Uribe Vélez, así lo niegue ahora en su doble moral, buscó acercamientos con las FARC-EP desde su primer gobierno (2002-2006).
El ahora senador Álvaro Uribe Vélez se ha declarado enemigo de los diálogos de La Habana, porque según él Santos le está entregando el país al “castro-chavismo”, representado en las guerrillas de las FARC-EP.
Uribe Vélez en esos arranques varoniles asegura que le faltó tiempo para aplastar a las FARC-EP y también para invadir a Venezuela como lo hizo en Ecuador para asesinar a Raúl Reyes. En el primer caso no le faltó tiempo sino que fracasó la vía militar de la “seguridad democrática”, porque la militarización creciente y los operativos militares con asesoría de los gringos no logró el tan anhelado objetivo, más allá de los golpes asestados a distintas estructuras insurgentes. En el segundo caso, la invasión a Venezuela, no le faltó tiempo, como se lo dijo el comandante Hugo Chávez con la franqueza caribe: “la faltaron fue cojones”.
Sin embargo, la historia es tozuda y por mucho que quiera contarse a su conveniencia, quedan registrados los hechos ciertos. Uribe Vélez, así lo niegue ahora en su doble moral, buscó acercamientos con las FARC-EP desde su primer gobierno (2002-2006). En este caso mostró interés por el acuerdo humanitario y aceptó el despeje de Pradera y Florida para que fueran el escenario del intercambio de prisioneros.
Sucedió que no fue posible porque quiso hacerlo con trampas y sin protocolos convenidos ni veeduría internacional. Al final se abrió paso la entrega unilateral por parte de la guerrilla a instancias del comandante Chávez y de “Colombianos y Colombianas por la Paz”; y los militares lograron liberaciones a través de exitosos operativos. En otros casos fracasaron en medio de lamentables tragedias.
En el segundo gobierno de Uribe (2006-2010) quiso establecer contacto con Manuel Marulanda a través de Álvaro Leyva y del autor de esta columna. Luis Carlos Restrepo y Fabio Valencia Cossio fueron los intermediarios y encargados de convencernos. Se hicieron gestiones hasta la muerte del comandante Marulanda. Uribe suspendió la facilitación y posteriormente negó que hubiéramos sido autorizados y quiso llevarnos a la cárcel. Algo propio de su estilo descompuesto y perverso.
La facilitación transcurrió en medio de seguimientos del DAS y de otros organismos de inteligencia de forma permanente. No faltaron las chuzadas a los teléfonos y a correos electrónicos sin orden judicial, tenían la finalidad de llegar hasta el campamento de Manuel Marulanda. Aun así lo hicimos y logramos despistar en varias ocasiones a los acuciosos sabuesos. Las FARC no creyeron en la sinceridad de Uribe. Lo puede decir el empresario Henry Acosta que fue también facilitador en los tiempos de Uribe.
carloslozanogui@outlook.es
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