La propuesta del presidente Juan Manuel Santos de presentarse a la reelección aunque con la modificación constitucional de que sea solo por dos años, para que el periodo presidencial, de congresistas, diputados, concejales, gobernadores y alcaldes se establezca en dos años más, cancelando la reelección en el futuro, levantó el avispero en el país. La hizo de forma improvisada, para la galería en la reunión de alcaldes y pronto la congeló porque no fue de recibo y aceptación en el país.
El debate jurídico y político quedó abierto, pero al comenzar la semana sin tanta espectacularidad, porque la ex senadora, dirigente de Poder Ciudadano y vocera de Marcha Patriótica, Piedad Córdoba, ya lo había planteado, a título personal, en otro contexto y con otra perspectiva.
Como quien dice, al presidente Santos le salió el tiro por la culata. La reelección, así sea por dos años, no despierta entusiasmo en la izquierda, sectores sindicales, sociales ni populares, porque su gobierno no representa para ellos una apuesta democrática ni de cambio social. Las reformas de toda índole, de signo neoliberal, aprobadas a iniciativa suya en el Congreso y las que están en tránsito por iniciativa del Ejecutivo en el actual periodo de sesiones, establecen más recortes a los intereses populares y mayores beneficios a los más pudientes.
Lo único positivo del actual Gobierno es el diálogo de La Habana, sabia decisión, aunque asumida en medio de vacilaciones y concesiones al militarismo. Como la aprobación del fuero militar con rango constitucional y la ley reglamentaria que está en camino, que significan la impunidad para los delitos de lesa humanidad de los militares, tanto cometidos en el pasado como los que puedan presentarse en el futuro.
Rechazo a la reelección
La propuesta es inaceptable. ¿Cómo pueden los trabajadores apoyar la reelección del actual mandatario que hizo aprobar la reforma fiscal y pretende las de la salud, laboral y pensiones, ente otras, lesivas al interés popular? Es difícil que el país acepte respaldar cambios constitucionales sustantivos en causa propia, como ocurrió en el pasado Gobierno cada vez que a Uribe se le antojó creerse imprescindible y con la capacidad de favorecer a los suyos sin ningún reparo.
Sin embargo, vale la pena, en aras de la polémica, señalar que la propuesta de Piedad Córdoba tiene otras consideraciones. No se trata, según su opinión, de la reelección per se de Santos, sino de una prórroga del periodo con la finalidad de darle el tiempo indispensable y razonable para que culmine los procesos de paz iniciados con la insurgencia. Uno de los enormes obstáculos, detectados hasta el momento, es el de los “tiempos fatales”, que el Gobierno coloca en función de la reelección.
En el caso que propone Piedad, tendrían que adoptarse medidas suplementarias como una “tregua parlamentaria” y la preparación de una asamblea nacional constituyente que sea el punto de llegada del acuerdo de paz estable y duradero. Piedad Córdoba declaró que “si se trata de llegar a un acuerdo de paz hay que hacer todo lo que sea posible para lograrlo”.
Son consideraciones opuestas a la intención de Santos, que la planteó ajena a la paz. Tienen sentido democrático y de la salida política, diferente a la “maniobra” que ven los que han buscado atajos para no apoyar la mesa de La Habana.
Por ahora el debate continúa, aunque la propuesta quedó en el congelador. Fue improvisada y para halagar a los alcaldes en momentos de dificultades; y calculada intención para salvar su reelección, enredada como un bulto de anzuelos. El presidente Santos está llamado es a defender el proceso de paz con decisión y abandonar las vacilaciones y el vaivén bajo las presiones de los enemigos de la paz, si quiere pasar a la historia con el mandatario de la paz y no como el que utilizó la política de paz para la reelección de su gobierno neoliberal.
Lo fundamental es la unidad
Desde la izquierda y sectores populares lo fundamental es la unidad. “Lograr un proyecto político alternativo con real opción de poder”.
El debate sobre la reelección, para nada debe distraer el esfuerzo unitario de la izquierda y el apoyo decidido y sin esguinces a los diálogos de paz con las guerrillas colombianas. La salida política del conflicto hoy, como ayer, es la columna vertebral del proceso colombiano. La paz es con democracia y justicia social, implica libertades democráticas, políticas y sociales, así como mejores condiciones de vida para la población.
Los procesos de paz deben contribuir a la unidad popular, a que la izquierda y los sectores democráticos encuentren una opción de poder para adelantar los cambios de fondo y estructurales en la vida nacional. Con el actual régimen político y electoral es difícil conquistarlo, para cambiarlo será definitiva la movilización popular. Serán los temas claves del Foro sobre Participación Política, este fin de esta semana en Bogotá.
Semanario Voz
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