tal discrepancia.
Entonces, la pregunta es: ¿Qué tan probable sería que la
auditoría de 20.825 máquinas no arrojaran errores, si de hecho Capriles
fuera el verdadero ganador? La respuesta, como lo describimos en este nuevo estudio
es que es que la probabilidad es mucho menor a ‘uno en 25 mil
trillones’. Realmente no existe manera alguna de obviar esta conclusión,
y no depende de otro supuesto más allá de lo que decenas de miles de
personas pudieron atestiguar en la auditoría de voto de esas 20.825
máquinas.
Los resultados son intuitivos: si existiera un fraude lo
suficientemente grande para mover 135.000 votos de un candidato al otro,
se hubiera descubierto en alguna de esas 20.825 máquinas. Pero no fue
así. De manera que puedes escoger: puedes creer que el mundo presenció
algo tan poco probable que requeriría de una explicación sobrenatural;
un resultado de auditoría que tendría una probabilidad mucho menor a uno
en 25 mil trillones de que ocurriera. Es eso lo que Capriles y sus
partidarios están sosteniendo, al reclamar que una auditoría de las
máquinas restantes cambiaría el resultado de la elección. O puedes creer
que Maduro de veras ganó la elección.
Nate Silver triunfó contra sus críticos y los expertos que
insistían que las elecciones presidenciales del 2012 en los Estados
Unidos eran “demasiado reñidas como para poder anticiparlas”, y pudo
predecir correctamente los resultados en 50 de los 50 estados. Pero el
propio resultado de la elección venezolana es mucho más sencillo que
cualquier predicción, y considerablemente más certero. Entonces, ¿por
qué tanta gente lo tilda de incierto?
Mark Weisbrot es codirector del Center for Economic
and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C. Obtuvo un doctorado en
economía por la Universidad de Michigan. Es también presidente de la
organización Just Foreign Policy.
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