Carlos A. Lozano Guillén. |
Por:
Redacción Política
Las editoriales Teoría y Praxis y Ocean Sur pondrán
en circulación, durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá, en el mes
de abril, el tercer libro del director de VOZ, dirigente del Partido Comunista
Colombiano y vocero de Marcha Patriótica sobre los diálogos de La Habana.
Las editoriales Teoría y Praxis y Ocean Sur pondrán en circulación, durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá, en el mes de abril, el tercer libro de Carlos A. Lozano Guillén, director de VOZ, dirigente del Partido Comunista Colombiano y vocero de Marcha Patriótica, sobre los diálogos de La Habana. El sugestivo título del nuevo libro es Las FARC-EP sí quieren la paz, que circulará en Colombia y América Latina y en el cual el autor revela secretos de hechos aún desconocidos de las fases secreta y pública de los diálogos entre el Gobierno y las FARC.
VOZ
conversó con el autor sobre la temática del
libro.
–Es su tercer libro sobre los diálogos de La
Habana. ¿En qué se diferencia de los anteriores?
–Este se refiere, en lo esencial, a que en la teoría y en la práctica la guerrilla de las FARC-EP ha demostrado su compromiso con la salida política dialogada, con la paz estable y duradera, mediante un acuerdo que erradique las causas políticas, sociales, económicas e históricas del conflicto. No es la paz romana, ni la entrega de la guerrilla derrotada como lo quiere la extrema derecha y en ocasiones lo plantea el Gobierno Nacional a pesar de su compromiso con el Acuerdo General para resolver el conflicto y construir la paz estable y duradera, suscrito por ambas partes en La Habana (Cuba).
– ¿Es un libro anecdótico?
–Aunque me apoyo en anécdotas y vicisitudes que tuvieron que sobreponerse en el largo camino, no es anecdótico. Analizo la realidad del diálogo, el compromiso de las FARC-EP y las vacilaciones del Gobierno Nacional, a partir de la experiencia propia porque participé desde el principio en la etapa secreta. De alguna manera cuento “mi verdad” como otros protagonistas de primera línea como Enrique Santos Calderón contaron la suya.
Revelo secretos muy bien guardados aunque otros quedan todavía inéditos porque serán sus principales protagonistas, Gobierno, FARC, Cuba, Noruega y Venezuela, los que tendrán que revelarlos cuando lo crean indispensable. Servirán para la historia de un proceso de paz que todos aspiramos a que termine bien. No los cuento como chismes para divertir a la galería, sino como experiencias que marcaron la historia de este proceso que ha tenido momentos difíciles y angustiosos.
La paz es posible
–¿O sea que va al análisis de los diálogos y de sus resultados?
–Por supuesto. De eso se trata. Partiendo del recorrido, de las anécdotas, de las vicisitudes de la paz, como diría Jacobo Arenas, aterrizo en el análisis de los logros, de las insuficiencias, de lo que falta y de las perspectivas, tomando en consideración mi posición de observador de cerca, quizás de privilegio, pero también largas conversaciones con el comandante de las FARC-EP, Timoleón Jiménez, y con los miembros de la delegación de Paz en La Habana, así como con el Gobierno Nacional, incluyendo al presidente Juan Manuel Santos, el doctor Humberto de la Calle Lombana, Sergio Jaramillo y Enrique Santos Calderón.
También por la participación en actividades académicas e intercambio de opiniones con analistas y expertos sobre el tema. Destaco el papel de Cuba, del comandante Hugo Chávez y de los voceros farianos y gubernamentales.
–¿Su conclusión es que la paz está cerca?
–No tan cerca como quisiéramos, pero se ha avanzado como nunca antes. Aún no ha llegado al punto de no retorno pero se podría llegar a él con la voluntad de las dos partes y sobre todo con la convicción del gobierno de que una guerrilla llega a la paz para hacer política sin armas y no para irse a la cárcel. Es que la guerrilla surgió ante el vacío de la democracia, por la violencia ejercida desde el poder que anuló las condiciones de igualdad en la lucha política. Los guerrilleros acudieron a la rebelión, derecho síntesis para la paz. Y no estoy haciendo la apología de la violencia sino el reconocimiento sociopolítico de la realidad colombiana.
–Cambiando de tema, ¿podemos hablar de su enfermedad?
–Podemos hacerlo. De alguna forma tengo claro que soy un hombre público. La militancia del partido, los amigos, la izquierda y las organizaciones sociales y populares que han expresado la solidaridad conmigo en este difícil trance, deben conocer la realidad. Es una enfermedad grave pero que con perseverancia, tranquilidad y, por supuesto, con la atención médica científica, que la tengo, podemos superarla.
Estoy terminando la primera fase tras la cirugía y me preparo para una segunda fase de quimioterapias que puede culminar con una segunda operación. La posibilidad de éxito es real. Los médicos son optimistas, yo también aunque con el obvio desespero por reasumir pronto todas mis actividades. Pero como lo decidió la dirección nacional del partido, mi principal tarea política ahora es concentrarme en recuperar la salud. En eso estoy.
Semanario Voz
–Este se refiere, en lo esencial, a que en la teoría y en la práctica la guerrilla de las FARC-EP ha demostrado su compromiso con la salida política dialogada, con la paz estable y duradera, mediante un acuerdo que erradique las causas políticas, sociales, económicas e históricas del conflicto. No es la paz romana, ni la entrega de la guerrilla derrotada como lo quiere la extrema derecha y en ocasiones lo plantea el Gobierno Nacional a pesar de su compromiso con el Acuerdo General para resolver el conflicto y construir la paz estable y duradera, suscrito por ambas partes en La Habana (Cuba).
– ¿Es un libro anecdótico?
–Aunque me apoyo en anécdotas y vicisitudes que tuvieron que sobreponerse en el largo camino, no es anecdótico. Analizo la realidad del diálogo, el compromiso de las FARC-EP y las vacilaciones del Gobierno Nacional, a partir de la experiencia propia porque participé desde el principio en la etapa secreta. De alguna manera cuento “mi verdad” como otros protagonistas de primera línea como Enrique Santos Calderón contaron la suya.
Revelo secretos muy bien guardados aunque otros quedan todavía inéditos porque serán sus principales protagonistas, Gobierno, FARC, Cuba, Noruega y Venezuela, los que tendrán que revelarlos cuando lo crean indispensable. Servirán para la historia de un proceso de paz que todos aspiramos a que termine bien. No los cuento como chismes para divertir a la galería, sino como experiencias que marcaron la historia de este proceso que ha tenido momentos difíciles y angustiosos.
La paz es posible
–¿O sea que va al análisis de los diálogos y de sus resultados?
–Por supuesto. De eso se trata. Partiendo del recorrido, de las anécdotas, de las vicisitudes de la paz, como diría Jacobo Arenas, aterrizo en el análisis de los logros, de las insuficiencias, de lo que falta y de las perspectivas, tomando en consideración mi posición de observador de cerca, quizás de privilegio, pero también largas conversaciones con el comandante de las FARC-EP, Timoleón Jiménez, y con los miembros de la delegación de Paz en La Habana, así como con el Gobierno Nacional, incluyendo al presidente Juan Manuel Santos, el doctor Humberto de la Calle Lombana, Sergio Jaramillo y Enrique Santos Calderón.
También por la participación en actividades académicas e intercambio de opiniones con analistas y expertos sobre el tema. Destaco el papel de Cuba, del comandante Hugo Chávez y de los voceros farianos y gubernamentales.
–¿Su conclusión es que la paz está cerca?
–No tan cerca como quisiéramos, pero se ha avanzado como nunca antes. Aún no ha llegado al punto de no retorno pero se podría llegar a él con la voluntad de las dos partes y sobre todo con la convicción del gobierno de que una guerrilla llega a la paz para hacer política sin armas y no para irse a la cárcel. Es que la guerrilla surgió ante el vacío de la democracia, por la violencia ejercida desde el poder que anuló las condiciones de igualdad en la lucha política. Los guerrilleros acudieron a la rebelión, derecho síntesis para la paz. Y no estoy haciendo la apología de la violencia sino el reconocimiento sociopolítico de la realidad colombiana.
–Cambiando de tema, ¿podemos hablar de su enfermedad?
–Podemos hacerlo. De alguna forma tengo claro que soy un hombre público. La militancia del partido, los amigos, la izquierda y las organizaciones sociales y populares que han expresado la solidaridad conmigo en este difícil trance, deben conocer la realidad. Es una enfermedad grave pero que con perseverancia, tranquilidad y, por supuesto, con la atención médica científica, que la tengo, podemos superarla.
Estoy terminando la primera fase tras la cirugía y me preparo para una segunda fase de quimioterapias que puede culminar con una segunda operación. La posibilidad de éxito es real. Los médicos son optimistas, yo también aunque con el obvio desespero por reasumir pronto todas mis actividades. Pero como lo decidió la dirección nacional del partido, mi principal tarea política ahora es concentrarme en recuperar la salud. En eso estoy.
Semanario Voz
No hay comentarios:
Publicar un comentario