jueves, 18 de abril de 2013

“Gran prensa”: Fábrica de mentiras

Los micrófonos del gran capital al servicio de Capriles
Carlos A. Lozano Guillén

Lamentable papel de los grandes medios de comunicación, incluyendo los colombianos. Contribuyeron a la guerra sucia contra Nicolás Maduro y el proceso revolucionario


Al filo de la media noche del pasado domingo 14 de abril, conocidos los resultados electorales en favor del candidato socialista, Nicolás Maduro, el candidato perdedor de la derecha venezolana, respaldado por Washington, el uribismo colombiano y la caverna neoliberal de América Latina y otras latitudes, Henrique Capriles, apareció en los canales de televisión, con rostro enfurecido, anunciando que no reconocería los resultados de la elección presidencial, difundidos por el Consejo Nacional Electoral cuando ya eran irreversibles, de conformidad con las normas constitucionales y las leyes venezolanas.

Todo lo contrario de lo que había dicho el propio Capriles minutos después de votar, cuando aseguró, al igual que lo hizo Maduro, que así ganara o perdiera por un voto aceptaría los resultados. El argumento no pudo ser más infantil. Con ingenuidad, explicó que en la información contable de su campaña los datos eran otros, como si ellos estuvieran por encima del Consejo Nacional Electoral, institución suprema encargada del conteo de votos y de la refrendación electoral, reconocida por la transparencia y el profesionalismo. Carter y otros observadores habían declarado desde el año pasado que era el sistema más confiable a nivel mundial.

Siniestro plan

Pero ¿qué pasó? ¿Por qué en pocas horas cambió la posición del “burguesito” Henrique Capriles? Todo fue parte de un sainete orquestado, muy bien preparado a nivel local y nacional con el apoyo mediático de los fabricantes de mentiras y de círculos de Washington y Miami. El último sondeo de opinión que se difundió pocas horas antes del Día D le daba la mayoría al candidato opositor por escasos dos puntos, aunque todas las encuestas anteriores colocaban por encima a Maduro con 10 y más puntos. Desde el sábado 13 de abril comenzó la ambientación en Caracas, Washington, Madrid, Bogotá y otras capitales, eje de la actividad falaz de la “gran prensa”.

Aparecieron denuncias sobre “el fraude que preparaba el oficialismo”, además de reseñas sobre el supuesto ventajismo de Maduro que utilizaba las gabelas del poder. Mientras se ignoraban las graves acusaciones del candidato socialista sobre la actividad de J.J. Rendón, oscuro personaje refugiado en Bogotá, de estar promoviendo la guerra sucia y acciones desestabilizadoras.

Ninguno de estos medios se interesó por los frecuentes viajes de Capriles a Colombia y de sus reuniones secretas con otro personaje siniestro como Álvaro Uribe Vélez, mucho menos de los dos colombianos que fueron detenidos con medios electrónicos de alta tecnología en la ciudad de Caracas o de la intervención de hackers de las cuentas de Twitter de Maduro y del PSUV. Hechos que confirmaron la guerra sucia.

El mismo día de las elecciones, CNN, Caracol TV, RCN TV, entre otras, se dedicaron a difundir las elecciones en Miami, Bogotá y otras capitales en donde están los provocadores y burgueses que huyeron de la República Bolivariana de Venezuela para proteger sus riquezas, en muchos casos mal habidas. Los mismos medios –además de otros- se interesaban única y exclusivamente por la campaña de la oposición, en la idea de magnificar los resultados en favor de Capriles. El objetivo: crear opinión pública favorable a la inminente victoria opositora. “Maduro no es Chávez”, era la justificación de esas cábalas que daban por rigurosas, cuando obedecían a rumores sin fundamento.

La estrategia mediática fue evidente. Denunciaban el fraude con antelación para justificar la no aceptación de los resultados. Juego de tramposos y de mediocres. Y peligroso, además, porque buscaba crear las condiciones de una guerra civil, de alterar la paz en Venezuela. El domingo en la noche, grupos de exaltados opositores recorrieron las calles con ánimo provocador y hasta haciendo disparos.

Asesinaron a un obrero, incendiaron locales del PSUV en Zulia, atacaron a Telesur y Venezolana de Televisión, como las residencias de los padres de Andrés Izarra y de Tibisay Lucena, presidenta del Consejo Nacional Electoral. Estos desmanes no existieron para la “gran prensa”, ninguno los registró en el eje desinformador.

La democracia burguesa

Quedó claro que para la burguesía la democracia es buena pero cuando les favorece; cuando no, todo vale para desconocerla, no importa que la mayoría de los países del mundo hayan saludado la victoria chavista, con la excepción de Estados Unidos y de los países más pusilánimes.

Triste papel el de los grandes medios colombianos. Y se atreven a hablar de imparcialidad. Difundieron el coro histérico de Capriles y de su mentor, el alcalde de Caracas, Antonio Ledesma, golpista y promotor de la desestabilización en el vecino país. En realidad Capriles es un monigote de este oscuro personajillo.

Ni siquiera recordaron el suceso histórico de las elecciones colombianas en 1970, cuando fue elegido Misael Pastrana Borrero, quien superó a Gustavo Rojas Pinilla en menos de 40 mil votos, obtenidos en el exterior, aparecidos en el registro en la madrugada del día siguiente de las elecciones (19 de abril). Tampoco recuerdan la primera elección de George W. Bush, ganadas en flagrante fraude en Miami, ciudad donde se cuecen habas.

Ahora estos medios, pertenecientes a poderosos grupos económicos transnacionales y nacionales, promueven las especie de que “Maduro ganó pero no convenció”, “ganó con sabor a derrota” o que en espíritu de unidad debe Maduro cogobernar. Como si la victoria no estuviera avalada por el certificado del transparente Consejo Nacional Electoral y la opinión de los centenares de observadores internacionales. Estos medios no practican la democracia, actúan en función de sus intereses y negocios, son fábricas de mentiras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario