sábado, 3 de diciembre de 2011

Gobierno Nacional: bla, bla y bala, bala

Por Hernando López.-  Publicado en VOZ, pág 3.- Edición 2618 del 30 de noviembre al 6 de diciembre de 2011

La segunda ola invernal

La segunda ola invernal del año, advertida con tiempo por el Ideam y reconocida por el presidente Juan Manuel Santos, llegó y con toda impunidad, está destrozando el país. Las vías y los barrios más pobres de los centros urbanos son los más afectados.


El presidente Juan Manuel Santos regresó al país el pasado miércoles 23 de noviembre, después de haber estrechado la mano de la Reina Isabel y del Príncipe Carlos en Londres, encontrando un país anegado y destrozado por la segunda ola invernal del año, advertida con antelación por el IDEAM y reconocida por él mismo, pero sin que se hubieran adoptado serias y drásticas medidas para impedir sus fatales consecuencias. El Gobierno Nacional anda como loco, buscando a quién endilgarle la responsabilidad de la tragedia. Responsabiliza a las CAR y a las autoridades locales, en donde de repente hubo incuria en muchos casos, pero esa realidad no puede servirle de pretexto para escurrir el bulto de su propia irresponsabilidad.
Haciendo caso omiso de la inmensa tragedia que afecta al país, en lugar de anunciar las medidas de emergencia para atender a los damnificados y para enfrentar las soluciones estructurales que de una vez por todas protejan al territorio nacional de futuros inviernos, anunció el “golpe de gracia” contra las FARC. La escandalosa suma de 7.2 billones de pesos, en medio de las necesidades para atender la tragedia invernal y el financiamiento de la educación y la salud públicas, será entregada a las Fuerzas Militares, única y exclusivamente para la guerra. Más de 20 mil nuevos integrantes de la Fuerza Pública y mayor presupuesto en carrera armamentista, serán destinados para la maquinaria bélica, en un país considerado como uno de los tres con mayor desigualdad en el mundo.

En Londres, en medio de las denuncias y protestas de los diputados de la Cámara de los Comunes, Santos había dicho que estaba dispuesto a establecer diálogos de paz con el nuevo jefe de las FARC, Timoleón Jiménez. Pero muy pronto se le olvidó la “generosa” oferta al pisar tierra colombiana. Volvió a la realidad de su Gobierno, inmerso en la guerra y en la dilapidación de los recursos nacionales.

La principal responsabilidad
La principal responsabilidad de la tragedia invernal la tiene el Gobierno central, porque colapsaron las vías nacionales, destrozadas por la intensidad de las lluvias y la inundación de las carreteras. El problema está en las vías primarias, secundarias y terciarias, afectadas también por los derrumbes y la precariedad de su mantenimiento. Así, hay responsabilidad de las autoridades nacionales, de las Corporaciones Autónomas Regionales y de algunos alcaldes y gobernadores que no previeron la magnitud de la tragedia. Se durmieron sobre los laureles, pasada la primera ola invernal, también devastadora. El resultado es más de 100 personas fallecidas, cerca de 500 viviendas destruidas, 700 emergencias y miles de personas evacuadas de sus viviendas.

Expertos en el tema han señalado que por lo menos tres razones estructurales son las que agravan las consecuencias del desastre invernal: la pobreza en Colombia, porque muchos barrios en las zonas urbanas, convertidos en cinturones de miseria, se han construido en el filo de las montañas o en zonas de alto riego; el deterioro ambiental del cual son responsables empresas industriales privadas, transnacionales que explotan los recursos naturales, constructores que levantan viviendas en zonas prohibidas o que deberían serlo y gente inescrupulosa que sin ningún obstáculo depreda la riqueza forestal. En el fondo, la ausencia del Estado que en ocasiones también es depredador de la naturaleza y el medio ambiente; y la corrupción, porque dineros que están destinados a mejorar la infraestructura del país se lo roban funcionarios y contratistas, como ocurrió en los últimos años de los dos Gobiernos de Uribe Vélez.

La magnitud de los daños
El caso de La Línea es casi que emblemático. Se trata de una de las principales vías nacionales, la Carretera Panamericana, que va en dirección al Eje cafetero, al occidente del país y a Buenaventura, uno de los principales puertos y el primero en el Océano Pacífico. Aunque se contrató en el anterior Gobierno la construcción del túnel, este se convirtió en un Elefante Blanco y en monumento a la desidia y corrupción del Gobierno central. Varios días duró bloqueada la vía, que no se ha recuperado en toda su capacidad, con pérdidas diarias de 19 mil millones de pesos. Apenas se habilitó un carril el fin de la semana pasada y no hay soluciones definitivas en el corto tiempo.
Santander y Norte de Santander están prácticamente bloqueados, dificultando el acceso por tierra al puerto petrolero de Barrancabermeja y a la zona fronteriza con la República Bolivariana de Venezuela por el nororiente del país.

El caso de Bogotá
La situación de Bogotá se repitió. La sabana de la capital del país colapsó, al igual que ocurrió durante la llamada primera ola invernal. La alcaldesa Clara López Obregón, lo dijo con energía: “La CAR es responsable de que la vía Cota-Suba se inunde, por permitir que se rellenara el humedal”. Así como también los son el gobernador de Cundinamarca, Andrés González Díaz, quien pretende eludir la responsabilidad con el argumento de que no es el momento de buscar responsables.

Lo cierto es que los muros de contención en la Universidad de La Sabana y en la vía Suba-Cota no sirvieron para nada y más bien protegieron la instalación universitaria, pero afectaron a los vecinos y a las vías.

Hay problemas estructurales desde tiempo atrás, que no se han resuelto, como el caso de la autopista norte y de la vía a Chía, que fueron construidas casi al nivel del río Bogotá o, mejor, como explicó Clara López, “por debajo de la cota máxima del río”. En palabras de la CAR, se tiene que cambiar el trazado en unos 980 metros y la responsabilidad del mal cálculo la tienen anteriores administraciones distritales. El enjuicioamiwento de la magistrada del Tribunal Superior, Nelly Villamizar pone los puntos sobre las íes y deja mal parado al Gobierno Nacional.

Igualmente, dicen los especialistas, el dragado y el tratamiento del cauce del río Bogotá debe tener soluciones estructurales, no superficiales ni coyunturales, y esto implica hacerlo desde el propio nacimiento hasta la desembocadura en el río Magdalena. 

El Gobierno Nacional debe hacer   esfuerzos y fuertes inversiones para mejorar la infraestructura vial nacional. Las vías y carreteras colombianas están muy por debajo de las necesidades del país y de lo que significan en calidad en países vecinos. Además, son necesarias otras obras para protegerlas de derrumbes y malformaciones geológicas.

Las más afectadas son las vías del Atlántico, Boyacá, Cundinamarca en varios puntos, incluyendo Bogotá-Villavi­cencio, Chocó (Quibdó-Medellín), Huila, Antioquia (Medellín-Bogotá), Norte de Santander, Tolima (Ibagué-Armenia en La Línea que es de los más dramáticos).
Y el Gobierno Nacional bla, bla, bla y bala, bala, bala.

Publicado en VOZ, pág 3.- Edición 2618 del 30 de noviembre al 6 de diciembre de 2011

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