Orlando Alvis Barrios |
“El Enano”, con ese alias, figuraba en cuanta lista provocadora tenían el DAS, el F-2 y la inteligencia militar. Compartíamos ese honor varios dirigentes de la JUCO y del partido. Eran tiempos difíciles, pocos meses después de la agresión a Marquetalia y en pleno Frente Nacional bipartidista.
El 25 de diciembre del año pasado, falleció en el Instituto Cancerológico de Bogotá, Orlando Alvis, destacado militante comunista de toda la vida en Ibagué, donde fueron las honras fúnebres en medio del dolor de sus familiares, doña Bárbara Barrios, madre, Luz Mila Camelo, esposa, sus hijos: Tania Nadesda, Carlos Andrés y Leonardo Fabio y su hermana Luz Ángela y el acompañamiento de la militancia comunista ibaguereña y de numerosos amigos. Orlando fue personalidad muy conocida por su consecuencia revolucionaria, su fino humor y por un don especial para cultivar amigos.
Al dolor que me produjo la muerte del amigo y camarada se agregó el hecho de no poder asistir a sus honras fúnebres, debido a los quebrantos graves de salud que me afectan. Esperaba el desenlace fatal, porque percibí que el ciclo final de “El Enano”, como le decíamos con cariño, llegaba a término, después de una llamada que me hizo dos semanas atrás que me sonó a despedida. Estaba desesperado. Cuando el periodista Humberto Leyton me llamó el 26 de diciembre del año pasado, para comunicarme la infausta noticia, no me sorprendió, pero la realidad conmovió mis sentimientos revolucionarios por la muerte del gran amigo y camarada. Unas lágrimas rebeldes se deslizaron por mis mejillas.
A Orlando Alvis lo recluté para la JUCO, a finales de 1964, pocos meses después de mi ingreso en las filas comunistas. A la sazón “El Enano” con su padre, madre y hermana, vivían en un parqueadero al frente del Seminario Mayor de Ibagué, a una cuadra de mi residencia, donde mi padre guardaba su automóvil. Su ingreso fue rápido y sin vacilación. Se convirtió en un agitador revolucionario de 24 horas y difusor de VOZ Proletaria en la Universidad del Tolima y en los barrios populares de Ibagué.
“El Enano”, con ese alias, figuraba en cuanta lista provocadora tenían el DAS, el F-2 y la inteligencia militar. Compartíamos ese honor varios dirigentes de la JUCO y del partido. Eran tiempos difíciles, pocos meses después de la agresión a Marquetalia y en pleno Frente Nacional bipartidista. Muchas veces fuimos llevados a la cárcel de donde salíamos gracias a la intervención jurídica de mi padre.
En 1970 viajé a Bogotá a estudiar derecho y luego a representar a la JUCO en la Federación Mundial de la Juventud Democrática (FMJD). Fueron años de ausencia, durante los cuales Lelio Rodríguez, uno de los dirigentes del partido, hizo estragos en la unidad de los comunistas, casi toda la dirección de la JUCO se fue con el divisionista. Al regresar conversé con “El Enano” para que regresara al partido. Lo hizo de inmediato y otros ex dirigentes juveniles se mantuvieron por fuera pero con la cercanía al partido que es todavía el suyo.
carloslozanogui@outlook.es
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