miércoles, 13 de enero de 2010

El procurador avala el referendo reeleccionista

¿Quién lo dudaba?
Ninguna sorpresa causó el concepto del Procurador General de la Nación, Alejandro Ordoñez, sobre la ley que convoca el referendo reeleccionista, en el sentido de solicitarle a la Corte Constitucional la exequibilidad de la ley aprobada por las mayorías uribistas en el Congreso en medio de trampas y marrullerías, como fue aprobada también la reforma constitucional en la primera reelección de Uribe Vélez, mediante la ejecución de delitos como el cohecho de la llamada “yidispolítica”.

Para el procurador de bolsillo de la “Casa de Nari”, las irregularidades de la aprobación de la ley son muchas, pero ellas mismas no son de tan suficiente fuerza para exigir la inexequibilidad de la misma. No importa torcerle el pescuezo a la ley, pero el referendo va, según la curiosa argumentación de Ordoñez, quien se enredó bastante en la explicación de su absurdo concepto ante los medios de comunicación. Siga..

Habitantes de Arboleda: una lucha contra la infamia

Por: Hernando López Edición VOZ 2523

Venticuatro años de espera sin solución concreta a los propietarios del barrio Arboleda. Fueron estafados por urbanizadores piratas y están abandonados por las autoridades.

Al barrio Arboleda, en la localidad San Cristóbal de Bogotá, en el extremo sur oriente, se llega por la antigua vía a Villavicencio, para luego ascender por una trocha hasta la altura de la meseta donde está la entrada al Parque Natural Arboledas. Sobre ella están construidas unas pocas viviendas y están los vestigios de otras que estuvieron allí levantadas, pero fueron destruidas en los desalojos de la Fuerza Pública, desde 1984. No hay servicios públicos y el agua, en precarias condiciones e insalubre, sale de una quebrada. El cuadro es de extrema pobreza. Los habitantes están sometidos al “polvero” en la época de verano o al frío intenso y el barro en el invierno. “Nadie sabe cómo pueden vivir estas personas”, nos dijo un acompañante en diciembre pasado.

En 1984, 400 familias le compraron esos terrenos a Gustavo Triviño, Julio Piernagorda y otros, quienes resultaron ser unos estafadores, pues en 1985 apareció José Domingo Cristancho de la empresa Inversiones Santodomingo-Inermingo, quien alegó ser el propietario y apoyado por la Fuerza Pública procedió al desalojó. Con retroexcavadoras fueron destruidas las viviendas, la Policía arremetió con brutalidad contra niños, mujeres, ancianos y adultos y los documentos que respaldaban la propiedad de buena fe sobre los predios fueron incinerados. Siga..


Las maniobras dilatorias logran que los delitos prescriban

Por: Antonio Albiñana

La puesta en libertad de 17 militares implicados en ejecuciones extrajudiciales, a la que se esperaba que siguiera ayer la de otros 20, debido a que sus crímenes han prescrito gracias a las numerosas maniobras dilatorias en los procesos ha causado conmoción en Colombia.

La liberación de los sospechosos, cuyos abogados defensores son aportados por el propio Ministerio de Defensa, es vista como una muestra de impunidad para crímenes de lesa humanidad cometidos contra miles de personas inocentes que fueron asesinadas por militares y presentadas luego como "guerrilleros muertos en combate". Son los llamados "falsos positivos". Hay más de 1.200 casos y unos 400 militares involucrados.

En los chiringuitos de Soacha, un municipio pobre próximo a Bogotá, varios desconocidos, civiles o militares camuflados, fueron embaucando a lo largo de 2008 a jóvenes desempleados unos 30 casos se han investigado hasta ahora, ofreciéndoles empleos con ingresos fijos en lejanas haciendas. El transporte estaba incluido. Uno a uno fueron apareciendo muertos en regiones lejanas, como Norte de Santander, a veces con una pistola en la mano, en ocasiones vistiendo uniformes de la guerrilla.

Ante la falta de noticias de sus hijos, algunas madres iniciaron indagaciones, con la ayuda de defensores de Derechos Humanos. Se establecieron coincidencias entre algunos supuestos muertos en combate y enterrados como NN (No Nominados, es decir, sin identificar) y la identidad de jóvenes que salieron de su pueblo para un día aparecer muertos como supuestos guerrilleros abatidos muy lejos de su casa, en "heroicas acciones" del Batallón Santander o de la Brigada Móvil 15.

La Inspección del Ejército y los organismos oficiales de Derechos Humanos empezaron a sospechar. La confesión de algunos militares de bajo rango destapó la trama: altos jefes de unidades militares, necesitados de "resultados en el nivel estratégico" (enemigos muertos), y aconsejados por los servicios de inteligencia, decidieron importar jóvenes desde los municipios del cinturón de miseria de la capital bogotana.

"El objetivo era dar muerte a hombres que cometieron el error de creer en un trabajo que no era otro que ser víctima dentro de un supuesto combate", afirman las conclusiones del fiscal del caso Soacha.

Luego llegaban las recompensas, los ascensos y las felicitaciones, como la que recibió el Batallón Santander en Enero de 2008 por la Operación Soberanía, hoy reducida a un proceso ignominioso por el asesinato de 11 jóvenes inermes.

A las unidades militares de Colombia se las ha venido calificando y ascendiendo en los últimos años según los muertos en combate. El cómputo de cuerpos para medir resultados se ha revelado como una práctica habitual en este desdichado país. A cualquier precio.

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