Carlos A. Lozano Guillén
carloslozanogui@outlook.es
¿Qué sentido tienen las palabras del presidente Juan Manuel Santos en
Europa, donde se supone está solicitando apoyo para lo que él llama el
posconflicto, llenas de pedantería y de agresividad guerrerista, cuando
dice que es el peor enemigo de las FARC y que las mismas están
debilitadas? ¿Qué tienen que ver esas palabras con los diálogos de paz
en La Habana? ¿Otra concesión al militarismo o reflejo de su debilidad
ante el uribismo y el sector militar que no lo acompaña? Es una falsa
salida del mandatario; debilita el diálogo, porque semejantes palabras
solo pueden generar confusión en el país y desconfianza en la
contraparte sobre las verdaderas intenciones gubernamentales.
A estas alturas de las conversaciones de La Habana, donde a pesar de
las dificultades que todavía pesan en los resultados y en la celeridad
del proceso, se ha avanzado bastante, es mejor la artillería política
que las expresiones arrogantes, salidas de tono.
La guerrilla de las FARC-EP prefirió fortalecer la delegación de paz
con varios cuadros políticos y militares del mayor nivel, calificada por
Iván Márquez como “el ingreso de una verdadera artillería política en
favor de la paz”, distante de darle fuerza a la guerra, lo cual es un
camino, en el entendido de que se está dialogando bajo los rigores de la
confrontación armada.
En respuesta a este gesto positivo, aparece en toda su magnitud la
mezquindad del establecimiento burgués. Sábanas en la “gran prensa” y
largo espacio en los grandes medios de comunicación están dedicados a
descalificar a los integrantes de la “artillería política” que llegan
desde las montañas de Colombia a ser protagonistas de primera línea en
este esfuerzo de paz.
Varios miembros del Secretariado e integrantes del Estado Mayor
Central están en La Habana. Es la mejor demostración de que todos los
bloques y frentes guerrilleros respaldan los diálogos. Paz con
democracia y justicia social es el reto de Colombia hoy, si realmente
hay el interés de todas las partes y en este sentido sobra la pedantería
del que se cree vencedor cuando no lo es, porque nadie está sentado en
La Habana en la condición de derrotado. ¡Que se quiten de la cabeza esa
alucinación!
Militares activos que están por la paz han dicho en privado que
saludan esa decisión de las FARC-EP, porque le da fuerza y contundencia a
las decisiones que adopte la delegación en La Habana. Aunque algunos
tienen el temor de que si se van todos los jefes pueden perder el
control sobre las tropas insurgentes en el país. Nada que ver, porque,
al contrario, lo que sobresale es que el Secretariado, el Estado Mayor
Central y su Comandante tienen la suficiente autoridad en las filas
guerrilleras. El Gobierno debe entender que la paz está cerca si hay
voluntad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario