miércoles, 27 de abril de 2011

¡Y ahora, el Primero de Mayo a la calle!

Por: Carlos A. Lozano Guillén

Después de la extraordinaria movilización nacional del pasado 7 de abril, en la cual sobresalió la presencia estudiantil contra la pretensión gubernamental de privatizar la universidad pública, están las marchas del Primero de Mayo, día de la clase trabajadora, que contará con la presencia de millones de trabajadores, campesinos, estudiantes, hombres y mujeres, en las calles de las principales ciudades del país.


Son marchas unitarias, a pesar que a diferencia de otros años no cuentan con la presencia de todas las centrales sindicales, porque algunas se dejaron atraer por los cantos de sirena de la “unidad nacional” del gobierno de Juan Manuel Santos y por la práctica divisionista y paralelista alentada desde la Vicepresidencia de la República.

Sin embargo, las razones que sacaron a la calle a millones de colombianos y colombianas el pasado 7 de abril, están vigentes. El presidente Santos insiste en la privatización de las universidades públicas, mientras que con el Plan Nacional de Desarrollo pretende darle más poder a la presencia voraz de las transnacionales, fortalece la concentración de la propiedad en el campo en pocas manos y continúa con las medidas plutocráticas a favor de la oligarquía colombiana. Para nada existe un viraje en el modelo de la política neoliberal. Al contrario, con desparpajo el mandatario reconoce que nadie mejor que él le cuida los tres huevitos al ex presidente Álvaro Uribe Vélez, cabeza de dos administraciones que rayaron en la corrupción y en la arbitrariedad. Entre otras cosas, dándole vía libre a la ley de inteligencia y contrainteligencia, que legaliza las chuzadas y el espionaje a los opositores y críticos del régimen.

Las recientes visitas de Santos a Estados Unidos y Europa no fueron en función del interés nacional y de la soberanía, sino a implorar, mediante todo tipo de sumisiones, la aprobación de los Tratados de Libre Comerció, lesivos a los sectores populares, a los trabajadores y a los campesinos, que no recibirán ningún beneficio, sino que al contrario serán las principales víctimas del comercio desigual y de la depredación de los productos nacionales.

En este sentido, el Primero de Mayo no es una celebración tradicional, sino la protesta de los trabajadores y las trabajadoras por los desafueros del régimen colombiano. Santos, con el pretexto de la tragedia invernal, en buena medida consecuencia de la imprevisión gubernamental, llama a rodear de solidaridad a su Gobierno, al tiempo que anuncia tiempos difíciles. El mismo argumento falaz de siempre, porque mientras anuncia subsidios y respaldo económico a los productores y empresarios damnificados, a los más humildes que lo perdieron todo les ofrece asistencialismo primario, representado en colchones y ayudas pasajeras. Al tiempo que politiqueros tradicionales en campaña política y funcionarios inescrupulosos hacen su agosto con las ayudas del país y del exterior a los más necesitados.

El Primero de Mayo se levanta la voz de los trabajadores en defensa de la soberanía nacional, contra el TLC, las privatizaciones neoliberales, el respeto a los derechos humanos, el fin de la cacería de brujas en campos y ciudades, la suspensión de los bombardeos indiscriminados y la tierra arrasada en el campo colombiano, por la paz, la democracia y la justicia social. Por la unidad clasista, expresada en la lucha social y popular, aislando a los divisionistas que actúan por cuenta del Gobierno Nacional a cambio de un plato de lentejas.

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