viernes, 15 de julio de 2011

Policía chilena reprime masiva marcha estudiantil en Santiago


La represión policial no sólo enfrentó a 30 encapuchados que lanzaron piedras y bombas molotov, sino a la totalidad de la manifestación. (Getty Images)

Mientras Carabineros lanzaba gases lacrimógenos y chorros de agua contra los movilizados, el presidente Piñera reconoció “errores” en su gestión y volvió a llamar a “terminar con la violencia”. 
Agencias

Fuerzas antidisturbios de la policía militarizada de Carabineros de Chile reprimieron este jueves una masiva marcha de estudiantes secundarios y universitarios frente al presidencial Palacio de La Moneda, con un saldo de 54 detenidos y 32 policías heridos, según un vocero de los uniformados.

La fuerza pública utilizó carros lanza-agua y gases lacrimógenos para disolver la columna, cuando intentó acercarse a la sede del Poder Ejecutivo para exigir con gritos y pancartas medidas que garanticen una educación de calidad y sin fines de lucro.

La columna, que se extendió por varias cuadras de la Alameda Bernardo O’Higgins, la principal arteria del centro de la capital, reunió a entre 20 mil y 150 personas, según las fuentes.

La movilización fue convocada por la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech) y el Colegio de Profesores y se caracterizó con diversas expresiones artísticas de los jóvenes.

Cuando el acto central se iba a iniciar, comenzaron los incidentes y la policía lanzó gases lacrimógenos y chorros de agua desde carros hidrantes, represión que inicialmente fue resistida por los manifestantes.

Pero ante la gran cantidad de gases y agua, los estudiantes quedaron acorralados en el centro de la avenida y luego intentaron dispersarse por calles aledañas, con señales de asfixia y ojos enrojecidos.

La represión policial no sólo enfrentó a 30 encapuchados que lanzaron piedras y bombas molotov, sino a la totalidad de la manifestación.

Mientras la marcha se desarrollaba y se gestaba la represión, el presidente Sebastián Piñera reconoció “errores” en su gestión y volvió a llamar a “terminar con la violencia, las tomas y los paros que tanta destrucción y daño han alcanzado”.

El mandatario insistió con el Gran Acuerdo Nacional por la Educación (GANE), que propuso la semana pasada y que apunta a alcanzar un progreso mediante el diálogo y el “trabajo bien hecho”.

“Espero que en nuestro país tengamos esa madurez y ese patriotismo para que, más allá de las legítimas diferencias, haya un objetivo común que es hacer un país mejor”, añadió.

El único dirigente que alcanzó a pronunciar su discurso antes de los disturbios, Gajardo, resaltó que el objetivo de 


 

lamarcha es que “los actores reales de esta discusión seamos considerados”, ya que “aquí el Gobierno ha tratado de realizar acuerdos, pero sin considerar a los actores directamente involucrados”.

“Queremos avanzar hasta La Moneda, porque nos queremos dirigir al presidente de la República y demostrarle que su Gran Acuerdo Nacional es un acuerdo unilateral que no involucra a todos los actores que han planteado este tema en el debate nacional”, enfatizó la dirigente de la Universiad de Chile, Camila Vallejo.

El presidente de la Federación de Estudiantes, Giorgio Jackson, celebró “la manifestación masiva” a la que consideró “un ejemplo de que no estamos conformes con lo propuesto por el gobierno”.
En sintonía, Gajardo resaltó que “un movimiento que cuenta con más de 80 por ciento de la simpatía ciudadana, demuestra que hay una crisis en el sistema educativo en general”.

Los estudiantes, a los que el gobierno prometió una inversión en educación de 4.000 millones de dólares en varios años, suman dos meses movilizados, en medio de un alto apoyo social, según sondeos.

Los estudiantes, que exigen un plebiscito y nacionalizar la renta del cobre para financiar la gratuidad de sus estudios, tienen en jaque al gobierno, cuyo apoyo bajó a mínimos históricos.

La situación estudiantil se da en medio de movilizaciones ambientales, regionales y sociales este año, cruzada por una crisis de representación política, coinciden todos los sectores.
Encuestas de todo signo revelan que entre 60 y 70 por ciento de los chilenos rechazan al presidente, las coaliciones políticas y al Congreso.

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