El 9 de abril, fecha emblemática en Colombia, tiene singular significado en la historia política, no solo porque en 1948 fue el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, que desencadenó una insurrección popular conocida como “Bogotazo”, aunque se desarrolló en la capital y en otras ciudades, sino porque en buena medida exacerbó el conflicto armado interno que venía incubándose en los años 40 por la violencia de los terratenientes y latifundistas contra los campesinos que luchaban por la tierra.
Desde entonces, hace más de 65 años, ¡qué horror!, el establecimiento burgués-terrateniente está en deuda con los campesinos y la lucha popular, porque nunca accedió a una reforma agraria integral, antilatifundista, democrática y soberana.
El 7 de febrero de 1948, dos meses antes de su muerte, Gaitán presidió la marcha del silencio hasta la Plaza de Bolívar de la capital colombiana, cuando un río humano de miles y miles de personas escuchó la Oración por la Paz del caudillo liberal, quien denunció la violencia del régimen conservador contra liberales, comunistas y conservadores. La violencia de la dictadura de Ospina Pérez se extendía a las ciudades. El asesinato de Gaitán fue el anuncio de que el régimen impondría sus designios a sangre y fuego. Así lo dijo el ministro de Gobierno de la época, José Antonio Montalvo.
Nada más oportuno, en consecuencia, con ocasión del 65 aniversario del magnicidio de Gaitán y del “Bogotazo”, que realizar el próximo 9 de abril la Marcha de los Colombianos y las Colombianas por la Paz, convocada por un grupo amplio de movimientos y organizaciones con el respaldo de la Alcaldía Mayor de Bogotá.
El debate no está en la anunciada presencia del presidente Juan Manuel Santos, pues la participación en la marcha es de todos los hombres y todas las mujeres que están por la paz y en defensa de la mesa de La Habana, amenazada por el saboteo militarista, guerrerista, uribista y paramilitar, muchas veces estimulado por las vacilaciones del Gobierno Nacional y las concesiones de Santos a los provocadores. La marcha es para defender el proceso de La Habana, exigir el diálogo con el ELN y la participación popular, porque es la manera de enriquecer la agenda y de que el diálogo vaya a la almendra de las causas del conflicto que deben ser erradicadas.
Así las cosas, el espacio de la marcha no tiene fronteras ideológicas, sino identidad con la paz, la democracia y la justicia social. En el entendido que se realiza en el marco del mar picado de la movilización social y de la resistencia popular al neoliberalismo. En lo personal, por compromisos asumidos en el exterior desde el año pasado, estaré ausente entre el 2 y 11 de abril del presente año. Desde lejos estaré acompañando la marcha con el fervor democrático y revolucionario de siempre.
carloslozanogui@etb.net.co
Fuente Semanario VOZ
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