jueves, 26 de septiembre de 2013

Mirador: Cinismo uribista

Carlos A. Lozano Guillén

Con el cinismo que lo caracteriza, el ministro de Defensa Nacional, Juan Manuel Santos, decidió decir la semana pasada que el tema de los falsos positivos, cuya realidad estremeció al país en los últimos meses, no es tan grave como se asegura, porque «hay suficientes casos de falsas denuncias», y «son cosa del pasado». Al tiempo que Santos hacía esta declaración se conocían dos casos nuevos de jóvenes desaparecidos y luego «muertos en combate».


En Soacha, también la semana pasada, un joven estudiante se le enfrentó al presidente Uribe Vélez en uno de sus acostumbrados consejos comunales, cuando le reprochó la persecución a los jóvenes y el asesinato de varios de ellos para presentarlos como guerrilleros «dados de baja en combate». Uribe respondió como suele hacerlo, con generalidades y pretextos absurdos y se negó a reconocer la gravedad del asunto.

Según la Fiscalía hay más de 750 militares investigados por los llamados falsos positivos, aunque cifras de ONG registran varios miles de jóvenes desaparecidos y después declarados muertos en combate. Codhes cuestiona la estadística del Gobierno que dice haber sacado del conflicto a 114.259 miembros de grupos armados irregulares: muertos en combate, capturados y desmovilizados. Cifra a toda luz abultada, porque nunca se consideró que los «grupos armados ilegales» tuvieran tantos integrantes. El ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, con sus cifras alegres, asegura que guerrilleros de las FARC son más de 50 mil dentro de la cifra total antes mencionada, cuando hace siete años el propio Uribe dijo que esta guerrilla no tenía más de 20 mil hombres en armas. Llegar a semejantes cifras oficiales sólo pudo ser posible con los «falsos positivos», no cabe la menor duda.

La estadística del Ministerio de Defensa es escandalosa y pretende darle imagen al ministro-candidato, así como «demostrar la eficacia» de la «seguridad democrática», para perpetuar la guerra y justificar la persecución a la oposición con el cuento de que es aliada del «terrorismo».

Tras la desclasificación de los documentos secretos de la CIA quedó claro que este tema de los «falsos positivos» no es tan nuevo como se asegura, sino que es tan antiguo como la lucha contrainsurgente. Tiene que ver con la aplicación de la doctrina de seguridad nacional a los conflictos de baja intensidad, en que la lucha psicológica para mostrar débil al enemigo es clave para influir sobre la llamada opinión pública. Aunque en el caso de Colombia está acompañada de las prebendas y las recompensas a los militares que exhiben los cadáveres como trofeos de guerra. Los «falsos positivos» son expresión de la degradación del conflicto y del terrorismo de estado, fortalecido con la política de la «seguridad democrática» uribista.


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