Colombia –mejor Locombia como la llamaba un célebre columnista de un diario de circulación nacional- tiene también el récord de sufrir las más grandes paradojas. En coincidencia con la celebración del Día Internacional de la Libertad de Expresión, ocurrieron graves atentados y actos de intimidación de todo tipo contra comunicadores y periodistas de los más diversos medios.
A la vez que se pretende en el Congreso de la República, antro donde se cocinan las más escandalosas aberraciones antidemocráticas y antipopulares, introducir un “mico” en una ley en que prohíbe las parodias en radio y televisión que tanto molestan a políticos y gobernantes. Aunque, valga la pena señalar, entre los congresistas hay pocas excepciones de gente decente de todos los partidos, que hacen bien su trabajo.
El hecho más sonado fue el atentado criminal contra el periodista de la revista Semana, Ricardo Calderón, cuando se desplazaba en su vehículo, sin ninguna protección, en la vía de Ibagué a Bogotá. Calderón salió ileso aunque su vehículo recibió cuatro impactos de bala. Este periodista de la unidad investigativa de la revista puso al descubierto el escándalo del Tolemaida Resort, cárcel de los militares donde los peores criminales con uniforme reciben todo tipo de gabelas y comodidades que contrastan con el hacinamiento y los maltratos en todas las cárceles colombianas donde se violan los derechos humanos de los internos, en especial de los prisioneros políticos.
Según lo denunció el director de Semana, Alejandro Santos, Calderón adelantaba esta y otras investigaciones, a la vez que reveló que un micrófono fue encontrado en una de las salas de reuniones de la redacción y que han recibido amenazas en los últimos meses. El origen del atentado es obvio, si se toman en consideración las consecuencias de la seria y rigurosa investigación en Tolemaida: los militares están siendo trasladados a otras penitenciarías y en el corto tiempo, según anunciaron las autoridades militares, será clausurada la de Tolemaida.
Ojalá no pase lo mismo que con el anuncio del presidente Obama de cerrar Guantánamo, centro de torturas y de violación de los derechos humanos del imperio yanqui.
Pero antes del atentado a Ricardo Calderón, la periodista Claudia Julieta Duque, una de las más perseguidas por el DAS y otros organismos de inteligencia en los últimos años, denunció que continúa siendo víctima de los mismos procedimientos y actos intimidatorios. También Hernán Peláez y Gustavo Álvarez Gardeazabal, de “La Luciérnaga”, denunciaron teléfonos chuzados y seguimientos hostiles.
No podía escapar el semanario VOZ a esta cadena de situaciones que ponen en entredicho el respeto por la libertad de expresión y la existencia misma de la libertad de prensa en Colombia. A las amenazas permanentes, denunciadas sin éxito, contra el director del periódico, se sumó el seguimiento y la filmación de su desplazamiento el pasado 3 de mayo por la vía de Bogotá al departamento del Tolima. También es mantenido en prisión el director de Anncol, Joaquín Becerra, detenido desde hace casi tres años.
No son coincidencias. Son hechos generalizados en un clima de hostigamiento a la prensa crítica, que no ha podido ser doblegada a pesar de la persecución y de la actitud genuflexa de los dueños de los grandes medios de comunicación. La pregunta es: ¿Quién es el responsable de estos procedimientos ilegales y criminales?
Ya no existe el DAS que se llevó todo el agua sucia en la anterior administración, con toda razón porque se convirtió en un nido de paramilitares y de relación con ciertos individuos siniestros acomodados en la Casa de Nari. Pero VOZ siempre sostuvo que el DAS no era el único. Otros organismos de seguridad del Estado, llámense Dipol, Dijin o inteligencia militar hacían lo mismo, mejor dicho, lo continúan haciendo. No cabe la menor duda.
Valdría la pena también que el Gobierno Nacional explicara ¿qué hace la Agencia Nacional de Inteligencia, al mando del almirante Echandía, que actúa silenciosa, dizque protegiendo la seguridad del Estado al amparo de una ley que le permite chuzar y actuar sin el control de las autoridades judiciales? Está integrada por ex detectives del DAS y de inteligencia militar, adiestrados en escuelas e institutos gringos. ¿Qué se puede esperar?
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